lunes, 30 de marzo de 2015

Dios y la Naturaleza



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LA NATURALEZA Y DIOS

-Hace muchos siglos, la gente reforzaba su fe en Dios escuchando historias milagrosas. 
-Estos cuentos podían relatar la separación de las aguas del Mar Rojo, o a Dios enviando lluvia como respuesta a los rezos de un hombre piadoso; contaban acerca de ríos cuyos cursos eran revertidos, o mostraban al sol rotando en dirección opuesta. 
-También se relataba la historia de Daniel emergiendo ileso de la caverna de los leones, y a Shadraj, Meshaj, y Abednego, sobreviviendo al terrible horno. 
-Todos estos relatos tratan de demostrar que Dios se preocupa tanto por nosotros, que está dispuesto a suspender las leyes de la naturaleza con el solo fin de proteger a sus favoritos.
-Es lógico que cuando a nosotros nos cuentan esos relatos, nos mantenemos escépticos.



-Hemos vivido toda la vida siendo testigos de la inmutabilidad de las leyes de la naturaleza que son precisas y confiables, y siempre funcionan de la misma manera.
-Tomemos, por ejemplo, la ley de la gravedad: los objetos pesados siempre caen en dirección a la tierra de modo que un albañil puede construir una casa sin que se le vuelen los materiales. 
-También tenemos la química: mezclando ciertos elementos en las proporciones correctas, obtenemos siempre los mismos resultados. 
-Así, un médico puede recetar un remedio, sabiendo el resultado con anticipación. 
-Además, podemos pronosticar el amanecer y el atardecer de un determinado día.
-Y hasta podemos saber con exactitud cuándo la luna bloquea ciertas áreas del sol, causando un eclipse. 
-Para la gente de la antigüedad un eclipse representaba un hecho sobrenatural que interpretaron como una advertencia enviada por Dios. 
-Hoy en día, para nosotros, representa un hecho perfectamente natural, que nos recuerda la precisión del universo en que nos encontramos.
-El cuerpo humano constituye un milagro, no porque desafía las leyes de la naturaleza, sino precisamente porque las obedece. 
-Nuestro aparato digestivo extrae sustancias nutritivas de la comida. La piel nos ayuda a regular la temperatura del cuerpo por medio de la transpiración. 
-Las pupilas de nuestros ojos se expanden y se contraen, respondiendo a la luz. 
-Inclusive cuando nos enfermamos, nuestros cuerpos poseen mecanismos de defensa que luchan contra la enfermedad. 
-Todas estas cosas maravillosas ocurren generalmente, sin que seamos plenamente conscientes, de acuerdo con las más precisas leyes de la naturaleza. 
-Esto, y no la legendaria separación de las aguas del Mar Rojo, constituye el verdadero milagro.
-Pero el carácter inalterable de estas leyes, que hace posibles la medicina y la astronomía, también causa problemas. 
-La gravedad hace caer a los objetos. A veces, éstos caen sobre las personas y las lastiman. 
-La gravedad también puede hacer caer a la gente de las ventanas o de las montañas. Otras, la gravedad nos hace resbalar en el hielo o hundirnos en el agua. 
-Todo esto significa que no podemos vivir sin gravedad y que, al mismo tiempo, tenemos que vivir con los peligros que causa.
-Las leyes de la naturaleza nos tratan a todos de igual manera. 
-No exceptúan a la gente útil o simpática. 
-Si un hombre entra en una casa habitada por alguien que sufre de una enfermedad infecciosa corre el riesgo de contagiarse. 
-No importa el motivo por el cual se encuentra en la casa puede que sea médico o ladrón: los gérmenes de la enfermedad no hacen distinciones. 
-Cuando Mario Aburto disparó sobre el candidato presidencial Colosio, en el momento en que apretó el gatillo, el destino estaba en las manos de las leyes de la naturaleza. 
-El hecho de que Colosio era una buena persona, o que México pueda mejorar o empeorar con su muerte, no afectará el curso de la bala ni la gravedad de la herida.
-Las leyes de la naturaleza no exceptúan a la gente simpática. 
-Una bala no tiene conciencia; tampoco un tumor maligno, o un automóvil que pierde el control. 
-Este es el motivo por el cual la gente buena se enferma y se lastima como cualquier otra. 
-No importa qué historias nos hayan contado sobre Daniel o Jonás en la escuela dominical, Dios no interrumpe las leyes de la naturaleza para proteger a los justos. 
-Esta es otra de las causas por las cuales, a veces, las cosas malas le acontecen a la gente buena, cosas  que Dios no provoca ni puede detener.
-Y realmente, ¿cómo podríamos vivir en este mundo si así lo hiciera? 
-Supongamos hipotéticamente que Dios se propone no dejar que nada malo le ocurra a una persona buena y piadosa. 
-Que si un Mario Aburto le dispara al candidato, sin importar cuán cuidadosamente apunta el arma, Dios hace que la bala no dé en el blanco; que si se rompe un ala del avión presidencial, Dios hará que aterrice exitósamente. 
-¿Acaso viviríamos en un mundo mejor si ciertas personas, por gracia divina, fueran inmunes a las leyes de la naturaleza, mientras el resto de nosotros tenemos que defendernos como podamos?
-Supongamos que yo fuese uno de los justos a quien Dios protege, debido a que soy una persona observante, caritativa, que posee una familia joven, que paso mi vida ayudando a los necesitados. 
-¿Qué significaría esto? ¿Acaso podría salir en mangas de camisa en un día frío, sin enfermarme, ya que Dios no permitiría que las fuerzas de la naturaleza me provoquen daño alguno?¿Podría cruzar una avenida en la luz roja y salir ileso? ¿O podría saltar de una ventana cuando estoy demasiado apurado como para tomar el ascensor? 
-Un mundo en el cual la gente buena sufre de los mismos peligros naturales que los demás ya es problemático. Pero un mundo en el cual la gente buena fuera inmune a las leyes de la naturaleza lo sería todavía más.
-Las compañías de seguros se refieren a los terremotos, huracanes y otros desastres naturales con el término "actos de Dios". 
-Considero que en estos casos están pronunciando el nombre de Dios en vano. No puedo creer que un terremoto que mata a miles de víctimas inocentes sin razón sea un acto de Dios. 
-Es obra de la naturaleza. La naturaleza es moralmente ciega, carece de valores y marcha siguiendo sus propias leyes, sin importarle quién se encuentra en su camino. 
-No creo que Dios está de parte de la justicia, de la equidad, de la compasión. Para mí, el terremoto no es un "acto de Dios". 
-En dado caso, el acto de Dios es el coraje que tienen las personas para reconstruir sus vidas después del terremoto, para ayudar a sus semejantes en todo lo posible.
-Cuando un puente se derrumba, cuando un dique se desploma, cuando el ala de un avión se rompe y mueren personas, no puedo ver allí un acto de Dios.
-No puedo creer que Dios quisiera que toda esa gente muriera en ese momento, o que deseaba que sólo perecieran algunos de ellos y no le quedó más remedio que condenar también a los otros.
-Creo que todas estas calamidades son obra de la naturaleza y que no existe una razón moral para que esas víctimas en particular hayan sido señaladas para sufrir el castigo.  
-Aplicando la inteligencia, tal vez algún día seremos capaces de conocer los procesos físicos que se esconden detrás de los terremotos, los huracanes y la fatiga de material, y así lograr anticiparlos y quizá hasta prevenirlos. Cuando esto ocurra, la cantidad de gente inocente que caiga víctima de estos así llamados "actos de Dios" será menor.
-No conozco el motivo por el cual algunas personas se enferman, mientras que otras permanecen sanas, pero sólo puedo suponer que esto ocurre debido a la acción de ciertas leyes naturales que están más allá de mi comprensión. No puedo creer que Dios "envía" una enfermedad a una persona específica por un motivo determinado. Tampoco puedo creer en un Dios que distribuye semanalmente su cuota de tumores malignos, que consulta su computadora para saber quién los merece más o puede soportarlos mejor. Podemos comprender que una persona que está enferma y sufre grite: "¿Qué hice par merecerme esto?", aunque sea ésta una pregunta errada. No nos enfermamos o sanamos por decreto divino. Sería mejor que nos preguntáramos: "¿Qué hago ahora, a quién le puedo pedir ayuda?" 
-Sería mejor considerar seriamente a Dios como a la fuente de valores morales si no le creamos la responsabilidad por todas las injusticias qué acontecen en el mundo.
-Aunque quizá sería mejor plantear nuestra pregunta de otra manera. En lugar de preguntarnos por qué tanto la buena como la mala gente tienen que sufrir las mismas leyes de la naturaleza. 

-Entonces, ¿No crees tú que exista  Dios?

-Bueno, yo creo en el Dios de Beruch Spinoza:




-En una cita de Beruch Spinoza nos dice:
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Sólo un tonto puede creer en los Milagros y atribuirlos a un Dios inteligente. ¡Cómo sí Dios fuera a violar sus propias leyes!
Beruch Spinoza, (1632 è 1677); filósofo y pensador holandés.
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-Para rematar te doy dos citas más de Beruch Spinoza:

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Cualquier cosa que sea contraria a la naturaleza lo es también a la razón, y cualquier cosa que sea contraria a la razón es absurda.
Beruch Spinoza
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La actividad más importante que un ser humano puede lograr es aprender para entender, porque entender es ser libre.
Beruch Spinoza
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