domingo, 11 de febrero de 2018

Entrevista (En Torno al Sexo en la Mujer)


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ENTREVISTA EN TORNO AL SEXO


Irving Wallace

-Dr Chapman, ¿no podría usted dar algún resumen, que revele los resultados más generales de la investigación sexual en torno a la mujer casada, que han estado haciendo usted y sus colaboradores?

-Me he rehusado hacerlo porque me parecía que aún no disponíamos de suficientes elementos de juicio; y después de tenerlos, me mostré reticente porque deseaba controlar y estudiar mis totales con la ayuda de mis colaboradores. Sin embargo, ahora consideró justo hacer conocer al público uno de los principales resultados obtenidos, de cuya validez general estoy seguro, y que será recibido con interés por las mujeres casadas.

-Al poco tiempo de iniciada la investigación, mis colaboradores y yo advertimos claramente que una de las peores desinteligencias existentes entre los sexos es la idea de que los hombres y las mujeres poseen impulsos y emociones iguales o semejantes. Si bien es cierto que, desde el punto de vista de la ubicación de las zonas erógenas, las reacciones genitales de los hombres y de las mujeres son fisiológicamente similares, no ocurre lo mismo en el caso de las necesidades y de los deseos. El público parece creer que por cada hombre que desea entablar relaciones sexuales, existe también una mujer que siente exactamente del mismo modo. En resumen, que ambos sexos tienen las mismas necesidades sexuales. Hasta ahora, todas las comprobaciones resalizadas por nuestro equipo contradicen absolutamente esa idea. De acuerdo con los datos que obran en nuestro poder, el vínculo sexual es menos importante para la mujer que para el hombre.

-Doctor Chapman, quiero asegurarme de haber entendido bien. ¿Afirma usted que, después del examen de tres mil mujeres, cree que las mujeres no están tan interesados en el sexo como los varones?

-Así es, mi afirmación se basa en los resultados de nuestra encuesta.

-¿Puede decirnos algo más sobre el tema?

-Con mucho gusto. Nuestras observaciones sobre la mujer casada ahora revisten más valor porque poseemos datos detallados sobre el varón soltero, y podemos utilizarlos como término de comparación. La contrastación de las dos encuestas indica que el varón medio está más preocupado, y aun diría obsesionado, con el sexo que la mujer media. Con frecuencia la razón fundamental por la cual un varón se casa es el deseos de poseer sexualmente a una mujer. Posteriormente, si se siente decepcionado, o cansado de su mujer -me refiero siempre al sexo-, se divorcia de ella, o le es infiel, o apela a la psiquiatría o al alcohol. En cambio, la razón principal por la cual la mujer se casa no es el deseo de ser poseída por el hombre… sexualmente, se entiende. Naturalmente, es una de sus motivaciones, pero no la esencial. En su actitud hacia el amor físico, la mujer representa el papel más pasivo. Se casa porque desea tener seguridad, ser aceptada socialmente, someterse a una norma social, tener hijos, vivir acompañada. Desea satisfacer normalmente su sexo, pero si la experiencia la decepciona, a menudo evitará apelar a medidas extremas como el divorcio, un amante, el tratamiento con el psiquiatra, o el alcohol. Si el amor físico la deja insatisfecha, reprimirá sus deseos, sufrirá las consecuencias y superará los efectos emocionales negativos, y sublimará sus necesidades, volcando sus energías en otras esferas de similar importancia, como los niños, el hogar, la vida social, y otras por el estilo.

-Sobre la base de nuestras observaciones sospecho que los hombres han creado un mundo femenino ficticio…, mujeres carentes de existencia real en los Estados Unidos de hoy. Este es uno de los muchos puntos significativos que espero subrayar y demostrar con pruebas concluyentes en la obra que proyectamos presentar al público en la próxima primavera... Volvamos durante un instante la atención a los medios de entretenimiento distracción… me refiero específicamente a las novelas, las obras de teatro, las películas, la televisión. Los hombres que escriben los argumentos utilizado por estos medios generalmente presentan heroínas que ansían gozar del amor sexual, que nunca se satisfacen, que reaccionan eróticamente y sin inhibiciones. Así son las mujeres norteamericanas de la ficción. Estas mujeres, creadas por el cerebro de los hombres, actúan como los hombres creen que las mujeres deben hacerlo…, o como ellos desean que actúen. Pero las mujeres que mis colaboradores y yo hemos hallado son muy distintas. Son mujeres reales, y la mayoría de ellas pueden tener relaciones sexuales o prescindir de dichas relaciones, no sueñan con el sexo, y no se excitan como lo hacen los hombres; no se sienten estimuladas por el espectáculo del hombre viril y buen mozo. Eso ocurre en las novelas y en las películas. Los hombres parecen creer que lo mismo sucede en la vida real. Pero no es así. Los hechos son los hechos. Podemos afirmar que esa imagen no corresponde a la realidad.

-¿Puede aclararme una duda? Si sus afirmaciones son exactas, ¿por qué tantas mujeres gustan de las novelas de tema sexual? Es decir, todo indica que esos libros se venden mucho… ¿No indica todo eso que las mujeres se interesan mucho por el problema?

-Me alegro de que haya planteado este asunto. Naturalmente, no dispongo de las cifras pertinentes, pero, ¿se venden realmente esos libros? ¿son leídos sobre todo por mujeres? No lo sé. Supongamos que ése es el caso. Probablemente lo es. Desde mi punto de vista, la respuesta es la siguiente… y aunque esto parezca contradecir lo anterior, no es así. Muchas mujeres están preocupadas por el sexo, pero de manera diferente a lo imaginado por sus esposos o amantes. Las mujeres se sienten atraidas hacia la ficción romántica, no tanto por razones de identificación o como motivo de estimuló, sino porque anelan satisfacer una curiosidad irritante. Primero, porque los hombres atribuyen tanta importancia a la atracción sexual, y porque las recompensas para las poseedoras de atracción son considerables en nuestra sociedad, las mujeres han llegada a la conclusión de que deben consagrarse al sexo, independientemente de que les interese o no. Segundo, la mayoría de las mujeres norteamericanas se han dejado sugestionar por la propaganda masculina. Día tras día se les indica que deben comportarse y sentir como los hombres quieren que ellas sientan y se comporten, pero ellas saben que no lo consiguen. Y ese hecho las desorienta, y las inquieta. Suscita en ellas un sentimiento de inferioridad. Y este fenómeno, agregado al defecto general de nuestra cultura -me refiero a la vida carente de sentido y de objetivos que la mayoría de las mujeres lleva en el matrimonio, pero ése es un tema que no acordaré aquí-, determina la permanente insatisfacción de las mujeres. ¿Por qué son defectuosas, qué falla padecen? Se formulan la pregunta, y quisieran conocer la respuesta. De modo que se dedican a leer libros, a ver obras de teatro y películas, envidiosas de las mujeres de la ficción, de las mujeres que ellas no pueden ser; es decir, de las mujeres que no existen realmente. Buena parte de estas esposas se creen anormales, de escasa sexualidad, raras. Pero no es así. Son mujeres de tipo medio. Este tipo femenino integra entre el 25 y el 75% de todas las mujeres. Creo que nuestra investigación… demuestra de un modo dramático esta afirmación. Confio en que lograremos disminuir la tensión que padecen las mujeres norteamericanas.
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