domingo, 14 de noviembre de 2010

El Papa Benedicto XVI y lo Natural

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El Papa Benedicto XVI lee sentado en un trono su homilía, en la maravillosa iglesia de la Sagrada Familia, construida por Gaudi en Barcelona; manda a sus feligreses "respetar, y defender de cuanto se le opone, el orden natural de la familia, formada por un hombre y una mujer".
He puesto en cursivas la palabra natural porque en ella se centra todo el debate de la Iglesia y las sociedades democráticas del siglo XXI.
Natural quiere decir surgido de la Naturaleza sin estorbo.
Es decir, no transformado por la cultura.
Es decir, no trastocado por los intereses temporales de una cierta organización de una cierta tribu de bípedos mamíferos pensantes.
No es sorpresivo que el Papa use la palabra natural a útimas fechas.
Citar la Biblia como fuente autoridad ha llegado a ser odioso para los ciudadanos cultos de las democracias occidentales.
La Biblia es un libro repleto de historias y moralejas contradictorias, donde ya nadie, sino el que no la ha leído y solo cree en ella de oídas, dilucida un mapa ético; y en la palabra natural se viene centrando la esperanza de una nueva moral para el siglo, una moral desprendida de las ideologias políticas o los dogmas de fe y emanada de la biología, del conocimiento de la vida misma.
Una moral: una serie de normas que protejan y acrecienten el bien común de un grupo vivo. O en el nivel individual: una serie de normas que orienten la vida hacia lo bueno y la alejen de lo dañino.
Una moral natural sería aquella que respete la vida y sus leyes y así acreciente su vitalidad.

¿Pero qué diablos es natural y qué no lo es?

Sin duda podemos saberlo, gracias a la observación de la vida fuera de nuestra jaula de pensamiento.

-¿A qué te refieres con eso de "nuestra jaula de pensamiento"?

Los humanos, que desde niños fuimos amaestrados en formas culturales, que desde niños encerrados en espacios amurallados por el cemento, que desde niños hemos sido amaestrados para estar sentados en pupitres pensando y pensando horas y horas en asuntos no naturales.
Y en el siglo XXI esto es lo que sabemos, en cuanto al tema que tocó el Papa en su homilía de Barcelona: la familia y los géneros sexuales.

-Pues, ¿qué no solo existen dos sexos?

-Cierto es, que cuando Charles Darwin expuso su teoría de la evolución, explicó que se requerían de un macho y una hembra para la proliferación de la especie.
Pero ahora se sabe que existen cinco géneros sexuales que se dan en la Naturaleza espontáneamente.
Los machos, las hembras, los transgéneros (cientos de especies donde un animal cambia en el lapso de su vida de macho a hembra o viceversa), los homosexuales (hasta ahora son mil 500 las especies donde se han detectado) y los hermafroditas (los individuos con dos géneros sexuales).
O, sea que el Papa está equivocado al decir "el orden natural de la familia, está formada por un hombre y una mujer".
La organización familiar tiene variedades numerosísimas en la Naturaleza.
Las tribus de chimpancés se pliegan al macho alfa, al más fuerte y bravucón.
Pero las suricatas obedecen a la hembra alfa, que domina a base de asesinar a las crías de sus hijas.
Los pulpos hembras copulan con un promedio de tres pulpos machos antes de elegir con qué semen impregnarán sus huevecillos. Los atunes viven en bancos y, llegado el tiempo de desove, las hembras sueltan sus huevos, que quedan flotando en el agua, y entonces varios machos eyaculan en las nubes del material femenino, dejando al azar la elección del padre, y al conjunto de la tribu, la protección de las larvas.
Resulta que Charles Darwin, el pirimer naturalista que ofreció una teória para entender el por qué de la variedad vastísima de los seres vivos, se equivocó. La variedad es mucho más grande de lo que él pudo sospechar hace siglo y medio, analizando la información sobre la Naturaleza de la que disponía en su época. La variedad es tanta, que la única ley universal que parece subyacer es que sobreviven los individuos y las organizaciones de individuos que se adaptan a la Naturaleza suficientemente bien para no morir en el intento.
Como ves, el Papa evoca lo natural como fuente para encontrar un orden en la convivencia de los bípedos pensantes.
Antes de esa palabra se equivoca, se equivoca en el tono recriminatorio, en la retórica y el registro intelectual, ambos del pasado medieval, y luego se vueve a equivocar al recitar de memoria que la familia debe estar formada por un macho y una hembra.
Pero da igual.
Ya sea un lapsus lingue o una voluntaria aunque diminuta inclusión del presente, el Papa ha pronunciado la palabra natural ante el mundo y hay que guardar esa expresión suya como una semilla posible, como una relíquia rara y afortunada que lo ha alineado, por un instante solo, con la esperanza de la especie.
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Adaptado y tomado de un artículo de Sabina Berman, PROCESO 1776
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