viernes, 27 de agosto de 2010

Bendita Entre las Mujeres

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Dorothea Kallenberg

La muchacha judía que se unió en matrimonio con el carpintero José de Nazaret se llamaba Miriam y tenía 12 años, la edad en que la gente solía casarse en aquel tiempo.
Era hija única, y sus padres, Ana y Joaquín, que la trajeron al mundo después de muchos años de no poder concebir, confiaron su educación a los preceptores del templo.
En Belén, Miriam dio a luz un hijo, Jesús, que a los 12 años iba a asombrar a los adultos con sus interpretaciones de las Escrituras.
Jesús abandonó el hogar paterno cuando tenía alrededor de 30 años, momento que el pintor alemán Lucas Cranach el Viejo plasmó en su obra "Cristo se despide de su madre".
Pero tiempo después, cuando los romanos condenaron a Jesús a morir crucificado, Miriam reapareció para acompañarlo junto con otras mujeres hasta el Calvario.
Eso es casi lo único que los evangelios y las fuentes extrabíblicas relatan de la vida de la madre de Jesús; según la cronología actual, las referencias a su persona terminan hacia el año 30 de nuestra era.
Desde entonces la judía Miriam se ha convertido en la María cristiana: en la sufriente madre que la tradición transformó en santa y a la cual se venera e invoca para que interceda por el bien de la humanidad.
La Virgen María ha inspirado innumerables obras maestras de la música, la pintura, la escultura y la poesía.
Después de Jesús, es la figura más representada en el arte cristiano.
Las primeras imágenes importantes de ella datan del siglo III, y, despendiendo del ámbito cultural de cada artista, aparece como doncella o reina de los cielos, como intercesora o madre de la Iglesia.
Todos conocemos cuadros de la madre bendita en Belén, y de la mujer encogida de dolor al pie de la cruz, pero también se le representa como una virgen coronada de estrellas que cobija bajo su manto a los que sufren.
Hacia fines de la Edad Media algunos artistas representaron a María al lado de un unicornio, ya que en ese tiempo este animal fabuloso simbolizaba la virtud o la encarnación de Dios.
El pintor alemán Martin Schongauer, de Colmar, Alsacia, representó así a la Virgen en una de sus obras, en el siglo XV.
Muchos grandes artistas sitúan la escena de la Anunciación en un entorno doméstico.
El ángel que le anuncia á María que va a concebir y dar a luz suele aparecer con un lirio en la mano.
De acuerdo con el Evangelio según San Lucas, María visita más tarde a su parienta Isabel, que también está encinta.
Entre los creadores que han representado el abrazo de ambas mujeres figura el pintor florentino Fra Angélico, quien entre 1432 y 1433 realizó varias obras con el tema de la Visitación que al parecer conmueven en especial a las mujeres.
Hay también, numerosas representaciones de la muerte de María, entre ellas un retablo de 1508 del pintor veneciano Vittore Carpaccio.
Según una leyenda, María murió en el monte Sión, cerca de Jerusalén, y fue sepultada en el huerto de Getsamaní, en una tumba labrada en la roca que cierto día encontraron vacía.
La madre de Dios había ascendido a la gloria, donde, tal como lo plasman los artistas, fue proclamada reina de los cielos.
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