viernes, 18 de diciembre de 2015

"Mal de Ojo"


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“MAL DE OJO”

-Un amigo muy querido, cuando era niño, se quedó ciego durante dos años. 

-Según me contó le hicieron MAL DE OJO. 

-Por supuesto, yo me eché a reír a carcajada batiente, después de ello, me sentí apenada, y ya desde entonces no me quiere contar nada de eso.

-Tú, Emilio, que lo sabes todo y lo que no, lo inventas, ¿qué me puedes decir en torno a éso?

-¡Mira Marcela!, no me gusta hablar de esas cosas porque siento que la gente no está preparada, les pasa como a tí, se echan a reir.

-Te prometo no reirme, además, creo que de aquel entonces a la fecha ya he madurado un poco.

-Bueno pues, te voy a platicar lo poco que sé:



-La influencia de la mirada ha sido reconocida desde la más remota antigüedad.

-Se cuenta que Augusto, al atravesar los Alpes, aterrorizó con su mirada a un asesino hasta tal punto de hacer que el susodicho se arrojara de un precipicio.

-Un cimbro, pagado para asesinar a Mario en las prisiones de Minturan, quedó fascinado ante la mirada de éste y arrojó al suelo el puñal tapándose la cabeza con su manto.

-Coligni sostuvo, con el sólo poder de su mirada, la primera acometida de los soldados que tenían el encargo de asesinarlo, haciéndoles caer a sus pies.

-La bella Friné, acusada de impiedad por un infame hierofante, a quien se había atrevido a resistir, fue conducida ante el tribunal y condenada a muerte, pero debió su salvación a las admirables perfecciones de su cuerpo y al dulce magnetismo de su mirada, pues los ancianos jueces no pudieron resistir a tan mágica infuencia.


-El ser humano también ha podido influir en los animales con el poder de su mirada.

-Con frecuencia se sabe de pastores que tratan de encantar a los lobos sin temor a sus mortales dentelladas; a mí me ha pasado, cuando miro fijamente en los ojos a un perro que me está ladrando, sin apartar la vista de sus ojos ni un solo instante,  vivamente incomodo por mi mirada inmóvil y centellante, el perro vacila, se asusta, retrocede y concluye por huir.

-En Francia existió un domador extraordinario de nombre Carter; este hombre había llegado a dominar a los animales de una manera sorprendente.

-En las numerosas representaciones que dio, un tigre aparecía lanzando un rugido sordo, y en el momento en que divisaba a Carter tendido, daba un salto y se  precipitaba sobre él como si fuera a devorarlo. A tan terrible ataque sólo oponía el domador tiernas miradas, sonreia, le tendía el brazo y el tigre deponiendo su furor, se coonvertía en un manso gatito y se echaba al lado de su amo, escondiendo sus afiladas garras. Después de varios ejercicios, todos muy arriegados, jugaba con su boca, con su cola y se sentaba sobre él como sobre un mullido cojín, mientras los espectadores quedaban asombrados.

-Los Psylos fascinaban a los más venenosos reptiles y jugaba con ellos como los niños con sus juguetes; su poder fascinador estaba tan comprobado, que durante el viaje que verificó Séneca por África se hizo acomopañar por un Psylo.

-Los filósofos Didimo y Filarco creen haber visto unos hombre cuya mirada detenía a los animales feroces que se soltaban contra ellos y les obligaban a huir.

-A mi me parece que si es posible que un ser humano pueda influir en los animales, con más razón se justifica el que lo haga sobre otro ser humano.

-Plinio decía que en su tiempo existían unos hombres que con el solo poder de su mirada introducpían las enfemermedades y la muerte en el seno de las familias.

-Dumont cuenta que en Asia hay individuos que lanzan miradas envenenadas, a las cuales sigue casi siempre la enfermedad y la muerte; y son tan temidos por los habitantes del campo, que hay la costumbre de colocar en la puerta de cada casa una estatuita de cera, como defensa a las miradas envenenadas.

-La Edad Media ofrece muchos ejemplos de individuos cuya potencia ocular les hizo ser tenidos por hechiceros. 

-Un tipo fue quemado en Nápoles, en 1860, por haber causado la muerte a dos jóvenes, sobre quienes fijó sus miradas homicidas.

-Un pastor de nombre de La Bresse fue convicto de haber envenenado con sus miradas a los rebaños de su antiguo amo, fue condenado a muerte.

-En nuestros tiempos, se sabe de brujas y curanderas, más o menos repugnantes, que recorren los pueblos y las aldeas, a quienes se atribuye la facultad de comunicar enfermedades con sus miradas. Los lugareños timoratos los alejan, dándoles una    forzada limosna; se han visto hombres y mujeres crédulos, espantados de tal manera por las sombrías miradas que les echan esos miserables, se encuentra, naturalmente, en el temor de los unos y en la proyección ocular de los otros. 

-Este magnetismo, esta fascinación de la mirada, no pertenecen exclusivamente al ser humano; la poseen también los animales, y algunos hasta el punto de turbar al ser humano, de suspender su marcha y de helarlo de espanto.

-Es incontestable la mirada seductora de la serpiente sobre allgunos animales, especialmente sobre los pájaros. 

-Muchas personas han visto a reptiles fascinando a pajariillos hasta que, presas de vértigo y sin fuerza, caen en las fauces de los reptiles.

-Para terminar, no hay nadie que en el curso de su vida no haya sentido o hecho sentir el magnetismo de la mirada; nadie que no haya hecho bajar los ojos a alguien o que no se haya visto obligado a bajar los suyos.

-¿En qué consiste el poder de la mirada?

-El poder de la mirada depende, en general, de la cantidad y fuerza de proyección del fuido nervioso. 

-Sin entrar en una descripción detallada del órgano de la visión, te voy a dar una explicación rápida del mecanismo de la proyección ocular.

-Los haces luminosos que envía un objeto al ojo que se fija sobre él penetran todos en el fondo de este órgano; la retina solamente recibe los que son necesarios para la reproducción de dicho objeto; los otros haces son reflejados por la porción del ojo llalmada ESCLERÓTICA y rechazados en un ángulo igual al de incidencia. 

-Esta reflexión, acompañada de la proyección nerviosa, según su grado de potencia, ejerce sobre el ojo de otra persona una fascinación más o menos completa.

-¿Crees que he contestado tu pregunta, Marcela?

-¡Sí!... ¡Y con creces!
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