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INJUSTIFICADA JUSTIFICACIÓN
Una querida amiga argentina, que esta de visita en casa, y que fuma como chacuaco, después de leer mi artículo "¡Maldito Vicio!" me dijo:
-¡Che!... es muy fácil hablar mal del vicio. Pero te reto, no a que hables bien del fumar, sino a que hagas un artículo donde expliques porque, sabiendo que es malo para la salud, la gente fuma.
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Por creer que así conviene a su objetivo final: la felicidad, el ser humano ha sido promotor de los vicios, transformándolos en virtudes.
Los magos de la antigua Persia descubrieron que el cerebro manifiesta mayor grado de eficacia cuando el cuerpo se sujeta a determinada dieta. Sobre esa teoría, los griegos fundaron la gastronomía o sea el arte refinado de beber y comer; los romanos desarrollaron la gastrosofía y o sean los efectos de la alimentación y de la bebida en el espíritu.
Durante más de 50 siglos, los guisos y las bebidas alcohólicas fueron los únicos estimulantes utilizados.
En el siglo XVIII se introdujo el café y el té, con lo que se corrigió en cierta medida el hábito de la gula y de la embriaguez, pero no resolvió el problema completamente. Estos líquidos, que son menos nocivos, simplemente sustituyen al alcohol.
Pero no fue sino hasta los tiempos modernos que se ha elegido el vicio del tabaco como promotor principal de felicidad.
A primera vista, el hábito parece absurdo. Lejos de beneficiar al cuerpo en un sentido físico, lo daña, puesto que utiliza para el goce el delicado mecanismo diseñado especialmente por la naturaleza para purificar la sangre.
El fumar no es un goce físico, sino una experiencia subconsciente. El apetito del tabaco se debe a las sustancias aromáticas y a los elementos de nicotina que produce el fuego en él.
En vez de desvanecerse en el aire, el humo se utiliza en una operación interna, por cuyo medio la nicotina excita los sentidos del olfato, el gusto y el tacto. Llevado a la boca, el humo tiene que pasar por la parte no encendida del tabaco. Por este camino, el humo se satura de tabaco. Los elementos de la nicotina, que normalmente se volatilizarían, se ven obligados a penetrar en la parte no quemada del tabaco y aumentan su contenido.
En otras palabras, el tabaco se vuelve más fuerte a medida que se fuma. La acumulación de la nicotina constituye el secreto del deseo de fumar. El humo llega a la boca, ocupa una parte de la garganta, donde se queda unos segundos, y se exhala generalmente por la boca.
Con la mayor parte de los fumadores ocurre que la sensación en la boca es tan débil que recurren a inhalarlo, lo que significa que el humo se lleva directamente a los pulmones. Cuando un fumador comienza a "dar el golpe", suele marearse, pero se acostumbre muy pronto y casi siempre adquiere permanentemente el hábito. El humo llevado a la boca se impregna con la humedad de los órganos respiratorios. Los elementos de la nicotina así impregnados, en vez de volatilizarse tienden a precipitarse y a fijarse en las terminaciones de los órganos respiratorios que exitan. Se produce una sensación fuerte que se trasmite inmediatamente, para su registro, al centro nervioso. Si se obtiene una respuesta favorable se experimenta el deseo de aspirar más y se sigue fumando. El ritmo de estas sensaciones produce, poco después, una de satisfaccion y comodidad.
Casi todos los artistas son altamente sensibles y emotivos. El fumar es el precio que pagan por el desarrollo de sus facultades mentales. En el grado en que el consciente se nutre del subconsciente, surgen emociones correspondientes que ejercen presión por manifestarse. El fumar es una experiencia subconsciente que permite que se manifiesten las emociones, pero que, en vez de llevarlas por el camino de las tentaciones sensuales, las eleva al plano mental en que se expresan en formas superiores. Transmutadas en fuerzas mentales, las emociones vivifican las facultades objetivas.
Según los historiadores españoles, los indígenas usaban el tabaco para alejar a los mosquitos. En su actual refinamiento, se le usa todavía para alejar a los mosquitos del espíritu, que son las dudas, las penas, los temores.
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-Mirta, ¿cómo empezaste a fumar? ¿porqué fumas?
-Empeceé a fumar cuando estudiaba en la Universidad. A veces tenía que pasarme las noches estudiando, y fue así como me habitué. El fumar me da reposo mental, me produce una especie de relajamiento que estimula mi mente para que examine con calma las situaciones que se me presentan, al fumar se suman la meditación y la contemplación, lo cual me ayuda a resolver cualquier problema... bueno, casi.
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