sábado, 6 de julio de 2019

Epístola


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EPÍSTOLA


-¿Qué es una EPÍSTOLA?

-EPÍSTOLA es sinónimo de carta. Es una forma de expresión escrita que se corresponde con un uso de lenguaje que se relaciona con la acción y la práctica, aunque también está profundamente relacionado con la literatura, tiene un sentido comunicativo altamente expresivo. El género epistolar emplea, por lo general, la primera y la segunda persona. La EPÍSTOLA puede ser entendida como una variante de la conversación oral en forma escrita, de ahí que el genero espistolar se caracterice por la espontaneidad y naturalidad; de una carta se puede inferir personalidades de los remitentes.

-¿Cómo se define EPÍSTOLA?  

-El término EPÍSTOLA cuenta con cuatro acepciones:

1.  Carta o misiva que se escribe a alguien.
2.  Parte de la misa, anterior al evangelio, en la que se lee o se canta algún pasaje de las EPÍSTOLAS canónicas.
3.  Escrito en prosa, real o ficticio, cultivado en la Antigüedad griega, así como en el Nuevo Testamento.
4.  Composición poética en forma de carta, en que el autor se dirige o finge dirigirse a una persona real o imaginaria, y cuyo fin suele ser moralizante, instructivo o satírico.

-¿De dónde proviene el término EPÍSTOLA?

-EPÍSTOLA (del griego: ἐπιστολή, epistolē) es un sinónimo de carta: un texto cuya función principal es la comunicación entre el remitente o emisor (el escritor que la redacta y envía) y el destinatario o receptor. El uso del término suele implicar un registro culto o un contexto literario (el género epistolar).

-¿Para qué sirven las EPÍSTOLAS? 

-Es una de la forma de comunicación más empleada en la historia de la humanidad. Es un medio escrito que se usa con fines prácticos y/o expresivos y de acuerdo al propósito comunicativo, existen diversos tipos de EPÍSTOLAS y cada una posee una estructura propia:

   EPÍSTOLA amistosa: según el grado de intimidad que se tenga con el destinatario, es la carta más espontánea, desenfadada y personal.
   EPÍSTOLA comercial: con estructura fija, estilo breve y cortés.
   EPÍSTOLA divulgativa: ya que el público al que va dirigido es amplio, casi siempre este tipo de carta es divulgada en medios masivos como los periódicos.
   EPÍSTOLA familiar: manifiesta afecto y cariño.
   EPÍSTOLA informativa: estilo directo y cortés, ausencia de fórmulas y palabras cariñosas. No se tutea, estructura fija. Se usa para comunicar decisiones, convocatorias, acuerdos, etc.
   EPÍSTOLA literaria: está inserta dentro de una obra literaria o puede haber una reunión de varias que conforma una obra, como el caso de Werther, de Goethe. Refleja los sentimientos y sensaciones de los personajes.
   EPÍSTOLA social: esta carta comunica eventos de interés común, de actos y participaciones.
   EPÍSTOLA de agradecimiento: es una carta formal y cortés que expresa gratitud y agradecimiento al destinatario.
   EPÍSTOLA de felicitación: se envía con la intención de felicitar por algún acontecimiento importante.
   EPÍSTOLA de pésame: se escribe para dar una voz de apoyo por el fallecimiento de alguien cercano al destinatario.

-¡Me gustaría que me des ejemplos de EPÍSTOLAS famosas de la historia!

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Ejemplo de epístola por Melchor Ocampo
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México a 23 de julio de 1859
A quienes fueran a contraer matrimonio
“El día designado para celebrar el matrimonio, ocurrirán los interesados al encargado del registro civil, y éste, asociado del alcalde del lugar y dos testigos más por parte de los contrayentes, preguntará a cada uno de ellos, expresándolo por su nombre, si es su voluntad unirse en matrimonio con el otro. Contestando ambos por la afirmativa, les leerá los artículos 1o., 2o., 3o. y 4o. de esta ley, y haciéndoles presente que formalizada ya la franca expresión del consentimiento y hecha la mutua tradición de las personas, queda perfecto y concluido el matrimonio, les manifestará:
Que éste es el único medio moral de fundar la familia, de conservar la especie y suplir las imperfecciones del individuo, que no puede bastarse así mismo para llegar a la perfección del género humano. Este no existe en la persona sola sino en la dualidad conyugal. Los casados deben ser y serán sagrados el uno para el otro, aún más de los que es cada uno para sí.
El hombre cuyas dotes sexuales, son principalmente el valor y la fuerza, debe dar y dará a la mujer protección, alimento y dirección; tratándola siempre como la parte más delicada, sensible y fina de sí mismo y con la magnanimidad y benevolencia generosa que el fuerte debe al débil, esencialmente cuando este débil se entrega a él y cuando por la sociedad, se le ha confiado.
La mujer cuyas principales dotes son, la abnegación, la belleza, la compasión, la perspicacia y ternura, debe de dar y darán al marido obediencia, agrado asistencia, consuelo y consejo, tratándolo siempre con la veneración que se debe de dar a la persona que nos apoya y defiende y con la delicadeza de quien no quiere exasperar la parte brusca irritable y dura de sí mismo.
El uno y el otro se deben y tendrán respeto, diferencia, fidelidad, confianza y ternura, y ambos procurarán que lo que el uno no esperaba del otro al unirse con él no vayan a desmentirse con la unión. Ambos deben prudenciar y atenuar sus faltas. Nunca se dirán injurias porque las injurias entre casados deshonran al que las vierte y prueba su falta de tino o de cordura en la elección, ni mucho menos maltratarán de obra porque es villano y cobarde abusar de la fuerza.
Ambos deben prepararse con el estudio y amistosa mutua corrección de sus defectos a la suprema magistratura de padres de familia, para que cuando lleguen a serlo, sus hijos encuentren el buen ejemplo y una conducta digna de servirles de modelo. La doctrina que inspiren a estos tiernos y amados lazos de sus afectos hará suerte próspera o adversa; y la felicidad o desventura de los hijos será la recompensa o el castigo, la ventura o desdicha de los padres.
La sociedad bendice, considera y alaba a los buenos padres, por el gran bien que le hacen dándole buenos y cumplidos ciudadanos y la misma censura y desprecia debidamente los que por el abandono, por mal entendido cariño, o por su mal ejemplo, corrompen el depósito sagrado que la naturaleza les confió concediéndoles tales hijos. Y por último cuando la sociedad ve que tales personas no merecían ser elevados a la dignidad de padres sino que sólo debían haber vivido sujetas a tutela, como incapaces de conducirse dignamente, se duele de haber consagrado con su autoridad, la unión de un hombre y una mujer que no han sabido ser libres y dirigirse por sí mismos hacia el bien.”
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Ejemplo de epístola de san Pablo a Filemón.
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A Nuestro hermano, a Filemón, nuestro querido
compañero de trabajo, a nuestra hermana Apia,
a Arquipo, fiel compañero en nuestras luchas,
y a toda la comunidad que se reúne en su casa:
“Tengan gracia y paz de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús el Señor. Doy gracias sin cesar a mi Dios, al recordarte en mis oraciones, pues oigo alabar el amor y la fe que te animan, tanto hacia el Señor como en beneficio de los santos. Ojalá esa fe se vea en las obras y manifieste todo lo bueno que tenemos en Cristo. Pues tuve mucho gozo y consuelo al tener noticias de tu caridad, ya que nuestros hermanos se sienten confortados por ti. Por eso, aunque tengo en Cristo plena libertad para ordenarte lo que tendrías que hacer, prefiero pedírtelo por amor. El rogante es Pablo, ya anciano, y ahora preso por Cristo Jesús, y la petición es para mi hijo Onésimo, a quien transmití la vida mientras estaba preso. Este Onésimo por un tiempo no te fue útil, pero ahora te va a ser muy útil, como lo ha sido para mí. Te lo devuelvo; recibe en su persona mi propio corazón. Hubiera deseado retenerlo a mi lado, para que me sirviera en tu lugar, mientras estoy preso por el Evangelio. Pero no quise hacer nada sin tu acuerdo, ni imponerte una obra buena, sino dejar que la hagas libremente. A lo mejor Onésimo te fue quitado por un momento para que lo ganes para la eternidad. Ya no será esclavo, sino algo mucho mejor, pues ha pasado a ser para mí un hermano muy querido, y lo será mucho más todavía para ti. Por eso, en vista de la comunión que existe entre ti y yo, recíbelo como si fuera yo. Y si te ha perjudicado o te debe algo, cárgalo en mi cuenta.
Yo, Pablo, lo escribo y firmo de mi propia mano; yo te lo pagaré.
 Sin hablar de la deuda que tienes conmigo, y que eres tú mismo. Vamos, hermano, espero de ti este servicio en el Señor; reconfórtame en Cristo. Te escribo con plena confianza en tu docilidad; sé qué harás mucho más de lo que te pido. Además, prepárame alojamiento, pues, gracias a la oración de todos ustedes, espero serles devuelto. Te saluda Epafras, mi compañero de cautividad en Cristo Jesús, y también Marcos, Aristarco, Demás y Lucas, mis ayudantes. Que la gracia de Cristo Jesús, el Señor, esté con ustedes”.
Amén.
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Ejemplo de epístola SOBRE LOS PRESBITERIANOS
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La religión anglicana no se extiende más que por Inglaterra e Irlanda.
“El presbiterianismo es la religión dominante en Escocia. Ese presbiterianismo no es
otra cosa más que el calvinismo puro, tal como había sido establecido en Francia y
subsiste en Ginebra”.
«Como los sacerdotes de esta secta no reciben de sus Iglesias más que diez diezmos muy mediocres y, por consecuencia, no pueden vivir con el mismo lujo de los obispos, han adoptado el natural partido de clamar contra los honores que no pueden alcanzar. Figuraos al orgulloso Diógenes que pisoteaba el orgullo de Platón: los presbiterianos de Escocia no dejan de parecerse a ese orgulloso y pordiosero razonador. Trataron al rey Carlos II con menos miramientos que los usados por Diógenes con Alejandro. Pues cuando tomaron las armas a su favor contra Cronwell, que les había engañado, infligieron a ese pobre rey cuatro sermones diarios; le prohibieron jugar; le ponían penitencias; hasta el punto de que Carlos se cansó pronto de ser el rey de esos pedantes y se escapó de sus manos, como un escolar se escapa del colegio. Comparado con un joven y vivo bachiller (francés), vociferando por la mañana en las Escuelas de Teología, y por la tarde cantando con las señoras, un teólogo anglicano es un Catón; pero ese Catón parece un galanteador ante un presbiteriano escocés. Este último afecta un paso grave, un aire enojado, lleva un vasto sombrero, una largo abrigo encima de un traje corto, predica con la nariz y da el nombre de prostituta de Babilonia a todas las Iglesias en las que algunos eclesiásticos son lo suficientemente suertudos como para tener cincuenta mil libras de renta, y en las que el pueblo es lo suficientemente bueno como para aguantarlo y llamarles Monseñor, Vuestra Grandeza, Vuestra Eminencia. Estos señores, que tienen también algunas iglesias en Inglaterra, han puesto de moda los aires graves y severos en ese país. A ellos se debe la santificación del domingo en los tres reinos; esos días está prohibido trabajar y divertirse, lo que es el doble de la severidad de las iglesias católicas; no hay ópera, no hay comedias, no hay conciertos en Londres el domingo; incluso las cartas están tan expresamente prohibidas que sólo la gente de calidad y lo que se llama gente honrada juegan ese día. El resto de la noción va al sermón, al cabaret y a casa de las mujeres de vida alegre. Aunque la secta episcopal y la presbiteriana sean las dos dominantes en Gran Bretaña, todas las otras son bien venidas y viven bastante bien juntas, mientras que la mayor parte de sus predicadores se detestan recíprocamente con casi tanta cordialidad como un jansenista maldice a un jesuita».
Entrad en la Bolsa de Londres, ese lugar más respetable que muchas cortes; allí veréis reunidos a los diputados de todas las naciones para la utilidad de los hombres. Allí el judío, el mahometano y el cristiano tratan el uno con el otro como si fuesen de la misma religión, y no dan el nombre de infieles más que a los que hacen bancarrota; allí, el presbiteriano se fía del anabaptista, y el anglicano recibe la promesa del cuáquero. A la salida de esas pacíficas y libres asambleas, los unos se van a la sinagoga y los otros a beber; éste se va a hacerse bautizar en una gran cuba en nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo; aquél hace cortar el prepucio de su hijo y hace farfullar sobre el niño palabras hebraicas que no entiende; esos otros se van a su iglesia a esperar la inspiración de Dios, con el sombrero en la cabeza, y todos están contentos.
 Si no hubiese en Inglaterra más que una religión, sería de temer el despotismo; si hubiese dos, se cortarían mutuamente el cuello; pero como hay treinta, viven en paz y felices”.
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Ejemplos de epístola
Fragmento de CARTAS A MILENA (Franz Kafka)
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Estimada Frau Mílena:
Le escribí unas líneas desde Praga y luego desde Merano. No ha habido respuesta. Por supuesto, esas líneas no exigían contestación inmediata y si su silencio no es más que señal de una relativa bienaventuranza -lo cual con frecuencia se traduce en una cierta resistencia a escribir- me doy por satisfecho. Pero también existe la posibilidad -y por eso le escribo- de que en mis líneas la haya herido de alguna manera. ¡Qué torpe sería mi mano, contra toda mi voluntad, si ése fuera el caso! O bien -y eso sería mucho peor por cierto- que ese momento de sereno respiro, al cual usted aludía, haya pasado y una vez más se inicie una mala época para usted.
Acerca de la primera posibilidad no sé qué decir. ¡Es algo tan ajeno a mí y lo demás me toca tan de cerca! Respecto a la segunda posibilidad no le brindaré consejos -¿cómo podría aconsejarla yo?-; me limitaré a formularle una pregunta: ¿Por qué no abandona Viena por un tiempo? ¿Usted no carece de asilo como otra gente? ¿No extraería nuevas fuerzas de una estadía en Bohemia? Y, si por razones que yo desconozco, no quisiera visitar Bohemia, podría viajar a algún otro lugar. Quizás incluso Merano sea conveniente. ¿Lo conoce?
De modo que espero dos cosas. La continuación de su silencio, lo cual significa: «No hay razón para preocuparse, me va bastante bien.» O bien unas pocas líneas.
Afectuosamente Kafka
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He advertido, de pronto, que en realidad no recuerdo su rostro en detalle. Sólo creo ver aún su figura, su vestido, mientras usted se alejaba entre las mesas del café.
Estimada Frau Mílena:
Usted se afana por la traducción en medio de ese sombrío mundo vienés. De alguna manera, eso me conmueve y me avergüenza. Supongo que ya ha recibido una carta de Wolff  por lo menos, ya hace algún tiempo que él me escribió mencionándome esa carta. La novela corta Asesino, que según dicen aparece anunciada en un catálogo, no me pertenece. Es un error. Pero como, al parecer, es la mejor, quizá no se trate de un error, después de todo.
De acuerdo con su última y penúltima carta, el desasosiego y la preocupación parecerían haberla abandonado en forma definitiva. Sin duda eso también alcanza a su marido. ¡No sabe hasta qué punto se lo deseo a ambos! Recuerdo una tarde de domingo hace años: yo me arrastraba por el Franzensquai, asiéndome de las paredes, cuando me crucé con su marido, quien marchaba en condiciones no mucho más brillantes: dos expertos en dolores de cabeza, aunque cada uno a su manera. No recuerdo ya si continuamos la marcha juntos o si cada cual siguió su rumbo. La diferencia entre ambas posibilidades no habría sido muy grande. Pero eso ya pasó y debe permanecer hundido en el pasado. ¿Lo pasa bien en su casa?
Afectuosos saludos
Suyo, Kafka
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Estimada Frau Mílena:
Acaba de cesar una lluvia que se prolongó por espacio de dos días y una noche. Es probable que sólo se haya detenido por un rato, pero de todas maneras es un acontecimiento digno de ser celebrado. Y eso es lo que estoy haciendo al escribirle. Sin embargo, hasta la lluvia era soportable, porque aquí uno está en el extranjero, extranjero sólo en cierta medida, pero con todo hace bien al corazón. Si mi impresión fue correcta (un pequeño encuentro aislado, semimudo, parecería ser inagotable en el recuerdo), usted también disfrutaba de la sensación de ser extranjera en Viena, aunque más tarde las circunstancias generales hayan ensombrecido ese placer. Pero ¿no disfrutó usted de lo desconocido como tal? (Cosa que, dicho sea de paso, puede ser un mal síntoma, un síntoma que no debería presentarse.)
Yo lo paso bastante bien aquí. Difícilmente pueda el cuerpo mortal soportar más cuidados. El balcón de mi pieza está inmerso en un jardín rodeado, desbordado de arbustos en flor (la vegetación es muy curiosa aquí: con una temperatura que en Praga casi congelaría los charcos, ante mi balcón comienzan a abrirse las flores) y expuesto por completo al sol (mejor dicho, a un cielo densamente nublado, desde hace casi una semana). Me visitan lagartijas y pájaros, parejas desparejas. ¡Me gustaría tanto que viniera a Merano! Hace poco me hablaba usted, en una carta, de atmósfera irrespirable. La imagen y el sentido están muy próximos en ese caso y ambos podrían mejorar un poco aquí.
Con los más afectuosos saludos
Suyo, F. Kafka
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