viernes, 13 de mayo de 2011

Martires Protestantes

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MARTIRES PROTESTANTES

En 1574 el pirata John Hawking desembarcó y abandonó en Tampico a unos marineros protestantes que, con sus prédicas puritanas, creaban problemas a bordo.
Se llamaban Martín Corno y Geroge Ripley, y se convirtieron en los primeros mártires del protestantismo en México, ya que fueron juzgados, ahorcados y quemados por "herejes", contumaces y luteranos.
A partir de entonces la Inquisición, siguiendo ordenes expresas de Felipe II, rey de España, aumentó la vigilancia, y en la Nueva España no se produjeron nuevos episodios significativos de infiltración protestante.
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Los Principios Cósmicos

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Alfonso R. Carrillo

Las leyes naturales que rigen en el cosmos son eternas e inmutables. Son también inexorables y nadie las viola impunemente. En vez de darnos cabezazos contra la pared, mejor será que estudiemos esas leyes para ponernos cuanto antes en armonía con ellas.
El que pretenda nadar contra esa poderosa corriente será arrollado y herido en los peñascos. Nadie en la historia de la humanidad ha logrado transgredir las leyes cósmicas sin sufrir las consecuencias.
Todo por el contrario, el que acata esas leyes y vive en consonancia con ellas, logrará alcanzar una vida de paz y felicidad.
Si comes lo que no es natural al cuerpo físico, la enfermedad sobrevendrá para amonestarte que te has desviado del camino verdadero, que has violado las leyes de la salud.
Si encuentras constantes dificultades en la vida, busca las causas en tu interior y encontraras que estás violando las leyes del pensamiento.
Así nuestra mayor felicidad se logra mediante nuestra cooperación consciente y constante con las leyes naturales.
Cosechamos lo que sembramos y sólo nos llega lo que ha salido de nosotros. El pensamiento es creador y la cosecha será según la semilla que sembremos en la mente.
Para que el pensamiento sea dinámico y arrollador debe llevar el indispensable ingrediente del amor, en su más amplio sentido. El que imparte un servicio, el que vela por el bien del prójimo, coadyuva con la ley cósmica del progreso.
La acción no es sino la expresión visible del pensamiento. Al ver lo que haces, sé perfectamente bien lo que has pensado.
El estudio de las leyes mentales nos enseña que el pensamiento es un imán. Piensa en la salud y la prosperidad y serán tuyas. Piensa en la enfermedad y en la miseria y te vendrán. Igual atrae a igual y tú te das lo que piensas, sea para bien, sea para mal.
Debes, pues, tener mucho cuidado con las palabras que pronuncies porque son la expresión oral del pensamiento. Manifestamos una vida más elevada a medida que nuestras palabras y pensamientos se refinan y purifican. Las palabras de un hombre revelan la íntima naturaleza de su sér.
Son trascendentales las palabras porque representan pensa-mientos que toman forma visible en el mundo fenomenal de las cosas.
Las leyes cósmicas son siempre positivas: hay fórmulas en las matemáticas pero no las hay en el error. Hay reglas para la salud y no para la enfermedad. Hay premisas para la verdad pero no para la mentira. Hay principios de ciencia pero no de la ignorancia. La oscuridad no existe en realidad porque no es sino falta, ausencia o en negación de la luz. Donde penetran los rayos del sol se disipan las tienieblas.
Si aplicamos la fórmula matemática correctamente podemos estar seguros del resultado. Si abrimos la mente a todo lo bueno, se desvanece como por obra de magia todo lo mal. He aquí la fórmula para destruir toda discordia y entronizar en la vida humana la armonía.
Es necesario, pues, que comprendas que el conocimiento de las leyes mentales pone en tus mano manos un enorme poder, dinámico y creador, que encausado con inteligencia, puede erigirte felizmente en el árbitro absoluto de tu destino.
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Conflictos entre Iglesia y Estado

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Los conflictos entre Iglesia y Estado son tan viejos como la Iglesia porque nunca ha podido trazarse con precision la frontera entre el Cielo y la Tierra, el dominio de lo espiritual y el reino de la política.
He aquí la primera crisis política entre la Iglesia y el Estado que ocurrió en México.
En 1621, por motivos profundos, envueltos en apariencias triviales tal vez con intención de ganar popularidad a expensas de un rival altanero, el virrey de la Nueva España, Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, marqués de Gelves, regañó públicamente al arzobispo Juan Pérez de la Serna aconsejándole no aceptar regalos tan fácilmente ni fijar precios tan abusivos en una carnicería propiedad del prelado.
En aquella ocasión el orgulloso arzobispo había tenido que inclinarse en silencio, mientras en su interior juraba vengarse.
La oportunidad le llegó al alto funcionario religioso cuando un delincuente común, perseguido por la justicia, buscó refugio en el templo de Santo Domingo.
Sólo la Iglesia goza del poder que hoy ejerce la justicia federal, de conceder amparo.
El virrey no se atrevió a autorizar que los guardias entraran al templo a capturar al fugitivo, pero permitió que se pusiera vigilancia en torno del lugar.
El arzobispo reaccionó como rayo: no sólo excomulgó a los vigilantes y funcionarios menores implicados en el caso, sino que mandó un escuadrón de clérigos, armados hasta los dientes, a apoderarse de los expediente judiciales respectivos.
El virrey no consiguió que el obispo de Puebla revocara la excomunión de guardias y funcionarios, ni pudo evitar que el indigando arzobispo incitara a la chusma a quemar el palacio virreinal, y decretara una huelga de sacramentos.
Eran tiempos duros, los fieles temían que la muerte los sorprendiera sin estar confesados, y en México cundió el pánico.
El virrey, desesperado, desterró al arzobispo: sólo consiguió que, en España, el alto prelado moviera influencias y precipitara la destitución del gobernante.
En 1624 el arzobispo Juan Pérez de la Serna regresó a México victorioso.
Como en días de peste, guerra o suprema penitencia, el templo estaba en silencio y penumbra, sólo iluminado por los cirios que sostenían unos canóniogos vestidos de negro.
El arzobispo Juan Pérez de la Serna, ataviado de pontifical, emergió de la sombra, se plantó ante el altar y clavó en los congregados una mirada que helaba la sangre.
En lo alto de las torres, las campanas rompieron a tocar: sonaban a entredicho, un repique lúgubre como aullido de condenado.
Aquella noche el arzobispo Pérez de la Serna anatematizó al virrey Diego Carrillo de Mendoza y Pimentel, y lo arrojó al infierno con la lista completa de maldiciones previstas en los rituales de excomunión.
En el momento preciso, los canónigos apagaron los cirios en agua bendita, los arrojaron al suelo y los pisotearon: la negrura en que el templo quedó sumido, simbolizaba la oscuridad sin esperanza en que debía hundirse el alma del réprobo expulsado del seno de la Santa Madre Iglesia.
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viernes, 6 de mayo de 2011

El Género Inclusivo en Español es el Masculino

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Cristian Fallas Alvarado

En varios sitios se habla mucho sobre el uso del lenguaje inclusivo, específicamente sobre su utilidad y justificación.
Supuestamente, con ese uso se evita la discriminación de la que son objeto las mujeres en algunas ocasiones.
Según esto, en una oración como "Se invitó a todos los abogados" se emplea un lenguaje exclusivo y se deja por fuera a las abogadas.
Con respecto a este tema, se explican a continuación algunas consideraciones reduciendo a lo esencial la terminología gramatical.
La lengua española dispone de dos géneros principales: femenino y masculino.
(Es común que las niñas usen faldas y que los niños usen pantalones), pero el segundo puede englobar también al primero, como en la oración "Los niños pequeños son muy indefensos".
En este último caso se hace referencia a mujeres y varones.
Quienes defienden el uso inclusivo arguyen que el género masculino es excluyente.
Sin embargo, si esto se analiza detenidamente, se comprueba lo contrario.
La oración Los niños pequeños son muy indefensos se refiere a mujeres y varones; en cambio, Las niñas pequeñas son muy indefensas solo puede referirse a mujeres y, por tanto, quedan excluidos los varones.
Como se puede ver, el masculino es el género inclusivo, y el femenino, el exclusivo.
De acuerdo con lo anterior, en gramática se habla de género marcado (femenino) y género no marcado (masculino).
Precisamente por tener el español un género no marcado (o inclusivo), que coincide con el masculino, es este el que se emplea de manera general para abarcar lo femenino junto con lo masculino, excepto en algunos pocos casos como brujos o monjes, que no abarcan a las brujas y a las monjas, respectivamente.
Por esta razón se puede hablar de una reunión de padres de familia y no se excluye a las madres por emplearse el sustantivo padres; también se puede hablar de una asamblea de profesores y se entiende que se reunieron las mujeres docentes y los varones docentes.
Igualmente, si se habla del cuidado de los gatos, no se excluye la posibilidad de cuidar gatas; ni se excluye a una filóloga cuando alguien dice que requiere la opinión de un filólogo.
No parece útil, ni justificado, ni mucho menos necesario recurrir al desdoblamiento: una reunión de madres y padres de familia, una asamblea de profesoras y profesores, el cuidado de las gatas y los gatos, la opinión de una filóloga o un filólogo.
Hay casos en los que el desdoblamiento es prácticamente imposible, como en Ella y él están casados o Es normal equivocarse: somos humanos.
En el primer caso se emplea casados porque se hace referencia al femenino (ella) junto con el masculino (él), y en el segundo se emplea humanos porque se requiere el género no marcado para abarcar a mujeres y varones.
Lo mismo ocurre si alguien dice Todos nosotros estamos equivocados.
El género no marcado representa la concordancia por defecto (nótese, por ejemplo, la concordancia de los adjetivos con las oraciones que funcionan como sujeto: Es necesario dormir unas ocho horas).
No se espera que nadie, para evitar una supuesta discriminación, recurra a circunloquios como estos, que hasta pueden cambiar un poco la interpretación: Ella está casada con él, y él está casado con ella; Es normal equivocarse: somos humanas y humanos o Todas nosotras y todos nosotros estamos equivocadas y equivocados.
Se han utilizado algunas fórmulas coordinadas, como las costarricenses y los costarricenses, e incluso se han coordinado solamente los artículos definidos, que, por ser elementos átonos, no aceptan originalmente tal tipo de enlace: las y los costarricenses.
No obstante, esta «solución» tampoco es regular ni coherente; por ello se encuentran ejemplos en los que el desdoblamiento es parcial, como en Las y los costarricenses serán convocados.
En este caso se usa convocados en vez de Las y los costarricenses serán convocadas y convocados, lo cual demuestra la imposibilidad de su empleo general.
Además de las fórmulas citadas, se han empleado otros recursos aún menos justificados, como los paréntesis: estimado(a)(s) compañero(a)(s), los cuales imposibilitan la lectura; o la arroba, que ni siquiera es una letra, sino un símbolo, por lo cual tampoco podría leerse: estimad@s compañer@s.
Como se puede comprobar, el uso del género no marcado permite cumplir con el principio básico de economía y, además, se gana mucho desde el punto de vista estilístico sin caer en ningún tipo de discriminación.
Consecuentemente, se evita una gran cantidad de repeticiones que cansan al lector o al oyente y que casi nunca aportan nada relevante.
De todos modos, siempre debe tenerse en cuenta que la discriminación es un hecho primordialmente social.
Si en un centro educativo, por ejemplo, se convoca a una reunión de profesores y no se admite la presencia de alguna mujer docente, es evidente que el problema no es lingüístico.
La lengua no discrimina.
Por lo tanto, conviene dejar claro que, en la vida cotidiana, las mujeres no son discriminadas porque el género no marcado coincida con el masculino, ni tampoco este aspecto lingüístico promueve la discriminación.
Algo parecido ocurre con la oposición de número: singular y plural.
El primero puede emplearse con el valor del segundo.
También tendría, pues, un valor genérico, incluso si se emplea el artículo definido.
Si se habla de la importancia de la mujer en la sociedad, no se habla de una mujer específica y se excluye a todas las demás, sino que el singular la mujer abarca a todas las mujeres.
Tampoco hay discriminación al decir El gato es un animal doméstico.
El singular de género no marcado el gato abarca a las hembras y los machos.
Lo mismo ocurre con el conocidísimo uso de hombre en casos como Se dice que el hombre es superior al animal, donde equivale a los hombres y, además, engloba a mujeres y varones.
Muy distinta es la interpretación de hombre en la oración El hombre debe apoyar a la mujer, en la cual es evidente el uso de hombre como sinónimo de varón.
En estos casos, el contexto aclara la interpretación.
De igual forma, en la recomendación Alimente a su hijo con leche materna, se entiende que su hijo puede referirse a una mujer o a un varón, pero también puede referirse a varios hijos.
Hay construcciones gramaticales que también se emplean con este valor genérico o inespecífico, como Aquí hay que estar callado; Es muy peligroso conducir ebrio o Cuando se está acompañado, la tristeza se sobrelleva mejor.
En las tres construcciones se emplean formas no marcadas: callado, ebrio y acompañado, y en ningún caso se podría pensar que se excluye a las mujeres.
Se entiende perfectamente la referencia general a cualquier persona.
Aplicar tal razonamiento estaría tan poco justificado como pensar que se excluye a la primera persona o a la segunda al decir Aquí hay que callarse o Cuando se está demasiado satisfecho consigo mismo, se puede caer en el conformismo.
Lo anterior puede relacionarse con dos palabras que sirven para excluir o incluir grupos: los adverbios solamente y también.
El primero sirve para excluir elementos de otros posibles, y el segundo sirve para incluir elementos junto con otros.
En Comimos solamente arroz se excluyen otros alimentos posibles, como frijoles, carne, verduras, etc.; en Comimos también arroz se incluye el arroz en el conjunto de alimentos que comimos (se supone que comimos otros más, como frijoles, carne, verduras, etc.).
Nótese la interpretación de esos adverbios en estas dos oraciones: En este colegio solamente se admiten filósofos; En este colegio también se admiten filósofos.
En la primera oración se excluye a los médicos, abogados, contadores, etc.; y en la otra se incluye a los filósofos en un grupo más amplio, que puede abarcar médicos, abogados, contadores, etc.
En ningún caso los adverbios mencionados motivan la oposición femenino/masculino: filósofas/filósofos.
Si alguien dice En este colegio solamente se admiten filósofos, no se espera la pregunta ¿No se admiten filósofas?; en cambio, sí es posible que alguien pregunte ¿No se admiten ni médicos ni abogados?
Los grupos posibles incluidos o excluidos mediante tales adverbios están relacionados con las profesiones, no con las mujeres y los varones.
De nuevo, el usuario de la lengua no considera que haya discriminación de las mujeres en estos casos porque, ciertamente, no hay tal discriminación.
Ahora bien, puede decirse que, en caso de que sea verdaderamente relevante la oposición femenino/masculino, es totalmente aceptable el desdoblamiento, como en Tengo hermanos y hermanas, pero también se pueden usar otras soluciones, como elementos explicativos del tipo hombres y mujeres, el uso de colectivos (alumnado, profesorado, etc.) y otras semejantes si con ello se evita alguna ambigüedad o simplemente se logra mayor claridad por falta de elementos extralingüísticos o contextuales: Nuestros funcionarios, tanto hombres como mujeres, usan el mismo tipo de uniforme.
Excepto en estos pocos casos, el desdoblamiento resulta innecesario e injustificado.
Finalmente, cabe agregar que en las secciones 2.1-2.2 de la Nueva gramática de la lengua española se apoya el análisis explicado en este artículo, y también coinciden en ello los párrafos relativos al género gramatical incluidos en la versión manual y la próxima versión básica de esa obra.
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Aprendamos de una vez por todas

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En español existen los participios activos como derivados verbales.
El participio activo del verbo atacar, es atacante.
El de sufrir, es sufriente.
El de cantar, es cantante.
El de existir, existente.

¿ Cuál es el participio activo del verbo ser ?

El participio activo del verbo ser, es "ente".
El que es, es el ente.
Tiene entidad.
Por ese motivo, cuando queremos nombrar a la persona que denota capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se le agrega al final 'ente'.
Por lo tanto, la persona que preside, se le dice presidente, no presidenta, independiente del género (femenino o masculino) que tenga.
Se dice capilla ardiente, no ardienta.
Se dice estudiante, no estudianta.
Se dice adolescente, no adolescenta.
Se dice paciente, no pacienta.
Se dice comerciante, no comercianta
La Sra. Cristina Fernández de Kirchner hace un mal uso del lenguaje por ignorancia de la gramática de la lengua española. Caso contrario en Chile, donde lo aplican bien: la Sra. Bachelet es, presidente.
Pasemos el mensaje a todos nuestros conocidos latinoamericanos, con la esperanza de que llegue a la Casa Rosada y a Miraflores, para que esos ignorantes e iletrados usen bien la lengua castellana.
Un Mal ejemplo sería:
La pacienta era una estudianta adolescenta sufrienta, representanta e integranta independienta de las cantantas y también atacanta, y la velaron en la capilla ardienta existenta.
Qué mal suena ahora Presidenta..., ¿no?
Es siempre bueno aprender de qué y cómo estamos hablando....
Además en lugar de :
El perro es el mejor amigo del hombre,
Pará qué diablos decir:
El perro y la perra, son los y las mejores y mejoras amigos y amigas, del hombre y de la mujer.
Bien bueno está esto y esta; para que las socialistas y los socialistos, de una vez por todas y todos aprendan y aprendon y dejen de marearnos y marearnas a los hombres y mujeres y nos permitan y nos permiton regresar a nuestro y nuestra nivel linguistico y linguistica, ya que hemos sido y sidas muy pacientes y pacientas hasta ahora y hasta ahoro.
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