domingo, 14 de agosto de 2016

Violencia en la Cultura


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VIOLENCIA EN LA CULTURA



Judith Amador Tello

Durante su participación en el programa Primer Plano, transmitido por Canal Once el pasado 27 de junio, el historiador Lorenzo Meyer al hablar del desalojo violento del magisterio oaxaqueño en Nochixtlán, Oaxaca, preguntó si era necesario tener nueve muertos y más de 100 heridos para que el gobierno se decidiera a dialogar con los maestros, cuando soltó:

“Yo creo que detrás de cualquier político -incluso la política cultural- está latente la violencia”.

Y amplió:

“Política y violencia es una mancuerna que no se puede separar. Finalmente, la autoridad -hasta el final de la cadena-, si nos cobra impuestos y pagamos es, entre otras cosas, por la amenaza de que se use a la policia y nos lleven a la cárcel por no pagarlos: Es la violencia.”

Qué quiso decir al señalar que  hasta en la política cultural hay violencia se le pregunta al también analísta político, investigador del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de México:

      “Bueno, estoy hablando de la política desde el poder, desde el aparato del Estado. La política que usted y yo podemos hacer, pues no, no tiene mayor carga de violencia, pero de la autoridad formal cualquiera, incluso en un ballet folclórico o un ballet clásico, si por alguna razón los bailarines se declaran en huelga y cierran Bellas Artes e impiden que continúe esa institución, pues les mandan a la policía.”

Cabe recordar que algunos representantes sindicales de los institutos nacionales de Antropología e Historia o de Bellas Artes terminaron denunciados ante la Procuraduría General de la República por diversas manifestaciones. Es el caso del historiador Felipe Echenique, quien en 2012 fue demandado por formar participar en una protesta contra daños al patrimonio, realizada en el Museo Nacional de Antropología.

A decir de Meyer, las decisiones de abrir carreteras para retirar los bloqueos del magisterio, tomadas por el Estado, tienen detrás el uso de la violencia porque “formalmente” está legitimado o amparado en una estructura legal, no obstante que esa violencia puede llegar a quitarle la vida a alguien.

Explica que hay otras formas de poder, como la de un jerarca eclesiástico que puede amenazar con la excomunión, o la de un empresario que puede pagar por asesinar a alguien o correr a un trabajador y dejarlo en la miseria, pero en estos casos la violencia no se ampara en una legitimidad instituciional y no puede acusar así como acusó ahorita a los dirigentes de la Coordiinadora Nacional de Trabajadores de la Educación:
‘Ustedes están aprovechando la relación entre estas empresas prestamistas y sus profesores y eso es ilegal, y vámonos al bote’.”

Subraya:

“Detrás de toda decisión del Estado está la posibilidad de usar sus aparatos de violencia, que son la policia y el ejército. Desde que el Estado existe ha sido su esencia.”

Así, prosigue, la política hecha desde el Estado se basa en la violencia potencial, es decir en la idea de que en caso de que se desobedezca un dictado, que puede ser ilegítimo e incluso inmoral pero contar con el apoyo del aparato jurídico, el Estado usará el aparato represivo.

Agrega que Max Weber consideraba que la ética del político tiene que ser de una enorme carga de responsabilidad, pero no todos los políticos son así. Actualmente “todos somos políticos, pero no todos tenemos el poder de usar las instituciones del Estado”.

Se le pregunta si el poder del cual habla se puede aplicar a la forma en la cual se creó la nueva Secretaría de Cultura, considerada por muchos como una imposición y no como resultado de una acción concertada o apoyada por la comunidad cultural y los trabajadores de la cultura.

“Seguimos... Es una ley, el Congreso la aceptó, y si la desobedecen, tenemos la opción de usar los diferentes instrumentos de fuerza. La fuerza no es más que quitarles el sueldo, correrlos, no los van a matar, pero en esencia es eso: Es el uso de la fuerza, ‘puedo quitarte el sueldo, quitarte tu trabajo, quitarte tu plaza, correrte, porque en el fondo soy el Estado, y el Estado, cuando no se le obedece puede usar la fuerza’.”

Al finall, termina, el manejo de la cultura depende también de decisiones políticas y de poder:

“Como en dónde pongo los recursos escasos, es otra manera de hablar de la política o al menos de uno de los aspectos fundamentales de la política. Designar recursos. En el caso de la Secretaría de Cultura, puede ser para esto si y no para aquello. Son decisiones políticas y finalmente avaladas por el Estado y por su capacidad de imponer.”
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