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LOS PELIGROS DEL PING-PONG
Mo Yan
El ping-pong es un deporte conocido por mucha gente. Este deporte requiere concentración y coordinación y unos rápidos reflejos.
En una ocasión me encontraba mirando el partido de ping-pong entre el profesor Liu y Lu Wenli.
El profesor Liu era un jugador mediocre pero sentía pasión por el ping-pong, y le encantaba jugar contra chicas. Ninguna de ellas era fea, pero Lu Wenli era la más guapa, de modo que el profesor Liu siempre la quería a ella de contrincante.
Cuando jugaba, el profesor Liu abría inconscientemente su gran boco, por si eso no fuera suficiente, emitía un extraño sonido gutural, croac croac, como si criara un sapo en el fondo de la garganta, de modo que su juego resultaba desagradable tanto a la vista como al oído.
Yo sabía que a Lu Wenli no le gustaba nada tener que jugar con el profesor Liu; pero éste formaba parte de la dirección de la escuela, y ella no se atrevía a negarse. Así, el fastidio y la aversión que le producía jugar con él se traslucían en su semblante y en la desidia con que blandía la raqueta.
Si he contado todo esto es para realzar un instante de gran dramatismo:
Con la boca abierta de par en par, el profesor Liu hizo un lanzamiento alto, ¡Zas!, que Lu Wenli devolvió la pelotita centelleante.
Pero. como si a la pelota le hubiera salido un ojo, voló directa a la boca del profesor Liu.
Los espectadores nos quedamos estupefactos unos instantes, antes de estallar en carcajadas.
La profesora Ma, que de por sí era de rostro rubicundo, con la risa se puso carmesí como la cresta de un gallo.
Lu Wenli, que llevaba todo el tiempo con cara de pocos amigos, se rió también disimuladamente. Sólo yo no me reí; estaba asombrado:
¿Cómo podría haber ocurrido?
Pensé en una historia que había oido:
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Había una vez un tal Jiang Ziya, que atravesaba una racha de mala suerte. Si estaba vendiendo harina, soplaba un vendaval; si lo que vendía era carbón, el invierno venía suave; si alzaba la cabeza para lanzar sus lamentos al cielo, le caía en plena boca una cagada de pájaro
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En Pekín, en otoño de 1999, me dirigía en metro a la redacción del Jiancha ribao, donde trabajaba.
-¡Lean! ¡Lean! -voceaba un vendedor de periódicos en el vagón-. ¡una bala de cañón lanzada por la artillería soviética en la Segunda Guerra Mundial cae justo dentro de un cañón alemán!
Eso me trajo inmediatamente a la memoria el episodio de la bola de ping-pong lanzada por Lu Wenli que fue a parar a la boca del profesor Liu.
Lo que sucedió entonces fue que, tras unas carcajadas, todo el mundo se dio cuenta de que estaba mal reirse, y se hizo un repentino silencio. abría sido de sentido común que el profesor Liu se sacara la pelota de la boca y dijera alguna cosa graciosa -porque tenía sentido del humor-, que Lu Wenli, ruborizada, le hubiera pedido disculpas y que se hubiera reanudado la partida.
Pero nada sucedió según el sentido común. Vimos que el profesor Liu no sólo no se sacaba la bola de la boca, sino que estiraba el cuello abriendo desmensuradamente los ojos y se la tragaba no sin esfuerzo.
Acto seguido, se puso a agitar los brazos emitiendo un extraño cloqueo, lo cual le daba el aspecto de un pollo que se hubiera tragado un gusano venenoso.
Todos nos quedamos átonitos y sin saber qué hacer. En un instante, el profesor Zhang se precipitó hacia él y se puso a darle golpecitos con el puño en la espalda; el profesor Yu trató de cerrar el paso a la pelota oprimiendo la garganta del profesor Liu con los dedos. El profesor Wang los apartó sacudiendo los brazos. El profesor Wang era licenciado en medicina y tenía experiencia en la materia. Ahuyento a voces a los profesores Zhang y Yu, avanzó con decisión y, con sus brazos largos como los de un orangután agarró desde atrás al profesor Liu por la cintura y apretó bruscamente. La pelota de ping-pong salió disparada de la boca del profesor y fue a caer primero en la mesa, donde rebotó varias veces antes de llegar al suelo y se detuvo; el profesor; Wang soltó al profesor Liu, que profirió un grito extraño y se desplomó en el suelo.
Lu Wenli tiró su raqueta sobre la mesa, se llevó las manos al rostro y salió corriendo entre sollozos.
El profesor Wang masajeó un rato al profesor Liu, tumbado aún en el suelo, antes de que éste se levantara apoyándose en algunos asistentes.
-¿Y Lu Wenli? ¿Dónde está Lu Wenli? -preguntó con voz ronca apenas estuvo de pie, mirando a todos lados- ¿Esa niñita por poco me mata!
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