jueves, 13 de agosto de 2009

El Aborto: Justificción y Límites

Carlos Tello Díaz

La iniciativa de reforma al Código Penal del Distrito Federal para incluir una nueva causal en materia de aborto será discutida durante estos días en las comisiones de Salud, de Equidad y género y de Justicia, para ser votada más tarde en el pleno de la Asamblea Legislativa.
Existen hasta hoy tres causas que hacen legal el aborto en el Distrito Federal:
a) la violación,
b) la malformación del feto y
c) la amenaza a la vida de la madre.
Fuera de ellas, el aborto es un crimen castigado con una pena que va de uno a tres años de prisión.
La Asamblea debate una causa más para no castigarlo: la del "daño al proyecto de vida de la mujer", con una restricción: que la interrupción del embaraqzo ocurra antes de las 12 semanas de gestación.
América Latina es la región donde se realizan más abortos, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud.
Es también, paradójicamente, la que posee las leyes más restrictivas en relación con este tema.
Alrededor de 25% de la población mundial vive en países donde el aborto está prohibido en términos generales, permitido sólo para salvar la vida de la mujer.
Prácticamente todas las naciones latinoamericanas están en esta categóría, y dos de ellas son las únicas del planeta que tienen una prohibición total de esa práctica, incluso si peligra la vida de la madre: Chile y El Salvador (y, hasta hace muy poco, Colombia).
Al mismo tiempo, los países con las menores tasas de abortos son los europeos, donde el aborto es legal.
Esos países reúnen condiciones que hacen que las mujeres que no deseen tener un hijo, no se embaracen: protección social, educación sexual y un fácil acceso a los distintos métodos anticonceptivos.
(En Francia, por ejemplo, ocurren 220 mil abortos al año; en Argentina, con una población menor, hay más de 500 mil.)
La experiencia muestra que la penalización no evita los abortos.
No los evita, sino los vuelve clandestinos -o sea, los convierte en un problema de salud pública y de justicia social.
Pues es un problema de salud pública la magnitud de muertes de mujeres que se practican abortos en condiciones inseguras, y es un problema de justicia social el acceso diferenciado a la atención de la salud que tienen las mujeres que pertenecen a distintas clases sociales.
Aún así, el tema es especialmente complejo, por sus connotaciones morales, legales, médicas, religiosas y psicológicas.
No siempre lo fue.
En un libro traducido hace unos años al español, Historia del aborto, la jurista italiana Gabriela de Cicco traza la historia de dicha práctica.
En la antigüedad, dice, "el aborto era fundamentalmente una cuestión de mujeres, así como también lo eran la gravidez y el parto".
El feto era considerado una especie de apéndice del cuerpo de la madre: portivo vicerum matris.
Así, a pesar de estar prohibido por algunas religiones (en concreto la cristiana), el aborto no era ilegal.
En el siglo XVIII, sin embargo, el feto adquirió identidad con los descubrimientos de la ciencia y, a partir de la revolución Francesa, el Estado decidió privilegiar la vida del "futuro ciudadano, trabajador y soldado, con respecto a la de la madre".
Francia fue, en efecto, el primer país en prohibir el aborto: en 1810.
El resto de Europa adoptó medidas similares, vigentes a lo largo del siglo XIX y durante la mayor parte del XX.
La penalización del aborto comenzó a ser revertida durante la segunda mitad del siglo XX.
En algunas partes fue producto de una decisión del Estado (fue legalizado desde 1920 en la URSS y, a partir de 1945, en varios países de Europa del Este).
En otros fue resultado de la fuerza que adquierieron en la sociedad las razones persuasivas y poderosas del movimiento feminista (sobre todo en Inglaterra y Francia).
Los que lo despenalizaron por decreto, los socialistas, lo hicieron como una forma de control demográfico.
Cuba pertenece a este grupo.
El aborto, ahí, fue legalizado en 1965, poco después del triunfo de la Revolución.
En Cuba, hoy, la mujer tiene derecho a solicitarlo en las instituciones especializadas, sin otro argumento que la decisión personal sobre su cuerpo.
La única limitante para acceder a este servicio, que es gratuito, es no tener más de 12 semanas de embarazo.
Según una encuesta reciente, cerca de la mitad de las cubanas entre 15 y 19 años han tenido al menos un aborto en sus vidas.
El aborto es una forma de control de la natalidad en Cuba.
No lo debe ser.
Este es, en mi opinión, el primer límite que le debemos poner a su despenalización.
El segundo es quizá más importante: tiene que ver con el tiempo de la gestación, que determina la diferencia entre un óvulo fertilizado, un embrión, un feto y un bebé.
En Francia, en 1975, la Ley Veil (Simone Veil era entonces ministra de Salud) lo despenalilzó sin otro requisito que la solicitud de la mujer, hasta las 10 semanas de embarazo.
Tuvo que pasar un cuarto de siglo, lleno de discusiones informales y detallas, para que en 2001 esa legislación fuera reformada con el fin de extender el período hasta las 12 semanas de embarazo (como en Alemania).
En Inglaterra, por el contrario, ocurrió una cosa muy distinta. La ley autoriza el aborto desde 1967, mucho antes que otras naciones, y es legal abortar -resulta incréible- hasta las 24 semanas de embarazo.
Se practican allí alrededor de 180 mil abortos anuales, cerca de 8 mil a mujeres con más de 18 semanas de embarazo, y de ellas unas 2 mil tienen de 22 a 24 semanas embarazadas. Casi seis meses de embarazo.
La consecuencia es invevitable: un promedio de 50 bebés sobreviven, año con año, a un aborto fallido, para vivir o morir fuera del vientre materno.
Los llamo babés pues creo que, a los seis meses, son eso: bebés.
Es un escándalo que los ingleses discuten ya publicamente.
Existe en ese país una corriente de opinión muy poderosa, agrupada en torno delmovimiento Alive and Kicking,
para modificar dicha legislación, que ha tomado fuerza en estas últimas semanas, luego de que en febrero de 2007 nacieron en Miami la bebita más prematura del mundo, con apenas 22 swemanas de gestación (pesó 284 gramos y midió 24 centimetros)
No era ya un feto: era un bebé. Por eso es tan importante determinar con precisión la edad de gestación a partir de la cual no puede ya ser permitida la interrupción del embarazo.
Así lo dijo hace poco en entrevista para el Telegraph uno de los ginecólogos más prominentes de Inglaterra:
"Me parece ilógico que, en salas adjacentes, un médico luche por salvar a un bebé nacido a las 23 semanas de embarazo mientras su colega aborta a un niño saludable que tiene el mismo tiempo de gestación".
Es más que ilógico: es escandalos.
El tema del aborto divide en dos a México. Yo estoy a favor de su despenalización, por razones de salud y de justicia, pero en contra de que sea utilizado como forma de control de la natalidad (como en Cuba) y en contra de que tenga lugar después de las 12 semanas de embarazo (como en Inglaterra).
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Tomado de PROCESO 1588
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