jueves, 29 de diciembre de 2011

Hinduismo

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Y tú, Cornaca, qué demonios vas a hacer tú con el elefante en Viena.
Probablemente lo mismo que en Lisboa, nada importante, respondió Subhro, le darán muchas palmas, saldrá mucha gente a la calle, y después se olvidarán de él, así es la ley de la vida, triunfo y olvido.
No siempre,
A los elefantes y a los hombres siempre, aunque de los hombres yo no deba hablar, no dejo de ser un hindú en tierra que no es suya, pero, por lo que sé, solo un elefante ha escapado de esta ley.
¿Qué elefante es ése?, preguntó uno de los hombres de carga.
Un elefante que estaba moribundo y al que le cortaron la cabeza después de muerto.
Entonces acabó todo ahí.
No, colocaron la cabeza en el cuello de un dios que se llamaba Ganesh y que estaba muerto.
Háblanos de ese tal Ganesh, dijo el comandante.
Comandante, la religión hinduista es muy complicada, solo un hindú está capacitado para entenderla y ni siquiera todos lo consiguen.
Creo recordar que me dijiste que eres cristiano.
Y yo recuerdo haberle respondido, más o menos, mi comandante, más o menos,
Qué quiere decir eso en realidad, ¿eres o no eres cristiano?.
Me bautizaron en la india cuando era pequeño,
¿Y luego?
Luego, nada respondió él encongiéndose de hombros,
¿Nunca has practicado?
No he sido llamado, señor, deben de haberse olvidado de mí.
No has perdido nada con eso, dijo una voz desconocida que no fue posible localizar, pero que, aunque esto no sea creible, parecía que brotaba de las brasas de la hoguera. Se hizo un gran silencio solo interrumpido por los estallidos de la leña al arder.
¿Según tu religión, quién creó el universo?, preguntó el comandante.
Brahma, mi señor.
Entonces ése es dios.
Sí, pero no es el único.
¡Explícate!
Es que no es suficiente con crear el universo, es necesario también que haya quien lo conserve, y ésa es la tarea de otro dios, uno que se llama Vishnu.
¿Hay más dioses además de ésos?
Tenemos millares, pero el tercero en importantcia es Shiva, el destructor.
¿Quieres decir que lo que Vishnú conserva Shiva lo destruye?
No, mi comandante, con Shiva, la muerte se entiende como principio generador de vida.
Si lo entiendo bien, los tres forman parte de una Trinidad, son una Trinidad, como en el cristianismo.
En el cristianismo son cuatro mi comandante, con perdón del atrevimiento.
¡Cuatro! exclamó el comandante, etupefacto, ¿quién es el cuarto?
La Virgen, mi señor.
La Virgen está fuera de esto, lo que tenemos es el padre, el hijo y el espíritu santo.
Y la Virgen.
Si no te explicas, te corto la cabeza, como le hicieron al elefante,
Nunca he oído que se le pidiera nada a Dios, ni a Jesús, ni al Espiritu Santo, pero la Virgen no tiene manos para con tantos ruegos, rezos y solicitaciones como le llegan a casi todas las horas del día y de la noche.
¡Cuidado que está por ahí la inquisición!, por tu bien no te metas en terrenos pantanosos.
Si llego a Viena, no regreso más.
¿No regresas a la India?, preguntó el comandante.
Ya no soy hindú.
En cualquier caso veo que de tu hinduismo pareces saber mucho.
Más o menos, mi comandante, más o menos.
¿Por qué?
Porque todo esto son palabras, y solo palabras, fuera de las palabra no hay nada.
¿Ganesh es una palabra?, preguntó el comandante.
Sí, una palabra que, como todas las demás, solo son otras palabras puede ser explicada, pero, como las palabras que intentan explicar, lo consigan o no, tienen, a su vez, que ser explicadas, nuestro discurso avanzará sin rumbo, alternará, como por maldición, el error con la certeza, sin dejar verlo que está bien de lo que está mal.
Cuéntame quién fue Ganesh.
Ganesh es hijo de Shiva y de Parvati, también llamada Durga o Kali, la diosa de los cien brazos,
Si en vez de brazos hubieran sido pies, podríamos llamarla ciempiés, dijo uno de los hombres riéndose con disimulo, como arrepentido del comentario nada más salirle de la boca.
Él no le prestó atención y prosiguió.
Hay que decir, como le sucedió a vuestra Virgen, que Ganesh fue creado por su madre, Parvati, sin intervención del marido, Shiva, lo que se explica por el hecho de que, siendo eterno, no sentía ninguna necesidad de tener hijos. Un día, habiendo Parvati decidido darse un baño, quiso el azar que no hubiera guarda allí para protegerla de quien quisiera entrar en la sala. Entonces ella creó un ídolo con la forma de un niño, hecho con la pasta que había preparado para lavarse, y que no debía de ser otra cosa que jabón. La diosa le infundió vida al muñeco, y éste fue el primer nacimiento de Ganesh. Parvati ordenó a Ganesh que no permitiera la entrada de nadie, y él siguió a rajatabla las órdenes de la madre. Pasado algún tiempo, Shiva regresó de la selva y quiso entrar en casa, pero Ganesh no lo permitió, lo que, como es natural enfureció a Shiva. Entonces se produjo el siguiente diálogo:

"Soy el esposo de Parvati, luego su casa es mi casa".
"Aquí sólo entra quien mi madre quiera, y ella no me a ha dicho que tú pudieras entrar".

Shiva perdió la paciencia y se lanzó en feroz batalla contra Ganesh, que terminó con el dios cortando con su tridente la cabeza del adversrio. Cuando Parvati salió y vio el cuerpo sin vida del hijo, sus gritos de dolor se transformaron en aullidos de furia, le ordenó a Shiva que devolviese inmediatamente la vida a Ganesh, pero, por desgracia el golpe que le degolló fue tan poderoso que la cabeza salió disparada muy lejos y nunca más la encontraron. Entonces, como último recurso, Shiva le pidió auxilio a Brahma, quien le sugirió que sustituyese la cabeza de Ganesh por la del primer ser vivo que encontaran en el camino, siempre que estuviera en dirección norte. Shiva mandó entonces a su ejércio celestial para que tomara la cabeza de cualquier criatura con que se toparan durmiendo con la cabeza hacia el norte. Vieron un elefante moribundo que dormía de esta manera y, tras su muerte, le cortron la cabeza. Regresaron donde estaba Shiva y Parvati y les entregaron la cabeza del elefante, que fue colocada en el cuerpo de Ganesh, trayéndolo de nuevo a la vida. Y así fue como nació Ganesh después de haber vivido y muerto.
Historias de maricastaña, murmuró un soldado.
Como la de aquel que, habiendo muerto, resucitó al tercer día, respondio Subhro.
Cuidado, estás yendo demasiado lejos, le respondió el comandante.
Yo tampoco me creo el cuento del niño de jabón que llegó a convertirse en un dios con un cuerpo de hombre barrigudo y cabeza de elefante, pero me pidió que explicase quén era Ganesh, y yo no he hecho más que obedecer,
Sí con consideraciones poco amables sobre Jesucristo y la Virgen que no han caído nada bien en el espíritu de las personas aquí presentes,
Pido disculpas a quien se sienta ofendido, pero fue sin mala intención, respondió él .
Se oyó un murmullo de apaciguamiento, la verdad es que a esos hombres, tanto soldados como paisanos, poco les importaban las disputas religiosas, lo que les inquietaba era que se tratasen asuntos tan retorcidos debajo de la propia cúpula celeste.
Suele decirse que las paredes tienen oídos, imaginemos el tamaño que tendrán las orejas de las estrellas.
Fuese como fuese, ya era hora de irse a la cama, aunque las sábanas y las mantas sean las ropas que vestían, lo importante era que no les lloviese encima y eso lo había conseguido el comandante yendo de casa en casa solicitando que diesen abrigo, por esta noche, a dos o tres de sus hombres, Dormirán en cocinas, en establos, en pajares, pero están con la barriga llena, lo que compensaría esos y otros inconvenientes.
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Tomado de "El viaje del Elefante"
José Saramago
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