viernes, 13 de junio de 2008

Sexo en China

En nuestras sociedades de consumo, la sexualidad se ha convertido en una mercancía que se compra y se vende como las demás, pasando la mujer a ser ese simple objeto de compra venta. Esta operación de compra-venta pude hacerse en forma legal (el matrimonio) o en forma velada (la prostitución, las relaciones premaritales, el adulterio, la violación, etc.)
Pero bendecida o no la operación, siempre las relaciones sexuales en la sociedad capitalista terminan por ser una forma de explotación de la mujer. Y en el menor de los casos, en una forma de escape, en una fuga momentánea de la sociedad mugre en que vivimos. Para vendernos la sexualidad, la sociedad ha adornado al sexo con toda la cursilería del "amor", del "placer", del sexo como "logro" vital, como objetivo final y máximo de la vida.
-Hacer el amor ha pasado a ser, dentro de nuestra sociedad, una necesidad "vital", como comer, dormir o beber. Nuestra cultura ha desembocado en eso, en la compra-venta del sexo. Como si fuera un alimento o un refresco.
Para terminar con eso
-esencialmente con la explotación de la mujer mediante el sexo- el socialismo tuvo ante sí dos opciones:
a) el amor libre;
b) el amor en el matrimonio exclusivamente.
Pero el amor libre ha degenerado siempre en el libertinaje con todas sus facetas tan del gusto del Playboy y de la sociedad decadente norteamericana.
Algunas mujeres se cuestionan: "Si el hombre puede acostarse con quien quiera, ¿por qué nosotras no podemos?" Y si optan por hacerlo, el desorden que se arma es infinito.
El amor libre no dio resultados en la URSS de los primeros años. Esencialmente, porque eso favorecía nada más a los hombres, que cambiaban de mujer a sus gustos, las abandonaban con los hijos procreados, se juntaban con ellas cuando las necesitaban para los trabajos del campo y las dejaban al terminar el otoño, para no tener otra boca qué alimentar. Un desastre completo.
Si bien parecía que habían terminado con la prostitución (¿para qué putas, si cualquier muchacha se acostaba con uno?), resultó lo contrario. Las mismas mujeres terminaron por pedir que reabrieran las casas non sanctas, para terminar con esa situación... de explotación de la mujer en todos sentidos.
La URSS terminó por legalizar nuevamente el matrimonio y volver a la vieja moral, lo que propició cierta prostitución escondida y, lo peor, la explotación en el hogar de las mujeres casadas Todo eso lo tomó en cuenta China.
La solución a todos esos problemas, aparentemente, era promover la igualdad total entre hombre y mujer.

-¿Cómo?

-Promulgando leyes que perjudicaran por igual a hombres y mujeres.

-Extraño, ¿no?

-Así, la ley china estipula que nadie, ni hombre ni mujer, deben o pueden tener relaciones sexuales antes del matrimonio o fuera de él. Antes las leyes lo establecían así solo para la mujer. Ahora la ley lo establece para ambos, y además los castiga a ambos si caen en falta.
-Antes el hombre era polígamo de hecho, pues se le permitía acostarse con cuanta mujer quisiera ("debe adquirir experiencia para el matrimonio"), mientras la mujer permanecía vírgen y únicamente conocía el sexo con su marido.
-O lo mismo fuera del matrimonio: el hombre tenía dos o tres concubinas, pero la mujer no podía tener dos o tres concubinos. Y lo que es parejo no es chipotudo: la igualdad llegó al extremo de volver castos a los dos. Y no a volverlos degenerados a los dos.
Otra cuestión importante: las feministas se han dado cuenta de que, la independencia económica de la mujer es la primera condición para lograr su liberación. La segunda, es la libertd sexual. China ha logrado la primera, aunque aparentemente no la segunda. La mujer china tiene absoluta independencia económica: estudia, trabaja y cobra al igual que el hombre. Y, he ahí el quid del asunto, goza de la misma libertad sexual que el hombre. O dicho en otras palabras, tiene la misma no-libertad sexual que el hombre. No igualdad para el libertinaje, que es donde nuestras sociedades fallan, sino libertad e igualdad para el matrimonio. La libertad para la elección de su pareja... (Cosa inexistente en el capitalismo). No es ya el matrimonio burgués donde el hombre escoge a su pareja, la oprime, la llena de hijos (que son a su vez oprimidos por los padres) y la abandona, para siempre o momentánemente, para buscar otra pareja. Eso se acabó en China. Ahora los dos llegan maduros al matrimonio, sabiendo bien a lo que les espera. Ambos están ya preparados, tienen una carrera o una profesión bien establecida, saben que sus hijos no tendrán ningún problema a futuro, se unen en igualdad de circunstancias y si pese a todo no se entienden, pueden optar por el divorcio.
Además hay otra cosa muy importante: la sociedad capitalista de consumo fabrica primero la necesidad de consumir, luego produce el objeto de consumo y finalmente lo vende al mejor postor. Nuestra sociedad fabrica la necesidad de sexo (películas, canciones, prensa, pornografía, televisión, teatro), luego produce a la mujer objeto y establece el modo de consumirlo y hace nacer así el famoso instinto sexual.
En China no existe la mujer objeto. Por ningún lado se ven llamados a la sexualidad. Ni en la prensa, ni en el cine, ni en las canciones, ni en la televisión, ni en la moda, finalmente, que no es más que una forma de vender a la mujer. En China las mujeres no enseñan las nalgas ni el pecho, ni se embarran a los pantalones, ni se pintan para parecer mujeres fatales. El maquillaje no existe en China, más que para el teatro. También los músicos de la orquesta, así están tocando a Beethoven. Pero fuera del teatro o del cine, ninguna mujer se pinta nada de nada. La ropa es sencilla, nada erótica y nada provocaativa. No hay bikinis ni pantalones para mostrar las nalgas. Ni escotes para mostrar el pecho. Nada incita a la sexualidad, ni a los llamados "bajos" instintos. Las mujeres a imitar, son heroínas del trabajo, no "ángeles de Charlie", mujeres biónicas o artistas de cine o televisión. China está a salvo de eso, afortunadamente. Dondequiera existen hemosísimas mujeres, sin perder su femenidad, su gracia natural, su coquetería natural. No forzada con una manera de caminar, de pintarse, de mirar, como predica la televisión. Son mujeres naturalmente bellas, no según los cánones que establece la clase alta de una sociedad, sino según lo establece la naturaleza. Y bellas espiritualmente, mujer libres, realizadas plenamente en el trabajo, en la ayuda a su comunidad, en la construcción de su socialismo. Obviamente, en China no hay esas mujeres ociosas y ricas, bien vestidas, enjoyadas, perfumadas, que se pasan el día arreglándose las uñas, inútiles para todo, muñequitas de salón de belleza.
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