NUEVA YORK, EU. (ANSA)
Una medalla al valor, la Soldier's Medal destinada a Hug Thompson, generó cierto sabor amargo en el Pentágono porque fue entregada al hombre que salvó de una muerte segura a una decena de civiles vietnamitas, en una de las páginas más negras de la historia norteamericanas: la de la masacre de My Lai, en Vietnam.
"Colocaremos una terrible y controvertida historia sobre la mesa a los medios de comunicación", decía en una carta enviada por correo electrónico interno un alto jefe del Pentágono.
En la corte, de 1996, el militar pedía a la entonces responsable del ministerio de Defensa para el ejército, Sara Lister, postergar las cosas hasta las últimas elecciones presidenciales que ganó Clinton.
En una mañana del 16 de marzo de 1968, Hug Thompson volaba en su helicóptero, la que tendría que haber sido una misión normal de patrullaje.
Al pasar por encima de la aldea de My Lai, vio soldados norteamericanos que mataban mujeres y niños mientras otros incendiaban las casas, y observó a una niña herida que era rematada por un capitán.
Thompson aterrizó su helicóptero y dio orden a dos hombres de su tripulación de defender a los vietnamitas, disparando si era necesario contra los soldados que vestían su mismo uniforme.
La "matanza" duró cuatro horas y, al final, más de 500 cuerpos yacían en el lugar: viejos, mujeres y niños.
De la aldea de May Lai se salvaron pocos, la decena que Thompson defendió e hizo evacuar con un helicóptero, y también a un niño de 2 años que él encontró entre los cadáveres.
Thompson vistió el uniforme otros 13 años, teniendo el coraje civil de testimoniar contra sus compañeros de armas y contra William Calley, el oficial procesado por la Corte Marcial, acusado de participar en la matanza.
Pero en 1996, después de tres décadas de ocurridos los hechos, Thompson fue propuesto para una medalla.
Y, a pesar del tiempo transcurrido, ni siquiera hoy muchos quieren en el Pentágono oir hablar de aquellos hechos, porque podría -dicen- reabrir nuevas heridas, en un momento en que otras situaciones preocupan a las jerarquías militares norteamericanas.
Lister dijo que sí, que podía dársele a Thompson una
medalla pero que "era mejor esperar el momento justo".
Dentro de pocos meses, en marzo, Thompson volverá Vietnam, a May Lai, para la conmemoración de los 30 años de la matanza y entonces se encontrará con el niño, hoy un hombre que recogió entre los muertos. Es más que probable que esto valga más para él que la medalla.
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