lunes, 19 de mayo de 2014

La Precocidad en los Niños


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LA PRECOCIDAD EN  LOS NIÑOS

          -Marcela, en la historia del Ajedrez se han dado casos de  niños prodigios. Son niños que juegan objetivamente bien y obtienen fama y éxitos, pero, entre éstos existen algunos que resultan falsos prodigios, demasiado abundantes, que por el mero hecho de saber mover las piezas a la edad de 4 o 5 años, han sido exhibidos en público con afán de publicidad o de dinero. ¿A qué crees que se deba que existan niños precoces y, que a veces, ya de grandes dejen de serlo? 


-La inmensa mayoría de los niños prodigios se opacan cuando se convierten en adolescentes. John Stuart Mill leía los clásicos griegos a la edad de 6 años y después fue notable economista y famoso filósofo. Mozart tocaba el piano a los 4 años y componía música a los 5. Llegó a ser famoso compositor.

       -Pero ¿qué sucedió con Andrew Nastell, instrumentista a los 2 años de edad o de June Masters que dirigió una orquesta sinfónica a los 5? Se han perdido en el enorme mar de las anónimas multitudes. Así vemos que con frecuencia la precocidad se convierte con el tiempo en sencilla mediocridad. 


       -Aquí se observa nuevamente que el desarrollo de la mente tiende a eclipsar los fulgores del genio porque corta la comunicación entre el dios interior y el alma humana, donde radica la inteligencia.
       -Para captar claramente la voz de tu dios interior, debes aprender a apaciguar la mente para que no piense, detener la memoria para que no recuerde, paralizar los músculos para que no se muevan y suspender la voluntad para que no actúe. En estas condiciones el alma humana se encuentra en calidad de receptor de los mensajes de su dios interior. Así en este estado de inocencia e ignorancia voluntarias, serás párvulo nuevamente, pues si no te conviertes en niño, no podrás entrar en el reino de los cielos.
       -Después, cuando ya desarrolles la facultad de escuchar la voz interior, podrás oírla y entenderla fácilmente aún en el torbellino y trajín de la más intensa actividad. En cualquier momento de tu vida tu dios interior podrá interrumpir tus labores para comunicarte un mensaje importante, alguna advertencia de peligro o el recuerdo de un olvidado deber.
       -Genio es, pues, la persona que logra ponerse en contacto con su dios interior y personal, para así manifestar su grandeza en la obra  fecunda y creadora. Así el alma humana se convierte en cinematográfico lente a través del cual se proyectan las maravillas que los seres humanos atesoran en lo más recóndito de su sér.

         -¡No entiendo eso del dios interior! ¡Dame una idea para que te entienda!  

       -Sócrates, famoso filósofo griego, podía señalar el deber moral y distinguir claramente entre la conducta buena y mala, porque su “Daimon” (así llamaba a su dios interior) estaba siempre con él para aconsejarle.
       -Robert Louis Stevenson, novelista escocés, decía:
“¡Mis duendes! (así llamaba a su dios interior) ¡Dios los bendiga! Ellos hacen la mitad de mi trabajo mientras estoy dormido, y lo más probable es que también hagan mi trabajo cuando estoy despierto y neciamente creo que yo mismo lo hago".
       -Rudyard Kipling, escritor inglés, acostumbraba recostarse en espera de su "Demiurgo" (así llamaba a su dios interior) para que le dijera lo que debía escribir.
       -Los psicólogos hablan de la superconsciencia (así llaman ellos al dios interior) como la parte más elevada del ser humano, asiento de la conciencia y de los impulsos y afanes desinteresados e idealistas.
       -A través del tiempo el ser humano ha sentido la benévola presencia de su dios interior y lo ha llamado de diversas maneras: ángel de la guarda, espíritu protector, voz interior, etc. El desarrollo de la mente tiende a desaparecer los resplandores de genialidad porque interrumpe la comunicación entre el dios interior y el alma que es donde radica la inteligencia.

       -Pero, ya que estamos hablando de este tema ¿me podrías contar de Raúl Capablanca?        

       -Si, como no, Emilio. Un caso extraordinario fue el de José Raúl Capablanca y Graupera. En su libro Mi carrera en ajedrez nos da una amena relación de su introducción al juego:


"Nací en La Habana, capital de la isla de Cuba, el 19 de noviembre de 1888. Todavía no tenía cinco años y entre por accidente a la oficina privada de mi padre, lo encontré jugando con otro caballero. Nunca había visto antes un juego de ajedrez; las piezas me interesaron y fui al día siguiente a verlos jugar; al tercer día, mientras observaba, mi padre -principiante reglar-, hizo un movimiento equivocado, jugó un caballo de una casilla blanca a otra casilla blanca, su oponente, que en apariencia no era mejor jugador, no lo notó. Mi padre ganó, me reí y lo llamé tramposo, después de la confusión, durante la cual estuve a punto de ser arrojado de la oficina, mostré a mi padre lo que había hecho. Me preguntó cómo y qué sabía yo de ajedrez. Contesté que podia derrotarlo; repuso que era imposible, considerando que ni siquiera podia yo colocar las piezas en forma correcta. Jugamos y le gané, ese fue mi principio. Días después mi padre me llevó al club de ajedrez de La Habana, en donde los más fuertes jugadores no quisieron darme la dama. Más o menos en aquella época el maestro ruso, Taubenhaus, visitó La Habana y declaró que estaba más allá de él darme tal ventaja. Después, en París, en 1911, el señor Taubenhaus diría con frecuencia: "Soy el único maestro que vive que ha dado al señor Capablanca una dama de ventaja."
-El padre no cabía en sí de orgullo, paseó a su hijo en señal de triunfo por La Habana, lo llevó al club de ajedrez, en donde los ajedrecistas acogieron con burlona sonrisa al ufano papá y al chiquillo. Para no herir la vanidad del caballero, uno de los ajedrecistas destacados de la capital quiso jugar una partida con el niño, concediéndole la ventaja anticipada de la dama para compensar la superioridad. Aun cuando una partida en donde las blancas juegan sin dama no tiene interés en su mérito, asume un valor enorme cuando nos enteramos de que el pequeño José Raúl la jugó a la edad de cuatro años y 10 meses.
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Emilio Carrillo Alonso (aka vampiro erudito)
Tomado de
EL MARAVILLOSO MUNDO DEL AJEDREZ
Editorial Trillas
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