martes, 12 de octubre de 2010

El Cólera

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El cólera fue la enfermedad más temida del siglo XIX, y nadie sabía su origen.
Había quienes opinaban que el cólera -trastorno intestinal que produce diarrea y deshidratación agudas- se contraía al inhalar emanaciones tóxicas y malolientes, que procedían de materias en descomposición.
Sus deducciones eran bastante lógicas, pues el Támesis, que atravesaba Londres, apestaba.

¿Transportaba el fétido aire la enfermedad?

Cinco años atrás, el médico John Snow habiá dicho que no era el aire el que propagaba el cólera, sino el agua contaminada.
Otro médico, William Budd, opinaba que el portador de la enfermedad era un tipo de hongo.
Durante la epidemia de 1854, Snow corroboró su teoría estudiando los hábitos de quienes habían contraído cólera en el distrito londinense de Soho.
"¿Qué tienen en común?", se preguntaba.
Su investigación lo llevó a un descubriento sorprendente: todos los que habían contraido el cólera en aquel distrito habían bebido agua de la misma fuente pública, agua que estaba contaminada con residuos fecales.

-Pues, ¿que no había, en 1854, inodoros con cisterna?

-Pues sí, pero, en ese tiempo se contaba con un sistema de alcantarillado antiguo que todavía conducía las aguas fecales directamente al Támesis, de donde se obtenía gran parte del agua para la población.
Aquel mismo año tuvo lugar otro hito de la medicina: el investigador italiano Filippo Pacini publicó un trabajo en el que describía la bacteria que causaba el cólera.
Sin embargo, tanto sus descubrimientos como los de Snow y Budd fueron ignorados.
El cólera siguió haciendo estragos.
El Parlamento se había tardado en construir un nuevo sistema de alcantarillado para sanear el Támesis, pero la ola de calor del verano de 1858 aceleró el proyecto.
El hedor proveniente del río, que fluía junto a la Cámara de los Comunes, era tan insoportable que los políticos tuvieron que colgar cortinas bañadas en desinfectante en las ventanas a fin de disimular la peste.
Lo que llegó a conocerse como el Gran Hedor hizo que el Parlamlento actuara en menos de tres semanas.
Ya se había ordenado la construcción de un nuevo sistema de alcantarillado.
Se prepararon grandes canales que intereceptaran los vertidos antes de llegar al Támesis para bombearlos luego hacia el este de Londres.
Allí se unirían con el río y fluirían con la marea baja hasta el mar.
Los resultados fueron drásticos: cuando toda la ciudad se conectó al nuevo alcantarillado, cesaron las epidemias de cólera.
Ya no quedaba ninguna duda: el origen del cólera eran el agua o la comida contaminada.
Quedó claro también que la mejor forma de prevenir enfermedades es una buena higiene.
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Miles de años antes que las epidemias de cólera arrasaran Londres, Moisés sacó a los judíos de Egipto.
Aunque vagaron por el desierto de Sinai cuarenta años, se libraron de epidemias de este tipo.

-¿Cómo le hicieron?

-Al pueblo se le ordenó que enterrara los exrementos humanos en un lugar determinado lejos de campamento para que la zona habitable y las fuentes de agua no se contaminaran.
-Esta ley aparece en la Biblia en Deuteronomia 23:12, 13, que dice:
"Deberás designar una zona fuera del campamento donde puedas ir a hacer tus necesidades. Cada persona tendrá una pala entre sus herramientas. Cuando vayas a hacer tus necesidades, cava un hoyo con la pala y luego cubre el excremento".
Una norma tan sencilla como esa protegió a los judíos del contagio de enfermedades que plagaban a otros pueblos.
En tiempos modernos, prácticas sanitarias semejante también han salvado vidas.
Lamentablemente, en el mundo todavía hay hogares sin acceso a un sistema de alcantarillado adecuado.
Las enfermedades relacionadas con residuos fecales causan la muerte de ¡5 mil niños al día!
Los esfuerzos del hombre en materia de sanidad han producido buenos resultados; de hecho, el cólera y otras enfermedades parecidas pueden prevenirse.
En síntesis: dado que el origen del cólera es el agua o la comida contaminada, la clave de la prevención consiste en ser precavidos con lo que se ingiere.
Purificar el agua y cocinar bien los alimentos son medidas esenciales.
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