A las tradicionales víctimas del Ku Klux Klan, negros, judíos y católicos, se suman ahora los hispanos.
De todos los movimientos racistas y violentos que hay en los Estados Unidos ninguno ha llegado nunca a tener el morbo de los encapuchados del Ku Klux Klan (KKK).
Cuando la prensa publica fotografías de los enmascarados, muy poca gente puede creer que el Klan esté vivo y siga abogando por la violencia y por la lucha contra negros, judíos, católicos y afiliados a sindicatos con el mismo lenguaje feroz de sus mejores tiempos.
Pero, además, ahora el Klan ha iniciado una ofensiva contra los hispanos, principalmente por considerarlos peligrosos competidores en el mercado de trabajo.
En el estado de Georgia, por ejemplo, se han multiplicado los actos de violencia contra los inmigrantes mexicanos y centroamericanos que trabajan en la industria avícola.
“La inmigración masiva de hispanos los ha puesto en estado de alerta”, asegura un portavoz de la Liga Nacional Anti Klan de Atlanta. “Se sospecha que ellos están detrás del English Only (Sólo Inglés), movimiento contrario al creciente bilingüismo del país, para combatir la influencia de los mexicanos y chicanos de California”.
El Klan siempre ha luchado contra las minorías que competían por los puestos de trabajo con los blancos de clase más humilde (principal estrato social de reclutamiento del KKK). El fuerte crecimiento demográfico de los hispanos ha reavivado la violencia xenófoba de la organización que se vuelca ahora contra esa comunidad.
Lo que parece impensable es que una pequeña célula de incondicionales del KKK continué oculta en cada ciudad hostigando sin cesar a la espera de mejores tiempos. Esto demuestra que el Klan es una organización de estructura familiar y hereditaria donde la afiliación es colectiva y se transmite de padres a hijos.
En sus tiempos gloriosos, tras la Guerra de Secesión, el Ku Klux Klan sembró el terror entre los negros del sur de los Estados Unidos. El movimiento fue fundado en 1865 por veteranos de la Confederación sureña con la misión de luchar contra la “Reconstrucción”, la campaña con que Washington pretendía poner fin a las diferencias entre el norte y el sur del país tras la liberación de los esclavos. La “supremacía del poder blanco” recurrió al linchamiento, asesinato y tortura de los negros para que éstos y el país entero escucharan su mensaje: en los Estados Unidos debe reinar la raza blanca “pura”.
La Era Dorada del KKK
El Klan entró en su “era dorada” en 1915 tras el estreno de la película de David Wark Griffith ”El Nacimiento de una Nación”, en la que se exalta al Klan como una organización libre y caballerosa. Con el éxito popular que el filme le proporcionó, el KKK se convirtió en una poderosa organización política con seis millones de afiliados. Varios gobernadores e, incluso, un senador, se dejaban ver en público vistiendo las túnicas con la insignia del Gran Visir del Imperio. En los años 60, cuando los movimientos en pro de los derechos civiles alcanzaron su apogeo, el KKK renació. Incitado por los avances de los negros, el Klan desató una campaña de violencia sin precedentes.
Últimamente, el Klan se debate entre la ruina económica, un cambio de imagen a manos de David Duke, la posibilidad de dejarse llevar por los vientos favorables del racismo instigado desde la misma presidencia norteamericana y la oportunidad de compartir el fanatismo violento con grupos como los neonazis skinheads (cabezas rapadas) y organizaciones arias y cristianas de ultraderecha.
En el terreno económico, el Klan sufrió el mayor tropezón de su historia a raíz de uno de sus linchamientos de negros ocurrida en la ciudad de Mobile, Alabama, en 1981. Dos miembros del Klan apalearon y ahorcaron a Michael Donald, un negro de 19 años, para vengar la decisión de un jurado de la ciudad que había absuelto a un negro del asesinato de un policía blanco. Cuando terminó el juicio, en el que los asesinos fueron condenados a 30 años de cárcel, Morris Dees, abogado de una organización en pro de los derechos civiles del sur, decidió demandar a la Unión de Klanes de América como corporación responsable de éste y otros crímenes por su continúa incitación a la violencia de sus afiliados.
Dees pudo demostrar que los asesinos de Donald y los de muchos pobres desgraciados habían sido incitados a cometer actos violentos contra la raza negra en reuniones del KKK. Dees gano el pleito. Por primera vez, el Ku Klux Klan tuvo que compensar a una de sus víctimas con la suma de siete millones de dólares. El Klan tuvo que vender los edificios de sus cuarteles generales en distintas ciudades para entregar los fondos a la madre de Donald. A partir de este éxito, el Centro Legal de Pobres del Sur, al que pertenece Dees, ha aplicado la misma medida a todos los juicios en los que se ha podido demostrar que el Klan era responsable de crímenes y atropellos.
En medio de tantas vicisitudes, la organización ha recibido con inmensa alegría la llegada de un divo a sus filas. David Duke sorprendió al país al irrumpir en la política en 1989 y presentarse como candidato por el Partido Republicano (en el poder) a las elecciones para el Senado en 1990. Era tal el horror que sintieron los consejeros de imagen presidencial al ver que se les colaba un miembro del KKK en sus filas que el mismo ex presidente Ronald Reagan intervino para aconsejar a los habitantes del estado que no votaran por él. Duke perdió las elecciones para senador –aunque obtuvo un significativo 60% del voto blanco-, pero consiguió ganar un escaño en el parlamento local desde donde realiza su labor de proselitismo para una nueva rama de su creación que lleva el nombre de “Los Caballeros del KKK”. A sus 40 años, Duke ha conseguido la perfecta imagen del macho ario, después de varias operaciones de estética facial y unas buenas sesiones de pesas en un gimnasio. Su lenguaje es suave y actual. Nada de insultos ni improperios o amenazas, sino racismo sutil.
Un ojo de Washington está siempre mirando hacia Duke. Este no desperdicia ninguna oportunidad. Cuando en las elecciones presidenciales de 1989, el presidente George Bush recurrió a un anuncio racista para atacar la política liberal de su rival demócrata, Michael Dukakis, Duke estaba al quite. “¿Ven ustedes? Hasta el mismo presidente me da la razón”, declaró.
A la llamada modernización lanzada por David Duke, un sector del Klan se ha cambiado la capucha por una tarjeta de visita y tienen modales de vendedores a domicilio. Sin embargo, cuando el Klan sale para manifestarse delante del Congreso y la Casa Blanca, el gran brujo y sus seguidores retoman sus hábitos blancos y la capucha. En su última visita a Washington, el Klan se dio cuenta de que la población negra –un 70% en la capital- y sus fuertes organizaciones antirracistas estuvieron a punto de liquidarlos. La Policía, que es negra en la misma proporción, tuvo que actuar con el máximo autocontrol para no cargar contra los manifestantes.
La nueva ola del KKK practica novedosas tácticas de reclutamiento. El reverendo Thomas Robb, gran brujo de Arkansas, está construyendo un centro de recreo para organizar vacaciones familiares donde aleccionará a niños y abuelitos con la filosofía y prácticas del racismo más puro.
El KKK es un modelo de machismo elevado a la quinta potencia. La mujer del klanman (hombre del Klan) es simplemente una sierva a sus órdenes, cuya misión en este mundo es reproducir la raza aria y darle un buen servicio. “La mujer que se desvía en su comportamiento –dice el manual de la organización- debe ser sometida al guante”. Esta práctica consiste en hacer circular a la mujer desnuda por un pasillo formado por mujeres del Klan que golpean a la pecadora con sartenes y rodillos. El castigo por contraer matrimonio con un ser de otra raza, según el manual, es la muerte. Todas las normas y regulaciones del KKK tienen una mezcla de barbarie con grandes dosis de militarismo y mafia. A los superiores se les da el trato de “su majestad”. Existe una jerarquía de cargos con nombres pintorescos: el gran brujo imperial es el gran jefe del imperio invisible, el gran dragón es el jefe del gobierno. El gran titán es el jefe provincial asistido por las 12 furias. Los principios y regulaciones de la organización se encuentran recopilados en el libro sagrado del Klorán cuyo lema es “karákter, honor y deber” y bajo ningún concepto deben llevarlo los klanmen encima para evitar que caiga en manos del enemigo.
Los formularios para ingresar en la orden del Klan están redactados de esta manera: “A su majestad, el brujo imperial, yo…., nativo de este país, ciudadano fiel y leal de los Estados Unidos, hombre, de raza blanca, gentil, persona de hábitos moderados, de mente sana y creyente en los principios de la religión cristiana, en el mantenimiento de la supremacía blanca y en los principios del más puro americanismo, con el máximo respeto solicito la entrada al KKK”.
La mayor parte de los miembros del Klan se reclutan entre la clase obrera, de poca educación y fe ciega en la fuerza bruta, la intimidación y las armas de fuego. Doug Seymour, un policía californiano que se infiltró en el KKK para conseguir información compara el funcionamiento de la organización al de las tradicionales estructuras del crímen organizado.
En el panorama actual de los grupos que promueven el odio violento contra otras razas y religiones en los Estados Unidos, el KKK aporta el sello de la tradición y el historial de la sangre derramada. Otras organizaciones han ido surgiendo para aportar su granito de arena. La sociedad de John Birch se fundó para combatir el comunismo internacional e incluye a los más extremistas de la derecha. La Iglesia de Identidad Cristiana cree que los arios son el pueblo escogido de Dios, que Jesucristo nació en el norte de Europa y que la Biblia justifica la violencia contra los impuros. Naciones Arias es un grupo paramilitar con conexiones internacionales que aboga por la supremacía del hombre blanco.
En abril de 1990, el presidente George Bush firmó una ley para combatir a estos grupos que practican la violencia en los Estados Unidos por la que se autoriza a la Suprema Corte de Justicia a clasificar los crímenes que se comentan en razón del sexo, la raza o la religión de una persona. Con esta maniobra el Congreso pretende hacerse con información suficiente para combatir la plaga. Sin embargo, los avances de la tecnología están conviertiendo este proyecto en una misión imposible. El KKK y sus correligionarios se están infiltrando en las emisoras locales de televisión, llegan a los hogares por medio del correo electrónico o los aparatos de fax. El teléfono también es un arma eficaz para difamar a los judíos, negros, hispanos y homosexuales.
El lenguaje de los “kónclaves” del Klan sigue siendo incendiario: “Estos negros bastardos se están pasando”, declaró el gran titán Ransome en una reunión. “Tendremos que empezar a repartir latigazos. Si es necesario, los lincharemos”. La audiencia prorrumpió en aplausos. Se trataba el tema de las familias negras que osan desplazarse a vivir en barrios de blancos. “Dios creó al hombre blanco superior y es intolerable que estas razas inferiores intente arrastrarnos a su nivel”. Más aplausos. El kónclave terminó con una pregunta del halcón de noche: ”¿Alguien sabe de dónde viene el nombre Ku Klux
Klan?”
“Del ruido de cargar un fusil”, contestó uno de los presentes.
“De kill-kill-kill” (matar, en inglés), dijo otro.
El halcón se rió ”no es mala idea –replicó-. Pero la verdad viene de los clanes escoceses que quemaban grandes cruces cuando se acercaba el enemigo”.
Al acabar advirtió: “Quien entra en el Klan nunca puede salir de él”.
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Artículo de Charo Quezada
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