lunes, 12 de febrero de 2018

Entrevista (En Torno a la Homosexualidad)


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ENTREVISTA EN TORNO A LA HOMOSEXUALIDAD


-Emilio, me gustaría saber si el homosexualismo es una enfermedad o no, te lo pregunto porque conozo a dos hemanos, ambos son profesioistas y es más, uno de ellos es médico y ambos opinan que el homosexualismo es una enfermedad.

      -Mira, Marcela, mucha gente opina lo mismo que esos hermanos homofóbicos. Tengo aquí una entrevista a un científico eminente, muy capacitado que te puede aclarar algunas cosas sobre el tema. Se llama Andrew Allen.

-¿Quién es ese señor Andrew Allen?

        -Andrew Allen nació en Brooklyn. En la actualidad es psicoterapeuta y supervisor médico de una conocida institución mental, cargo en el que lleva ocho años.


-Con anterioridad estuvo al frente de un centro de rehabilitación infantil situado en el sector noroeste de la ciudad.

-Su trabajo actual consiste en supervisar la labor del personal médico especializado y la terapéutica de grupo.

-Él mismo está a cargo de diversos grupos, uno de los cuales está integrado únicamente por homosexuales.

-Por lo que toca a su consulta privada, atiende de preferencia -aunque no de forma exclusiva- a individuos homosexuales.


        -Este año Andrew termina un programa de especialización en un nuevo método psicoterapéutico que acepta buena parte de la teoría freudiana como núcleo central, pero que centra la atención en los periodos anteriores a la fase edípica.

-La especialización comprende cuatro años de dedicación completa, Andrew Allen lo ha hecho en diez, acogiéndose al sistema de cursos parciales y se exige que el candidato al título sea un profesional en ejercicio y que una vez finalizado el curso admita cierto grado de supervisión en cuanto al tratamiento dispensado a los pacientes con arreglo al nuevo método.

        -Es un hombre corpulento que habla con sosegado aplomo. Emana de él una fortaleza que se intuye más que se palpa. En cambio trasluce la irritación que le embarga. Con frecuencia su cólera va dirigida contra el tratamiento profesional y de otro género  que se dispensa a los homosexuales en Estados Unidos.

        -Según explica Andrew Allen, a los 10 años ya sabía que era homosexual y que tal 'cosa' era a la vez aberrante y repugnante. La sociedad, con  sus silencios y con sus vituperios, hizo que arraigase en él ese sentimiento. Creció ocultándose, lastimado y lleno de infelicidad.

        -El padre de Andrew Allen era panadero y a duras penas ganaba lo suficiente para atender al sustento de la familia. Andrew Allen lo recuerda como una figura distante, un hombre encapsulado en sus sentimientos, afable pero con un carácter potencialmente explosivo. Habla del tipo de cariño que recibió de él y de que no tenía la sensación de que le alcanzase en la medida que deseaba, pese a lo cual Andrew Allen le profesaba amor.

        -Era el "geniecillo" de su madre, un niño que "al decir de ella, a los 2 años sabía hacer pipi solito en el retrete y que a los tres había aprendido a hablar". Antes de cumplir los cinco estudiaba danza y acordeón. Durante los estudios de enseñanza media tuvo profesores particulares para que pudiera mantener el alto coeficiente de aplicación en el colegio. Andrew Allen era el hijo modelo que necesitaba ocultar a toda costa su imperfección, es decir, su homosexualidad. Quería a su madre, pero tenía la sensación de que era el suyo un amor supeditado a su continua carrera de éxitos en todos los campos.

        -Andrew Allen confiesa haberlos engañado a todos con su formidable fachada social. Era un chico encantador, vital y agresivo por fuera, pero hecho un pingajo por dentro, porque había vuelto todos sus sentimientos homosexuales contra sí mismo. Se tenía por un ser perverso. No podría ser de otro modo tratándose de la sexualidad, tema del que jamás se hablaba abiertamente, por lo menos en su casa. El hecho sexual era por lo visto demasiado sobrecogedor para dejar que aflorase libremente a la conciencia. Andrew Allen indica, también, que se masturbaba fantaseando con otros chicos, a los que desvestía e incluso prodigaba caricias. Durante los años de bachiller, aun cuando era un chico popular, no se citaba con chicas, pero estaba muy sensibilizado frente al hecho de que otros compañeros si lo hacían.

-Cuando se matriculó en la universidad era un ser alienado, solitario y asustado. Por entonces todo lo que sabía era que en la relación sexual tomaban parte personas muy respetables, pero él estaba demasiado atemorizado para ser una más.
        
-Pero las cosas cambiaron durante el segundo curso. Las mujeres se convirtieron en el foco de sus apetencias sexuales, si bien sus fantasías giraban en torno a los hombres. Las relaciones que mantuvo con las chicas fueron en todo momento "satisfactorias", e incluso tuvo amistad íntima con una de ellas por espacio de dos años.

-Esta última experiencia hizo que conociera el sentimiento primerizo del amor romántico, pero en razón de sus conflictos sexuales -las fantasías que se veía incapaz de aceptar- decidió ponerse en tratamiento con un psiquiatra en espera de poder así apartar los obstáculos que suponían sus inclinaciones homosexuales.

-A los 25, cuando estas fantasías demandaban a gritos una válvula de escape, el psicoanalista que lo atendía hizo este comentario:

  "Andrew, lamentaría de veras que te convirtieras en uno de esos sujetos".
        
-Al cabo de una semana abandonó el tratamiento. El comentario que había formulado le dio a entender que el propio médico tenía graves problemas homosexuales no resueltos respecto de su persona.

-Transcurrida otra semana. Andrew se embarcó en la que sería su primera experiencia homosexual con un hombre extremadamente sensible y bondadoso que supo comprender que se trataba de su primera experiencia homosexual. Después de haber hecho el amor le dio su número de teléfono a la par que añadió: "Si te sientes confuso y necesitas hablar sobre lo que ha pasado, llámame". Hoy, aunque con retraso, le da las gracias por ello. Pero la verdad es que no lo llamó porque distaba mucho de estar confundido. Por el contrario, se hallaba en el séptimo cielo. Tantos años despreciándose a si mismo, reprochándose su conducta sexual. Pero al fin desapareció ese malestar.

-A raíz de aquella experiencia se dio cuenta cabal de quién era y de lo que era, y de que ambas cosas eran positivas, no perversas.
        
-Durante los 4 años que siguieron, mientras por un lado Andrew Allen se ponía en manos de un psicoanalista freudiano, por el otro exploró su homosexualidad tanto en el sofá del médico como en los bares, las calles y establecimientos de baños.

"Pasé por un período de gran promiscuidad, como un chiquillo al que se deja comprar por sí mismo en una pastelería, y se dio sus buenos lotes, sin privarse de nada. Sólo desde hace cinco años he dejado de saciar indiscriminadamente mis apetitos con toda suerte de 'bombones'".

  -Tres años atrás, Andrew Allen conoció a Joe en un bar de Village. Pero lo cierto es que terminaron hablando y que hicieron el amor aquella misma noche. Desde entonces están juntos a diario, aunque no sin salvar numerosos escollos.
        
-A decir verdad, tras nuestra primera noche Joe y yo pasamos por un periodo de "noviazgo". Teníamos que hacerlo. Las relaciones que había tenido hasta entonces quedaban empañadas por el mero incentivo sexual y me resultaba imposible valorar la persona, el ser de mi compañero de turno. Pero a la sazón, sintiéndome francamente atraído por Joe, le pregunté si se avendría a pasar por un periodo de abstinencia sexual con objeto de poder conocernos a otros niveles. Él se mostró conforme y aquí nos tienes al cabo de tres años de convivencia. La relación con Joe es sin duda la experiencia más hermosa que he conocido en mi vida. Es una persona de carácter, seguro de si mismo, un ser de excepción, por cuanto tiene acceso a sus sentimientos y emociones. No es hombre que vea mi trabajo como una amenaza ni está celoso de la dedicación que le presto, antes bien, comprende perfectamente la pasión que siento por mi especialidad y, por ende, se hacer cargo de que debo dedicarle muchas horas. Es un individuo que posee su propio campo de intereses y trabaja en ellos para ampliar horizontes y perspectivas. Los dos mantenemos una saludable relación de mutua dependencia sin menoscabo de nuestra autonomía individual. La nuestra es una unión en igualdad de condiciones en la que no existen papeles asignados. Somos lo que en un momento dado deseamos ser y si bien es cierto que pasamos juntos muchas horas, no lo es menos que permanecemos separados otras tantas. En todo caso mantenemos una relación monógama."
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-Andrw,  ¿consideras que la homosexualidad es una enfermedad?

        -Tanto la homosexualidad como la heterosexualidad son traumatizante, primero, para los que vivencian su condición sexual como un problema, y, segundo, para los que inician una relación de intimidad auspiciados por la necesidad de llenar vacíos no satisfechos por los padres o por uno de ellos. En otras palabras, el hombre o la mujer que proyectan en otro individuo la figura de "papa" o de "mama'" experimentarán serias dificultades en su relación amorosa.
   
-¿Crees que se pueda curar la homosexualidad?

        -La pregunta es tan irritante como dañina. Hablar de cura es tanto como admitir que la homosexualidad es un comportamiento aberrante, una "dolencia" a la que se puede encontrar remedio.

-De las investigaciones que he realizado hasta la fecha nada permite deducir que la homosexualidad sea un hecho patológico y quienes piensan de otro modo me ofenden personal y profesionalmente.

-¿Qué me dices de todas las causas que se han aducido para justificar la homosexualidad?

        -Hablas de causas como si se tratase de encontrar la "causa" de la poliomielitis. ¡No hay causa alguna! Se han avanzado una serie de ellas, pero sólo a nivel de hipótesis, sin que haya podido ofrecerse una prueba concluyente. Lo que me pregunto es por qué nadie investiga las "causas" de la conducta heterosexual. Por un extraño mecanismo mental se presupone que la heterosexualidad corresponde al tipo de comportamiento "normal".

-¿Quién lo asegura? ¿En qué razones se apoyan? ¿Cómo sabes que es así?

-Por regla general, los teóricos que avanzan estos criterios en torno a la homosexualidad son heterosexuales, que además están analizando a un grupo minoritario. No les satisface o no son capaces de considerado como un grupo diferenciado, sino que por razones personales lo consideran diferente y aberrante.

-La verdad es que al avanzar sus teorías, esta gente trata de buscar pruebas que refuercen sus prejuicios.

        -Yo, en cuanto teorizador y psicoanlista en ejercicio, podría afirmar que las personas con inclinaciones homosexuales son individuos mentalmente sanos y que es el comportamiento heterosexual lo que constituye una aberración.

-Si dedicase el tiempo   suficiente a esta idea es probable que pudiera construir toda una teoría al respecto. Lo que trato de dar a entender es que antes de pronunciarnos sobre la condición sexual del individuo se precisa un análisis más objetivo y más científico de los que suelen realizarse.

-Hasta el momento no conozco un solo dato que me permita calificar de aberrante la conducta heterosexual o la homosexual, antes al contrario, lo que sé al respecto me refuerza en la idea de que una y otra pueden ser formas de expresión sexual perfectamente válidas.

-¿Debo interpretar, pues, que la causa es el aspecto que menos te interesa?

        -En efecto. Mi interés se centra en ayudar al paciente a concretar con sus pensamientos y emociones y apoyarse en aquellos que constituyan un factor positivo de su personalidad. Y si después de haberlo hecho opta por la conducta homosexual yo me pondré de su parte y le prestaré todo mi apoyo moral. Yo mismo, en cuanto psicoterapeuta, no esbozo "ambiciosos planes" de cara a mis pacientes, sino que oriento mi labor a procurar que se conviertan en personas capaces de responder a sus emociones de forma que puedan elegir con garantías en TODO ORDEN de cosas. No me anima deseo alguno de cambiar o de convertir la orientación sexual de la persona a menos que ella desee este cambio o esta conversión.

-Teniendo en cuenta que investigas sobre un amplio sector de la población homosexual, ¿has hallado algún problema común a todos ellos?

        -No. No he observado una problemática específica del individuo homosexual, salvo el hecho de que ningún heterosexual ha tenido que encararse nunca con sus padres para decirles! "Papá y mamá, tengo algo que confesaros... Soy heterosexual".
       
-Ese si es un problema con el que topan todos los homosexuales.

-¿Qué me dices de las fobias y temores del homosexual?

        -Este sólo tiene más miedo que el heterosexual en lo tocante a descubrir su verdadera condición sexual. Y con motivo. Al heterosexual nadie le pide cuentas cuando se manifiesta como tal. En cambio, el homosexual corre el riesgo de perder el empleo, el prestigio social y el cariño de los suyos.

-En esencia me estás diciendo que no existe una prolemática típica del sujeto homofilo, ¿no es así? 

        -¡Exacto! La gente.., todo el mundo tiene que contenerse para frenar los impulso y sentimientos de agresividad. No se nos enseña desde una edad temprana a salir airosos de la pugna con esta agresividad.

       -Muchas enfermedades mentales están determinadas por la incapacidad del individuo para hacer frente a dichos impulsos. Por lo demás, quien más quien menos alberga pensamientos asesinos, agresivos, por lo común reprimidos, es decir, cuya existencia nos negamos a reconocer. Con todo, nacemos a la vida presos de furor. Dejamos la confortable seguridad del útero materno para recibir los sopapos en el trasero que nos sacude el tocólogo. Aquí se inician las actitudes agresivas, pese a lo cual no se nos permite, ni durante la niñez ni en la adolescencia, dar libre curso a nuestros impulsos y emociones. Lo que ocurre es que sepultamos los sentimientos de hostilidad en el inconsciente y a menudo se vuelven contra nosotros. Con no menos frecuencia crecemos y maduramos perdidos en fantasías que trucan los pensamientos asesinos y violentos en actos sexuales o en pautas de conducta específicos. La dificultad se presenta en el instante en que el sujeto se ve compelido a proceder conforme a las fantasías que pueblan su mente, o sea lo que caracteriza a las prácticas sadomasoquistas; la proyección real de los instintos agresivos del individuo. Y es una lástima que esta agresividad no se quede en el puro terreno imaginativo.

-¿Por qué razón?

        -Porque si el sujeto relega los instintos agresivos a las fantasías que acompañan a la masturbación les da salida por esa vía, dejando espacio para adoptar con el compañero sentimientos de afecto y de ternura.

-¿Has tenido ocasión de verificar si se ha producido un auge de las prácticas masoquistas entre homosexuales?

        -Ha habido un incremento, por supuesto, pero no olvides que el sadomasoquismo no es un fenómeno exclusivamente homosexual. Ya los heterosexuales lo practicaban antes de que pasase al otro lado de la cerca. Personalmente estimo que estas prácticas no son positivas y mi experiencia profesional corrobora esta idea. Todos albergamos sentimientos de esta índole (instintos sanguinarios e impulsos impulsos agresivos), pero, como te decía, lo mejor sería que no trascendiesen al el marco de la fantasía. Creo que al deshumanizar a otros hacemos lo propio con nosotros mismos, y a la inversa, si dejamos que otros nos humillen degradamos progresivamente la condición humana de nuestro verdugo.

-Hablando de papeles. En relación con la sexualidad, ¿crees que la tendencia a asumir el papel activo o el pasivo es sintomático de algún rasgo de la personalidad?

        -Si lo que me estás preguntando es si el individuo esencialmente pasivo en el lecho tiende a serlo también fuera de él, te diré que sí. Por lo general son gente que deja a otros llevar la voz cantante. En la consulta, cuando un paciente me habla de su vida, de su posición en ella y de sus actitudes frente a la misma, por lo general me resulta fácil determinar por dónde van sus preferencias sexuales. Es curioso que en el caso de hombres casados que luego se han pasado al bando de la homosexualidad se    observe una tendencia a adoptar en la cama un papel pasivo. Es como si anduvieran diciendo: "Ya es hora de que se ocupen de mi". Existe otro tipo de homosexual, el del sujeto social y profesionalmente agresivo que luego, en el terreno sexual, se abandona por entero en busca de alivio y solicitud por parte del compañero.

        -Pero, mucho ojo con eso de las etiquetas. A menudo, ser sujeto activo o pasivo en el catre puede corresponder a un deseo saludable de dar y de recibir afecto. Puede ser, también, un signo de fortaleza o una señal de debilidad. Pero la personalidad verdaderamente sana necesita de una y otra forma de comportarse. Necesita dar, pero también recibir. Es el caso de esos raros individuos que dejan fluir sus emociones y sentimientos y que por ello mismo pueden actuar según les convenga. Dicho de otra manera, nadie experimenta siempre las mismas apetencias. La persona psíquicamente sana busca satisfacer las necesidades de cada momento. Puede que una noche le apetezca actuar como un león y puede que otras noches esté inhibido (todos tenemos días en que no deseamos aportar más que nuestra presencia). Tal como yo veo las cosas, la actitud más sana en el aspecto sexual es la de comportarnos a tener de nuestros antojos y hacer lo preciso para alcanzar plena satisfacción. Hay muchísima gente que se inhibe en sus manifestaciones y respuestas sexuales debido a que se abstienen o pierden contacto con sus verdaderas apetencias y necesidades.

        -Por último, tiendo a compadecer a los que se creen más viriles por el hecho de asumir únicamente el papel activo en la cama. Sospecho que están prescindiendo de una porción de su persona. También en estos casos debo insistir en que la asunción de estos papeles no es un rasgo característico de la relación homosexual.

-Lo siento mucho, mi querido amigo, pero no somos espécimenes aparte. También en el juego amoroso de la pareja heterosexual se da de vez en cuando el intercambio de protagonismo.

-Sin embargo, ¿no es cierto que en la relación homosexual la fantasia del tío bien parido, del macho por excelencia, desempeña un papel importante?

        -Sí, pero los mecanismos de transferencia del ser todopoderoso que es la figura del padre tampoco son un fenómeno genuinamente homosexual.

-¿Podrías ser más explicito?

        -Muchas mujeres tratan de hallar en el esposo la figura del padre que jamás han tenido. Andan en pos de un hombre dotado de singular fortaleza o con una capacidad de comprensión que no hallaron en sus padres, amantes o esposos. Como decía antes, la mayoría de la gente que se embarca en una relación amorosa raras veces ve a su pareja tal como es en realidad, sino que le atribuye cualidades y ventajas imaginarias.

-En el caso de los hombres, los hay que buscan en el fondo casarse con su mamita; y a la inversa, algunas mujeres pretenden hacer lo propio con papacito.
       
-En consecuencia, conviene dejar bien sentado que "la idealización del personaje dominante" no es patrimonio exclusivo del homosexual.

-¿Es también un mito la imagen del homosexual como un ser lleno de cuitas y más infeliz que el heterosexual?

        -Totalmente. Lo que ocurre es que los homosexuales hablan con más franqueza de sus problemas. Muchas veces sintonizan con sus emociones en mayor grado que el varón heterosexual.

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