lunes, 5 de septiembre de 2016

Oaxaca Vive


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OAXACA VIVE

John M. Ackerman 

Desde tiempos inmemoriales Oaxaca ha sido un pueblo de lucha, de resistencia y de dignidad. 

Sus profundas raíces indígenas y arraigado sentido de comunalidad siempre han chocado con la lógica del saqueo y la corrupción impuesta desde la Colonia y vigente hasta la fecha bajo la égida del neoliberalismo. 

Frustrado por su incapacidad de someter a un pueblo tan fuerte y consciente, el poder ha respondido una y otra vez con violencia y represión. 

La masacre cometida por el Estado el pasado 19 de junio en Asunción Nochixtlán constituye la continuación de más de 500 años de ataques sistemáticos en contra de los pueblos de la Mixteca, una de las zonas más aguerridas del Estado y del país. Y la detención arbitraria de docenas de presos políticos ha sido práctica común a lo largo de la historia de Oaxaca con el fin de apaciguar el fuego de la rebelión de los de abajo. 

En 1996, el Presidente Ernesto Zedillo y el Gobernador Diódoro Carrasco detuvieron arbitrariamente y torturaron cientos de indígenas zapotecos de la comunidad de San Agustín Loxicha en Pochutla, Oaxaca con el fin de evitar una réplica del levantamiento social que había ocurrido dos años antes en Chiapas con el surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). 

No importaba si los detenidos eran culpables o no de algún delito. El objetivo era asustar y escarmentar a toda la población. 



Hoy, veinte años después, siguen presos seis grandes líderes sociales Loxichas por delitos que jamás cometieron. La supuesta “transición democrática” no les ha tocado ni con el pétalo de una rosa. 

En el momento de su detención, Agustín Luna servía como Presidente Municipal Constitucional y Fortino Enríquez como Síndico Municipal. Ambos hoy purgan sus condenas en el penal de Ixcotel en la Ciudad de Oaxaca, junto con sus colegas Justino Hernández (quien tenía apenas 20 años cuando fue detenido), Abraham García y Álvaro Ramírez. 
Un sexto integrante del grupo, Zacarías García, se encuentra recluido en el penal federal de Miahuatlán. 

El pasado viernes, 26 de agosto acudimos una comisión de periodistas, académicos y legisladores al penal de Ixcotel para visitar a los presos políticos. Tuvimos la oportunidad de dialogar con los dirigentes sociales y recibir de sus manos cartas profundas y conmovedoras. En su misiva, Agustín Luna explica que “nuestro único delito es ser indígena zapoteco del sur, vivir en la marginación y pobreza extrema, trabajar de la mano con nuestros hermanos del pueblo, y pensar diferente a la clase en el poder” (texto completo disponible aquí: http://www.jornada.unam.mx/2016/09/01/cartasloxichas.pdf).

También tuvimos el honor de encontrarnos en Ixcotel con la nueva generación de presos políticos, jóvenes héroes para quienes la supuesta “transición democrática” no es sólo un mito sino también una burla cruel. 

Por ejemplo, César León Mendoza es un fotoperiodista indígena de 34 años de edad con tres hijos, de 9, 7 y 2 años, y fundador de medios independientes, como “La Otra Oaxaca TV”. Fue detenido arbitrariamente y golpeado por policías vestidos de civil después de haber cubierto la movilización magisterial del 20 de noviembre de 2015. César también es responsable del área de comunicación de la Unión Campesina e Indígena de Oaxaca Emiliano Zapata (UCIO-EZ). 

Adán Mejía, de 35 años, detenido el 17 de enero de 2015, es un importante dirigente indígena, estudiantil y social quien formó parte de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y ha luchado más recientemente dentro del Colectivo Unión de Artesanos y Comerciantes en Lucha (UACOL). 

Esta organización busca conseguir espacios dignos de trabajo para artesanos y comerciantes oaxaqueños, sin el pago de “cuotas priistas” por lugares y sin la intermediación comercial de coyotes de las artesanías. 

Tanto César como Adán han acompañado las luchas de la Sección XXII de la CNTE y su detención constituye un esfuerzo del Estado por evitar la solidaridad con la lucha magisterial de parte de organizaciones sociales afines. Ninguno de los dos jóvenes ha sido condenado por delito alguno, sino que están apenas sujetos a proceso por delitos fabricados. 

Deberían ser puestos inmediatamente en libertad de acuerdo con las nuevas reglas del sistema penal acusatorio. 

Con respecto al magisterio oaxaqueño, si bien los dirigentes de la Sección XXII fueron liberados recientemente, siguen hoy recluidos un grupo de cinco maestros que fueron detenidos arbitrariamente por policías vestidos de civil, desaparecidos temporalmente y torturados el 17 de mayo de 2013. Leonel Manzano, Mario Olivera, Lauro Grijalva y Damián Gallardo se encuentran hoy recluidos en el penal de Puente Grande en Jalisco y Sara Altamirano en el CEFERESO de Cuernavaca, Morelos. 

Los cinco tampoco han sido condenados por delito alguno, sino que tienen tres años en prisión preventiva. 


Desde la cárcel, Mario Olivera escribe: “De lo que se me puede acusar es de pertenecer a la sección XXII de la CNTE y luchar siempre en comunión con los trabajadores en defensa de sus derechos laborales, sindicales y mejores condiciones de vida, en defensa de la educación pública, y por la democratización de nuestro gremio y estar del lado de los movimientos y causas sociales justas de nuestro pueblo”. 

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Por su parte, Leonel Manzano escribe que irónicamente la cárcel le ha acercado a la poesía y comparte el siguiente verso: 

“Así lo entiendo, me queda claro. Puente Grande es el castigo por portar los gallardetes en pos de la libertad. Puente Grande es el espectro que apoltrona mis lluvias de consignas vueltas himnos del cantor. Puente Grande pretende ser el sedimento, el polvo del olvido arrojado a nuestra lucha. Y yo, terco, obstinado. Grito mi silencio y plasmo mi discurso carente de la estética apropiada.” 


Quien tenga todavía dudas sobre la continuidad del régimen autoritario sólo tiene que visitar los penales del país para conocer los cientos de presos políticos que constituyen una enorme mancha en el supuesto Estado de derecho mexicano. 

Mientras los criminales de alta peligrosidad caminan a sus anchas por las calles y en los pasillos del poder, los luchadores sociales pasan sus noches en celdas frías e inhóspitas. 

Libertad y amnistía inmediatas para todos los presos políticos constituye la única solución. 
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Twitter: @JohnMAckerman
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JOHN M. ACKERMAN
Revista Proceso 2079, 
4 de septiembre, 2016
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