sábado, 21 de noviembre de 2020

Perro Xoloitzcuitli (1)

 


   
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PERRO XOLOITZCUINTLI (1)
  

          Parece mentira que muchas personas no tengan el interés suficiente por conocer y preservar la maravillosa herencia legada por nuestros ancestros y este artículo tiene como fin el tratar de una de estas herencias, la única herencia viva: me refiero al perro mexicano por antonomasia: El XOLOITZCUINTLI.

          Casi nadie sabe gran casa en torno a esta raza canina, aun los aficionados mexicanos a los perros saben muy poco acerca de ella.

        El XOLOITZCUINTLI representa el perro mexicano por excelencia ya que ha ocupado sus escenarios históricos durante miles de años y tuvo importancia desde los puntos de vista social, religioso, económico y médico.

        El XOLOITZCUINTLI tiene como una de sus características el de ser lampiño, sin embargo se han encontrado perros pelones no sólo en México, sino también en ciertas islas del Caribe, en Perú -donde se le conoce como Chino-, en Paraguay -donde se le conoce como Yagua-, en el Brasil, en la Argentina -donde se le conoce como Pila-, en Manchuria -donde se le conoce como Tai-Tai-, en la India -donde se le conoce como Rampur-, en Turquía, en Etiopía -donde se le conoce como perro de arena africano-, y en el Zaire. Por lo tanto resulta interesante saber su origen.
      

          Hace unos 15 millones de años existió un animalito conocido por los paleontólogos con el nombre de Miacis, y que con el tiempo evolucionó convirtiéndose en otro conocido con el nombre de Tumarctus, que a su vez es el ancestro directo del Canis familiaris, de donde provienen todos nuestros perros actuales, incluyendo al XOLOITZCUINTLI.

          Restos fósiles del Tomarctus, o sea la especie canina salvaje, no aparece en ninguna parte del remoto pasado de nuestro continente.

          El Canis familiaris evolucionó en Asia, dando por resultado el Canis domesticus el cual se difundió al resto del mundo.

          Se han encontrado restos fósiles, indiscutiblemente clasificados como Canis domesticus en diversas regiones del continente americano, desde el extremo norte hasta el otro extremo en las costas antárticas de la Tierra del Fuego en América del Sur.

          De lo cual se concluye que estos perros vinieron acompañando al hombre en sus emigraciones a través del Estrecho de Behring que, al congelarse en ciertas temporadas, permitieron el tránsito del hombre desde Siberia hasta nuestro continente.

          Se cree que las primeras migraciones ocurrieron hará unos 20,000 años.

        En síntesis, el perro pelón mexicano es una forma peculiar del Canis domesticus cuyos ancestros provinieron de Asia desde tiempos muy remotos.


          En las regiones que ahora constituyen los estados de Colima, Nayarit, Jalisco, Michoacán y Guanajuato estaban pobladas por diversas razas indígenas que compartían expresiones artísticas parecidas entre sí, también: tenían ciertas afinidades culturales y lingüísticas por lo que existen similitudes entre las piezas de cerámica encontradas en las diversas regiones. 

        Produjeron figuras de piedra y de barro que representan al XOLOITZCUINTLI.  

        Estas piezas representan perros gorditos que pueden considerarse como de una gordura alegre, muchos de ellos parecen estar sonrientes. Algunos no excluyen cierto sentido humorístico sencillo. 

        Otra razón adicional puede ser el que fueran perros cebados, pues eran considerados por los aborígenes como verdaderas delicadezas al paladar.

          Acostumbraban engordar a sus perros tal como ahora se engordan otros animales en todo el mundo para el mismo fin, o sea para comerlos.

        Se sabe que a los mismos españoles, a su llegada, les atizaba la gula y sentían con esa carne suavidad y gusto especialísimo. La consideraban tan agradable y delicada como la de los lechones.

        El hecho de que el antiguo México comiera al XOLOITZCUINTLI no significa que lo menospreciara, ya que por encima de todo pensaba en la doble manera de compañía que de este animal podía esperar.

        Además de tenerlo en casa sería fiel acompañante y guía en las regiones oscuras en el mas allá. Es decir su fidelidad se prolongaba hasta después de la muerte.

        Otro aspecto interesante y curioso a la vez, era su empleo con fines curativos.

        El XOLOITZCUINTLI, tiene una temperatura de aproximadamente 40 grados celcios, y al no tener pelo que pudiera dar acogida a las pulgas, lo dota de cualidades muy deseables para acompañar al hombre en su lecho. Se creía que protegían contra enfermedades tales como el reumatismo, el asma, y aun el catarro.

        Creencias similares subsisten hasta nuestros días: 

        En el Estado de Guerrero, hay quienes lo llaman perro "para la reuma".

        Existe la creencia entre algunos habitantes de la región de Mazatlán, en el Estado de Sinaloa, que cuando se coloca uno de estos perros en el lugar donde se padece algún dolor, éste pronto desaparece, y el tratamiento constituye la curación más rápida, aun para dolores del estómago.

        En las regiones costeñas de México, se les atribuyen propiedades curativas tales como la prevención del paludismo o malaria a las personas entre las cuales vive.

        En fin, realmente nuestros ancestros indígenas debieron creer, con más firmeza, nuestro concepto contemporáneo de los perros: 

        ¡Son los mejores compañeros del hombre en todas las circunstancias!

        Otra característica particular de este perro, es su dentadura, pues es diferente a la de las demás razas caninas, ya que no tienen los tres premolares.

        Durante siglos, estos perros han sido casi vegetarianos, nutriéndose por lo general con tortillas, mazorcas, desperdicios y plátanos.

        Cuando se les da una dieta de carne, responden en seguida, poniéndose más robustos y con más vivacidad. Sin embargo, a causa de su dentición deficiente no pueden aprovechar los huesos que se da a otros perros. Los huesos pequeños, pedazos de carne sin hueso, o carne picada contribuyen a la salud y desarrollo deseables de un XOLOITZCUINTLI.

        En realidad el XOLOITZCUINTLI no es completamente pelón, tiene a veces un mechón sobre la cabeza, constituido por unos cuantos pelos. También tienen pelos en la extremidad de la cola y algunos aislados en las patas.

        No jadean como los demás perros, sino que sudan como las personas.

        La pigmentación de la piel es por lo general de color gris pizarra o bronce oscuro, a veces con manchas despigmentadas que se ven de color rosado.

          Las uñas son negras en los de color gris pizarra y blancas en los de color bronce oscuro.

        Las orejas las llevan erectas, parecidas a las del Bull Terrier, aunque algunos nunca las paran.

        Es una experiencia agradable el ver correr a un XOLOITZCUINTLI, es grácil y ligero como un venadito.  

        Cuando ve uno a los XOLOITZCUINTLI en las exposiciones caninas los ve uno siempre con correa, pues está prohibido el que anden libres.

          Así como el French Poodle, el XOLOITZCUINTLI tiene tres tamaños: hay grande, mediano y pequeño, aunque parece que el último, al cual se le denomina con el nombre de Tepeizcuintle, está a punto de extinguirse.

        No debe confundirse al XOLOITZCUINTLI miniatura con el llamado por el American Kennel Club, desde el año de 1933, Mexican Hairless Dog, que fue creado a partir del XOLOITZCUINTLI cruzado con Chihuahuas, Toy Manchester Terriers y otros tipos caninos de estatura pequeña, que de ninguna manera representa al armonioso e inteligente perro autóctono de México con un fantástico pasado.
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