miércoles, 10 de abril de 2013

El PRI y el Aborto




EL PRI Y EL ABORTO


Guadalupe Cruz Jaimes


México DF, 26 ene 12 (CIMAC)

La trayectoria política de la priista Beatriz Paredes Rangel, quien ayer dejó su cargo como diputada federal para contender por la jefatura de gobierno de la Ciudad de México por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), está marcada por el silencio que guardó cuando su partido encabezó la criminalización de las mujeres por aborto en 17 estados de la república.
Esta acusación ha sido sostenida por feministas del país, quienes reclaman a la tlaxcalteca que de 2008 a 2010 –cuando ocupaba la presidencia nacional del PRI- no alzó la voz para exigir que se respetara el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.
Sabina Berman señaló en la publicación Cuadernos Feministas:
“Escribe usted que ha tenido que sacrificar sus altos ideales feministas y de izquierda por los todavía más cruciales ideales democráticos. Como presidenta del PRI, su deber ha sido respetar la libre elección de cada diputado priista al votar, bajo el peso de su conciencia individual, sí o no a las reformas que criminalizan el aborto”.
“¿Democracia, licenciada Paredes?
No. Simulación de democracia”, afirmó la escritora mexicana, pues añadió que “típicamente” cada legislador recibió la iniciativa un día antes de la votación y en cuestión de un par de horas reformaron sus constituciones locales para proteger la vida desde la concepción y hasta la muerte natural.
Patricia Galeana, feminista y presidenta fundadora de la Federación Mexicana de Universitarias, asevera que el PRI, desde su dirigencia nacional ha utilizado los derechos de las mujeres como “moneda de cambio”, y el ejemplo más claro son las reformas constitucionales en 17 estados, de los cuales 10 estaban gobernados por el PRI, 6 por el Partido Acción Nacional, y uno por el Partido de la Revolución Democrática.
Durante el foro “Estado laico y derechos sexuales y reproductivos: desafíos actuales y agenda política”, Galeana acusó que “los obispos le hablaban a los gobernadores, éstos le hablaban al presidente del Congreso, les mandaban el texto del cual en algunos casos no hubo siquiera primera lectura, les dieron un ‘albazo’. Y en esas condiciones, el PRI, fundamentalmente, abdicó de su origen revolucionario y pactó los derechos de las mujeres, aceptando la criminalización de ellas”.
Mientras su partido atentaba contra la laicidad del Estado, desde la dirigencia nacional la ex gobernadora de Tlaxcala, quien inició su trayectoria a los 21 años como diputada local, se limitó a decir que respetaba la decisión de las y los diputados locales.
En febrero de 2010 -diez meses antes de que el congreso local de Tamaulipas modificara su constitución local para penalizar el aborto en la entidad- Paredes Rangel excusó a su partido diciendo que no todas las entidades que reformaron su legislación local estaban encabezadas por el PRI, ni tenían mayoría priista en sus congresos.
Gabriela Rodríguez, directora de la organización civil especializada en derechos sexuales y reproductivos de las y los jóvenes afluentes, opina que el “mayor mérito político” de la segunda gobernadora del país, “ha sido negar el derecho a decidir de las mujeres y de las indígenas” en 17 entidades federativas.
Así, hoy es posible “llevar a la cárcel en calidad de homicidas a las mujeres que decidan abortar”, muestra de ello es que actualmente hay mexicanas en prisión por este delito o acusadas de homicidio en razón de parentesco tras sufrir un aborto espontáneo, en 11 estados de la república.
La mayoría de ellas son mujeres rurales, indígenas, campesinas de escasos recursos, como lo ha documentado la organización civil guanajuatense Las Libres.
Ante este escenario, Gabriela Rodríguez califica a Beatriz Paredes como “una mujer muy inteligente, cuya motivación política lejos de fortalecer los derechos de las mujeres, ha sido la de ganar votos”.
En los hechos, el actuar de la primera mujer que ocupó la Secretaría general de la Confederación Nacional Campesina (CNC) y la presidencia nacional del PRI, coincide con su definición de que las mujeres en la función pública no “representan a sus representadas”; sólo a la agenda de sus instituciones políticas.
Y así lo plasma en su libro publicado en 2008 titulado “Con la cabeza descubierta”, donde la priista sostiene en su discurso “La mujer en la vida política nacional” que “las mujeres, cuando arriban a la cúpula del poder, y ejercen posiciones realmente relevantes, en términos generales, responden a los patrones ideológico-políticos de la organización política que representan.
En este sentido, si la organización político-social que representan no contiene como parte de su plataforma propuestas reivindicadoras de las demandas femeninas, difícilmente aplicarán medidas de esta naturaleza a no ser de manera adyacente o marginal”, concluye la única mujer que ha sido subsecretaria de Gobernación por tres ocasiones, dos de ellas subsecretaria de Gobierno.
La priista, quien considera personas influyentes en su vida y trayectoria a la ex senadora María Lavalle Urbina, a la ex gobernadora Griselda Álvarez, a la investigadora Lourdes Arizpe y a la feminista Marta Lamas, no integra entre sus logros curriculares, acciones a favor de los derechos de las mujeres, según información publicada recientemente en su página web.
A pesar de enunciar un discurso feminista en el que destaca “su interés” por el avance de las mujeres, ellas no han sido prioritarias en el desarrollo de sus tareas. Por ejemplo, en su informe acerca de su labor en la LXI Legislatura sólo menciona que participó en la aprobación de un dictamen que incorpora la perspectiva de género como principio rector de la planeación en México.
Durante su gobierno en Tlaxcala, de 1987 a 1992, Beatriz Paredes, quien entonces tenía 34 años de edad, destaca su labor en los ámbitos cultural y educativo, y su falta de experiencia para avanzar en materia agropecuaria. En ese periodo, no refiere ninguna acción específica a favor de las habitantes de su estado, según se puede apreciar en su texto “Con la cabeza descubierta”.
Indica que a la cabeza de la CNC, donde ocupó la Secretaría de Acción Femenil y participó en la alfabetización de campesinas y convocó a congresos de mujeres de este ámbito, se comprometió a respaldar su desarrollo, pero no refiere de qué forma lo hizo.
Mientras que en 1985 como subsecretaria de la Secretaría de la Reforma Agraria la priista creó el Programa de Participación de las Mujeres en la Consecución de Desarrollo Rural, unas semanas después de que Lourdes Arizpe le cuestionó por qué no organizaba a las mujeres del campo, ya que ellas representaba la base de las comunidades agrarias.
Cabe mencionar que esta agencia de noticias solicitó reiteradamente al equipo de Beatriz Paredes información acerca del trabajo político y legislativo de la tlaxcalteca en beneficio de las mexicanas, pero a la fecha la petición no ha sido resuelta.
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EL PROBLEMA DEL ABORTO

                María Antonieta Rascón

        No lo dijo una mujer o un hombre cualquiera, no lo dijo un grupo de feministas ni un acelerado miembro de la oposición.
        Lo dijo un ilustre varón de la República: que en el país se practican dos millones de abortos anuales que llevan a la muerte a 400 mil mujeres.
        Se ha dicho, una vez más, aunque las cifras han terminado por decir poco bajo el efecto de la repetición, y más cuando se soslaya su causa inmediata: los abortos y las muertes son numerosas porque las autoridades gubernamentales y los legisladores se han empeñado en mantener vigentes una serie de disposiciones en les que, adems de atentatorias a un derecho constitucional, no sólo en  no evitan su práctica sino la propician y de paso fomentan el desarrollo de una industria ilegal a la que por su alto costo no tienen acceso las mujeres de escasos recursos económicos.
        Ellas son, las que tienen más hijos, las más desnutridas, las que más arriesgan al abortar en condiciones de ilegalidad.
        Ante su rechazo a asumir una maternidad que no desean, esta sociedad, este institucional y democrático país las condena a la muerte.
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        De acuerdo con una encuesta nacional sobre fecundidad, cuyos resultados han sido publicados recientemente por el Sistema Nacional de Información, el 80% de las mujeres con más de 3 hijos no desean tener uno más.
        Ya sabemos que cuando una mujer decide no tener un hijo ninguna consideración ética, moral, legal o religiosa le impide buscar los medios para impedirlo.
        Opta por los medios más peligrosos, porque el Estado le niega los adecuados.
        Haciéndose eco de respetables juicios de orden ético, y moral, pero muy discutibles en cuanto solución a un problema, el gobierno ha permitido que este se agrave cada día a un alto costo social.
        Ahí están las cifras sobre muertes de tantas mujeres en plena edad productiva, las cuantiosas erogaciones en la atención de complicaciones de abortos mal practicados, los numerosos niños enfrentados a la ausencia de la madre, quizá su único apoyo vital y emocional.
        Hace 5 años se hablaba de medio millón de abortos anuales, ahora se habla de 2 millones.
        Entonces, se pospuso la revisión de las disposiciones penales argumentando que la planificación familiar acabaría con el problema.
        Los resultados están a la vista y ponen una vez más en evidencia que, como es lógico suponer, el problema del aborto sólo se puede resolver con una adecuada ley sobre aborto.
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        Contra todo lo que pueda alegar el fanatismo oscurantista,  una ley que instrumentara el derecho de las mujeres a decidir sobre su fecundidad (derecho que hoy ejercen en el plano de la ilegalidad) sería una ley para la vida y la salud mental y de este país.
        ¿Sabe cualquier miembro de la agrupación "Pro-Vida" que en un día como el de hoy por lo menos un centenar de mujeres van a morir en aras de la hipocresía social, las "buenas costumbres" y la moralidad patriarcal?
        ¿Sabe algún denunciante y enemigo acérrimo de la corrupción a cunto ascendern este día las ganancias de los médicos, funcionarios y autoridades policiacas que se benefician de la industria ilegal del aborto, producto de la prohibición?
        En torno a este problema son muchas las preguntas y muy pocas las respuestas, muchas y muy graves las implicaciones ante el silencio y la complicidad generaliza.
        ¿Ser por tratarse de un problema que afecta y es sentido en primer término por las mujeres?
        Lo que es bien cierto es que -como decía una feminista- si los hombres se embarazaran el aborto sería libre y gratuito.
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