jueves, 19 de noviembre de 2015

Anécdotas (Calvin Coolidge)


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ANÉCDOTAS DE 
CALVIN COOLIDGE


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Cuestión de prestigio
      Cuando Calvin Coolidge era vicepresidente de los Estados Unidos, vivía, con su esposa, en el hotel Willard de Wáshington.
      Cierta noche hubo allí un principio de incendio, y con tal motivo se hizo reunir a todos los huéspedes en el vestíbulo.
      Aun después de pasado el peligro, los bomberos ordenaron que permaneciesen allí.
      Coolidge acabó por fastidiarse, y ya iba subiendo la escalera, camino de sus habitaciones, cuando la voz del jefe de los bomberos lo detuvo.
      -¿Quién es usted.
      -Soy el vicepresidente -contestó Coolidge.
      -Está bien, puede seguir -dijo el jefe.
      Pero apenas había subido Coolidge un escalón más cuando fue atajado de nuevo:
      -¿De qué es usted vicepresidente? -volvió a preguntarle, sospechoso, el jefe.
      -Soy vicepresidente de los Estados Unidos.
      -¡Entonces vuelva acá! Yo creí que era vicepresidente del hotel.
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Imitación
      El presidente Calvin Coolidge invitó una vez a varios amigos de Vermont a comer en la Casa Blanca.
      Ninguno de ellos estaba seguro de cómo se debía portar en la mesa, y decidieron todos hacer lo que Coolidge hiciera.
      La comida pasó sin novedad, pero cuando llegaron al café los invitados vieron con sorpresa al Presidente levantar la taza y verter el café en el platillo.
      Sorpresa o no sorpresa, todos hicieron lo mismo.
      Luego Coolidge le agregó azúcar y crema.
      Todos lo imitaron.
      Entonces el Presidente se agachó y le puso el platillo al gato.
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Efecto Coolidge

       En una ocasión el presidente de los Estados Unidos efectuó una visita a una granja.                
       Durante el recorrido de las instalaciones, la señora de Coolidge, junto con un grupo que avanzaba delante del formado en torno al presidente, vio a un toro apareado con una vaca.
       Al enterarse de que el toro acababa de hacer lo mismo unos minutos antes, la señora se asombró de la resistencia del animal.
       "¡Díganselo al señor Coolidge!" exclamó.
       Más tarde, cuando el presidente llegó ante la escena, se le comunicó lo que había dicho su esposa.
       Coolidge preguntó si ésta era la misma vaca que el toro había cubierto poco antes. La respuesta fue no. "¡Díganselo a la señora Coolidge!".
        La familiaridad parece disminuir el atractivo de la pareja sexual -al menos entre las ratas-.
       Típicamente, la rata macho no reacciona a estímulos sexuales durante un tiempo después de apareamiento. Sin embargo, si se le presenta una nueva hembra, el macho se apareará con ella aunque haya hecho lo mismo con otra hembra momentos antes. Sin embargo, no ocurre lo contrario; las ratas hembras prefieren a sus parejas conocidas  sobre las nuevas.
       Si el efecto Coolidge es aplicable o no a los seres humanos, sigue siendo como una pregunta sin respuesta por falta de datos científicos adecuados.
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