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Panamá fue descubierta, conquistada y colonizada por los españoles.
La conquista significó el choque de dos mundos completamente diferentes, que vivían etapas distintas de sus respectivas evoluciones.
Y en ocasiones los enfrentamientos no dejaron de ser cruentos.
El conquistador Gaspar de Espinosa, al estar reconociendo, por orden del Gobernador Pedrarias Dávila, el territorio de Castilla de Oro, o sea el nombre que en aquel entonces tenía Panamá, fundó, el 20 de mayo de 1522, una población con el nombre de Natá.
Actualmente es la más antigua ciudad de la Provincia de Coclé y quizá sea la segunda en importancia, después de Penenomé.
Originalmente, Natá fue una fortaleza fundada con el deliberado propósito de combatir, desde ese lugar, al indomable jefe indio Urracá, que se había convertido en el azote de los conquistadores.
Triste origen para una ciudad, pero así fue.
Al frente del gobierno de la recién establecida villa de Natá, quedó el Capitán Diego de Albites, quien a pesar de sus acometidas no pudo someter a los indios comandados por Urracá.
Desde lo alto de las montañas bajaban los indios en son de guerra, sitiando al poblado y causando terror a los españoles. Los conquistadores a su vez hacían incursiones a la sierra quemando aldeas.
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Urracá se mantuvo por 9 años desafiando al poderoso imperio de Carlos V. Derrotó a los mejores capitanes de los conquistadores: Espinosa, Pizarro y a otros.
Para dar fin a esta campaña, Pedrarias encomendó el gobierno de Natá a Francisco Campañón, quien conocía la forma como hacían la guerra los indios de Castilla del Oro, pero a pesar de todos su esfuerzos nunca logró vencer a lo las huestes de Urracá.
Los conquistadores siempre que entraban a la sierra regresaban a Natá maltrechos y abatidos.
Desesperado Compañón por tanta resistencia indomable, decidió recurrir a otros métodos.
Le envió a Urracá mensajeros indios con ofrecimientos de paz e invitándole a visitar Natá.
Urracá ilusamente creyó en las palabras de Compañón y bajo de las montañas a Natá.
Al verlo indefenso, Compañón ordenó su prisión y cargado de cadenas lo envió a la ciudad Nombre de Dios para luego ser enviado a España.
Estando en prisión, Urracá rompió las cadenas y auxiliado por gente de su propia tribu logró escapar llegando de nuevo a las montañas más dispuesto que nunca a combatir al invasor.
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Urracá, cacique guaymi es el verdadero símbolo del patriota.
La unidad monetaria panameña debería tener su nombre en vez del de Balboa quien no fue sino un
aventurero, ladrón y asesino que no tuvo otro mérito que el de haber sido el primer conquistador español que vio el Océano Pacífico.
Esta epopeya de la Historia de Panamá me hace recordar la gesta del 9 de enero de 1964 en que fue derramada la sangre de una multitud de dignos hijos de Urracá, patriotas panameños, en su propio país, por tropas norteamericanas, pero esa es ya otra historia...
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