miércoles, 25 de junio de 2014

Derecha e Izquierda


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DERECHA E IZQUIERDA

                                               Enrique Semo

Después de la caída del Muro de Berlín, muchos pensadores en el mundo y en México llegaron a la conclusión de que ya no podía hablarse de derecha e izquierda.
Según ellos, la hora del fin de las ideologías había sonado. 
La política se internaba una condición de pragmatismo universal y, en ella, la presencia de los ambidextros era ampliamente dominante. 
Me permito discrepar. 
Estoy convencido de que la díada derecha-izquierda que designa el contraste de las ideologías y los movimientos permanece activa, es vigente y nos ayuda a comprender el mundo de hoy. como lo hizo con el mundo del pasado. 



Los conceptos de derecha e izquierda no son esencias fijadas en el tiempo para siempre, sino productos históricos con elementos que les dan continuidad y otros que cambian para adaptarse a las grandes transformaciones en la sociedad y la política.
Desde que los diputados más radicales, primero los girondinos y luego los jacobinos, optaron por sentarse en los asientos situados a la izquierda del salón en que se reunía la asamblea durante la Revolución Francesa, en la terminología política se acuñaron los términos de derecha e izquierda, posiciones que desde entonces la historia fue cargando de contenidos diferentes. Pese a los cambios sufridos en el espectro político en las últimas dos décadas, no veo razones sólidas para, a principios del siglo XXI, borrarlos del léxico de la sociología polítca.
Según dos encuestas recientes, la mayoría de los electores interrogados aceptaron ubicarse en la izquierda, la derecha o el centro. 
Esto desmiente la tesis de que la díada izquierda-derecha ya no interesa a nadie y, por más vagas que puedan ser sus percepciones, ellas son expresión de una realidad social innegable.
Para comenzar, me deslindo de toda intención reduccionista o simplificadora. La historia de los dos últimos siglos no puede ser comprimida en un contrapunteo maniqueo entre izquierda y derecha, y la compleja realidad     contemporánea, llena de contrastes agudos y cambiantes, no debe ser restringida a la contraposición entre las dos posiciones. Pero eso  no impide que la díada siga siendo un point de refère (punto de referencia) completamente legítimo para una comprensión de las luchas sociales de nuestro tiempo.
Hoy en México, la izquierda se aglutina en la oposición y la crítica razonada de las dos grandes ideologoías conservadoras de nuestro tiempo: el neoliberalismo y el neo popuismo. El neoliberalismo es la globalización dirigida y confiscada por las grandes trasnacionales, el individualismo absoluto, la reivindicación del mercado que aplasta a la sociedad civil y a la política, así como la liquidación de los logros sociales de los trabajadores obtenidos en épocas pasadas. El neopopulismo es la nueva edición de las tradiciones presidencialistas, caudillists, caciquiles, clientelares; el discurso radical aunado al programatismo y el oportunismo político, tan profundamente arraigados en nuestra cultura.
Esta oposición crítica se nutre de tres grandes pricipios: la igualdad, la democracia integral y una globalización incluyente. La igualdad es un tema complejo que no podemos examinar aquí en profundidad. Como paradigma inicial,  valdría la pena citar a Bobbio (Derecha e izqluierda. Razones y singificados de una distinción política): “Cuando se dice que la izqierda es igualitaria y la derecha es inigualitaria, es la diferente actitud que las dos partes -el pueblo de la derecha y el pueblo de la izquierda- muestran sistemáticamente frente a la idea de la igualdad. Aquellos que se declaran de izquierda dan mayor importancia en su conducta moral y en su iniciativa política a lo que convierte a los hombres en iguales o en las formas de atenuar y reducir los factores de  desigualdad: los que se declaran de derecha están convencidos de que las desigualdades son un dato ineliminable y que al fin y al cabo ni siquiera deben desear su eliminación.
“Entonces, se puede llamar correctamente igualitarios, a pesar de no ignorar que los hombres son tan iguales como desiguales, a los que dan mayor importancia para juzgarlos y para atribuirles derechos y deberes, a lo que los hace iguales en lugar de lo que los hace desiguales; no igualitarios, a los que partiendo de la misma constatación dan mayor importancia, para el mismo fin a lo que los hace desiguales en lugar de a lo que los hace iguales... es justamente el constraste entre estas dos últimas selecciones lo que sirve muy bien, en mi opinión, para distinguir las dos opuestas alineaciones que ya estamos acostumbrados durante una larga tradición a llamar izquierda y derecha.”
En México, la desigualdad es tan lacerante, tan dolorosa, tan hiriente, que la división entre derecha e izquierda se hace tajante, antiética e irreductible. Mientras existan en México dos naciones en una -la de los que carecen de los mínimos necesarios para una vida digna y la de aquellos que no sólo los tienen, sino que en ocasiones con exceso insultantes- la diferencia entre izquierda y derecha será evidente.
Existe en nuestro país, sin duda, una derecha democrática que acumuló méritos en el desmantelamiento del sistema autoritario que nos rigio durante siete décadas. Pero para la izquierda, la democracia representativa es sólo un primer paso y aun no totalmente consolidado. Aspira a la democracia participatica, vale decir la participación directa, activa de los ciudadanos en la toma de decisiiones que se construyen en el municipio, el comité vecinal, el consejo ciudadano, la comunidad y a nivel de la gran ciudad y el gobierno federal, a la consolidación del referéndum, el plesbiscito y el rendimiento de cuentas de los representantes elegidos. Fuera del ámbito gubernamental, se propone el fortalecimiento máximo de la sociedad civil con sus organizaciones autónomas que abarcan todos los aspectos de la vida.
Last but not least,  está la globalización excluyente. La izquierda desarrolla paulatinamiente un programa para que el advenimiento de la sociedad de la informática y la mundialización de los flujos de capital, seres humanos y bienes, beneficie no sólo a una minorìa empresarial y a algunos países altamente desarrollados, sino que adquiera un carácter incluyente que abarque a toda la humanidad. Avanzar en esa dirección representa una verdadera revolución mundial.
Esto es en una cáscara de nuez, algunos de los rasgos distintivos que separan a derechas e izquierda en México. Sabemos que hay muchos espacios en que la distinción no es tan fácil. En los movimientos ecologistas, feministas, de derechos humanos, de protección de la infancia, de la cultura, cohabitan pesonas de izquierda y personas de derecha. Pero no creo que lo hagan de la misma manera. La diferencia cuenta, y cuenta mucho.
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