miércoles, 25 de abril de 2012

Templarios


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            -Emilio, ¿qué sabes sobre Los Templarios?

-Antes de que te platique sobre los Templarios, Marcela, dejame que te cuente una  historia.
-Salomón fue un rey culto e inteligente que gobernó Israel unos mil años antes del nacimiento de Cristo. Para que te hagas idea de la clase de persona que era, te dire que suyo es el hermoso Cantar de los cantares de la Biblia y también los libros de la Sabiduría, los Proverbios y el Eclesiastés. Pues bien, este rey sabio y justo quiso edificar un templo en honor de Yahvé. Si has leído el primer Libro de los Reyes recordarás que allí se detalla minuciosamente su construcción, para la cual se utilizaron los mejores materiales de los reinos de Oriente, madera de cedro, piedra, mármol, cobre, hierro y oro, grandes cantidades de oro. Todas las paredes fueron recubiertas con láminas de este metal precioso y los objetos de culto y el gran candelabro de siete brazos fueron fundidos en oro macizo. Nada era bastante hermoso para cobijar y proteger el Arca de la Alianza y las Tablas de la Ley que Moisés cinceló con sus propias manos en el monte Sinaí. Porque eso es lo que contenía el templo. Para guardarlas lo mandó construir Salomón. Todo el edificio era de proporciones inmensas y también de una gran belleza: los querubines situados encima del Arca (de oro puro, naturalmente), eran como leones con alas y cabeza humana y las dos columnas enormes de la fachada del templo tenían unos receptáculos de aceite encendido que la iluminaban día y noche.
-Pero no eran los materiales la parte más valiosa del templo. Gente muy especial intervino en su diseño. Makeda, la reina de Saba, atraíada por la renombrada sabiduría de Salomón y por su profunda espiritualidad, emprendió un largo viaje hacia el norte para conocerle y "probarle con enigmas", como dice la Biblia. Permaneció junto a él durante mucho tiempo, transmitiéndole el conocimiento sagrado de los  tiempos  primigenios para que lo utilizase en la edificación del templo.
-El templo de Salomón tenía tres recintos concéntricos en el interior de los cuales se custodiaba el Arca y donde nadie podía entrar so pena de muerte, excepto el gran sacerdote, que podía hacerlo una vez al año.
-Cuatro siglos después, Jerusalén fue destruida por las tropes del rey Nabucodonosor II, y con ella el hermoso templo de Salomón.

         -¿Y qué ocurrió con el oro del Templo de Salomón?

            -Desde que el pueblo de Israel supo que Nabucodonosor se preparaba para atacar, el Arca de la Alianza fue puesta a buen recaudo y el oro se escondió en un lugar seguro, así que el rey babilonio no pudo llevarse a su tierra los tesoros que esperaba. Lo cierto es que, en compesnsación, se llevó a los judíos como esclavos, pero ésa es otra historia. Siglos después, cuando los israelitas regresaron a Jerusalén, el templo fue reconstruido, aunque de manera más sencilla, pero del Arca, las Tablas de la Ley y las riquezs no volvió a saberse nada. Y así hasta el día de hoy. ¿Qué te parece?

-Me parece extraño, como también me parece extraño que los Caballeros del Temple adoptaran el nombre del Templo de Salomón. ¿No es absurdo?

-Los Caballeros del Temple no se llamaban así, su verdadero nombre era el de Pobres Caballeros de Cristo, pero todo el mundo les conocía por Caballeros del Temple o Templarios.
-En 1118 un noble francés, Hugue de Payns, se presentó ante el rey Balduino II, rey de Jerusalén, y le pidió permiso  para defender, con la ayuda de otros ocho caballeros franceses y flamencos, a los peregrinos de Occidente que viajaban hasta allí para visitar los Lugares Santos. Era un ofrecimiento generoso que venía a cubrir una necesidad urgente ya planteada por el rey, así que éste aceptó complacido. Los nueve caballeros solo hicieron, a cambio, un simple ruego: poder instalar su residencia en los terrenos que anteriormente ocupaba el Templo de Salomón.

         -¿Fue eso lo primero y lo único que pidieron cuando llegaron a Jerusalén?

-Así es, ¿no te parece raro?

-¡Desde luego! Pero no se ocurre por qué tanto interés, quizá, ¿para poder llamarse Caballeros del Temple o templarios?

-Pero ¿es que no lo ves, Marcela? A pesar de su ofrecimiento al rey de Jerusalén para vigilar los caminos y defender a los peregrinos, una vez obtenido el antiguo templo, los nueve caballeros se encerraron en él durante nueve años, sin salir al campo de batalla, sin enfrentarse ni una sola vez con los infieles y sin defender a ningún viajero, dedicándose exclusivamente según decían, a la oración  y a la meditación. Piensa Marcela: nueve caballeros encerrados  en el Templo de Salomón durante nueve años, sin reclutar sirvientes y sin dejar entrar o salir a nadie de él sin su consentimiento. ¿No es extraño? Acabado ese período, seis de los nueve templarios regresan a Francia para conseguir la aprobación de sus estatutos en el concilio de Troyes.

          -¿Quieres decir que cuando los templarios llegaron a Jerusalén tenían algún objetivo secreto en mente?

-Los templarios buscaban algo especial cuando llegaron a Tierra Santa, no cabe duda. Quizá te haga falta saber algo más. San Bernardo de Claraval, fundador y primer abad de Clarava, de quien sin duda has oído hablar por ser una figura prestigiosa de la Iglesia.

-No, ¡ni idea tengo de ese señor!

-Fue el encargado de traducir y estudiar los textos sagrados hebraicos hallados en Jerusalén después de la toma de la ciudad en la primera Cruzada. Años después, publicó un polémico texto en el que planteaba la necesidad de unos monjes soldados que defendieran la fe por medio de la espada, lo cual era un concepto completamente nuevo por aquel entonces. San Bernardo era tío carnal de uno de los ocho caballeros que acompañaban a Hugues de Payns, de quien también era amigo personal. Así que la idea de fundar la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo fue, sin duda, de san Bernardo. Ahora ya tienes todos los datos que precisas para arribar tú sola a la conclusión lógica.

         -Bueno… Quizá…

-San Bernardo encontró algo en aquellos documentos hebraícos, algo que quería conseguir, para lo cual envio a los nueve caballeros a Jerusalén.

¡Ya lo entiendo! Lo que estas intentando decirme es que el Arca de la Alianza  y la Tabla de la Ley debieron permanecer ocultas en algún lugar secreto del Templo de Salomón, y que ese documento que Bernardo tradujo decía exactamente dónde se encontraban!  Por eso envió a lo caballeros.

-Si el documento hubiera señalado claramente el lugar en que se encontraba el Arca con la Tablas, los caballero no hubieran tenido necesidad de nueve años completos para encontrarlas, ¿no te parece?

-Es verdad. Bueno, pues los documentos solo decían dónde podían hallarse aproximadamente, en algún lugar del Templo, sin especificar.

-Auque también es posible que los encontraran y que, dada la importancia y la sacralidad de lo hallado, durante aquellos nueve años los Templarios se dedicaran a lo que decían: a orar y a meditar.

               -Y si todo esto lo sabía la gente, ¿porqué nadie les quitó el Arca?

-Porque los Templarios lo negaron siempre y, si alguien niega algo con la fuerza y la perseverancia suficientes, resulta imposible desmentirlo, si no se tienen pruebas, y pruebas nunca las hubo. Sospechas, sí; todas. Pero pruebas, ninguna.
-Los siglos se encargarán de desvelar la evidencia

            -¡Pero nosotros ya no lo veremos!

-Ese es el problema de no poseer la inmortalidad nos perdemos el futuro.
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Tomado de IACOBUS de Matilde Asensi
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