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Boff tomó de la mano a su esposa Marcia Miranda, sentada a su lado, y habló satisfecho sobre su rompimiento con el Vaticano, sobre su nueva vida, su perpetua rebeldía, su lucha contra el celibato obligatorio y su reciente producción teológica.
"Vivimos sólo una vez. Y la vida vale la pena vivirla bien. Para qué sacrificar el tiempo. Prefiero una vida corta y libre, a una vida larga y oprimida. Ahora me siento libre; digo lo que pienso sin ningún problema."
-¿Por qué soportó entonces más de 20 años de hostigamiento del Vaticano? ¿Qué lo hizo decidirse a dejar el sacerdocio?
-Se debe a que, en 1992, mis superiores franciscanos me dieron finalmente la espalda. Hasta entonces ellos habían sido mi único apoyo. Me habían defendido en todo.
En un acto de rebeldía, Boff rompió con las reglas celibatorias y contajo nupcias con la teóloga laica Marcia Miranda, dirigente del Movimiento Fe y Política, con seis hijos de su primer mtr matrimonio.
Marcia interviene en la conversación:
"Infringir el celibato es un proceso difícil. La Iglesia impone el celibato porque la sexualidad es un espacio más hondo de la libertad humana. Utiliza el nombre de Dios para reprimir a las personas por dentro. Quien deja el celibato tiene que irse liberando de muchas enseñanzas que tae dentro. No es tan fácil."
-Para usted, señor Boff, seguramente fue un paso muy doloroso, ya que aparte de dejar la orden franciscana contrajo matrimonio. Cortó totalmente las amarras con el Vaticano. Ya no hay retorno.
Boff sonríe:
"Yo no dramatizo así las cosas. Corté las amarras desde una posición fuerte, positiva. Y además no corté en carne viva. Corté lo que impedía mi realización. Hoy me siento más espontáneo, con más alegría de vivir y más capacidad de trabajo. Mi cambio lo vivo con tranquilidad.
"Durante muchos años yo trabajé con Marcia en las comunidades. Nuestra amistad fue creciendo hasta el punto en que nació el amor. No somos simplemente dos personas que se casan; hay una causa, un mundo, un sueño, una historia de vida... tantas cosas que hemos construido juntos.
"El célibe pierde un campo muy grande de espiritualidad y de encuentro con Dios, porque estar casado, y es mi experiencia personal, es un desafío: no es fácil convivir con la alteridad y tolerar las diferencias que muchas veces producen gritos. En el matrimonio, la categoría 'Dios es amor' o es una metáfora ni una frase, sino una experiencia de santidad. La Iglesia impide esa experiencia, lo cual es una violación a los derechos humanos.
"La Iglesia intenta ser la madre y la esposa de cada sacerdote. Y él tiene que esposarse con ella, casarse con esa ilusión. Pero después descubre que la Iglesia es más madrastra que madre, que lo utiliza y lo maltrata sin importarle su realización personal. Por eso muchos sacerdotes se frustran y se amargan. Eligen el camino del poder u otras desviaciones indignas."
Boff señala que en su lucha para que la Iglesia suprima el celibato obligatorio participará, por lo pronto, en el IV Congreso Internacional de Sacerdotes Católicos Casados, que se celebrará en Brasilia, en julio próximo.
"Me gustaría que mi trayectoria fuera una referencia que ayude a los sacerdotes a tener esa valentía y hacer lo que vale "la pena. Seguiré luchando para que el sacerdote casado pueda ejercer el ministerio:, dice.
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