miércoles, 1 de abril de 2020

Hígado



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HÍGADO


  -Emilio, ¿qué me puedes decir del HÍGADO?

       -Uno se inquieta por los dientes, por el pelo, por los pulmones, por el corazón. En cuanto al HÍGADO, casi ni se da uno cuenta de que existe.

       -Es el órgano más grande del cuerpo y peso poco más o menos un kilo y medio.

       -El HÍGADO está protegido por las costillas y ocupa casi toda la parte superior derecha del abdomen.

       -El HÍGADO es más complejo que el corazón y los pulmones, que siempre figuran en primera línea.

  -¿Cuáles son las funciones del HÍGADO?

       -Realiza más de quinientas funciones, y, si fallara en alguna de las más importantes, lo mejor que podría hacerse sería ir preparando el entierro.

       -Virtualmente participa en todos los actos del cuerpo:

    digiere las grasas que come uno;
    manufactura la vitamina que le ayuda a ver de noche;
    produce más de mil enzimas diferentes para hacer sus transformaciones químicas; 
    con una cortadura en un dedo, el individuo se desangraría hasta morir si no fuera por los factores coagulantes que fábrica el HÍGADO;
    produce anticuerpos que lo protegen contra las enfermedades;
    los  fragmentos de proteína de ese bistec que tanto le gusta a la gente serían tan mortíferos como el cianuro si llegaran a pasarle al torrente sanguíneo. El HÍGADO  transforma las proteínas de bistec en proteínas humanas;
    y si hubiera algún excedente que no necesitara el cuerpo, el HÍGADO lo transforma en urea y la manda a los riñones para su excreción;
    las glándulas suprarrenales del individuo producen hormonas capaces de retener sal suficiente para hincharlo muchísimo, pero el HÍGADO destruye el exceso;
    es incluso una especie de válvula de seguridad para el corazón. De su parte superior sale la vena hepática directamente al corazón del individuo. Si llega un borbotón de sangre que pudiera sofocar la acción cardiaca, hincha y absorbo la sangre como una esponja vascular. Después suelta poco a poco el líquido para que el corazón pueda hacerlo circular;
    el HÍGADO es un gran desintoxicante. Si en los vasos que salen del HÍGADO y van al corazón se inyectaran algunos venenos (como la nicotina, la cafeína y varios medicamentos que absorbe el HÍGADO todos los días), el individuo sería hombre muerto en unos minutos. En cambio, si los inyectan en los vasos sanguíneos que entran en el HÍGADO, el lapso de diez segundos que tarda la sangre en pasar por el HÍGADO bastarían y sobrarían para quitar su ponzoña a esas sustancias;
    hasta el alcohol que toma el individuo con sus copas (y que, de no ser por el HÍGADO, se le acumularía en la sangre en cantidades mortíferas) el HÍGADO lo descompone en anhídrido carbónico y agua, que son inofensivos. El HÍGADO puede reducir en una hora el alcohol que contiene medio vaso de jaibol o tres cuartos de lata de cerveza; si el individuo bebe a ese ritmo, aunque sea indefinidamente, no sentirá el menor efecto. Lo malo es que cuando el individuo tiende a beber con más rapidez hace que el HÍGADO trabaje toda la noche;
    algunos materiales que produce el organismo son, naturalmente, tóxicos, si se acumulan en grandes cantidades. El HÍGADO debe evitarlo, limitándolos;
    cuando el individuo juega futbol, sus músculos queman glucosa y desechan una sustancia que puede ser mortal: ácido láctico. En vez de deshacerse de este ácido, lo convierto en glucógeno para almacenarlo;
    cuando el individuo come una tableta de chocolate, el azúcar de caña se convierte en el intestino en azúcar sanguínea, que se llama glucosa. Si llegara a su torrente circulatorio demasiada cantidad de esta glucosa, el individuo caería en estado de coma y fallecería, como podría ocurrirle al diabético si no se inyectar insulina. El HÍGADO procura que no ocurra eso;            
    cuando hay demasiada glucosa en la sangre, la convierto en una sustancia semejante al almidón, llamada glucógeno. De esta forma puedo almacenar el azúcar equivalente a casi un cuarto de kilo. Después, cuando baja el contenido de azúcar en la sangre entre una comida y otra (y el defecto puede ser tan malo como el exceso), convierte el glucógeno otra vez en glucosa y la va soltando en la sangre. Lo mismo pasa con los glóbulos rojos del individuo. Cada segundo mueren aproximadamente diez millones de esas células sanguíneas y hay que hacer algo con ellas.
    el HÍGADO aprovecho los productos de la desintegración, conservándolos para utilizarlos una y otra vez en la producción de nuevos glóbulos rojos. Y usa algunos desperdicios para elaborar diariamente un litro de bilis (el jugo digestivo amargo y de color amarillo verdoso). Normalmente este fluido pasa del HÍGADO a la vesícula, y después a la bolsita llamada duodeno, que está entre el estómago y el intestino delgado. El jugo sale cuando el individuo come, y su misión es deshacer las grandes gotas de grasa y convertirlas en gotitas solubles de agua que ya se pueden digerir. Y, por añadidura, la bilis arrastra los depósitos de grasa que podrían tapar los conductos del HÍGADO si se acumularan en ellos. La bilis que esta escurriendo sin cesar en la vesícula contiene también dos pigmentos, productos de desecho que vienen de la destrucción de los glóbulos rojos. Uno es la bilirrubina (o bilis roja); el otro, la biliverdina (o bilis verde);
    a veces estos pigmentos pasan en grandes cantidades a la corriente sanguínea y producen ictericia, en que los ojos y la tez se tiñen de amarillo. Síntoma y no enfermedad, la ictericia indica que algo le anda fallando al HÍGADO;
    a veces ciertas enfermedades (el paludismo y algunas clases de anemia) destruyen rápidamente a los glóbulos rojos. Los pigmentos de los glóbulos destruidos se acumulan tan de prisa que no puede eliminarlos el HÍGADO;
    también puede haber obstrucciones en la vesícula biliar o en los conductos, y los pigmentos, que no pueden salir, se vierten en la sangre y producen ictericia. O también acaso las células activas estén inflamadas por la hepatitis  u otras enfermedades, o los conductos del HÍGADO bloqueados por grasa y no puede excretar los pigmentos. Eso significa que el HÍGADO esta en un serio apuro;
    sin embargo, el HÍGADO tiene  una capacidad enorme de reserva y de regeneración. La enfermedad puede destruir hasta el 85% de las células activas del HÍGADO y aún sige funcionando. Por cierto que esta capacidad de reserva es uno de los puntos básicos del HÍGADO, porque puede estar gravemente enfermo sin que el individuo note ningún síntoma alarmante;
    al HÍGADO se le pueden extirpar hasta el 80% de su volumen y no dejara de funcionar normalmente, como ocurre en la cirugía del cáncer hepático. El HÍGADO tiene también una facultad se regenera solo, en pocos meses, hasta volver a tener el tamaño normal;.
    la hepatitis mata a veces millones de células activas del HÍGADO, pero en pocas semanas suele cede1r esta infección, provocada por virus, y entonces repara los daños;
    la infiltración de grasa puede ser muy grave, porque este compuesto desplaza a las células que realizan sus funciones. Si se le acumula mucha, se inflamo y se pone dolorido. A veces hasta irrumpe en el torrente circulatorio y va a obstruir los vasos que riegan órganos vitales;
    y hay algo más: la infiltración de grasa puede ser el preludio de un trastorno mucho más serio: que los tejidos del HÍGADO queden sustituidos por un tejido fibroso y muerto para los efectos de funcionamiento. En ese caso se contrae, se endurece, se llena de protuberancias y adquiero un enfermizo color amarillento. Eso es la cirrosis hepática. Mala cosa.

  -¿De qué viene la cirrosis?

       -De muchas causas. Puede ser consecuencia de una infección, o de una intoxicación con arsénico u otras sustancias químicas. Pero las dos cosas que parecen desempeñar el papel más importante son la alimentación deficiente y el alcohol.

       -El hombre que come poco y bebe regularmente media botella o más de licor, es un candidato casi seguro al engrosamiento del HÍGADO y a pasar de ahí a la cirrosis.

       -Afortunadamente no todos los individuos entran en esta categoría.

       -Al HÍGADO le han llamado "órgano silencioso", aunque la verdad es que tiene formas de quejarse cuando pasa por dificultades.

       -Si el individuo siente una fatiga injustificada, pérdida de apetito, debilidad, hinchazón abdominal, convendría que empezara a pensar en el HÍGADO.

       -Si nota en alguna parte de su cuerpo vasos sanguíneos rotos que forman como las patas de una araña, lo mejor que puede hacer es consultar con un médico en seguida.

       -Para averiguar si es el HÍGADO el causante de las molestias, el médico dispone de algunas pruebas.

       -Hay una que consiste en inyectar un tinte (bromosulfaleína): si está en excelente forma, eliminaré el 95% de la dosis en 45 minutos.

       -Otra prueba que se usa mucho estriba en medir la bilirrubina que contiene la sangre: si se encuentra demasiada cantidad en este pigmento, probablemente el HÍGADO esta en dificultades. Sin embargo, la prueba más concluyente es introducir en sus tejidos una cánula de biopsias y sacar un trozo de ellos para analizarlo.

       -Pero aun suponiendo que el HÍGADO se volviera cirrótico, los médicos conocen hoy muchos medios para tratar esta enfermedad, la más grave que puedo padecer.

-¿Qué puede hacer un individuo para que no sufra de estos contratiempos?

-Mandarían al individuo que guarde cama y coma una dieta rica en proteínas.

       -Las vitaminas pueden ser buenas para el HÍGADO, sobre todo las del grupo B. y le advertirían que no mirara siquiera el alcohol.

       -Con este tratamiento tendría el HÍGADO muchas probabilidades de empezar a trabajar de nuevo.

       -Puede vigilar su peso.

       -Cuando él engorda, el HÍGADO también engordo.

       -Pero lo mejor es dejar de beber y seguir un régimen alimenticio sensato.
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