jueves, 4 de enero de 2018

Relingos

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RELINGOS

-Emilio, ¿qué es un relingo?

-La palabra “relinga” significa: uno de las cuerdas en que van colocados los plomos y corchos en las redes que sirven para capturar a los peces que entran en ella. 


-Tiene la relinga en su parte superior corchos y en la relinga inferior plomos. 


-Los plomos de la relinga inferior impiden que los flotadores levanten la red del fondo. 

-Otra acepcióon de relingo, como mexicanismo es: prenda de vestir de segunda mano.

-Existe un artículo muy ad hoc del escritor Emiliano Pérez Cruz que nos describe el término relingo:

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Qué más quisiera uno: estrenar cada que sea necesario unas cuantas garritas: pantalón, camisa, zapatos que rechinen de nuevos al caminar sobre el asfalto de la gran ciudad.

Si tu cuerpo es fenomenal y tu cabello hermoso, pues qué mejor que enfundarlo en unos trapos elegantes que nos hagan sentir como los habitantes del país que -está por verse- será socio de los grandotes del Otro Lado, de los Yunaitet Steits.

Pero no alcanza el sueldo para más, y uno va por el metro y mira cómo los zapatos de nuestros compatriotas ya requieren suelas y tapas, los trajecitos de la burocracia ya brillan y casi dicen: “dame vacaciones, mano”.

Las secres, con todo y que se cuidan de andar presentables, dejan ver los codos de blusas y bleizers raidos por el uso.

Ni hablar de los que preguntan: “¿Más mezcla maistro le remojo los adobes?” Vestirse como Dios manda, andar de pipa y guante -como dijeran los del barrio- cuesta uno y la mitad del otro, con todo y que las garras que traen de Taiwán y Corea son baratas, no alcanza el dinero maldito que nada vale.

Entonces, hay que recurrir a los relingos...

Pásele, a ver qué se lleva, a ver qué le gusta a ver qué me compra marchantita, marchante: escárbele al montón de los relingos...

Por las calles de la ciudad de México y su zona metropolitana, ciudadanos que desde tiempos inmemoriales se han dedicado al comercio -algunos que buscando una razón de ser y existir y otros de recientes ingreso debido a los recortes de personal tanto en la iniciativa Privada como en el Sector Gobierno-, conducen sus respectivos vehículos (coches del año, los menos, charchinas y triciclos) donde trasladan la mercancia que cada día de la semana expenden en tianguis callejeros que obnubilan el alma del vecindario y le hacen clamar por la desaparición de este abundante gremio, día tras día en vias de expansión al igual que el desempleo que asola a la Nación Mexicana, desde el Bravo hasta el profundo sur.

Sudan la gota gorda los tianguistas, más aquellos que tienen que meterle fe al pedal, incluso con la señora gorda y los chamacos arriba, para que ayuden y vayan aprendiendo esto de ganarse la vida, aunque sea vendiendo relingos, prendas de vestir que ya vieron sus mejores épocas sobre cuerpos menos dejados de la mano de Dios, pero que aquí, en alguno de los tianguis hallarán nuevo dueño.

-¡Pásele, pásele a ver qué se lleva, escójale, son de calidad, son de importación que le alegra el corazón, son de calidad, para toda la vida, son de fayuca, la que le gusta a la tía Cuca...!

-Mentiroso que no fuera. ¿De a cómo esta faldita? A ver si le queda a la Nena; ya mero es quinceañera y está dando la estiradota: ya ninguna de la garra que tiene le quedan... ¿No tendrá unos brasieritos copa b? Me salió pechugona la condenada y los maloras de la colonia me la traen de un ala cantándole una canción leperota...

-Ha de ser aquella de la Maldita Vecindad, marchanta, la que dice más o menos...

-Déjese de babosadas y a ver en cuánto me va a dar estas chanclas...

Ni hablar, mujer, al cliente lo que pida, antes de que lo deje a uno colgado de la brocha y con la sagrada necesidad de seguir al pie del cañón. Las marchantas escarban entre los relingos, a pesar del polvo que se abate sobre el municipio 120 del Estado de México (Neza, pa’los cuates), más en este inmenso tianguis que sábados y domingos aterriza sobre el llamado bordo Xochiaca, en hankientos tiempos designado pomposamente Vía Topo pero en la memoria colectiva conocido como “El Bardo” que antaño contenía las pútridas aguas de lo que restaba del Lago.

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