miércoles, 22 de mayo de 2013

El Anillo Perdido



      
       -A mi, siempre me ha facinado el que los novelistas inventen sus argumentos tan apegados a la realidad. Pero, a veces, se dice que la realidad supera a la imaginación.

         -¡A ver! ¡dame un ejemplo!

       -Para allá voy, pues bien, la esposa de un teniente de la marina norteamericana, Raymond T. Michelini, le obsequió un anillo a su esposo, en cuya parte interior ostentaba el nombre de su conyuge.


       -El marino se hizo a la mar a bordo del destructor Joseph F. Kennedy por aguas del Océano Pacífico.
       -Una tarde el teniente perdió su anillo, mismo que fue barrido, sin ser notado, mezclado con la basura y arrojado en alta mar.


         -Y, ¿luego?

       -Pues, pasaron cinco meses, y una buena mañana la embajada norteamericana en Madrid recibió la visita del español Francisco Hernández, de oficio pescador, quien días antes había hecho presa de un pequeño octópodo, en cuyo interior encontró el anillo perdido; y tras deducir que pertenecía a un norteamericano lo entregó en la embajada.

         -¿Cómo supo el señor Hernández que se trataba de un norteamericano y por qué no un inglés?

       -¡Ve tú a saber!
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