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• ¿Por
qué es necesario dormir de noche?
• ¿A
qué se debe que uno bostece?
• ¿Por
qué al despertar nos estiramos?
• ¿Por
qué algunas personas duermen pocas horas y otras duermen más horas?
• ¿Por
qué cuando el día está nublado tiene uno sueño?
• ¿Por
qué son tan molestas las desveladas?
• ¿Por
qué cuando uno está aburrido le dá sueño?
• ¿A
qué se deben los desmayos?
• ¿A
qué se debe que exista el sonambulismo?
• ¿Por
qué algunas personas hablan cuando están dormidas?
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• ¿Por
qué después de mucho comer, le da a uno sueño?
• ¿A
qué se debe el insomnio?
• ¿A
qué se debe el estado de coma?
• ¿A
qué se debe la muerte?
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El astral es un
cuerpo de substancia sutil e invisible que radica dentro de nuestra envoltura
física, siendo del mismo tamaño y forma de su contraparte material.
Cada cuerpo astral
encaja perfectamente dentro de su vehículo físico, siendo, por lo tanto, la
relación entre los dos cuerpos, el físico y el astral, una conexión íntima,
enteramente personal e individual.
El cuerpo astral
está formado de una substancia tan sutil que interpenetra al cuerpo físico.
Atraviesa sin ninguna dificultad las paredes y toda substancia material. Se
puede aprisionar al cuerpo físico, encerrándolo en un calabozo, aherrojándolo
con esposas grillos, mas el astral
es libre para flotar por el espacio y penetrar a través de toda barrera
material.
El astral es el
verdadero hombre y el cuerpo físico no es sino el caballo sobre el cual
cabalga. La inteligencia, los sentimientos, las emociones, la voluntad, en fin,
todas las facultades psicológicas del hombre radican en el astral, sin el cual
el físico no es sino una masa inerte de materia o substancia química, la que se
desintegra cuando el astral se separa de él definitivamente en el proceso
denominado "muerte".
Cuando nos
dormimos el astral se separa provisionalmente de su envoltura física y se eleva
en el aire en estado inconsciente, es decir, está dormido también.
Cuando nos estamos
durmiendo sentados en una silla, cabeceando una siesta, podemos sentir cómo se
nos va el astral hacia arriba en poderoso desprendimiento, esforzándose por
escapar y dejar dormido el físico, cual si fuese atraído por potente imán o
elevado por un globo. Vuelve el cuerpo astral a su lugar en el físico cuando
nuestra voluntad lo obliga, diciendo: "No quiero dormir".
Muchas personas
han observado que el dormido se asemeja notablemente al muerto, parando
mientes, sin embargo, en que aquél respira y siguen funcionando normalmente en
su cuerpo físico las funciones fisiológicas, mientras que en el caso del muerto
han quedado paralizadas para siempre todas sus actividades orgánicas, motivo
por el cual empiezan ya la desintegración y descomposición de las moléculas
materiales que forman el cuerpo físico.
El astral está
ligado al cuerpo físico por medio de una cuerda elástica denominada "el
cordón plateado".
Cuando éste se
rompe sobreviene la muerte, porque se corta toda conexión entre los dos
cuerpos, el físico y el astral, que se complementan y se dan mutuamente la
vida.
En la noche los
clarividentes pueden ver los cuerpos astrales flotando dormidos en el espacio
como si estuvieran acostados en el blando regazo de las nubes, cada uno de
ellos ligado, como globo cautivo, a su cuerpo terrenal por su respectivo cordón
plateado.
La voluntad del
hombre es un positivo poder.
Salvo los casos de
accidentes serios, el hombre muere sólo cuando quiere.
Cuando sufre el
suplicio de una grave enfermedad, le tiene, en consecuencia, poco apego a la
vida, porque para él la existencia humana se ha identificado con el
sufrimiento.
Se siente tan
débil, tan cansado, tan infeliz, que prefiere alejarse del mundo y reposar en
el sueño eterno de la muerte.
Entonces
sobreviene el rompimiento del
cordón plateado y la Parca, con su inexorable guadaña en mano, como dicen los
poetas, se presenta a segarle la vida sin misericordia.
Si por el
contrario, el moribundo afirma con férrea voluntad que no quiere morir,
arrastrará al astral nuevamente al cuerpo físico y, por lo tanto, seguirá
morando en el mundo material.
Por supuesto que
todo esto es verdad dentro de determinados límites.
Es evidente que si
un hombre recibe una descarga de varios balazos en el cuerpo en un
fusilamiento, tomemos por caso, no podrá sobrevivir por más fuerte que sea su
voluntad, porque la condición creada será tal que no admitirá la posibilidad de
la vida.
El hombre, a pesar
de todo, posee en la voluntad un maravilloso poder.
Todo el mundo sabe
de casos de hombres que se han visto al borde de la sepultura, desahuciado por
los médicos, y que, sin embargo, con férrea voluntad se han dicho: "No
moriré"; y con asombro de todos han vuelto a la vida, sanando
milagrosamente de todos los males que les aquejaban.
Se cuenta que
Voltaire estaba gravemente enfermo y a punto de morir cuando llegaron varios
sacerdotes para confesarlo y administrarle la extrema unción. como era
declarado enemigo del clero, Voltaire se puso furioso y sentándose con
dificultad en la cama, les gritó a voz en cuello: "Largo de aquí, buitres
humanos. Viviré todavía más para combatiros". Y a los pocos días se
levantó de la cama sano y salvo, y se dedicó con mayor denuedo y ahinco a
combatir al clero.
El astral está
ligado al cuerpo físico por medio de un cordón elástico que es cual cuerda
umbilical de vida. Por medio de él siente el astral lo que le pasa al físico
cuando éste está dormido y, en consecuencia, vuelve al instante si algo molesta
a su envoltura terrenal o si le amenaza algún peligro, despertando con
sobresalto, puesto que en tales casos el astral regresa al físico con fuerza de
catapulta.
El cuerpo físico,
cuando se le desprende el astral, está cual si estuviese muerto: los ojos no
ven, los oídos no oyen y el cerebro no piensa, pues éste no es sino el medio o
conducto a través del cual el astral se comunica con el mundo terrenal.
El cuerpo físico
es el vehículo de expresión del astral, como el martillo es el del carpintero,
el pincel del artista y el violín del virtuoso.
Si en el sueño, ya
separado el astral del físico, operan únicamente las funciones físiológicas,
las que cesan en el instante en que se rompe el cordón plateado, sobreviniendo
irremisiblemente la muerte, entonces es el astral y su conexión plateada lo que
mantiene la cohesión celular del organismo físico.
El hombre,
culminación de la evolución mundial, está expuesto principalmente a las
corrientes magnéticas de dos orbes: los rayos del sol (positivos) y las
emanaciones magnéticas de la Tierra (negativas).
El hombre tiene
vida y salud cuando estas dos corrientes o fuerzas se polarizan en su cuerpo
astral.
De día se
equilibran las fuerzas magnéticas, mas de noche, cuando se esconde el sol al
otro lado del mundo, se carga el astral de demasiada fuerza magnética terrenal
y por la repulsión de dos cargas eléctricas iguales, se siente un malestar, el
cuerpo pide sueño, es decir, el astral quiere separarse de su envoltura física.
Al acostarnos, el
astral se separa del cuerpo, quedando éste en estado de inconsciencia semejante
a la muerte. Respira porque aun permanece en el cuerpo físico el cuerpo etéreo,
que preside las funciones involuntarias del organismo, tales como la
respiración, la circulación de la sangre, el diástole y sístole del corazón, la
acción peristálitca de los intestinos, la digestión, el funcionamiento de las
glándulas, el metabolismo, el crecimiento, etc. Al elevarse el astral,
separándose del cuerpo físico, se sustrae de la influencia magnética de la
Tierra, volviendo de nuevo a su envoltura material cuando sale el sol otra vez
en el alba.
Así el sueño
sustrae al astral del magnetismo negativo de la Tierra para equilibrar las
corrientes que entrechocan en él.
En la noche cuando
estamos al otro lado de la parte asoleada de la Tierra, el astral recibe
demasiado magnetismo terrenal y entonces se escapa de su envoltura física para
conservar su polarización magnética.
Para equilibrar el
entrecho que de las fuerzas magnéticas del sol y de la Tierra en perfecta
polarización, cuando hace mucho calor, es decir, cuando se recibe demasiado
magnetismo solar, deseamos rehuir los rayos del sol para ir a refugiarnos en la
Tierra, debajo de los árboles que brindan una sombra acogedora, o si se puede,
a la vera de cristalinos manantiales o en frescas cuevas o subterráneos,
acercándonos lo más posible a la influencia magnética de la Tierra.
El perro, acezando
de calor, se echa en la tierra húmeda y el puerco busca solaz en el lodazal.
acezando
|
jadear
|
Todo por el
contrario, cuando hace mucho frío, es decir, cuando falta el sol, el astral, en
impulso de propia protección, se quiere separar del cuerpo, huyendo de la
superficie de la Tierra.
Personas hay que
buscan el sueño cuando está lloviendo o cuando está encapotado el cielo y no
penetran hasta la Tierra los rayos magnéticos del sol.
Entonces la
condición es semejante a la de la noche y, por consiguiente, el cuerpo busca el
sueño para sustraerse de las corrientes magnéticas de la Tierra.
Por eso
precisamente inviernan los animales como los osos, las ardillas y otras
especies, porque en el invierno falta el magnetismo solar y abunda el terrenal,
y por lo tanto, buscan el equilibrio magnético en el sueño letárgico.
Sabido es que las
temperaturas más frías favorecen un sueño más profundo que las temperaturas
altas.
Como a las 10 de
la noche el cuerpo astral pide el sueño reparador, porque entonces es cuando
empieza a sentirse el exceso de magnetismo terrenal y la falta del solar.
A esto se debe el
que el sueño dlurante el día no sea igual que durante la noche, porque no
resuelve el problema de la polarización del astral.
Los que trabajan
de noche y duermen de día van desmejorando a ojos vistas como todo el mundo
sabe.
Las siestas hacen
más mal que bien, pues benefician al cuerpo físico pero perjudican al astral.
Con el sueño
diurno aumenta el metabolismo y por eso engorda el cuerpo físico, pero se
debilita y se desequilibra el astral, y se siente un molesto malestar que es
tan difícil describir como localizar.
Todo esto viene a
enseñarnos que debemos acostarnos muy temprano y levantarnos temprano también,
que no debemos dormir cuando haya salido el sol, y que debemos acostarnos para
el descanso nocturno lo más temprano posible después de que se haya puesto.
Un antiguo adagio
oriental dice: "Avergüénzate que salga el sol y te encuentre todavía
dormido".
El hombre debe
dormir ocho horas en invierno y siete horas y medio en verano.
Es más importante
para la vida del hombre dormir que comer.
Se puede vivir 40
días sin comer pero solamente 10 días sin dormir.
Un hombre colocó
una noche una luz eléctrica cerca de un panal de abejas.
Creyendo que era
de día, las abejas se pusieron a trabajar, y siguieron trabajando hasta que el
hombre apagó la luz.
Poco después salió
el sol y las abejas emprendieron
el trabajo nuevamente, pero al cabo del día se encontraban tan debilitadas por
el exceso de trabajo y la falta de sueño que todas murieron.
Los niños duermen
más que los viejos.
Un recién nacido
duerme 16 horas diarias mientras que el adulto duerme ocho horas como término
medio.
El tiempo que se
duerme varía, pues según la edad:
Edad
|
horas
|
5
|
11.0
|
10
|
10.0
|
15
|
9.0
|
20
|
8.5
|
25
|
8.0
|
60
|
7.0
|
Mientras más edad
tiene el hombre, menos necesita sustraerse del magnetismo negativo de la
Tierra.
Los niños duermen
más que los adultos porque son inmaturos y negativos, mas a medida que empiezan
a pensar y a volver a la realidad, abandonando su mundo imaginativo, van
durmiendo menos; y cuando llegan a ancianos duermen poco porque sus mentes
están siempre activas haciendo
eternas reminiscencias del pasado.
Alguien podrá inquirir por qué los respectivos magnetismos del sol y de la Tierra afectan tan poderosamente al astral sin producir el más leve efecto en el cuerpo físico. A esto hemos de contestar que los cuerpos físicos son tan terrenales como las piedras y los leños, y que si el cuerpo físico fuera lanzado como proyectil más allá de la atmósfera de la Tierra, tendría que girar vertigiosamente alrededor de ella como cualquier spútnik o satélite en su correspondiente órbita elíptica fijada por las leyes magnéticas de atracción y repulsión.
Alguien podrá inquirir por qué los respectivos magnetismos del sol y de la Tierra afectan tan poderosamente al astral sin producir el más leve efecto en el cuerpo físico. A esto hemos de contestar que los cuerpos físicos son tan terrenales como las piedras y los leños, y que si el cuerpo físico fuera lanzado como proyectil más allá de la atmósfera de la Tierra, tendría que girar vertigiosamente alrededor de ella como cualquier spútnik o satélite en su correspondiente órbita elíptica fijada por las leyes magnéticas de atracción y repulsión.
En el extremo
norte donde los días y las noches duran seis meses, la gente no tiene sueño
dur ante el largo día y
sufre de insomnios, en tanto que durante la larga noche no quieren sino dormir.
Con frecuencia, en la larga temporada de oscuridad, los habitantes no soportan
la falta de sol y en un acceso de locura o de desesperación hombres hay que
incendian las casas para de esa manera insensata convertir la noche en día.
Ahora vemos por
qué son tan perjudiciales las desveladas, y porqué nos sentimos tan mal al
siguiente día de haber trasnochado o pasado en vela la mayor parte de la noche. Necia en sumo grado es esa gente
ultramoderna que se pasa la noche en tertulias y en cabarets, dedicando al
sueño la mayor y mejor parte del día. Este insensato afán de tersiversar el
natural orden de las cosas no puede
sino ocasionar al organismo humano serios y duraderos perjuicios, los que
pronto se manifiestan en pálidos rostros, hondas ojeras, fláccidos músculos,
inapetencia, mal humor y rápido envejecimiento.
Factores de suma
importancia en el asunto del sueño son el interés y la actividad mental.
Los hombres que
piensan mucho, que tienen una mente muy activa o un profundo interés en algo,
necesitan poco sueño.
Esto se debe al
hecho de que una intensa actividad mental sustrae en parte al astral de la
influencia terreanal.
Tomás Alva Edison,
el famoso inventor norteamericano, y Napoleón, renombrado genio militar,
dormían cuatro horas solamente cada día.
También lo
contrario es cierto: cuando la mente está vacía o aburrida, empieza uno a
bostezar y sobreviene el sueño.
Su negatividad lo
ha cargado del magnetismo de la Tierra, mientras que la positividad mental lo
carga por afinidad del magnetismo contrario del sol.
A esta
circunstancia se debe el que los apáticos, abúlicos y otras personas negativas
duerman más que los enérgicos, dinámicos y positivos.
Los haraganes y
holgazanes quieren siempre estar entregados dulcemente a los brazos de Morfeo a
la fresca sombra de un árbol acogedor.
Todo esto nos
explica también por qué, cuando una persona piensa demasiado ya acostada en
cama, se le espanta el sueño, pues se ha puesto excesivamente positiva.
Únicamente concilia el sueño cuando se abandona a un estado de pasividad tal
(laxación del cuerpo, descanso de la mente) que el astral pueda escapar para
sustraerse así de la excesiva magnetización de la Tierra, buscando alivio a su
malestar en la positiva atmósfera del espacio.
También las
preocupaciones, una conciencia intranquila, dolores físicos o morales, penas,
aflicciones, zozobras, etc., auyentan el sueño y no nos dejan dormir, puesto
que activan de tal manera la mente que no permiten la completa laxación del
cuerpo material.
Cuando el astral
regresa al cuerpo físico, nos despertamos y nos estiramos, es decir, buscamos
el acomodo perfecto del astral dentro del físico, para que encaje bien y así el
astral pueda usar con completa comodidad y dominio el cuerpo físico, que es el
vehículo en el cual se mueve y actúa en el plano terrenal. Por eso también
bostezamos, pues el astral quiere escaparse en el sueño y la voluntad lo obliga
a regresar a su lugar en el físico, porque no es el tiempo de
dormir y el bostezo, que no es sino estiramiento de
los músculos de la mandíbula, efectúa el acomodo del astral en esa parte de la
anatomía humana.
Cuando un
individuo está cabeceando, su astral se le está saliendo por la cabeza, hasta
que por fin se sustrae del todo y la cabeza se le cae en el pecho sin soporte
interior.
Si despierta con
sobresalto es porque el astral le vovió repentinamente, como ya hemos dicho,
pues, cuando amenaza algún peligro al cuerpo físico, el astral vuelve para
tomar las medidas necesarias para su protección.
A esto se debe,
también, el que uno despierte en el momento culminante de una pesadilla, o
cuando sienta alguna molestia el cuerpo físico, tales como ruidos,
sacudimientos, golpes, agua en la cara, etc.
El desvanecimiento
(desmayo) no es otra cosa que el alejamiento del astral que sale
intempestivamente del cuerpo físico por huir de algo desagradable (susto, mala
noticia, espectáculo de horror, etc.).
Deja el cuerpo
físico sin su sostén interno y por lo tanto al cuerpo cuando le rocían al
desmayado agua en la cara, porque el astral siente el efecto y acude presuroso
pensando que su envoltura física se encuentra en algún peligro.
Algunas personas
hay que se levantan de la cama en la noche en estado sonámbulo, es decir, el
astral se ha retirado y el individuo está de hecho dormido, pero es el etéreo
el que mueve al cuerpo físico. En este estado sale a la calle o a la azotea de
la casa andando lentamente, todavía en piyamas o en camisón.
Cuando despierta,
es decir, cuando vuelve el astral y
a su cuerpo, el sonámbulo no se acuerda de lo que ha hecho.
También son
sonámbulos los que hablan dormidos.
El astral no está
presente pero el etéreo habla moviendo la boca y la lengua físicos.
En el hipnotismo
el astral se ha alejado pero el etéreo permanece en el cuerpo y escucha y
obedece las órdenes del magnetizador.
Después de una
comida pesada, se siente uno con sueño porque la difícil digestión incomoda al
astral, el que prefiere sustraerse por el momento, si le es posible, para así
ahorrarse una molesta incomodidad.
En el aburrimiento
el deber obliga al cuerpo físico a permanecer en determinado lugar, pero como
el astral no está atado ni aherrójado, se desliza del cuerpo físico para así
zafarse de una incómoda situación, y por lo tanto, el cuerpo físico se queda
dormido.
Cuando por causa
de vicios, la mala vida o la glotonería, se recarga el organismo de impurezas,
siente el astral el malestar del envenenamiento.
El astral no
quiere alejarse (insominio) porque siente que algo grave le sucede a su físico
y permanece a la expectativa y en su envoltura para su protección.
La cafeína, droga
que se encuentra en el café, produce este efecto de espantar el sueño.
Sin embargo,
cuando aumenta el envenenamiento a grado sumo o se sufren los efectos de la
morfina, opio u otras drogas soporíferas, el astral no resiste el mefítico
estado de su físico y, en consecuencia, opta por abandonar su envoltura.
A veces rehusa
regresar (estado de coma) hasta que el organismo mismo con sus defensas propias
y naturales purifica el cuerpo lo suficiente para que el astral pueda regresar
a su caparazón.
Esto nos explica
el estado de coma de los diabéticos, cuya corriente sanguínea está tan saturada
de azúcar que el astral no puede permanecer más tiempo ocupando el cuerpo
físico y, por lo tanto, se aleja como medio de propia protección.
Algunas personas,
hastiadas de la vida y deseosas de la muerte, caen en estado comatoso, es
decir, el astral se retira y rehusa regresar: y en este estado singular las
entierran vivas creyéndolas muertas.
comatoso,sa
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relativo al coma
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