lunes, 14 de octubre de 2013

Historia de La Tabla Periódica



El 7 de enero de 1871, el químico ruso Dimitri Ivanovich Mendéleiev (1834 -1907) publicó su Tabla Periódica de los Elementos.

   
En esa tabla Mendéleiev arregló los 63 elementos conocidos hasta ese entonces. La denominó "periódica" debido a la ascendencia y descendencia periódica de la valencia, así como a las repeticiones periódicas de las propiedades en las diferenctes hileras.
            En la tabla quedaban unos espacios en los que se colocarían los elementos desconocidos en aquel tiempo. Los denominó ekaboro, ekasilicio, ekamanganeso, dvimanganeso, ekaaluminio y ekatántalo.
En sánscrito, estos prefijos significan primero y segundo, respectivamente.
Méndéleiev tenía tanta confianza en la validez de su Tabla Periódica que no titubeó en contradecir las ideas establecidas acerca de los elementos individuales y  a realizar predicciones muy arriesgadas.
De todos los elementos correspondientes a espacios vacios, escogió a tres de ellos: ekasilicio, ekaaluminio y ekaboro. Describió las propiedades que debían tener cada uno de acuerdo a las propiedades de los elementos hacia atrás y hacia adelante de cada espacio en blanco de la table.
Si los mencionados elementos se encontraban, Mendéleiev se convertiría en un héroe y su Tabla Periódica quedaría verificada más allá de toda duda… Pero si no existían, Mendéleiv se convertiría en uno de los más ridículos pitonisos de toda la historia de la Química.
El mundo de la Química no pudo dejar de mostrarse impresionado, sin embargo, los químicos no podían manifestarse dispuestos a aceptar la tabla solo por su apariencia externa.
Mendéleiev no prestó atención a los que se burlaban de él y se limitó a aguardar los acontecimientos, y sucedió que no tuvo que esperar demasiado…
En 1875, un químico francés llamado Paul Emil Lecoq de Boisbaudran descubrió uno de esos elementos al que llamó GALIO, del antiguo nombre de Francia.     
Lecoq se sintió regocijado con su descubrimiento, pero ni la mitad de excitado que Mendéleiev.
Tan pronto como el ruso leyó la descripción del nuevo elemento, supo que era su ekaaluminio. Había predicho que el elemento fundiría a un punto bajo. Había estimado su peso atómico en unos 68 y el GALIO tenía 69.72.
También había pronosticado que su peso específico sería de 5.9 y el GALIO tenía 5.94. Su comportamiento químico seguía sus predicciones, punto por punto, el GALIO se adecuaba por completo al ekaaluminio.
Aquella notable confirmación causó sensación. Los químicos tuvieron que admitir que el GALIO era el ekaaluminio de Mendéleiev de forma absoluta.
Cuatro años después, en 1879, se cumplió una segunda profecía de Mendéleiev. Lars Fredrick Nilson, un químico sueco, de manera accidental, se vió ante un óxido que no le era familiar. Resultó ser el óxido de un nuevo elemento, al cual llamó ESCANDIO en honor de Escandinavia.
El ESCANDIO correspondía exactamente al ekaboro de Mendéleiev.
De nuevo, la descripción de Mendéleiev demostró ser casi del todo correcta en cada detalle. El peso atómico del ESCANDIO era 44.96 (la predicción había sido 44); el óxido de ESCANDIO tenía un peso específico de 3.6 (la predicción había sido: 3.5), etc.
El triunfo final de Mendéleiev llegó en 1886.
Un químico alemán, Clemens Alexander Winkel Winkler, al estar analizando un mineral se le presentaron algunos problemas. Después de descomponer todos los elementos que pudo identificar, hallo que aún le quedaba un 70% de otro mineral. Se trataba de un elemento desconocido. Lo llamó GERMANIO, en honor de Alemania.
El GERMANIO, correspondía al ekasilicio de Mendéleiev. Su peso atómico era de 72.60 (casi exactamente lo previsto 72); su peso específico era de 5.47 (lo previsto: 5.5).
Mendéleiev solo se había equivocado en un cálculo: el GERMANIO fundía a una temperatura menor de la que él había vaticinado.
Mendéleiev había trinfado tres veces… Su Tabla Periódica fue ya reconocida como un descubrimiento colosal…
Una rara coincidencia es que los tres elementos predichos por Mendéleiev fueron denominados según los países donde nacieron sus descubridores.
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