jueves, 11 de julio de 2013

Percepción Extrasensorial






                           Laile Bartlett

        Una madre soñó que en cuestión de dos horas una violenta tempestad aflojaría un pesado candelabro y lo haría caer sobre la cuna de su hijo.
Despertó a su esposo.
"Es sólo un sueño", repuso él. "El tiempo está sereno; vuelve a dormir". Pero, por si acaso, ella se llevó a la criatura a su cama.
Dos horas después se desató una tormenta y el candelabro se desplomó encima de la cuna.
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        Cierta chica de 13 años almorzaba en la escuela cuando de repente "oyó" gritar a su hermanita.
Corrió hasta su hogar, donde vio que la niña casi se había cercenado la mano.
Llamó al médico, quien llegó a tiempo para salvarle de morir desangrada.
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        Este es el mundo de los fenómenos parasicológicos o la percepción extrasensorial, mundo que nuestro acondicionamiento nos ha cerrado, pues durante decenios nos han enseñado que lo "real" es sólo aquello que percibimos por los cinco sentidos.
        Algunos científicos afirman actualmente que los fenómenos parasicológicos constituyen la nueva frontera de la humanidad.
        Vislumbran un futuro en el que podremos entrar en contacto inmediato con otras personas en cualquier lugar de la Tierra, salvar el tiempo y el espacio con un salto de la mente, conocer el porvenir y el pasado tan bien como el presente, y curar los propios males con el poder mental.
        Mas, la percepción extrasensorial sigue dando pie a controversias.
Invita a los charlatanes a explotar a los incautos entusiastas de lo extraño.
A muchos les abre una puerta que preferirían dejar cerrada:
"Mis sueños persisten en realizarse; ¿me estaré volviendo loco?"
        La parasicología ha tenido poca cabida en la ciencia tradicional.
        Paul Kurtz, profesor de filosofía en la Universidad Estatal de Nueva York, en Búfalo, habla por los escépticos:
        "Nos inquieta que se publiquen sólo los llamados resultados positivos. Rara vez se entera la gente de los negativos, que también abundan".
        Stanley Krippner, distinguido profesional en la materia, disiente de Kurtz:
        "En los diez años que estudiamos la percepción extrasensorial y los sueños en el Centro Médico Maimónides, de Brooklyn, divulgamos todas las conclusiones, tanto las negativas como las positivas. Durante muchos años los parasicólogos han sido los proscritos de la ciencia. Por fortuna, esta situación está cambiando debido a las recientes mejoras en las técnicas de investigación".
        Concretar los fenómenos parasicológicos es un proceso lento y exigente. Como todo este campo se halla a prueba, los investigadores serios adoptan una actitud superestricta en cuanto a sus métodos y sumamente prudente en cuanto a la información de datos.
       En base a sus experimentos, se puede afirmar lo siguiente:
        Las personas se comunican por un medio que trasciende los cinco sentidos: la telepatía.
        Esta se verifica por igual en los incidentes triviales y en los graves.
          Una camarera "recibe el mensaje" y sirve a un cliente su orden antes de que este se la dé.
          Cierta maestra abandona a sus alumnos para estar cerca del teléfono.
       Suena el aparato: "Ven inmediatamente, tu hermana se está muriendo".
          Krippner cita el caso de un sujeto de laboratorio que "sintió" la necesidad de su investigador de tener 25 dólares para pagar una deuda.
        Los individuos reciben información acerca de los objetos, las personas y los acontecimientos remotos u ocultos: clarividencia.
          Bajo condiciones de control de laboratorio, Harold  Puthoff y Russell Targ, científicos del Instituto de Investigaciones de la Universidad de Stanford, estudiaron los poderes clarividentes que posee el discutido israelí Uri Geller.
       Siete veces consecutivas dibujó con toda precisión una estampa oculta en dos sobres opacos y sellados.
       En diez ocasiones señaló, sin error, cuál de diez latas idénticas contenía un objeto. Las probabilidades de acertar: ¡una en mil millones!
          El Instituto también comprobó las facultades de seis sujetos que no habían tenido antes experiencias parasicológicas. Todos lograron describir con detalle "zonas de blanco" escogidos por los científicos.
          Las personas presienten lo que va a suceder: la precognición.
        En uno de 15,000 casos comprobados que compiló Louisa Rhine, del Instituto de Parasicología, en Durham (Carolina del Norte), una muchacha de 19 años dejó de asistira a un funeral porque "tenía" que ver a su madre. Al llegar a casa, encontró a sus padres sentados tranquilamente en la sala.
       Sintió que "debía" levantarlos de sus sillas, y los convenció de pasar a la cocina para comer un bocadillo. Acababan de salir de la habitación cuando un automóvil se estrelló contra la casa, destruyendo las sillas donde habían estado sentados los padres.
        Las "corazonadas" sobre acontecimientos importantes han resultado tan exactas que en Nueva York y California instalaron registros de premoniciones.
       Algunos "aciertos" anotados: ciertas fallas en el programa espacial estadounidense y el asesinato de Martin Luther King.
        La gente mueve o ejerce influencia sobre objetos, inclusive los distantes, sin tocarlos: sicoquinesis.  
          Después de ver una película en la que la rusa Nina Kulagina mueve objetos por medio de ademanes o con los ojos, Felicia Parise, del Laboratorio del Sueño del Centro Médico Maimónides, ejecutó algunas de las mismas proezas en condiciones controladas.
          Bernard Grand, bioquímico de la Universidad de McGill, en Montreal, humedeció algunas semillas con agua "tratada" por un curandero.
Comparadas con otras semillas en las que se empleó agua común, las plantas crecieron más aprisa y pesaron más al final del experimento.
Impresionda con la técnica y los resultados, la biofísica M. Justa Smith, del Instituto de Dimensiones Humanas, en Canandaigua (Nueva York) demostró que una enzima tratada por el mismo curador tenía mucha más actividad que las no tratadas.
        Con tantas pruebas relativas a estos fenómenos parasicológicos, ¿qué sabemos en cuanto a las condiciones en que operan?
       He aquí algunos descubrimientos.
 1.    Al parecer, la distancia no importa. Se han registrado casos de percepción extrasensorial en una misma habitación y provenientes desde el espacio extraterrestre.
 2.    Quienes creen en tales fenómenos o desean que se realicen, en general obtienen mejores resultados.
 3.    Parecen comunicarse con mayor eficacia los que tienen una buena relación entre sí.
 4.    Los acontecimientos que causan conmoción, como los accidentes y los desastres, logran captarse (o al menos se han registrado) con mayor frecuencia que los indiferentes o los gozosos.
 5.    La percepción extrasensorial resulta más efectiva cuando la conciencia se encuentra alterada; por ejemplo, en la relajación profunda, la hipnósis, o el sueño. La mayoría de los casos de precongición ocurren en los sueños.
        En cuanto a otros aspectos, existe menos consenso científico.
          El sicólogo Charles Tart, de la Universidad de California, en Davis, descubrió a una tal "Señorita Z" para quien salir del cuerpo era tan normal que de pequeña pensaba que todo el mundo lo hacía.
          En un complicado experimento dispuso que durmiera en un laboratorio (unos electrodos registrarían sus ondas cerebrales) y "leyera" una cifra colocada en un anaquel muy por encima de su cabeza.
       Confinada en su cama por los aparatos médicos, la mujer "flotó" y leyó correctamente el número.
        ¿Cómo verificar los fenómenos parasicológicos?
       Los instrumentos mismos y la tecnología que los validarían se basan en la vieja premisa de que un hecho científico es únicamente lo que se puede medir y observar.
       Sin embargo, tales manifestaciones, por su índole metafísica, resisten la detección y a menudo no funcionan o se inhiben en el laboratorio.
       Muchas personas se paralizan cuando las conectan a una máquina dentro de un cubiculo.
          Olga Worrall, conocida curandera síquica, recuerda:
"La primera vez que me concentré en una hoja de planta dañada, durante un experimento de curación (hecho en la Universidad de California, en Los Angeles), la quemé. Tuve que moderar mis poderes".
       La mayoría de los sujetos que logran funcionar en el laboratorio tienden a "bajar de eficacia" después de cierto tiempo; es lo que los científicos llaman precisamente "efecto declinante".
          Un notable ejemplo de este dilema científico es Ingo Swann.
Aunque ha tenido un éxito espectacular como sujeto de estudio bajo condiciones rigurosamente controladas (por ejemplo, elevando o reduciendo con la fuerza de la voluntad la temperatura que marcan ciertos instrumentos colocados en recipientes perfectamente aislados), hay indicios de que estos portentos revelan apenas una parte de su potencial.
          En experimentos de abandono del cuerpo (o de vista o distancia, como algunos investigadores prefieren llamarlo) Swann puede "ir" a cualquier punto del planeta cuya longitud y latitud le señalen, y dibujar con precisión las montañas, ríos, caminos y edificios, tal como se encuentran en ese lugar. 
        En una prueba realizada en la Sociedad Norteamericana de Investigaciones Síquicas, en Nueva York, le pidieron que "fuera" a una caja escondida y describiera su contenido.
       Cuando "regresó", dijo: "Han olvidado encender la luz en la caja. Está a oscuras".
       ¡Tenía razón!
       Pero tales proezas son minucias, comparadas con lo que él y sus colegas parecen lograr por su cuenta.
          En cierta ocasión, aburrido por los meses de trabajo en un laboratorio de California, Swann telefoneó a un amigo suyo, Harol Sherman, que estaba a 2,500 kilómetros de distancia, y le propuso realizar juntos un viaje de 1,000 millones de kilómetros: "ir" simultáneamente a Júpiter.
       Ninguno de los dos sabía nada de tal planeta, junto al cual pasaría la ruta de la nave espacial Pionero 10.
       Al día siguiente, ambos depositaron sus observaciones respectivas acerca de los colores, paisajes, atmósfera y otros detalles.
       Los datos mostraron una notable similitud, y coincidieron casi en todo con los que proporcionó el Pionero 10.
        Como respuesta al reto que les planteó un editor de temas científicos, volvieron su atención a Mercurio, al que pronto se acercaría el Mariner 10 para enviar datos a la Tierra por medio de la radio.
       Según la opinión predominante, el planeta carecía de atmósfera y de campo magnético.
       Sin embargo, cada uno de estos hombres informó que ambos existían; el Mariner 10 confirmó tales afirmaciones.
        Muchas autoridades convienen en que todos tenemos algún grado de poder parasicológico, pero solamente en unos pocos ha empezado a manifestarse; los especialistas advierten que no debemos tratar de forzarlo.
       El sicólogo clínico Allan Cohen señala: "Sabemos cuando menos de 2,000 casos documentados de personas que sufren problemas mentales por haber tratado de desarrollar forzada y prematuramente la percepción extrasensorial".
        Ernest Pecci, cuya especialidad siquiátrica consiste en ayudar a esta clase de individuos, aconseja no penetrar en la ignota selva de la parasicología sin guía ni asistencia.
       Debemos evitar a los "maestros" charlatanes y los "viajes" sicodélicos, y atenernos sólo a las recomendaciones de los científicos serios.
        Tal vez no sepamos qué es exactamente la parasicología ni cómo opera, pero sí sabemos que funciona. Y, en la práctica, ya nos estamos valiendo de ella.

En labores policiacas
        Una gran cadena de tiendas ha contratado a cierto individuo con facultades de precognición para que identifique a los posibles hurtadores.
       Hasta la fecha ha señalado acertadamente a miles, e incluso ha predicho qué intentarán robar.
          Gerard Croiset, de Utrecht (Holanda), es conocido por la manera en que resuelve crimenes.
       Capta indicios incluso por teléfono.
       Una vez, le llamaron de una ciudad distante varios kilómetros para que ayudara a localizar a un desaparecido.
       Respondió que el hombre en cuestión se había suicidado arrojándose desde un puente.
       Su descripción del lugar resultó tan precisa que la policía dio con el cadáver aquella misma tarde.

En el descubrimiento de recursos naturales
        La clarividencia se utiliza hoy para encontrar agua, minerales y tesoros arqueológicos.
          Por ejemplo: siguiendo instrucciones detalladas de Aron Abrahamsen, el geólogo y arqueólogo Jeffrely Goodman exhumó artefactos enterrados a gran profundidad en Flagstaff (Arizona); tenía una antigüedad de más de 100,000 años, lo que podría ser la prueba más contundente de la remotísima antigüedad del hombre en América.
De las 58 predicciones que hizo Abrahamsen relacionadas con este caso, 51 han resultado exactas: Jeffrey Goodman comenta:
"La percepción extrasensorial está sustituyendo la pala como el instrumento primordial de la arqueología".

En la medicina
        Quizá las curaciones parasicológicas se vuelvan comunes algún día.
       Se estima que el 70% de los padecimientos son producto de la tensión y de pensar que estamos enfermos.
        "Si uno puede enfermar por medio del pensamiento, ¿por qué no habría de sanar empleando el mismo método?" pregunta el osteópata Irving Oyle, que forma parte de una creciente red de practicantes de medicina "integrista", basada en la facultad de la conciencia para influir sobre el organismo.
       "Tratar las dolencias con la mente constituye el futuro de la medicina", declara.
        "Podemos conocer y utilizar la energía que fluye dentro de nosotros", afirma Jack Schwarz, que sabe regular sus funciones corporales como los yoguis de la India.
       Es capaz de atravesar su biceps con una aguja de tejer no esterilizada, sin sentir dolor, ni sangrar, ni sufrir infección.
       La herida se cierra tan pronto como retira la aguja y cicatriza por completo en un día o dos.
       Han observado el poder de Schwarz en el departamento de investigación del la Fundación Meninger y en otros lugares.
       Varios estudiosos creen que su habilidad puede aprenderse.
       En la actualidad trabaja en la Fundación Sicofísica Aletheia, establecida por él en Oregon, y enseña a médicos y a profanos a prevenir y curar las enfermedades mediante técnicas de "flujo de energía".
        Más allá de todo lo anterior, la parasicolgía nos permite vislumbrar la unidad universal.
       Al parecer, la conciencia individual forma parte de una que todos compartimos.
       Cada uno de nosotros participa de los demás y de toda la creación.
       "No puedes tocar una flor sin perturbar a una estrella", dijo en cierta ocasión Francis Thompson, poeta y visionario inglés.
        Cuanto más ahonda el científico en la parasicología, más se aproxima a la visión religiosa mística.
       La unidad, el Uno, es el concepto y la experiencia central del misticismo: budista, cristiano o judío, de Oriente o de Occidente.
        Y cuanto más analiza la realidad el físico, defensor tradicional del materialismo, más se acerca a esa misma visión.
       El físico cuántico Max Planck advertía la imposiblilidad de tener un concepto adecuado de las leyes que buscamos, a menos que el sistema físico se considere un todo.
        Fue esta unidad, que "funde las fronteras del yo con el cosmos", lo que más conmovió al astronauta Edgar Mitchell en su viaje a la Luna.
       En ese momento prometió dedicar su vida y su carrera a la comprensión de la conciencia, y a lo que ello puede significar para la condición humana.
       "No todos tenemos la oportunidad de ira a la Luna", admite, "pero quizá un conocimiento más profundo de los procesos de la parasicología nos ofrezca esa misma perspectiva".
        El mundo se quedó estupefacto cuando Copérnico proclamó que la Tierra gira alrededor del Sol.
       Pero la nueva idea triunfó.
        Tal vez hoy nos encontremos en una encrucijada parecida.
William Harman, del Instituto de Investigaciones de la Universidad de Stanford, comenta:
"En los próximos decenios quizá deje la investigación parasicológica una huella comparable a la que dejaron hace siglos las ideas de Copérnico y Galileo. Yo la llamo la segunda revolución copernicana".
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       Laile Bartlett, doctora en sociología, ha enseñado en las universidades de Washington y de California, en Berkeley, donde actualmente es profesora huésped.
       Ha escrito varios libros, el último de los cuales se titula NEW YOR/NEW LIFE ("Nueva York/nueva vida")     
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