domingo, 7 de febrero de 2016

La Iglesia Católica frente al Aborto


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LA IGLESIA CATÓLICA 
FRENTE AL ABORTO

-¡Dígame padre Escalada! La Iglesia Católica ha sometido a excomunión a quienes practiquen el aborto.

-¿Cómo explica que en un país como México, de absoluta mayoría de católicos, se practiquen alrededor de un millón de abortos anualmente, a pesar de la excomunión.

-De acuerdo con las normas y leyes propias de nuestras creencias, de nuestra ética, el aborto siempre es, en sí mismo, malo. No hay circunstancias en que pueda legitimarse un aborto. Nunca hay circunstancias que lo justifiquen. Que es de padre desconocido, que probablemente traerá taras hereditarias, que a lo mejor lo que va a nacer es un monstruo. Nada de eso justifica el aborto en sí mismo. 

-Por lo tanto, pensamos que para defender el inicio de la vida humana se requiere que persistan aquellas sanciones que muchas veces los hombres violamos porque creemos que  las podemos cometer impunemente. Y si las personas que se dedican a eso, o los médicos en forma clandestina pueden provocar abortos, sin que haya algo que frene esto que es violatorio contra la moral, eso afloja las normas morales. 

-O sea, introduce el relajamiento. No debemos favorecer todo lo que lesione el orden moral. Dentro de la Iglesia hay sanciones contra todos los que intervienen directamente en un aborto. Ya no podemos hablar de excomunión en un sentido estricto. Hay una sanción para las pesonas que se acercan al sacramento de la reconciliación y dicen haber cometido o haber participado en un aborto, se les manda ante un sacerdote que tiene determinadas facultades para que las absuelva y puedan acercarse a la comunión. Si las gentes, que a pesar de ser bautizadas y pertenecer a la Iglesia Católica, incurren en este tipo de faltas, probablemente es por grave temor o por ignorancia o por falta de una educación adecuada. Pero sí es realmente lamentable que, teniendo una creencia en la cual el aborto es duramente censurado, haya un relajamiento moral de esta índole. 

-O sea, no hay mucha lógica entre lo que se cree y lo que se hace.

-Usted sostiene que en ningún caso se justifica el aborto, ni aun en los casos en que una concepción pudiera dar origen a un monstruo, según sus propias palabras. ¿La vida biológica es sinónimo, a su juicio, de vida humana?

-Nosotros pensamos que todo ser humano viviente tiene una alma espiritual y que cualesquiera que sean sus deformaciones, siempre es una persona. Podrá decirse: una persona incapacitada en sus facultades o en el uso de su razón, pero para nosotros es una persona que tiene un destino final eterno de felicidad. Una vez que está en la vida, cumple con un destino humano. Para nosotros su vida es un don y su destino final se obtiene a lo mejor de una manera más perfecta que aquellos que tienen todas sus facultades. Porque si estas gentes no tienen posibilidades de pecado por sus malformaciones o su  monstruosidad o por su falta de responsabilidad, y siempre que sean bautizados, para nosotros se ganan el cielo gratis. 

-Habiendo un alma espiritual hay un ser humano, deforme o sin el uso de su razón, pero esto es temporal. En el momento de su liberación, va a ser tan feliz como el más perfecto. Ya eso justifica su  presencia en este mundo.

-¿La vida vegetativa, a su entender, es preferible al aborto en situaciones definidas científicamente?

       -Nunca se puede emplear un medio intrínsecamente malo, para un fin bueno. Lo que censuramos es la acción que destruya algo a lo cual nosotros no tenemos derecho. 

-O sea, el dueño de la vida es Dios. Él es el que la da. Y nosotros no podemos enmendarle la plana, diciendole: "Aquí te salió mal".

-El alto número de abortos y la práctica de adulterios que en un número no conocido se realizan entre la población mayoritariamente católica del país, ¿no es en alguna medida un fracaso de los guías de la comunidad católica?

-Eso nos debe hacer más bien reflexionar, hasta que grado, dentro de nuestras posibilidades, nosotros estamos cumpliendo con nuestra misión educadora y hasta qué grado hay una contradicción entre la creencia y la vida práctica.

-¿La Iglesia Católica favorece alguna forma de eutanasia? Recuerdo el caso de una persona que hace unos años tomo la decisión de quitarse la vida. Entre las razones que adujo decía: ”No puedo resistir el dolor que me causa la tremenda enfermedad que me aflije”. 

-¿Aprueba la Iglesia una decisión de este tipo, en un caso extremo en que las enfermedades revelan que la vida de un ser humano es sólo una ficción?

-Sin duda, hay casos dolorosísismos en cuanto que parece  que la resistencia humana no da para más. Pero siendo lógicos con nosotros mismos, el único que tiene derecho sobre nuestra vida es Dios. Por lo tanto, nosotros nunca podemos violentar nuestra muerte, a través de ingerir algo o usar algún arma. 

-Podemos abandonarnos, en el sentido de no usar ningún medio, pero no acelerar nuestra muerte.

-Es decir,¿el católico que siga las normas de la Iglesia debe soportar incluso el más extremo dolor?

-El católico que siga las normas de la Iglesia debe pensar que ese dolor es parte de su expiación y que se convierte en mérito. O sea, que ese dolor extremo va a ser parte de su premio. De manera que si así, dentro de nuestra filosofía, se dispuso en un plan Providencial, por algo será. O sea, tenemos para nosotros nuestro máximo ejemplo en Cristo. 

-Él sufrió dolores extremos. De manera que dentro de ese contexto la mística del cristiano es: acepta esto tal vez como expiación de lo mío o de los demás. Y ojalá que tenga la fuerza de convertirlo en algo que sea meritorio para mí. 

-Esa es nuestra filosofía.

-Y, ¿si Dios pensara distinto? ¿cómo saber qué es Dios? ¿cómo saber qué piensa?

-Ese es el misterio de Dios. Y el misterio de Dios escapa a  nuestro raciocinio y nada más entra en el ámbito de nuestra fe. 

-O sea, creemos, pero, ¿cuál es el pensamiento divino? Eso sí esta mucho más arriba de nuestras posibilidades. Nosotros simplemente nos basamos en lo que a través, de la palabra que nosotros creemos es de Dios, que es la Esccritura, alcanzamos a entender. Pero, desde luego,escrutar los designios de la mente divina, eso ya no está dentro de las posibilidades de la mente humana, tan limitada.

-¿No es temerario que los hombres quieran hablar en nombre de Dios, hablar por Dios?

-Cuando no tienen una misión para ello, una misión profética, y no tienen una base en la que apoyen su creencia, sería muy temerario. Es el caso de todos aquellos que se creen inspirados y se creen poseedores y, enviados de una doctrina superior.

-Pero en el caso de la Iglesia, es la fuerza de una tradición de 2000 años, llegando a Cristo. 

-Cristo la encomendó a los apóstoles por lo que ellos son la base de la Iglesia, y ellos a su vez nos dejaron el depósito de la revelación, que es la Escritura, y la tradición. O sea, es un tesoro en sí, que tiene como inicio a Cristo y sus dichos, sus palabras en el Evangelio, recogidas por los apóstoles. 

-Creemos que si Cristo fundó a la Iglesia para que predicara la verdad, le debe dar la asistencia para que no se salga de la verdad. Pero tomada en forma colegiada, en forma de instituciónes, no por la inspiración de cada pesona.

-La inspiración se terminó con la muerte del último de los apóstoles y nosotros no tenemos más que la tradición. Y nadie se puede decir a sí mismo como inspirado.


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