01. ¿Por qué dices que Hidalgo no fue el Padre de la Patria?
-El Padre de la Patria fue Matías Monteagudo y en ningún caso el cura Hidalgo, por más que éste haya iniciado el movimiento de independencia con el estandarte de la Virgen de Guadalupe en mano.
La verdad es que Hidalgo fue fusilado el 30 de julio de 1811, apenas unos meses después de haber convocado al pueblo a la rebelión, y eso únicamente porque Fernando VII había sido depuesto del trono por Napoleón Bonaparte.
Iturbide y sólo Iturbide, no te confundas, consumó la independencia de México gracias al patrocinio político, económico y militar de Monteagudo, cuando Hidalgo ya llevaba diez años de muerto.
02. ¿Quién fue Monteagudo?
¡Cuánta ignorancia! ¿Cómo desconocer el nombre de una persona que tuvo tanta influencia en el pasado de México?
03. ¡Ah!, claro está, probablemente se trató de un influyente católico, cuya obra política y militar y como debía ser ocultada
para subrayar nada más su desempeña pastoral se trató de alguien que aventó la piedra y luego escondió la mano.
El pueblo de México jamás libro batallas encarnizadas en 1821 para conquistar finalmente su libertad ni cuentos de esos… Mentiras y más mentiras. Claro que cuando Hidalgo y Morelos encabezaron el movimiento armado la destrucción del país, en todos los ordenes, alcanzó proporciones alarmantes.
Después del fusilamiento de ambos curas la rebelión, casi moribunda, fue capitaneada por Vicente Guerrero, entre otros insurgentes, a un nivel tan insignificante que ya no representaba una amenaza para las fuerzas realistas.
04. ¿Cómo se logró entonces el reompimiento con España si el pueblo, de hecho, no participó durante la consumación de la
independencia, ni tomó la calle ni peleó en los campos de batalla para conquistar la libertad?
Ya descubrirás qué bien se esconden los ensotanados, avasallodaramente ricos tras el poder del Estado o de la religión para proteger sus intereses y continuar lucrando con las miseries de la nación.
¿Verdad que nunca te dijeron quien fue Matías Monteagudo, el canónigo al que me referí al principio?
05. Confieso mi absoluta ignorancia.
-Matías Monteagudo es, ni más ni menos, el Padre de la Patria, él y sólo él, acompañado por un grupo de sacerdotes pertenecientes al alto, altisimo clero, son quienes finalmente rompen con España y logran la independencia, para lo cual contaron con latifundistas, magnates del comercio, militares de alto rango, distinguidos integrantes de la magistratura, criollos destacados, funcionarios y burócratas sobresalientes, deseosos de cuidar su patrimonio y sus intereses políticos.
Al pueblo se le concedería el crédito de haber promovido y logrado la independencia por tanto hartazgo, sometimiento y explotación.
Ya nadie en la Colonia, se explicaría, ni un día más, la asfixia impuesta en todos los ordenes de la vida nacional…
¡Pamplinas, embustes y más embustes!
Debes saber lo que aconteció en el interior del templo de La Profesa, la casa de los oratorianos de México, en aquel mayo de 1820.
El canónigo Matías Monteagudo, conocido por su lealtad a la Corona y por sus deslumbrantes títulos como rector de la Real Universidad Pontificia, director de la Casa de Ejercicios de La Profesa y consultor de la Inquisición Mexicana cuando se sentenció a muerte a Morelos en 1815.
Toda una autoridad eclesiástica. En la misma mesa en torno a la que se debería haber sentado el propio inquisidor en funciones, el de Guadalupe, acompañado por los obispos Ruiz Cabañas de Guadalajara y Juan Ruiz Pérez de Oaxaca, el encargado de la Mitra de Michoacán. Además habían sido convocados el regente de la Real audiencia, Miguel Bataller y el ex inquisidor José Tirado, contando con el apoyo velado del virrey Apodaca.
Se trataba nada menos que de un confabulación armada en contra de la España liberal, por el grupo más retardatario y reaccionario de la sociedad, fanáticamene adicto a la monarquía absoluta.
06. ¿Qué pasó en España que hizo que los liberales ganaran terreno a la monarquía absolutista de Fernando VII?
En mayo de 1814, seis años atrás, Fernando VII, una vez concluida la intervención napoleónica, había logrado decapitar la era liberal inaugurada por las Cortes de Cádiz de 1812 al declarar "nulos y de ningún valor ni efecto" todos los decretos gaditanos. Con tan sólo chocar las palamas de sus manos Fernando VII había espantado a los demonios del progreso. Todavía no se sentaba en el trono cuando ya ordenaba la redacción de un decreto para derogar de un plumazo la Constitución de Cádiz con el ferviente deseo de restaurar la monarquía absoluta, en el estado en que se encontraba antes de la invasión francesa de 1808.
El clero español de aquellos años logró imponerse finalmente a los liberales, mientras que aquí, en la Nueva España, la oligarquía pudo respirar nuevamente en paz. El peligro había pasado. Dios le pudo sujetar las manos al Diablo. Las aguas regresaron transitóriamente a su nivel.
En 1820, como todos lo saben, revivió en España la causa constitucionalista. Según los oligarcas mexicanos, Satanás estaba otra vez de pie.
Esta vez Fernado VII ya no tendría la misma suerte de 1814, cuando pudo derogar la Constitución sin sufrir consecuencia alguna.
Entonces quedo preso el rey.
Para Monteagudo las leyes de Cádiz no pasaban de ser un conjunto de normas inaplicables, intolerables, inadmisibles: por algo habían escandalizado tanto a la iglesia católica de la península como a la de sus colonias. Nada, ni hablar de extinguir la sacra institución de la Inquisición ni de abolir el fuero eclesiástico ni de reducir el valor de los diezmos ni de subastar bienes del clero ni de permitir la libertad de imprenta ni la de prensa.
Monteagudo se oponía a cualquier reforma social contraria a los intereses clericales. No, no, a ningún ser vivo se le toleraría atentar en contra de los poderes del Señor para mermar el poder de Su iglesia.
"Nunca aceptaremos una disminución de cualquier buro de nuestros ingresos ni nos resignaremos a la pérdida de nuestra influencia para salvar a la sociedad de los horrores del infierno ni estamos dispuestos a permanecer sentados mientras nos arrebatan los privilegios de los que hemos disfrutado en los últimos trescientos años de dominación española".
"Sí sólo que después de seis años de disfrutar la paz, los liberales la volvieron a arrebatar. Hoy en día don Fernando, nuestro rey, como todos lo sabemos, se ha convertido en rehén de los liberales que sólo Dios Nuestro Señor, con su generosa misericordia, podrá, tal vez, perdonar el día en que comparezcan estos asquerosos gusanos ante Él, el día del Jucio Final -se persignó lentamente y besó su cruz pectoral de oro decorada con enormes emeraldas custodiadas por pequeños diamantes engarzados-. Desde el 7 de marzo de este trágico y desesperada 1820 don Fernando se vio obligado a jurar la Constitución diabólica de 1812 que él había derogado con tanto tino y sabiduría".
Pero, regresando a lo expresaba ya antes, continuo:
Previamente, a la reunion en La Profesa, el canónigo Monteagudo ya había propuesta al virrey en una reunión a puerta cerrada, cerradísima, la anulación de la Constitución de Cádiz, por lo menos la derogación inmediata de los artículos inaceptables sino olvidar que el rey permanecía como rehén de esos los llamados liberales.
Sin embargo Apodaca, después de jurar la Constitución, había decidido publicar el ordenamiento gaditano y poner en vigor las disposiciones que contenía.
Su posición política no podía estar más comprometida. Si juraba la Constitución de Cádiz como lo había hecho Fernando VII, se echaría encima a la iglesia católica y al ejército; y si no lo hacia, sucumbiría ante la presión de otros sectores como el de los masones y comerciantes. Imposible permanecer como aliado de los amotinados.
El canónigo, por su parte, resolvió, a partir de ese preciso momento, ignorar a la máxima autoridad virreinal y recurrir a su iglesia en busca de amparo y protección.
No fue, por ningún concepto, la primera ocasión en que el alto clero católico se impusiera por encima de los virreyes reacios a aceptar su divina potestad.
07. ¿Cuál era la propuesta de Monteagudo?
Monteagudo afirmaba que la única manera de salvar a la Colonia de la contaminación liberal originada en la Metrópoli consistía en acudir a los remedios heroicos y cortar todo nexo con ella, es decir, proclamar la independencia de la Nueva España:
"Rompamos los vínculos que nos atan con la Madre Patria para proteger los intereses del Señor aquí, al menos, en esta hermosa tierra de promisión Americana."
-¿Te imaginas, Emilio, al clero católico colonial aceptando la libertad de opinión cuando por haberte atrevido ya no a decir, sino tan sólo a pensar, ibas a dar a los sótanos de la Santa Inquisición acusado de hereje?
¡No se te olviden las denuncias anónimas que con tanta eficiencia tramitaba el Santo Oficio! Podías purgar una larga condena impuesta por el tribunal eclesiástico sin que jamás llegaras a saber la identidad de tu acusador ni las razones de tu detención. Imagínate: podia haberte acusado tu propio hijo a cambio de una prebenda.
-Si la iglesia no toleraba la libertad de conciencia, ni siquiera tu derecho a pensar lo que te viniera en gana, ¿crees acaso que iba a permitir la existencia de una prensa sin censura, como ya lo permitía la Constitución de Cádiz, para abrirle la puerta a los envenenadores de la feligresía?
Jamás aceptarían la libertad de pensamiento ni la de palabras ni la de prensa ni la de imprenta.
Jamás a la modernización del país que se aparecería disfrazanda de pecado, un atentado en contra de Dios, cuando en realidad se trataba de un sobado pretexto para insistir en el embrutecimiento de las masas para controlarlas y explotarlas a plenitud.
En alguna ocasión escuché, de boca de un alto prelado, que los caballos y el populacho eran menester conducirlos con las bridas muy cortas porque la bestia, al sentirse suelta, bien podia tirarte al piso para tundirte a coces.
08. ¿Qué ocurrió en La Profesa con la reunión con Monteagudo?
Los conjurados de La Profesa no ocultaban el horror que les producía la aplicación de la Constitución de Cádiz en la Nueva España.
Monteagudo junto las palmas de sus manos sobre el pecho como si deseara invocar la comprensión divina, resumió su pensamiento de forma tal que no se dudara de sus intenciones, de la misma manera en que los veracruzanos tapian las ventanas de sus casas cuando se acerca un huracán por el golfo de México, de igual forma nosotros debemos cerrar el paso a cualquier idea liberal proveniente de la Metrópoli, para evitar de esta manera, la destrucción de la Colonia, la joya más preciosa de la corona española.
Mucha sangre se derramaría antes de que se pudiera rematar en subasta pública un solo bien del clero: ni una hacienda, se explotara o no, ni un ingenio, ni una finca urbana o rural ni una empresa ni una fábrica, ni cualquiera de sus bancos camuflados pasarían a ser propiedad de los particulares en acatamiento de una ley dictada por el demonio. Defenderían los bienes "divinos" con cañones, ejércitos financiados por la iglesia, mosquetes importados de Inglaterra o Francia, al igual que sus municiones. El Señor, según ellos, les había extendido una carta en blanco para defender Su Santísimo Patrimonio.
De modo que ni hablar de la Constitulción de Cádiz. Se consideraba que la parte relativa a la iglesia católica había sido redactda por Satanás reencarnado en diputados constituyentes y por lo tanto, ante la insistencia suicida de la Metrópoli de imponer en sus colonias semejantes disposiciones, se organizaría la debida resistencia echando mano de la violencia o se independizaría México de España para que ningún mandamiento de la península pudiera afecta la paz y la Concordia reinantes.
Si tenía que estallar un movimiento de rebeldía éste nacería como una respuesta del clero mexicano ante la amenaza de perder sus privilegios y su sagrado patrimonio como se los estaban arrebatando a sus colegas peninsulares por razones que sólo a ellos competían y que Dios sabría juzgar en su momento.
Eso de hundirse tomados de la mano del clero español constituía una barbaridad inadmissible.
"¿A quién se le ocurriría eso del libre pensamiento para que después nadie pudiera controlar a las hordas de ideólogos rebeldes que enfermarían a la sociedad…?"
Por supuesto que no se autorizaría el remate ni siquiera de un mantón Viejo y desgastado de la Virgen de los Remedios propiedad de la más humilde de las parroquias.
En España sí…, pero no en México, tendría que existir la independencia de España.
09. ¿Qué plan dió a conocer Monteagudo en La Profesa?
El director del oratorio explicó su plan en La Profesa:
"Construyamos, hermanos del alma, una inmensa campaña que cubra todo el territorio de la Nueva España, que tanto trabajo nos ha costado formar, e impidamos la filtración de estas leyes dictadas por el Diablo que, por lo visto, se ha aposentado en toda la peninsula".
Monteagudo se oponía a cualquier germen de democracia, a la representación popular, porque el poder dimanaba de Dios y recaía en un Soberano al que la iglesia coronaba públicamente para someterlo a sus designios.
10. Lógico que el clero de la Nueva España no iba a consentir la supresión de las jugosas limosnas que ayudaban tanto a su
causa.
Con esos y otros recursos habían construido un imperio que jamás se desvanecería por flaqueza, timidez o cobardía: todavía no nacia quien pudiera arrebatarles el fuero y viniera a imponer la igualdad entre los hombres.
¿Cuál igualdad si ni siquiera se a sabía si los mestizos y los indígenas tenían alma?
Ningún mortal podría privarlos, al menos por la vía pacífica, del derecho a recaudar el impuesto del diezmo establecido por Dios para fortalecer a su iglesia.
11. ¿Cómo está que primero Monteagudo fue enemigo acérrimo de la Independencia, pues, fue él quien ordenó la muerte de
Morelos, y luego fue amigo acérrimo de la Independencia?
-No hay que perder de vista la personalidad reccionaria del canónigo.
Monteagudo ya había derrocado al virrey Iturrigaray en 1808, lo había encarcelados cuando éste último exigió la independencia de España al producirse la invasión francesa y, años después, había mandado fusilar a Morelos. Solo que sorpresas te da la vida, el ilustre canónigo había cambiado de bando y ahora estaba del lado anteriormente defendido por Iturrigaray, por el padre Hidalgo y por Morelos.
Fue precisamente Monteagudo, quien había mandado perseguir, mutilar y matar a quienes insistieran en estimular el movimiento de independencia, y ahora exigía el rompimiento definitivo con España, empero no por las razones republicanas y políticas de los heroicos insurgentes, sino para proteger a los de su clase y a la institución religiosa que él y sus interlocutores representaban por ministerio de Dios.
¿Sentiría alguna culpa el alto prelado?
En ningún caso se debería perder de vista que los ingresos de la iglesia católica en la península eran iguales o superiors a los del propio Estado español.
12. ¿Cuáles eran los aspectos inadmisibles a la hora de aplicar en la colonia las nuevas leyes emitidas en la España liberal?
Esencialmente era la expropiación de los bienes del clero y el rechazó a la supresión de la Compañía de Jesús y a la de los hospitalarios, betlehemitas, juaninos e hipólitos, la propuesta de la reducción de un convento de cada orden por cada población. Era inaceptable que terceros ignorantes y enemigos de la santísima organización pretendieran atentar en contra de ella tocándola con sus inmundas manos héreticas. ¿Cómo, decían ellos, vamos a permitir la presencia de Lucifer en el seno mismo de la Casa de Dios?
Tratando inútilmente de guardar la debida solemnidad apostólica, la abolición de la Santísima Inquisición, la secularización de las instituciones de beneficencia y, además, la liquidación del fuero eclesiástico y el militar?
"Unámonos al ejército. Hagamos causa común con él. Ambos nos veremos agraviados si juramos acatar una Constitución que acabará con nosotros. ¿No es un suicidio colectivo?
Quien se atreva a jurar la Constitución de 1812 deberá ser excomulgado".
Para concluir la exposición de Monteagudo se resume en una sola oración:
"La independencia de la Nueva España se justifica sólo para proteger a la religión católica".
------------------------------------------------------
martes, 11 de marzo de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
7 comentarios:
¿Existe alguna biografía de Matías de Monteagudo?
¿Dónde estaba Monteagudo cuando Guadalupe Victoria asume el poder?
Estimado Edgar Clement:
Lamento no poderle ayudar. Todo lo que sé de ese hijo de ... lo aprendí de Francisco Martín Moreno.
Probablemente, si se dirige usted a él le podrá resolver ambas dudas. A propósito, mi hijito Bachan me ha hablado mucho de usted. Yo si soy de izquierda, Mi esposa, la mamá de Bachan, y yo estamos con AMLO.
muy interesante saber que el deba ser considerado el padre de patria y muchas cosas mas me sirvio mucho para mi tarea por que no encontraba nada de el en el internet gracias!
Interesante su análisis, pero me agradaría saber cuales fueron sus fuentes, para checarlas y poder darle mas veracidad.
No me diga que usted es Papá de Bachan.
Woah!
Qué honor conocerlo, aunque sea por acá. ¡Vaya sorpresa!
...
Lo de Matías de MOnteagudo tambiñen lo leí a Martín Moreno, en la colección de libros de 'Aguilar' sobre los mitos de la Historia de México. Desafortunadamente Martín Moreno no aporta bibliografía. Ya le escribí en su blog, pero no he recibido respuesta.
A mí me gustaría saber más sobre Monteagudo y de paso saber a qué orden pertenecía, y si conoció a "La Güera Rodríguez", quien vivía en contraesquina a La Profesa, pero al parecer por el momento habrá que conformarse con lo que hay.
...
El Papá de Bachan.
Ojalá un día nos conozcamos en persona, Bachan también me ha hablado mucho de usted.
Oye ilustrado que te sientes vampiro:De ninguna forma se puede ni se debe de admitir tu iniciativa de poner a Matías Monteagudo como iniciador de la Independencia de Mèxico. Su propia ambivalencia polìtica y espiritual està negando esa intervenciòn en la HISTORIA DE MÈXICO. Este cura mafioso ni siquiera merece que se le tenga en cuenta con la consideraciòn heròica de HIDALGO y de MORELOS. Este Monteagudo es un patàn oportunista que viviò a la sombra de las riquezas de la Iglesia virreinal hasta que se lo llevò la Chingada y allà està bien donde se merece. Tu idea es uno de los mayores absurdos que un intelectual universitario, como dices que eres, pueda pretender.
Publicar un comentario