miércoles, 16 de octubre de 2013

La Capilla Sixtina




Ernest Hauser

       -¿Cuál es la octava maravilla del mundo?

          -¡Qué yo sepa solo son siete!

       -Se trata de la Capilla Sixtina del Vaticano, en Roma que es la principal atracción del Vaticano.
       -Durante los meses de primavera y verano, no menos de 6,000 personas cruzan diariamente sus puertas.


       -La Capilla Sixtina fue construida hacia 1480 como "capilla oficial privada" del Papa.
       -Todavía se celebran en ella oficios religiosos varias veces en el curso del año y, cuando muere un pontífice, es allí donde los cardenales de todo el mundo se congregan para elegir a su sucesor.
       -Se supone que las dimensiones de la gigantesca sala (40 metros de largo, 13 de ancho y 20 de altura) corresponden a las del Templo de Salomón.
-Fue el papa Sixto IV quien decidió la construcción de la capilla que lleva su nombre; pero correspondió a su sobrino, el papa Julio II, coronarla de gloria cuando, en el año de 1508, pidió a Miguel Ángel Buonarroti que decorase al fresco la bóveda del recinto.


-Las estupendas pinturas que la adornan han sido aclamadas desde entonces por sucesivas generaciones como una de las maravillas del mundo.
       -Ya Miguel Ángel, a los 34 años de edad, rudo e irascible, había alcanzado renombre como escultor.
-Su Pietá era muy admirada en la basílica de San Pedro.
       -Su monumental David era el orgullo de Florencia, su ciudad.
-Dicen los cronistas que  la idea de encomendar los frescos de la Capilla Sixtina a Miguel Ángel, le fue propuesta al Papa por los celosos adversarios del artista que daban por cierto su fracaso en tal tarea.
       -Como muchos de los grandes gobernantes del Renacimiento, el papa Julio II veía en el arte un medio de expresar la propia grandeza.
      

-Julio II tenía una sensiblidad natural para descubrir el genio y, adivinando en Miguel Ángel un talento  hasta entonces desconocido, forzó al escultor a dar a su arte una nueva dimensión.
       -Artistas anteriores, entre ellos Botticelli, habían decorado ya los muros de la capilla con frescos que describían las vidas de Moisés y de Jesucristo.
-Miguel Ángel emprendió la tarea de animar el abovedado techo del recinto con singular entusiasmo. 
       -Comenzó por observar que el complejo andamiaje proyectado para él por Bramante, el arquitecto papal, nunca serviría a sus propósitos: los huecos abiertos en la bóveda para asegurar las tablas con cuerdas, estropearían para siempre su obra.
       -Miguel Ángel impovisó entonces un adamio cuyo soporte principal  estaba constituido por la cornisa de mapostería que corría a lo largo de los muros y bajo la bóveda.
-Luego obtuvo permiso del Papa para desechar el plan original (que era el de pintar las figuras de los Doce Apóstoles) y remplazarlo por una composición original suya que comprendería diversas escenas del Antiguo Testamento.
-Para aprender la técnica de la pintura al fresco, pidió a algunos de sus amigos de Florencia que fuesen al Vaticano para darle lecciones.
       -Esa técnica es muy intrincada. Sobre la superficie limpia y cubierta con yeso húmedo, se traza el dibujo de la composición.
-El pintor aplica luego los colores liquidos. Al secarse el yeso, una reacción química liga sólidamente muro y pintura. Como el yeso debe permanecer húmedo mientras se pinta sobre él es necesario preparar una nueva superficie para la tarea de cada día y el artista debe pintar con trazos tan seguros como rápidos.
-El examen minucioso de un fresco ya terminado, revela las "junturas" entre esas tareas.
-Los primeros esfuerzos realizados por Miguel Ángel en la pintura de la bóveda muestran sus tanteos.
-Las secciones del yeso son pequeñas e irregulares.
-Cuando una primera tabla de prueba reveló feas manchas mohosas, el artista fue presa de desesperación.
-En un soneto se lamentaba de su "pictura morta" -pintura muerta- y reafirmaba que "no era pintor".
-Pero continuó la labor, y con cada nueva pincelada aumentaba su entusiasmo.
-A menudo trabajaba hasta entrada la noche, permaneciendo durante horas en la posición más incómoda, contorsionando el cuello y torciendo los ojos hasta el punto de que ya no podía examinar un dibujo sin colocarlo a mayor altura que su cabeza.
-Su áspera barba recogía los colores que goteaban de la bóveda.
-Al regresar a su casa, caía exhausto en el lecho, sin detenerse siquiera a desvestirse.
-Cuatro años y medio necesitó Miguel Ángel para pintar los 520 metros cuadrados de la bóveda Sixtina.
-Mientras estuvo ocupado en su tarea, el papa Julio II lo apuraba constantemente.
-El papa Julio tenía 32 años más que Miguel Ángel y a menudo lo trataba como a un hijo indócil.
-Ansioso de inspeccionar la obra, el Papa trepaba la escalera del oscilante andamio, ayudado por la mano del artista, toda embadurnada de pintura.
-Cierta vez, cuando el fatigado Miguel Ángel le explicaba que terminaría su obra cuando pudiera, el irritable pontífice repitió: "¡Cuando puedas, cuando puedas!" y lo golpeó con su báculo.
       -Por su obra, Miguel Ángel recibió los honorarios de 3,000 coronas de oro.
-A la postre, el Papa dio orden de que se retirase la última mitad del andamio antes de que Miguel Ángel considerara concluida su obra.
-Lo que entonces quedó al descubierto fue una obra de belleza indescriptible, una creación que vino a revolucionar el arte de la pintura y a consagrar a Miguel Ángel como uno de los genios creadores de su época.
       -Giorgio Vasari, su biógrafo y amigo, observó que "de todas partes la gente se apresuraba a llegar para contemplarlo (el techo) y, habiéndolo visto, todos quedaban asombrados y mudos".
       -Lo que esa gente veía (lo mismo que hoy vemos nosotros) es una crónica monumental de la Creación del Mundo, del breve momento en que gozó el Hombre de una prístina bienaventuranza; la crónica de su caída y de su supervivencia después del gran diluvio.


-Miguel Ángel pintó todo aquello como escultor, poniendo escasa atención en los colores, pero dotando a todas sus criaturas de un volumen que casi rompe las fronteras del arte bidimensional.
-Sus hombres y mujeres se mueven, se retuercen, tiemblan con una fuerza que parece ser el soplo mismo de la vida.
       -Considerando los paneles principales que forman la columna vertebral del techo, se observa, al fondo, la imagen de Dios, aún vaga, en el primer día del Génesis, flotando en el caos, separando la luz de las tinieblas.
       -De allí se ve la creación del Sol y de la Luna, y se observa a Dios atravesando raudamente los cielos en tremendo y curvo vuelo.
       -El ápice del imponente drama es la Creación del Hombre.
-Adán, un joven gigante vestido apenas con su propia belleza, abre los ojos como si despertase de un largo sueño desprovisto de ensueños.
-Es el instante mismo de la creación, el primer vago palpitar de un corazón humano; se puede percibir el crepitar de la invisible chispa que pasa de las manos de Dios a las de Adán.
-Y Miguel Ángel, acaso para atenuar la tensión emocional con una broma personal, disimula un cuerpo femenino sin cabeza en el muslo izquierdo de Adán; "Dios criólos varón y hembra".
       -Luego, destacándose titánicamente en el Edén, inclinando Su cabeza para caber en la pintura, Dios crea a Eva de la costilla del dormido Adán.
-Las dos criaturas humanas gozan un momento de dicha bajo el Árbol... y caen. Con ademán desgarrador, Adán desvía la espada flamígera del Ángel y penetra con Eva en un mundo de aflicción.
-El cielo pictórico se complementa con tres escenas de la muy atribulada vida de Noé: la humanidad, castigada por Dios, sobrevive y sigue su marcha.
       -Que Miguel Ángel tenía en mente otras cosas a más de su interpretación del Génesis, parece evidente si se considera el marco dentro del cual compuso su narración esencial.
-Los curvados bordes de la bóveda hospedan 12 figuras de profetas hebreos y de sibilas paganas de sobrehumana estatura.
-Esos centineas aparecen sentados cavilando sobre las extrañas vicisitudes del Hombre; y todos, desde el lamentoso Jeremías hasta la sibila délfica de radiante belleza, son heraldos del adveniento del Salvador.
-No se trata de un hecho accidental el que Jonás ocupe el punto central sobre el gran altar.
-Más que un simple malabarismo pictórico (¡el profeta aparece inclinado hacia atrás en una superficie curvada hacia adelante!), es el portador de buenas nuevas, un mensajero de la Resurrección: "Así como Jonás estuvo en el vientre de la ballena tres días y tres noches, así el Hijo del Hombe estará tres días y tres noches en el seno de la tierra".
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       -Veintidós años después de terminar su tarea, Miguel Ángel fue llamado de nuevo a la Capilla Sixtina.
-Tres papas habían reinado y muerto después de la defunción de Julio II en 1513.
-Paulo III, el pontífice reinante, haciendo suyo el proyecto concebido por su predecesor Clemente VII, deseaba agregar un epílogo a la ya universalmente famosa bóveda.
-Miguel Ángel se excusó alegando que tenía varios contratos por cumplir.
-El Papa, para demostrar cuán altamente estimaba al artista, fue, acompañado por 10 cardenales, a visitarlo a su modesta casa, acto que constituyó un honor sin precedente.
-Miguel Ángel se rindió y recibió orden de pintar el Juicio Final en el muro del altar de la Capilla Sixtina, muro de 15 metros de altura.


       -Durante cinco años, de 1536 a 1541, Miguel Ángel trabajó en el Juicio Final.
-A solas en su andamiaje, evocó un fantástico torbellino de imágenes, jamás superado en la fuerza de su impacto dramático.
       -A la diestra de Jesucristo, a los bienaventurados que depiertan de su sueño y se elevan hacia las alturas como impulsados por poderosa fuerza.
-Las almas de los condenados en el juicio se derrumban sin orden ni concierto a la izquierda de Jesucristo.
-Y un iracundo Caronte, con un golpe de su enorme remo, sumerge a toda una barcada de réprobos en los más profundos abismos.
       -Es esta una obra desolada y sombría, adecuada al transformado ánimo de Roma.
-Alarmada por la rápida propagación de la Reforma, la Santa Sede se había revestido con el cilicio de un dogmatismo religioso.
-Miguel Ángel, con sesenta años a cuestas y cada vez más propenso a la introspección melancólica, era justamente el hombre indicado para expresar la ansiedad, el terror de la época.
       -Aun antes de que el fresco estuviese concuido, sin embargo, hubo críticos que lo tacharon de indecente.
-Miguel Ángel había pintado
muchas de sus figuras desnudas, lo que llevó a Biagio de Cesena, maestro de ceremonias del Papa, a comentar que el fresco era "más adecuado para una sala de baños que para la Capilla Sixtina".
-Entonces, irónico, el artista condenó a su crítico al infierno, en la esquina inferior derecha del fresco, al prestar sus facciones, adoradas de orejas de burro, al rey Minos, quien aparece ceñido por una serpiente.
-Pero no fue duradero el triunfo de Miguel Ángel.
-Se hallaba aún en vida cuando un nuevo papa, Paulo IV, el promotor de la Inquisición, tomó aversión a aquella pintura de "sala de baños" y ordenó a otro artista que cubriese las más crudas desnudeces con pintados ropajes.
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-Cuando Miguel Ángel dejó el pincel, había puesto fin a un glorioso capítulo de la historia del arte.
-El Renacimiento había llegado a su término, y el más grande de sus artistas había hecho de la Capilla Sixtina el punto culminante de un siglo de oro de la pintura.
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