sábado, 20 de enero de 2018

Conversación entre un Español y un Árabe


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CONVERSACIÓN 
ENTRE UN ESPAÑOL Y UN ÁRABE
                                         
                               Bahor Kamal
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Bahor Kamal es árabe y musulmán. Periodista, nació en El Cairo, lleva casi 30 años trabajando como corresponsal en Europa, 20 de ellos en España.
Fecha: sábado, 13 de octubre de 1990.
Hora: 13:30.
Lugar: Barrio de Chamartín, Madrid.
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        Un matrimonio murciano que pasea con su bebé recién nacido se encuentra con un vecino árabe, amigo de ellos.

        Después de los saludos, el marido pregunta:
        
       -¿Vamos a tomar algo?
        
       -Venga, vamos-, responde el amigo.
        
       Entran en el bar y se sientan en una mesa.

       -¿Una cervecita?

       -No, cerveza no.

        -¿Vermouth, gin-tonic...?

        -Pues... un zumo de naranja.

        -¿A estas horas? ¿No te apetece algo más fuerte? Un whisky, ¿por ejemplo?

        -No, no. Nada de alcohol. Un zumo de naranja...

        -Pero... ¿por qué no pides otra cosa? Un tinto mejor, venga...

        -Ya sabes que no bebo alcohol. Prefiero un zumo de naranja.

        -Pero vamos a ver... ¿no quieres tomar alcohol porque no te gusta o porque tu religión te lo prohíbe?

        -Por ambas cosas...

        -Pero si ahora no estás en tu país y, además, llevas aquí tanto tiempo que ya eres casi español.

        -Y... ¿qué tiene que ver?

        -Comprendo que en tu tierra no toméis bebidas alcohólicas, pero aquí... ¡Ya está, arreglado! Como vosotros decís que en una gota de alcohol puede estar el diablo escondido, mojas el dedo en la copa, luego tiras la gota al suelo, y ya está... diablo fuera... ¿Qué te parece?

        -Que no, de verdad. Voy a tomar un zumo de naranja.

        -Perdona pero no te entiendo. En fin, como quieras. ¿Pedimos unas racioncitas?

        -Vale.

        -A ver... ¿una de jamón... o de morcilla, y una de chorizo frito, que aquí lo hacen muy bien..?

        -Yo quisiera mejor un poco de queso....

        -Ya. ¿Pero no te apetece también el jamón o la morcilla, además del queso, claro...?

        -Para mí solo queso. Ya sabes que no como carne de cerdo.

        -¡Jo! ¡Pues no sois aburridos los moros! Vamos a ver... lo del alcohol, aunque me parece absurdo, pase. Pero lo del jalufo.

        -Pues igual que el alcohol...

        -Entonces cuando vais por las calles de tapeo ¿vosotros qué tomáis?

        -Es que nosotros no solemos ir de tapeo. Vamos a una cafetería, tomamos café, té, zumos... Tenemos un montón de infusiones que vosotros no tomáis y que son muy buenas para la salud...

        -¿Té y café... con el calor que hace ahí?

        -Precisamente por eso. El té caliente es estupendo cuando hace calor, porque al subir la temperatura interior del cuerpo y acercarla un poquito más a la del exterior, notas menos el calor...

        -Venga, venga, déjate de rollos... Lo dicho, sois unos aburridos.

        Llegan las bebidas y las raciones.

      -¿Qué, no quieres probar el choricito? Está magnifico... venga, hombre, anímate. Sólo un poquito...

        -No, no, te lo agradezco. Voy a tomar sólo el queso.

        -Oye ¿es verdad eso de que hacéis el queso con leche de camella?

        -Pues mira, que yo sepa, no. En todo caso lo harán así en algún oasis, pero no te sabría decir.

        -Pero si no probáis el vino, ni coméis cerdo... entonces ¿qué vicios tenéis?

        -Hombre, ¿es que hay que tener vicios a la fuerza?

        -Tu ya me entiendes. Porque vosotros, tener vicios, los tenéis, así que no me vengas con cuentos. Vamos a ver: para vosotros no está bien comer jalufo o beber vino, pero sí casaros con cuatro mujeres ¿no? ¿Acaso esto no es un vicio?... Aunque para serte sincero, también a mí me gustaría tenerlo...

        Se ríe y guiña el ojo a su mujer, que entra en la conversación.

        -Hablando de eso, dice ella, siempre he querido preguntarte si lo hacéis por obligación, o sea, porque tenéis que tener cuatro mujeres.

        -No, no es que tengamos que tener cuatro mujeres. Podemos casarnos hasta con cuatro, si es necesario, pero depende de muchas cosas.

        -¡Jo!, lo que te decía..., dice el marido, ¡eso sí que es saber tener vicios!


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        La conversación, que más que diálogo son monólogos cruzados, suele repetirse más o menos en estos términos con mucha más frecuencia de lo que uno cree. Prácticamente cada vez que se juntan moros y cristianos.

        Por lo general termina en bromas, aunque a veces se entablan discusiones estériles o incluso un cierto intercambio cordial de acusaciones y leves insultos, entre "nosotros" y "vosotros", de ahí que este tipo de charla esté condenada a prolongarse hasta el infinito.

        El resultado habitual es que tanto unos como otros se empecinen en sus criterios... "Cada cual es como es" y, aunque muchas veces se asegure que moros y cristianos son hermanos, porque tienen mucho en común o porque hay mucha sangre árabe en las venas de los españoles,.. el malentendido o, mejor dicho, la falta de comprensión entre unos y otros suele seguir donde estaba.

        Los moros están así convencidos de que los cristianos nunca entenderán su mentalidad, ni sus creencias y costumbres. 

       -Creen que seguirán hablando de "vuestro dios, Alá o Mahoma, o como lo llaméis". Que seguirán teniendo la imagen de que los musulmanes son un pueblo dividido pero listillo, "porque hay que ver la que armáis con tal de sacar más petrodólares... para costear el harén, las camas de oro macizo o los aparatitos modernos que vuestros jeques ni siquiera saben usar".

        Según los moros, los cristianos siempre serán unos fanáticos, porque nunca se interesarán por conocer la verdad sobre el Islam. 

       Opinan que es inútil explicar a los cristianos que muchos preceptos del Corán se asemejan a los de la Biblia, porque, aun cuando muchos ni siquiera la han leído, mantienen que los textos bíblicos contienen la verdad absoluta y que las demás religiones son un conjunto de costumbres muy extrañas. 

       Para los cristianos, en cambio, son los moros lo que verdaderamente son unos tíos raros, unos fanáticos.  

       Tienen la imagen de que son generosos y desesperantemente ceremoniosos, pero que no aguantan una broma sobre su religión y, desde luego, que son muy cerrados.

        Cuando el moro es productor de petróleo, se experimenta hacia él una mezcla de envidia, respeto y misterio.

        El que no lo es, como los del norte de África, Seguira siendo a sus ojos sólo un personaje raro, exótico, que llora más que canta, y con el que hay que andarse con cuidado. A sus mujeres las consideran bonitas... sobre todo cuando hacen la danza del vientre.


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        Pero volvamos a nuestra charla.

        -La verdad es que yo no me imagino que mi marido se case con otras tres mujeres. Vamos, que no lo veo lógico...

        -Claro que no es lógico, si lo vemos así, como un capricho. 

        -Según el Corán, un hombre puede desposar una segunda mujer, si la primera no puede darle hijos. 

       -Tengan en cuenta que el Corán llegó hace catorce siglos, cuando la península arábiga estaba poblada por tribus. 

      -Para ellos la descendencia era algo fundamental. Además, lo de más de un solo matrimonio tenía también que ver con las alianzas con otras tribus. 

      -En aquel entonces podía tener su lógica. Ahora ya no...

      -¡Cómo que no! ¡Me dirás si los hombres en tu tierra no tienen más de una mujer!

      -La mayoría no, desde luego. Los tiempos han cambiado. Donde se da este tipo de matrimonios es en aldeas remotas que todavía viven como las tribus de antes.

        -Pero, por poner un ejemplo, ¿con cuántas mujeres se casó tu padre?, pregunta la esposa. 

        -Con una sola, aunque reconozco que siempre fue un mujeriego... De todas formas (dirigiéndose al marido de su interlocutora), aquí muchos hombres casados tienen amantes, ¿o no?

        La risa de los dos hombres provoca el reproche de la mujer;

        -Sois unos machistas. 

        El marido cambia entonces de tercio.

        -Oye, volviendo al tema de no comer cerdo. Mi suegro, que en paz descanse, era muy religioso y me contó una vez que vosotros no coméis jalufo porque un día, cuando vuestro dios Mahoma estaba rezando en el desierto, llegó un cerdo y se lo comió. ¿Es verdad? Desde luego yo no me lo creo, pero él sabía mucho de estas cosas, y además había servido en África...

        -Mira, en primer lugar Mahoma no es nuestro dios. Fue un profeta. El último profeta, el más amado por nosotros, si quieres, pero nada más. Lo que hizo fue recibir el mensaje de Dios...

        -O sea, de Alá...

        -Nosotros no creemos que haya un dios para vosotros y otro para nosotros. Alá en árabe es el equivalente a Dios en español, o a God en inglés. Esto se llama mesa en español y mendadah en árabe. Calle se dice sharee, niño se dice tifl... Alá es sencillamente la traducción al árabe de la palabra Dios.

       -Como les explicaba, Mahoma recibió el mensaje de Dios, del Dios único, del Dios de todos -judíos, cristianos y musulmanes-, en el que se recogía la esencia de los mensajes anteriores del judaísmo. A lo que me refiero es que es utilizado como pretexto para controlar de paso a la gente y afianzarse en el poder. Esto es así en los países musulmanes bajo régimen dictatorial, camuflado o no. 

        -Es algo parecido a lo que pasaba hasta hace muy poco tiempo en América Latina -que no es musulmana, sino cristiana, bien cristiana-
en Chile, Argentina, el mismo Brasil, Centroamérica...

        -¿Qué me dices de Israel?

        -En el caso de Israel, el peligro y el enemigo externo -esta vez los árabes- sirvió para consolidar una poderosa máquina militar y, lo que es más interesante, para forjar una identidad nacional nueva, formada por gente de dispar procedencia cultural y social. Ahí también surgió un extremismo religioso bastante exacerbado. Pero ese es otro tema...

        -Volviendo a los musulmanes, bajo tales pretextos reales o exagerados, los recursos nacionales acabaron siendo destinados a financiar ejércitos cuyo poder es cada vez mayor. Los propios gobernantes terminaron siendo instrumentos en manos de sus militares.

        -Es verdad que algunos gobiernos convocan elecciones. Pero no tienes más que ver los resultados, que en muchos casos superan el 80% a favor del gobernante de turno -que, por lo demás, suele ser el único candidato-, para entender que la gente tiene miedo, mucho miedo.

       -¿Qué es lo que pasa entonces?

       -Que los pueblos son cada vez más pobres, salvo una minoría de ricos que siguen enriqueciéndose y están encantados de que las cosas sigan como están. 

      -A los pobres, amigo mío, sólo les queda la fe como última salida a su desesperación e impotencia. Al fin y al cabo, la religión -todas, la cristiana a la cabeza- promete a los pobres otra vida mejor después de la muerte. 

      -El hecho de que los pobres se refugien en la fe no es exclusivo de los países musulmanes. Aquí mismo, en España, cuanto más pobre es una región, más fe tienen sus gentes, ¿o no es verdad?

        -De acuerdo... pero ¿por qué no se rebela la gente?

        -Porque están controlados. En general por los militares, aunque el gobernante sea un civil... Además, y perdona que hable tanto, al observar la los políticos que los pueblos se refugian en la religión ante la falta de ideologías (ya no quedan ideologías, pero esto es otro asunto), y que el peso religioso aumenta con el tiempo, han empezado a aprovecharlo a su favor. 

       -En el caso de los gobernantes, pronunciando discursos llenos de fe encendida, para aparecer como cercanos al pueblo y así cortar el camino a la oposición, para que no utilice la religión a su favor. 

       -En el de los opositores, aireando la religión como bandera propia, como escudo protector, contando con que los gobernantes no cometerían el error de atacar frontalmente a hombres y mujeres que defienden los valores de la religión que, en sí mismos, son buenos y sanos...

        -Y con esto se cierra el círculo vicioso, que fomenta el fundamentalismo.

        -Bueno, bueno, bueno. Todo este rollo por un trocito de jamón...

        -Ah, lo del jamón. ¿Sabes lo que me han contado? Que en los primeros momentos del cristianismo hubo una parábola que decía que a uno de los apóstoles o compañeros más fieles de Cristo se le acercó un día una mujer gritando que su hijo estaba poseído por el demonio, y que aquel apóstol pasó su mano en la cabeza del poseído, y el diablo salió del cuerpo. Prosigue la parábola que el apóstol arrojó luego al demonio, justo en el momento en que pasaban unos cerdos, y que el diablo se alojó en uno de ellos... Yo no me lo creo, desde luego.

        -Te juro que no lo cuento por lo que me dijiste antes de lo del cerdo que se habría comido a Mahoma. 

       -Pero considero que, si las dos anécdotas hubieran sido verdad, seríais vosotros los que no deberíais comer jalufo. En cambio nosotros sí, de haber sido cierto que un cerdo se tragó a nuestro Profeta....

        -Anécdotas aparte, no hay duda de que a nivel de la calle hay mucho desconocimiento mutuo. Existe una incomunicabilidad generalizada que en charlas como ésta provoca, con o sin razón, que el musulmán se sienta "despreciado". Por eso tiende a "defenderse" y hasta a "acusar", produciendo cierta perplejidad en los interlocutores cristianos, quienes, a su vez, complican las cosas y así sucesivamente.

        -También es verdad que la historia está llena de hostilidades entre cristianos y musulmanes. No sólo en tiempos medievales, durante las cruzadas, sino también en épocas más recientes. Los árabes musulmanes estuvieron en España hasta hace cinco siglos y fueron expulsados dramáticamente, circunstancia que culminó con un próspero impulso expansivo hacia América. Es difícil, pues, para un historiador imparcial separar la expulsión de los musulmanes del esplendor que supuso el reinado católico.

        -Luego habría que recordar que, cuando Roma era ciudad sacra, los otomanos musulmanes arrancaron su capitalidad sobre el vasto imperio bajo sus dominios, trasformando para colmo a Constantinopla en capital del mundo musulmán. Los otomanos extendieron además su imperio por buena parte de la Europa cristiana, situación que duró hasta hace menos de un siglo.

        -Durante los largos años de dominio y resistencia, la religión de unos y otros era utilizada para impulsar las guerras. Quedó asociada a la enemistad entre los pueblos que, de hecho, lo era entre sus gobernantes. Pero todas estas son explicaciones históricas con fondo muchas veces político. 

        -Definir cómo son, de verdad, los musulmanes, en qué se diferencian de los demás y en qué se parecen... eso es ya otra cuestión.
 -
        -¿Qué me dices de las distintas lenguas que habla el pueblo musulmán?

        -Para empezar, hablar de un pueblo musulmán o de musulmanes en conjunto, sólo contribuye a aumentar la confusión. 

       -El Islam es la religión de una formidable diversidad de razas.

        -Un nigeriano nada tiene que ver con un ruso, ni un malayo con un mauritano, ni un egipcio con un chino musulmán, ni un sudanés con un indonesio. 

       -Agruparlos, pues, es un sólo montón sería tanto como meter en un mismo saco a los suecos, etíopes, bolivianos, griegos o canadienses, ya que todos son cristianos.

        -A esta diversidad de razas entre musulmanes, se añade la consiguiente variedad de culturas y lenguas. En efecto, únicamente en el caso de los árabes, que son sólo la quinta parte del total de musulmanes en el mundo, la lengua podría ser considerada un denominador común, aparte de la religión. Aun así habría que saber que un yemenita, por ejemplo, difícilmente podría entenderse en árabe con uno del interior de Marruecos, con toda la fuerte dosis de lengua bereber que enriquece pero domina su idioma.

        -Incluso en el caso de los árabes que, en teoría, tiene dos denominadores comunes -religión y lengua-, habría que recordar que pertenecen a razas diferentes. Sudán es considerado país árabe y musulmán. Sin embargo, su mitad sur es cristiana. Todos los sudaneses son negros o negroides, mientras que buena parte de los sirios son de origen fenicio. Lo mismo pasa con los egipcios, que tuvieron sus raíces remotas en la sedentaria civilización faraónica o con los jordanos, que buena parte son de origen beduino y errante.

        -Todo mucho más complicado de lo que me imaginaba.

        -Pues eso no es todo. Por añadidura, el Islam agrupa varias doctrinas diversas. Así tampoco son lo mismo los chiitas de Irán, que los sunnitas de Egipto, que los wahabitas de Arabia Saudí o que los alauitas de Marruecos, por sólo citar algunos ejemplos. es un caso parecido, si se quiere, al de los ortodoxos, protestantes, católicos y, apurando las cosas, al de los calvinistas, luteranos, etcétera, todos cristianos. Así que, del mismo modo en que un cristiano noruego nada absolutamente tiene que ver con un cristiano de Zimbabwe, tampoco se debería establecer un paralelismo rígido entre un musulmán pakistaní y otro argelino, o entre un persa y un somalí.

       -Con esto no se niega que todos practiquen el Islam como religión, recen de la misma manera, tengan los mismos temores al Juicio Final o alberguen las mismas esperanzas en éste. 

       -Más que de su religión -que se parece en muchos aspectos y difiere en otro de las grandes religiones monoteístas-, su exotismo debería derivar de sus culturas, de sus lenguas, de su forma de vestir y, si aplicamos criterios de estricta modernidad, de su modo de vida. 

       -El Islam es entonces un mundo polimorfo y heterogéneo absolutamente diferente del cristiano e incluso del occidental.
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