.
---------------------------------------------------------------------------------
---------------------------------------------------------------------------------
Heberto Castillo
El drama se cierne otra sobre la sufrida Panamá. Su agresor de siempre, Estados Unidos, vuelve a las andadas. El pirata imperial del siglo XX lanza sus tropas contra el inerme pueblo panameño, causando miles de víctimas entre mujeres, niños y ancianos bajo el pretexto de que quiere combatir el narcotráfico y la antidemocracia. A sangre y fuego impone su peculiar democracia y encuentra, como siempre, a sus peleles. Antes fue Somoza, ahora es Endara quien se proclama, desde Costa Rica, presidente de Panamá.
Indigna que otro gobierno imperial, el de Gran Bretaña, con la multiasesina Margaret Thatcher a la cabeza, se pronuncie de inmediato en apoyo del nuevo Teodoro Roosevelt, George H. Busch. Y duele que un sedicente presidente socialista de la gran Francia, como Mitterrand, justifique la agresión bélica estadunidense aduciendo mayores culpas en el jefe de Estado panameño, Antonio Noriega, acusado de narcotraficante por el gobierno yanqui sin que hasta la fecha hay presentado prueba alguna de su dicho. Olvida Mitterrand que hay instancias internacionales para ejercer acción contra presuntos delincuentes donde quiera que se encuentren.
Mucho se ha comentado la inconsecuencia del proceder de Bush en los momentos en que se implantaba en el mundo una nueva era de distensión. Gorbachov, con su perestroika, ha sacudido al mundo y establecido bases de respeto a la voluntad de los pueblos del mundo socialista para elegir a sus gobernantes y terminar con las oprobiosas dictaduras establecidas a nombre del socialismo. Además, ha demostrado en los hechos que la Unión Soviética no intervendrá más en los asuntos internos de las naciones de su bando y que se rectifican las acciones de la URSS que en el pasado quitaron y pusieron dirigentes en las naciones de Europa Oriental. El reciente encuentro en Malta entre Bush y Gorbachov queda en mera anécdota cuando EU retoma su posición de gendarme mundial y reclama, con su acción de piratería, su privilegio para decidir cuáles gobiernos son posibles en América y cuáles no.
EU rompe brutalmente la posibilidad de avanzar por el camino de la concertación para erradicar los métodos violentos para dirimir las diferencias entre los diversos gobiernos y naciones. Da argumentos a todos aquellos que acusan al dirigente soviético de abandonar las filas de la revolución y abrir las posibilidades para que las potencias imperialistas ahonden sus raíces de explotación en las naciones subdesarrolladas del Tercer Mundo; promueve que se regrese al sistema de hace apenas unos meses, donde se justificaba la represión sobre los ciudadanos que viven en las naciones socialistas y que luchan por la democracia so pretexto de que al hacerlo "abrían las puertas al enemigo imperialista". Advierte también, o debe hacerlo, a todos los que piensan que se puede negociar con EU en condiciones honorables, sin arriar banderas nacionalistas, porque "los tiempos de Teodoro Roosevelt han pasado definitivamente".
Nadie puede ahora pedir confianza para un gobierno capaz de cometer la felonía que practica desde el 20 de diciembre el de George H. Bush en la hermana República de Panamá.
No hay pretexto que valga para justificar tan brutal agresión.
Las naciones del mundo que aspiran a vivir en libertad y que ni tienen ni desean tener el poder bélico para hacer valer sus derechos mediante las armas, y que, confían en que siempre pueden acudir al derecho internacional para dirimir sus diferencias con otros países, tienen que entender que las protestas por las agresiones de las naciones poderosas sobre las débiles han demostrado su ineficacia total, que las condenas morales a los gobernantes cínicos de nuestra era nada significan para ellos y nada remedian. En las últimas décadas está sobradamente demostrado que la agresión de EU sobre México, al propiciar el asesinato de Madero, sobre Santo Domingo, República Dominicana, Cuba -con la Enmienda Platt primero, con Bahía de Cochinos y con el bloqueo arbitrario, después-, y Nicaragua, despreciando la resolución de la Corte de La Haya, que lo condena a cubrir indemnización por los daños causados a ese pequeño país; con Puerto Rico, privándolo de su independencia hasta la fecha; con Corea y Vietnam, se da impunemente y ninguna condena, así sea de la ONU, produce el menor efecto. Lo mismo pasa con las agresiones cometidas por la Unión Soviética a las naciones de la Europa Oriental, como la sufrida por Checoslovaquia, o la ejercida sobre Afganistán.
En el caso también de las acciones punitivas de la Gran Bretaña sobre Argentina, o de Sudáfrica sobre la mayoría de su población que es negra o de los israelíes sobre los perseguidos palestinos. Las condenas de los organismos internacionales no sirven para otra cosa que para perder largos periodos de tiempo en discusiones en sus asambleas. Es necesario pasar a ejercer otro tipo de acciones contra las naciones que no respeten los convenios internacionales.
La ONU, con sus naciones privilegiadas con derecho al veto, es una caricatura de organización democrática internacional. Son las naciones con derecho a veto las que se saben todopoderosas para violar cualesquiera normas internacionales; las que periódicamente las consuman.
El gobierno yanqui ha recibido la repulsa general. Es una condena moral casi unánime que sirve para nada, pues no resucita muertos por las balas asesinas yanquis, no remedia la pérdida de una alternativa democrática en ese país como había acordado la OEA, tan entregada por cierto, a los intereses estadunidenses.
Es verdad que Bush será condenado por la opinión pública mundial, pero habrá alcanzado sus designios: eliminar a Noriega o arrojarlo a la lucha clandestina en Panamá e imponer su gobierno espurio como el de Somoza esperando que dure tanto como éste. Además, medirá sus fueras y la capacidad y decisión de la comunidad mundial para impedir otros actos de piratería como los que ha realizado en el pasado.
Y el conocimiento real de la capacidad de los demás para oponerse a sus actos de piratería, le armará de fuerzas para emprender nuevas acciones bélicas que le resuelvan problemas que su diplomacia no ha logrado superar.
No se puede ignorar que si algún gobierno ha causado escozor en el gendarme mundial que es EU es el de Cuba, y que si no se ha lanzado a una lucha directa, armada, contra él es porque suponía que la URSS no abandonaría a Cuba y participaría directamente en una contienda que, de esa manera, se haría mundial. Pero ahora Bush puede entender que tiene el camino abierto para cometer mayores fechorías. Y si no es Cuba, puede ser Nicaragua, ¿Quién detendrá a EU en una acción de ese tipo?
Todas las naciones americanas están en grave riesgo después de la invasión de Panamá. EU tendrá el camino abierto a una escalada bélica en "su zona de influencia". Eso proclama con la invasión de Panamá: su su "derecho" a intervenir militarmente en América que, según la doctrina Monroe, que muchos considerábamos muerta "es para los americanos". Y entre las naciones más comprometidas económicamente con EU se encuentra, en primerísimo lugar, México. Máxime después de siete años de prevalecer un gobierno entreguista que ha quitado uno a uno todos los posibles obstáculos para que EU decida intervenirnos algún día militarmente.
No hace mucho hemos oído de labios de altos funcionarios del gobierno de Salinas la afirmación de que los gobernantes yanquis ya no son los del pasado, aquellos que resolvían intervenir militarmente una nación par para defender sus privilegios cada que lo necesitaban. Y Salinas y su gente han ido entregando a EU y sus socios,
sistemáticamente, industrias estratégicas como la transportación aérea -Mexicana de Aviación y Aeroméxico- de radio, televisión y
telefonía, de la petroquímica, de generación de energía eléctrica, de construcción de oleo oleoductos, gasoductos y refinarías en el
extranjero -Petrolmex-, de venta de nuestros hidrocarburos al exterior, de comercio, agricultura, pesca, de producción de acero, etcétera. En caso de un conflicto militar con el vecino país del norte estaríamos completamente en sus manos gracias a la irresponsabilidad de los gobernantes espurios que padecemos.
Nadie podrá decir ahora -a no ser un cínico vendepatrias- que México no corre peligro entregando, como lo hace, su economía a Estados Unidos.
Las notas de condenas de los gobiernos latinoamericanos al gobierno de Bush valen tanto como los papeles en que están escritas. Por ello proceder la ruptura de relaciones con ese país. De todas las naciones del continente que están al sur del río Bravo.
Habrá que luchar con todos los recursos a nuestro alcance para evitar que la impunidad yanqui por sus acciones bélicas contra nuestros hermanos hermanos de la América siga existiendo.
La lección de Panamá tenemos que aprenderla ahora todos los patriotas de América. Mañana será tarde.
----------------------------------------------------
No hay comentarios:
Publicar un comentario