sábado, 14 de abril de 2018

Farmaco que Detiene el Ataque al Corazón


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FÁRMACO QUE DETIENE EL ATAQUE AL CORAZÓN


John Pekkanen

-La eficacia de la estreptoquinasa y del Activador Tisular del Plasminógeno (TPA, por sus siglas en inglés) es indiscutible. 

-No obstante, en Estados Unidos apenas uno de cada cinco pacientes que podrían ser atendidos con ellos, reciben efectivamente el tratamiento.

-¿Por qué se dejan de salvar tantas vidas?

-Los trombolíticos existen en España y en varios países hispano-americanos, tales como Venezuela, Argentina, Chile, México y Uruguay.

-En el caso específico de México se han estado usando desde hace tres años y se encuentran disponibles en los hospitales que tienen servicio de cardiología.

-Sin embargo, tampoco aquí se aplican a todos los candidatos idóneos. 

-La razón principal es su altísimo costo (aproximadamente 500 dólares la ampolleta de estreptoquinasa, y 1500 la de TPA). 

-Según una estimación el Instituto Nacional de Cardiología de la Ciudad de México, únicamente el 40% de las víctimas de infarto que acuden a un hospital reciben el tratamiento; aun así, la mortalidad entre ellos ha disiminuido un 30%.

-Una mañana de marzo de 1990, Earl McIntosh, de 52 años, sintió de pronto una tremenda opresión en el pecho y empezó a jadear para recobrar el aliento. 

-Lo llevaron a toda prisa al hospital, donde se confirmó por un electrocardiograma que McIntosh estaba sufriendo un ataque cardiaco. 

-Si este continuaba, moriría parte del músculo cardiaco... Y quizá el propio McIntosh también.

-Si el ataque hubiera ocurrido a principios de los ochentas, los médicos no habrían podido prevenirle una lesión grave del corazón. Aun en marzo de 1990, en otro hospital, McIntosh quizá habría muerto. Pero los médicos del Elmlhurst le aplicaron un fármaco especial por vía intravenosa. Una hora después, el dolor había desaparecido, así como los alarmantes trazos del electrocardiograma.

-La sustancia que le infundió nueva vida a Earl McIntosh fue la estreptoquinasa, parte de una familia de fármacos que pueden revolucionar el tratamiento de los ataques cardiacos.

  -Llamados técnicamente agentes trombolíticos o disolventes de coágulos, estos medicamentos ayudan cada año a cientos de miles de pacientes cuyos ataques cardiacos se originan por coágulos de la sangre.

-Ahora bien, no obstante lo maravilloso de sus resultados, los disolventes de coágulos son quizá las medicinas milagrosas menos utilizadas de la historia. 

-Tenemos un gran recurso al alcance de la mano, y no le sacamos  provecho. Nuestra falla esta costando miles de vidas al año.

-La estreptoquiniasa se descubrió en el Hospital Johns Hopkins hace cerca de 60 años. 

-Su presentación actual no fue autorizada por la Administración de Alimentos y Medicinas (FDA), de Estados Unidos, hasta 1977. 

-Aun entonces, su uso se limitaba al tratamiento de los trombos que se formaban en las piernas y los pulmones, porque la mayoría de los ataques cardiacos se atribuía a espasmos arteriales o a acumulaciones de placas de colesterol, pero no a los coagulos. 

-En 1987, la FDA aprobó por fin la aplicación intravenosa de la estreptoquinaza contra los ataques cardiacos.

-Los agentes trombolíticos se han empleado en Europa, e incluso se han realizado allí varios estudios en gran escala. 

-Uno de los más extensos se llevó a cabo en Italia e incluyó a más de 11,000 víctimas de ataques cardiacos. 

-La estreptoquinasa redujo en un 18% los fallecimientos entre esos pacientes; y en un 47% cuando el medicamento se administró dentro de la primera hora crítica después de la aparición de los síntomas.

-El Grupo Cooperativo Europeo de Estudio obtuvo resultados semejantes en 1988. 

-Los médicos observaron allí a 721 pacientes a quienes se atendió con el “tratamiento habitual” o con un disolvente de coágulos llamado Activador Tisular del Plasminógeno (TPA). Al final, hubo un 51% menos de defunciones entre quienes fueron tratados con el TPA en las primeras cinco horas posteriores al ataque.

-También en 1988, el estudio ya histórico de 17,187 personas tratadas con disolventes de coágulos en 417 hospitales de todo el mundo reveló que usada junto con el ácido acetilsalicílico, la estreptoquinasa disminuyó en 42% los decesos por esta causa. 

-En la revista médica británica The Lancet, los autores publicaron su conclusión de que el uso extensivo de este tratamiento “iba a evitar decenas de miles de fallecimientos cada año”.

-En Estados Unidos aplicaron los disolventes de coágulos a 110 víctimas de ataques cardiacos internadas en tres hospitales de la zona metropolitana de Chicago. 

-La tasa de mortalidad fue de 1.8%, en tanto que en pacientes que no fueron tratados con estreptoquinasa en el mismo lapso de tiempo, la tasa fue del 13 al 17%.

-A juzgar por unos estudios que se han hecho, los agentes trombolíticos logran disolver los coágulos en un 70% de los casos y, cuando se administran pronto, su eficacia se eleva al 90%.

-Todos los estudios en gran escala concebidos para examinar la reducción de la mortalidad gracias a los disolventes de coágulos han demostrado el importante beneficio que producen en este sentido.

-Los agentes trombolíticos pueden detener en el acto un ataque cardiaco, lo cual era inconcebible hace apenas unos años.

-Se califica a los disolventes de coágulos del “adelanto más importante, desde que se fundaron las unidades de terapia coronaria intensiva, hace 25 años”.

-¿Cuántas vidas podrían salvar los agentes trombolíticos tan sólo en Estados Unidos?

-La Asociación norteamericana de Cardiología calcula que, cada año, 1.5 millones de estadounidenses sufren ataques cardiacos. 

-Alrededor de 150,000 perecen antes de ser tratados, y otros 400,000 ni siquiera buscan atención médica. 

-Los 750,000 restantes son hospitalizados. Para algunos de estos últimos pacientes, los disolventes de coágulos resultan demasiado peligrosos, porque pueden causar hemorragias internas. No obstante, se calcula que unos 500,000 estadounidenses son candidatos idóneos para que se les apliquen estos fármacos.

-¿Qué está sucediendo?

-Los que realmente se atienden con disolventes de coágulos no suman ni siquiera 100,000. Ello significa que estos eficaces medicamentos salvavidas solamente se administran a uno de cada cinco estadounidenses que los necesitan.

-Mientras tanto, el 10% de las 750,000 víctimas de ataques cardiacos que cada año llegan con vida al hospital, fallecen. Los expertos opinan que el uso difundido de los agentes trombolíticos entre los candidatos idóneos podría disminuir esta cifra hasta el 4 ó 5%, lo cual significa que se salvarían otras 25,000 vidas al año.

-Muchos médicos están convencidos de que los agentes trombolíticos ofrecen un beneficio todavía mayor, porque salvan al músculo cardiaco. 

-Estos medicamentos no sólo representan la diferencia entre la vida y la muerte sino también la diferencia entre un corazón saludable y otro cuyas funciones se han reducido. 

-En los pacientes atendidos con disolventes de coágulos, se descubrió que nada menos que el 96% quedaron lo bastante sanos para reanudar sus ocupaciones.

-La escasa utilización de estos fármacos en Norteamérica es tan asombrosa como alarmante, ya que muchísimos estudios han demostrado una importante reducción de la mortalidad. 

-¿Por qué, en la nación más avanzada del mundo en medicina, hay tantos pacientes que no reciben esta protección contra el asesino número uno?

-Un incidente ocurrido a principios de los ochentas, antes de que se contara con los agentes trombolíticos contra los ataques cardíacos. 

“Supe que aquel hombre sufría de un ataque muy grave en cuanto entró en el hospital: Hicimos todo lo posible, pero entró en choque cardiogénico y falleció. Tenía 42 años”.

-Hartmann -cuyo padre murió de un ataque cardiaco a los 35 años- declara:

”En ese momento juré que haría cuanto estuviera en mis manos para que eso no volviera a ocurrir jamás”.

-Cuando los disolventes de coágulos demostraron su eficacia,  Hartmann inició una cruzada. Ayudó a adiestrar a los paramédicos y al personal de las salas de urgencias de los hospitales de los suburbios de Chicago. En uno de estos hispitales se atendió a Earl McIntosh.

-El problema no radica sólo en la disponibilidad de estos medicamentos, sino en tratar con ellos a los enfermos lo más pronto posible.

-El tiempo es el peor enemigo de los disolventes de coágulos. Con frecuencia, los propios pacientes pierden horas preciosas tratando de convencerse de que no están sufriendo un ataque cardiaco; luego ya que llegan al hospital, deben registrarse; después, se les evalúa, y luego se les practican análisis... 

-Las demoras de entre 45 y 90 minutos son el pan de cada día.

-Otras demoras a los ‘cardiólogos que decretan que sólo ellos pueden administrar la terapia trombolítica’. 

-Simple y llanamente se trata de una lucha territorial. Un internista o cualquier médico de una sala de urgencias en ataque cardiaco.

-Por estas demoras, resultan afectados hasta 350,000 estadunidenses que bien podrían beneficiarse. 

-La FDA recomienda que no se administre una sustancia trombolítica después de seis horas de haberse presentado los síntomas, Objetando este límite, se observa: 
“Quizá no sea sensato privar al paciente de la terapia tromobolítica sólo por haber llegado tarde al hospital.

-Además, hay pruebas de que los disolventes de cóagulos pueden beneficiar a los pacientes hasta mucho después de empezar los síntomas del ataque cardiaco. 

-En el estudio de las 17,187 víctimas de ataques cardiacos ya citado, hubo, por ejemplo, una reducción del 42% de los fallecimientos ocurridos entre los pacientes que recibieron la estreptoquinasa y el ácido acetilsalisílico hasta 24 horas después de presentarse los síntomas.

-Existe un obstáculo más sutil al empleo de disolventes de coágulos: el miedo. 

-No cabe duda de que el clima actual de las demandas por negligencia inhibe a algunos médicos de recurrir a agentes trombolíticos.

-La principal preocupación es la posibilidad de causar hemorragias internas, complicación que surge en el 5% de los tratamientos. Pero apenas el 1% de esos pacientes necesitan realmente una trasfusión. Los casos más graves corresponden a las hemorragias cerebrales. Por eso, los disolventes de coágulos rara vez se administran a personos mayores de 75 años, o a pacientes que tienen hipertensión aguda o historial de apoplejías.

-En suma, ya se ha demostrado que el candidato idóneo al tratamiento con disolventes de coágulos tiene un 100% de probabilidades de sufrir un ataque cardiaco grave. Como son relativamente escasas las probabilidades de que haya complicaciones con un agente trombolítico, no cabe duda de que los beneficios superan, con mucho, a los riesgos.

-Aunque muchos expertos siguen sintiéndose frustrados por la lenta difusión de la terapia trombolítica, piensan que la gran utilidad de estos medicamentos garantiza un uso más generalizado en el futuro. 

-Los obstáculos son superados. “Sólo necesitamos la voluntad de actuar”. Asegura que la clave está en educar bien a los médicos y al público. 

-En un proyecto piloto puesto en marcha los paramédicos evalúan a las personas que presentan síntomas de ataque cardiaco en el lugar donde es su hogar. 

-La telemetría trasmite los trazos del electrocardiograma a la sala de urgencias, y a la mitad de los pacientes idóneos se trata en ese mismo lugar con un disolvente de coágulos; a la otra mitad se le administra el fármaco al llegar al hospital. 

-Deseamos averiguar si aplicando el medicamento donde se encuentra el paciente se obtienen beneficios superiores a los que es posible alcanzar en el hospital.

-Estos procedimientos ya se llevan a cabo en Israel y en Europa. Si tiene éxito, el proyecto de Seattle puede redundar en el empleo más difundido de los disolventes de coágulos en las comunidades de todo Estados Unidos.

-Soy optimista al respecto, tengo la esperanza de que esto ocurra pronto, y no se postergue mós. Ese es el meollo del problema. La diferencia puede estribar en miles de vidas salvadas... o perdidas.
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