sábado, 4 de marzo de 2017

Franco Coppola

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FRANCO COPPOLA



                                                          Rodrigo Vera

  26 Feb 2017.

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Se llama Franco Coppola y desde su llegada a México no sólo desactivó las protestas públicas y masivas de la ultraderecha contra los matrimonios homosexuales, sino que se ha dedicado a condenar la miseria, la corrupción y la violencia imperantes en el país. El problema es que no se trata de cualquier persona: es el embajador del Vaticano y en su discurso maneja la agenda social del Papa. Y el hecho de que aborde tan crudamente los problemas nacionales, aseveran expertos, podría acarrear una crisis diplomática.
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A cinco meses de su llegada a México, Franco Coppola, el nuncio apostólico de Francisco, ya logró aplacar las multitudinarias movilizaciones contra las bodas gay, encabezadas por los grupos conservadores y un sector de la jerarquía eclesiástica, para empezar a imponer en su lugar un discurso de “denuncia social” contra la desigualdad, la pobreza, la corrupción y la violencia en el país; esto, por tratarse de asuntos internos, podría acarrear “fricciones diplomáticas” entre México y el Vaticano.

Con experiencia diplomática en países en “desastre”, Coppola además intentará que el aletargado episcopado mexicano le dé prioridad a esta “agenda social” del Papa. Y también intervendrá en los alrededor de 10 nombramientos de obispos que están en puerta, sobre todo en el relevo del cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo primado de México, quien debe presentar su renuncia a mediados de este año.

Así, aseguran los especialistas, el corpulento diplomático italiano de 59 años es hoy “el principal operador” de Jorge Bergoglio en México y está tomando un “papel protagónico” para reconfigurar y darle empuje a la jerarquía católica.

Bernardo Barranco, especialista en temas eclesiásticos, comenta: “Tan pronto llegó a México, el nuevo representante papal logró aplacar las movilizaciones de los grupos de ultraderecha que, alentados por el sector conservador de la jerarquía, impugnaban las bodas gay con actitudes intolerantes y homofóbicas, e incluso ya se posicionaban a favor del PAN para las elecciones de 2018.

“Sobre esta agenda moral de la ultraderecha, Coppola intenta acentuar la agenda social de Bergoglio. Por eso está criticando la pobreza, la desigualdad social y la violencia en México, con un discurso muy llano y directo que no habíamos visto en los anteriores nuncios.”

Por su lado, Roberto Velázquez Nieto, especialista en las relaciones entre México y el Vaticano, señala: “En la historia reciente no hay ningún precedente de algún nuncio que haya tocado, de manera tan crítica y directa, asuntos internos tan sensibles. Los anteriores representantes diplomáticos de la Santa Sede, desde Jerónimo Prigione hasta Christophe Pierre, siempre se refirieron a estos espinosos problemas de manera muy matizada y cortés.

“Pero hoy Coppola está empezando a tener un papel protagónico al lanzar esta fuerte denuncia social a favor de los excluidos, sobre todo valiéndose de su cuenta de Facebook. Esto puede ocasionar fricciones diplomáticas entre México y la Santa Sede, como ya las ha habido a causa de opiniones externadas por el mismo Bergoglio.”
Mensajes por Facebook

En efecto, en su cuenta de Facebook, el 15 de septiembre del año pasado, cuando aún no llegaba a México, Coppola escribió: “Quiero comenzar a conocer a ese país tan vasto y tan poblado, con una tradición católica tan arraigada entre la gente; un país que, sin embargo, padece una escandalosa pobreza y una escandalosa violencia”.
Y anunció que llegaría a México el 28 de ese mes.

Tres meses después, en diciembre, y ya instalado en la nunciatura, Coppola escribió en Facebook que México “cuenta entre sus ciudadanos con algunos de los hombres más ricos de la tierra, pero también con decenas de millones de personas que viven en condiciones lamentables, abandonadas, a merced de las innumerables bandas de delincuentes organizados dedicados al tráfico de drogas y personas”.
Añadió que extensos territorios del país son controlados por bandas del crimen organizado que someten a sus víctimas con “violencia cruel e indescriptible”. En estas zonas –dijo– “a veces ni siquiera las fuerzas del orden se atreven a entrar”.

Habló también de lo peligroso que es ejercer el sacerdocio y el periodismo en México, ya que el país “tiene el triste récord de ser el más peligroso para sacerdotes y periodistas”.
Y sobre el grave problema de la “corrupción”, refirió que se da “en todos los niveles”, en un país que ya de por sí “está viviendo una crisis política profunda y acontecimientos impredecibles”.

Después, durante una homilía celebrada en la Basílica de Guadalupe el pasado 7 de enero, Coppola declaró estar “impresionado” por los altos niveles de pobreza en México: “¡Cuántos pobres hay todavía! ¡No es posible, no es posible!”, exclamó.

Y señaló que es una “vergüenza”, sobre todo para los católicos, que haya tanta miseria y desigualdad en el país, “donde hay hermanos muy ricos y hermanos muy pobres”.

A los fieles que lo oían en la Basílica, donde oficiaba con motivo de los 800 años de la confirmación de la orden de los dominicos, Coppola les dijo: “No creo que tengamos que apuntar el dedo contra otros. Es nuestra falta”.
También comparó la situación de miseria de México con la de África, donde antes se desempeñaba como nuncio. Indicó que en aquel continente “hay una pobreza general. Aquí no se puede decir eso, es un país que por muchos lados es muy desarrollado”, pero con mucha desigualdad social.
Les recordó que Francisco exhorta a los fieles a que apoyen a los desamparados. “Tenemos que ocuparnos de ellos: son nuestra carne, nuestra sangre”, concluyó Coppola.

Al término de la ceremonia, el dominico Miguel Concha, defensor de los derechos humanos y quien participó en esa misa, resaltó que la homilía del nuncio fue “muy valiosa” porque recogió sus primeras impresiones del país.
Agenda social

Al llegar Coppola a México, a finales de septiembre pasado, la Iglesia vivía un momento muy convulso: el Frente Nacional por la Familia (FNF, formado por muchas organizaciones de laicos católicos) realizaba marchas y movilizaciones en todo el país en protesta por la iniciativa del presidente Enrique Peña Nieto para dar reconocimiento jurídico a los matrimonios entre personas del mismo sexo, así como su derecho a adoptar. Peña Nieto además intentaba cambiar el contenido de los libros de texto gratuito para instruir a los niños en el tema de la diversidad sexual.

Mediante comunicados de prensa, la Conferencia del Episcopado Mexicano llegó a apoyar las protestas del FNF porque –decía– estaba defendiendo los “recursos más vitales del país”, como son “la familia y la educación”. Incluso algunos obispos llegaron a participar en las marchas del FNF. Mientras tanto, Rivera Carrera, sobre todo en el semanario de su arquidiócesis, Desde la fe, emprendía una fuerte campaña contra los matrimonios igualitarios y la comunidad lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual.

Ante este conflicto, Coppola, el día que presentó sus cartas credenciales a Peña Nieto, el 25 de octubre, pidió dejar las marchas y resolver el problema mediante el diálogo y el entendimiento. 

Dijo: “Los mexicanos, más que enfrentarse, hacer proclamas o marchas, tienen que sentarse a una mesa y hablarse. No hay que tratar estos temas con los ojos de una ideología”.

Indicó que los homosexuales “son personas humanas, no hay por qué negarles derechos que son reconocidos a todos los hombres y mujeres del mundo”, por lo que instó a “encontrar la vía mexicana” para responder a sus “necesidades”.

Así contuvo la cruzada moralizante de los grupos conservadores. Aunque ya para entonces el alto clero, mediante herméticas negociaciones cupulares, había pactado con el gobierno para bloquear en el Congreso la controvertida iniciativa de Peña Nieto. La Iglesia había ganado la partida (Proceso 2091).

Comenta Barranco: “En estricto sentido político, ya había un acuerdo entre la Secretaría de Gobernación y la dirigencia del episcopado para bloquear en el Congreso la iniciativa de Peña, que era lo importante. Y Coppola, como representante del Papa, tuvo que pedir públicamente el cese de las marchas que a esas alturas ya salían sobrando, pues sólo le servían a la ultraderecha para posicionar al PAN en la carrera a la Presidencia de la República.

“Hasta el cardenal Rivera Carrera cesó sus ataques homofóbicos, al extremo de que tuvo que pedir perdón a los homosexuales, seguramente por órdenes del Vaticano. Bergoglio, repito, hoy intenta acentuar a través de Coppola su agenda social sobre la agenda moralizante de la ultraderecha católica”.

Y recalca que finalmente “el discurso de Coppola es el mismo del Papa”, quien dice no ser nadie para “juzgar” a los homosexuales y más bien ha venido insistiendo en desterrar la pobreza, la desigualdad, el narcotráfico y la violencia en México.

Agrega Barranco: “Con su discurso, el nuevo nuncio también intenta animar a los obispos mexicanos para que sean más atrevidos y le den prioridad a estos temas de la agenda social, pues en términos generales son muy suaves y atemperados en sus posicionamientos políticos.

“Durante su visita a México, el mismo Papa llamó a los obispos a emprender una reforma, una conversión, en el episcopado mexicano. Los reprendió por su cercanía con el poder y les pidió ser más cercanos a la gente. Pero hasta la fecha los obispos no han hecho nada. Siguen igual. Ahora Coppola intenta nuevamente empujarlos al cambio”.

Alude al encuentro que sostuvieron los obispos con Bergoglio el 13 de febrero del año pasado, en la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Ahí el Papa les dijo: “No pongan su confianza en los ‘carros y caballos’ de los faraones actuales”. También les pidió no dejarse “corromper por el materialismo trivial ni por las ilusiones seductoras de los acuerdos debajo de la mesa”. Les recordó que la Iglesia no necesita “príncipes”, sino “una comunidad de testigos del Señor”… Fue una dura sacudida al episcopado.

Hoy Coppola también se encargará de incidir en los nuevos nombramientos de obispos, pues varios de los actuales están por cumplir los 75 años, edad para jubilarse: como José Luis Chávez Botello, arzobispo de Oaxaca; Felipe Arizmendi, obispo de San Cristóbal de las Casas; Rafael Romo, de Tijuana; Felipe Salazar, de San Juan de los Lagos; José Ulises Macías, de Hermosillo; o el cardenal Rivera Carrera, quien debe presentar su renuncia en junio próximo.
Dice Barranco: “Hay alrededor de 10 nombramientos en puerta. Y aquí los nuncios siempre imponen su sello a la hora de las designaciones, porque son el último filtro en la lista de aspirantes que luego se envía al Vaticano. Y en este caso los esfuerzos de Coppola son los de Francisco por renovar al episcopado mexicano, que actualmente es uno de los más conservadores del continente”.

Cuenta que durante el viaje que hizo a África, en noviembre de 2015, el Papa convivió con Coppola, entonces embajador en República Centroafricana y Chad.

“Coppola habitaba”, prosigue Barranco, “en una nunciatura muy austera y estaba muy comprometido con su labor pastoral. Ahí fue donde ambos personajes hicieron clic. Luego, al ver que tenía experiencia en países caóticos y en desastre, el Papa decidió enviarlo a México.”

Fricciones diplomáticas

Velázquez Nieto advierte que ahora el discurso crítico de Coppola “puede ocasionar fricciones” en las ya de por sí tensas relaciones diplomáticas entre México y el Vaticano.

Comenta: “Coppola está siendo muy crítico de los problemas internos de México. Hasta el momento la Secretaría de Relaciones Exteriores no ha dicho nada. Ha pasado por alto sus comentarios. Pero no olvidemos que ya protestó cuando el Papa Francisco dijo que Argentina, por la violencia del narcotráfico, corría el riesgo de ‘mexicanizarse’. En esa ocasión la Cancillería se molestó y le envió una nota diplomática de extrañamiento a la Secretaría de Estado de la Santa Sede, que pidió una disculpa”.

Velázquez se refiere a los comentarios que el Papa le escribió por correo electrónico a su amigo argentino Gustavo Vera, en febrero de 2015, donde textualmente le dice: “Ojalá estemos a tiempo de evitar la mexicanización de la Argentina. Estuve hablando con algunos obispos mexicanos y la cosa está de terror”.

Autor de las investigaciones Las relaciones entre México y la Santa Sede y Los caminos de la justicia en los documentos de Ezequiel Montes, donde aborda el rompimiento de relaciones diplomáticas con el Vaticano en la época juarista, Velázquez agrega:

“La Cancillería puede citar a Coppola para recomendarle que sea más cauto al abordar temas internos tan delicados. Y también para preguntarle si sus comentarios son opiniones personales o son la postura de la Santa Sede. Lo cierto es que en la historia reciente ningún otro nuncio había lanzado críticas tan duras.”

A partir de que Peña Nieto presentó su polémica iniciativa para legalizar las bodas gay, en mayo del año pasado, se dio un enfriamiento en las relaciones México-Vaticano.

Se decía que Peña Nieto había roto un compromiso con la Iglesia de no apoyar al matrimonio igualitario. Se vinieron las protestas contra su iniciativa. Y en agosto se anunció que el embajador de México allá, Mariano Palacios Alcocer, renunciaba al cargo por motivos “estrictamente personales”. Desde entonces la embajada está acéfala y no se ha dado más explicación (Proceso 2079).

Dice Velázquez: “Todo continúa siendo un misterio. Desde hace medio año México no tiene embajador allá. Nunca antes, desde que se reanudaron relaciones con la Santa Sede, en 1992, esa importantísima embajada había permanecido acéfala tanto tiempo. Hay un impasse muy extraño. Y mientras tanto aquí en México el embajador del Papa está ganando fuerza”.
Proceso le solicitó una entrevista a Coppola a través de correo electrónico. Y éste respondió que no es el momento, pues aún tiene mucho que “aprender y escuchar” sobre México.
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Tomado de la revista PROCESO 2104

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