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INCONGRUECIAS ESTADOUNIDENSES
Russell Banks
-Los americanos siempre hemos creído en la belleza casi espiritual de las máquinas. Nuestros héroes son personas como Benjamin Franklin.
-Si colocamos a Franklin en el mismo pedestal que hombres como George Washington, James Madison y Thomas Jefferson. no es por su condición de estadístas, aunque fuera el hecho de que lo fueran. No, los honramos porque era el clásico mecánico americano, mecánico en el sentido del elemental del término, más aún, porque era un mecánico americano hecho a sí mismo.
-Entre otros mecánicos americanos elevados a la categría de héroes se encuentran los hermanos Wright, Robert Fulton y su barco de vapor. Thomas Edison y, por supuesto, Henry Ford al que admiramos. No es el industrial de multinacionales, sino el joven mecánico que, en la parte trasera de su garaje de Detroit, montaba sin ayuda de nadie su primer modelo T.
-Nos gusta pensar que somos un país de mecánicos, de mecánicos autodidáctas de modo que sí, idealizamos la tecnología, pero el objeto de nuestra veneración no es la brujería ni la magia, sino todo lo contrario.
-Los norteamerianos demuestran una curiosidad doméstica y pedestre ante los entresijos del mundo físico y la meánica de la naturaleza, y están convencidos de que éstos pueden conocerse y controlarse.
-Las filias y las fobias de los americanos -pistas importantes de nuestra identidad- nunca han sido ni secundarias ni casuales. Pertenecemos a una cultura muy pragmática y materialista y, en consecuencia, no admiramos a científios ni intelectuales abstractos, sino a mecánismos, así como representantes de las ciencias aplicadas y a los escritores de relatos de aventuras sobre barcos balleneros y huidas en balsa. así hemos sido desde el principio.
-Si retrocedemos hasta los siglos XVI y XVII en la historia norteamericana comprobaremos que los primeros colonos se vieron privados de las fuentes europeas de la incipiente produción industrial. Vivían en plena naturaleza, o en la frontera con ésta, en Virginia, Nueva Inglaterra, Nueva York. Debían apañárselas con lo que tenían, que no era gran cosa. Debían talar árboles, fabricar ladrillos con la arcilla que extraían de los lechos de los ríos: debían trabajar con lo que, literalmente, tenían a mano. De modo que desarrollaron gran afecto y respeto por lo mecánico y por la máquina manufacturada. Así fue como conquistamos lo que posiblemente fuera nuestro adversario más feroz, la naturaleza salvaje. No la naturaleza mítica, sino la real, la de la Norteamerica de los siglos XVII y XVIII, e incluso la del XIX, inmensa, intacta, de una variedad climática y geografica extrema y casi ilimitada.
-Una vez que nuestras máquinas manuales han evolucionado hasta covertirse en cadenas de montaje, una vez que hemos accedido a una industria altamete tecnológia, jugamos con ventaja sobre el resto del mundo, porrque hemos conservado ese profundo afecto tanto hacia lo mecánico -nos cae bien, y admiramos a Bill Gates y a Steve Jobs más que a los multimillonarios que amasaron sus fortunas especulando con el dinero de otros -como por la tecnología que la máquina crea y utiliza. No nos mostramos supersticiosos al respeto, como les sucede a otras culturas. No despreciamos el trabajo físico. Y no despreciamos al mecánico ni al ingeniero. Los admiramos. En cierto modo, esa admiración, sincera y franca, nos ha proporionado cierta ventaja en las eras industrial posindustrial.
-En los años treinta del siglo XIX, con el desarrollo del liberalismo económico y la aparición de varias modifiaciones sociales de primer orden, se produjo una cascada de cambios significativos en la sociedad estadounidense, así como una serie de cambios análogos en ciertos valores tradicionales. Todo ello tuvo lugar a causa del fracaso de las grandes fortunas industriales a la hora de crear una red social capaz de soportar un lápso del sistema económico capitalista. como resultado de una pobreza extrema y generalizada, y no de la acumulación de riqueza por parte de un pequeño segmento de la sociedad, se produjo un cambio en los valores sociales tradicionales y un incremento de los valores liberales, así como la creencia de que era responsabilidad del gobierno ocuparse del bienestar de sus ciudadanos.
-Hasta ese memento, hasta Franklin Roosevelt, es decir hasta 1932, la idea de que debía existir una red social administrada por el gobierno federal mediante la cual la sociedad, en su conjunto, velara por sus ciudadanos más débiles, o, por expresarlo con mayor exactitud, por débiles y fuertes por igual, no se había puesto en práctica en la sociedad norteame ricana. El New Deal y el establecimiento de ciertas instituciones, con la Seguridad Social y muchos otros organismos protectores que siguen funcionando, se reencarnaron entonces, y asi de inmediato parecieron entidades naturales y permanentemete. Pero, en el fondo, lo que realmente se produjo en primer lugar fue un cambioen en nuestra visión de la responsabilidad que el gobierno debía asumir sobre las personas fue la pobreza -la pobreza de la depresión- y el desplome de la economía capitalista lo que desafió aquellas ideas preconcebidas y aquellos valores tradicionales heredados del siglo XIX y los cambió para siempre (o eso creíamos).
-Fijémonos en una película como LAS UVAS DE LA IRA. En ella se retrata ese periodo, y su terrible pobreza, con enorme compasión. Se centra en el hombre insignifiante y se dice que es alguien importante, alguien que ha perdido su tierra, que lo ha perdido todo y que vaga hacia el oeste. Está empobrecido y resentido. No tiene hogar. Y hace que nos copadezamos de él. En la década de 1920 una película así no habría podido verse. A un pobre no se lo habrán representado de ese modo; ni siquiera Chaplin lo habría heho. Eso no se ve hasta la Depresión, cuando se produce un cambio en el núcleo de los valores sociales. En la década de 1940 puede volverse la vista atrás y contemplar ese periodo -y a los pobres que sufrieron los horrores de las tormentas de arena que desertifícaro el centro del país y otras zonas - y sentir compasión.
-Durante la presidencia de Ronald Reagan, en los ochenta del siglo pasado, la democracia y el capitalismo contrajeron matrimonio. Es algo que recuerdo con claridad. Ya no se trataba de que fueran compartibles, sino de que se veían como lo mismo, como una unidad inseparable. Se llamó Democracia de Libre Mercado. En la actualidad, por supuesto, se ha convertido en la ideología oficial, directriz, de Estados Unidos, y se habla de ella como si siempre hubiera sido así, como si así se hubiera planeado por escrito en la Declaración de Independencia y en la Constitución Pero lo cierto es que la primera vez que la oímos elaborada expresada como virtud fue en la década de 1980, de boca de Ronald Reagan, y a partir de entonces se convirtió en el nuevo ideal norteamericano. Hoy recurrimos a él para justificar las conquistas, la explotación económica, la invasión y la ocupaciòn. Según él, ya existía como elemento princial de la ideología económica y polìtica estadounidense en la década de 1920, e incluso antes. Ya se observa en la era del primer Roosevelt, Theodore, a caballo entre los dos siglos, que asegura estar exportando simultáneamente el capitalismo y la democracia a Filipinas. Como si el uno proporcionara un hogar a la otra. se trata de algo que se inicia incluso antes. En la década de 1820, los estadounidenses crearon en África un país llamado Liberia. Desde el punto de vista de sus creadores, con ese país iba a resolverse el problema de la raza en América, ya que se podría enviar a los africanos de regreso a su continente.
-Pero los fundadores de Liberia también creían que con su decisión, despejaban el terreno para la instauración de las tres “ces”: cristiaismo, capitalismo y civilización.
-En la actualidad, la misma fantasia monstruosa en la que se combina fe, beneficio y progreso, unidas en santa alianza, subyace a esa mezcla de capitalismo y democracia para la exportación.
-En Irak, garantizamos la seguridad de las tres “ces”. Woodrow Wilson creía que si aceptabas el primero, aceptarbas tambièn la segunda, en una especie de oferta de dos por uno. Con el capitalismo llegaba la democracia. El extra era que también llegaba el cristianismo y la civilizaciòn. se trata, claro está, de una fantasía, de una fantasía de la que se sirve quien la propugna. Y, además, es para charlatanería, puro afán comercial, como el de esos vendedores ambulantes que ofrecían remedios de dudosa eficacia sin salir del carromato. América siempre ha sido terreno abonado para charlatanes y vendedores.
-Los discursos pronunciados por George W. Bush antes de su primera elección presidencial, y los de otros miembros del partido republicano en la misma época, eran antiwilsonianos en espíritu e intención. Los republicanos se presentaban a sí mismos como no intervencianistas, cuando no como abiertamente aislacionistas. Pero ahora, durante el segundo mandato de Bush, han pasado a justificar sus políticas de un modo casi idéntico al de Woodrow Wilson adóptando una política exterior beligerante, altamente intervencionista y descarada, una política con la que incluso muchos republicanos, miembros del partido del presidente, se sienten incómodos en grado sumo, y en contra de la cual, en ocasiones, se manifiestan de forma explicita.
-Las dos primeras justificaciones de la presencia europea en Norteamérica fueron el materialismo y el idealísmo. Y el matrimonio entre capitalismo y democracia es un modo de unir esos dos impulsos en conflicto e ignorar sus contradiciones inherentes.
-La primera versión de la Constituión, antes de que se la enmendase para derogar la eslavitud, se mostraba la misma lucha fallida por resolver el conflicto entre esas dos ideas. Abraham Lincoln ya dijo que en nuestra Constitución existía una contradicción inherente entre los ideales de la democracia y la instituciòn de la eslavitud. Ésta implicaba someterse a una visión económica y materialista, mientras que el planteamiento de la democracia era de naturaleza idealista. Al pasar capitalismo con democracia, lo que se pretende es evitar dicha contradición.
-Los palíticos modifican su retórica según su conveniencia. Siempre lo han hecho.
-¿Cómo ha llegado Estados Unidos en los últimos años, a pasar de un intento de aislacionismo a un intervencionismo descarado?
-El intento de aislacionismo se reconoce en el mandato de Clinton, reacio a implicarse en los Balcanes, por ejemplo, o empeñado en ignorar la crisis en Ruanda y en otras zonas. Y en la campaña presidencial de 2000, en la que Bush se enfrentaba a Gore, el primero se presentaba a sí mismo como el candidato que no pretendía construir naciones ni cambiar regímenes. Su retórica resultaba a aún más aislacionista que la de Clinton o la de su propio padre. Pero Bush no ha sido el único. A lo largo de la historia, hemos oscilado una y otra vez entre los impulsos aislacionistas e intervencionístas dependiendo de cómo percibiéramos nuestras necesidades eonómicas, a pesar de que siempre los hayamos justificado y racionalizado ambos en términos idealistas.
-Justificamos la intervención en Cuba y Filipinas de 1901-1903 en términos idealistas, cuando lo cierto es que jugábamos a ponernos al día con respeto a los constructores del los imperios europeos. Justificamos nuestra neutralidad en la Primera
Guerra Mundial en términos aislaionistas, pues no estábamos siendo amenazados militarmente, pero cuando nuestro transporte de mercancías a Europa por vìa marítima si se vio amenazado por los ataques alemanes, entramos en guerra. Era la economía lo que estaba en juego pero era de costumbre, racionalizamos la decisión afirmando que entrábamos en la contienda para salvar Europa. De ningún modo. Lo que pretendíamos era salvar el comercio marítimo estadounidense.
-¿Por qué la intervención fue tan tardía?
-Porque intervenir antes no nos interesaba económicamente, así de sencillo. La política exterior de Estados Unidos, a pesar de la retórica, se ha movido históricamente por la economía. así ha sido siempre. Como somos un pueblo tan nacionalista, nos sentimos libres de considerar nuestras relaciones con otros países en términos de pragmatismo y conveniencia. como contamos con una jerarquía de valores basada en prioridades nacionalistas, creenmos que nuestros valores y necesidades son más importantes que los de los demás países. El nacionalismo otorga ese derecho. El nacionalismo alimenta el excepcionalismo. Por ello, lo que pase en Europa o en cualquier otro país del mundo no es tan importante como lo que nos pase a nosotros. Y cuando decimos que estamos exportantdo la democracia y que lo hacemos para salvar el mundo, suena muy bonito. Probablemente sea el único modo de convencer al pueblo americano de que vaya a la guerra, de que se sacrifique. Pero, en realidad, vamos a la guerra según sea la percepción de nuestras necesidades contínuas, asi ha sido históricamente. Pero para empezar, nuestro aislamiento es físico, y hasta hace poco ha permitido sentir que ningún otro país nos amenazaba militarmente. No sentímos la amenaza de una invasión por parte de México o Canadá. Y los mares también nos han protegido hasta hace muy poco. a causa de ese aislamiento físico, hemos vivido nuestra relación con el resto del mundo como algo excento de temor, es decir, que no teníamos miedo de ser invadidos. Para convencer a los amerianos de que entrenen guerra, hay que hacerles sentir que sobre ellos pesa una amenaza de invasión inminente.
-No hay más que recordar la reacción a los ataques del 11-S. Bush y compañia lograron que los americanos fuéramos a la guerra convenciéndonos de que estábamos amenazados.
-Durante los primeros años de la Primera Guerra Mundial, a causa de los ataques de los submarinos alemanes a nuestros barcos, empezamos a perder capacidad de envío de merancías a Europa y de recepción de bienes desde ésta. Lo único que decidió al Congreso y al Senado a declarar la guerra fue la creencia de que la economía de Estados Unidos se hallaba amenazada, esto es, que no podía seguir enviando el algodón de los estados del Sur, ni las municiones fabricadas en el Norte.
-En tiempos de guerra se puede sanar provecho. Siempre hay quien gana mucho dinero en las guerras, fabriando y vendiendo uniformes, tanques, armas y vendajes. Existe un inmenso mercado para los productos que se consumen durante los conflictos armados. De modo que no fue sólo para salvar a Europa que entramos en guerra. Es evidente que no fue para salvar a Francia de los alemanes. A principos de siglo XX los americanos adoraban a los alemanes.
-Entonces, ¿por qué dirige George W. Bush la política exterior estadounidense en contra de la ideología que el Partido Republicano ha defendido durante los últimos cincuenta años?
-Porque no tiene otro remedio. Bush debe recurrir a esa clase de retória para justifiar los sacrificios del pueblo americano. De lo contrario, no lograría converserle de que le siguiera en la marcha. Apela a ese sentido de grandeza idealista, religioso y nacionalista, aunque, declaro está, lo invoca por sus propios motivos. En realidad hemos regresado a la era de Eisenhower, a los primeros años de la Guerra Fría, a los anteriores a la política de contención. Cuando se refiere a la llamada de la historia, Bush intenta parecerse a Franklin Roosevelt en 1942. Y lo hace por que está desesperado. Recurre a esa clase específica de retórica porque no existe ningún otro modo de conseguir que el pueblo americano acepte los sacrificios que se le piden, ningún otro modo de lograr que acepte las atrocidades que hemos cometido, en esta guerra de Irak y en otras partes, y arroje por la borda los derechos esenciales a que aquellos textos sagrados nos prometieron, a nosotros y, por extensión, a todos los demás. Han de convencernos de que existe una causa digna de tales sacrificios, de modo que lo que Bush intenta hacer es impregnarnos de esa causa, hacernos sentir que avanzamos a lomos de un caballo blanco hacia la salvación del mundo. Estamos convirtiendo el planeta en un lugar seguro para las tres “ces”: cristianismo, capitalismo y civilización. Bush recurre a códigos para referirse al cristianimo, y une la expresión “libre mercado” en vez de “capitalismo”, pero no parece tener el menor problema con el término “civilización”, que emplea a su antojo.
-Entre tanto. la causa que invoca, sencillamente no existe. Para abrazar su ideología debemos aprender a ignorar por completo los hechos de nuestra implicación en Irak y mostrar un desprecio casi absoluto hacia las prioridades de otros pueblos y países. Y, sin embargo, cada vez que otros políticos, o miembros del Partido Democrata, o medios de comunicación
han tratado de incidir en ello, de reprender al presidente y señalarle el absoluto desprecio que demuestra hacia los hehos suyacentes, no parecen haber servido de gran cosa. Nadie ha presentado una moción contra él.
Su popularidad ha descendido, es cierto, pero parece haber arrastrado al país en su descenso.
-El presidente Wilson se enfrentó a un problema muy similar al que se enfrenta Bush, aunque expresó su respuesta con algo más de coherencia y tal vez, con algo más de sofisticación intelectual que Bush y compañía. No en vano se trataba, seguramente, de un hombre de cierta formación y más leido. Pero, en esencia, en ambos casos la cosa se reducía a lo mismo. A lo largo de los años se ha expresado de modos distintos. Conviene no olvidar que Kennedy fue responsable de nuestra entrada en la guerra de Vitnam, que se produjo bajo su supervisión. Se suponía que era un presidente liberal demócrata, Pero aun así recurrió a la misma lógica de la que Bush echa mano hoy para justificar su presencia en Irak. Wilson y JFK eran más elocuentes y expresivos que Bush, pero transmitieron el mismo mensaje: la ideología suyacente era básicamente.
-¿Crees tú, pues, que los lideres de Estados Unidos son únicos hasta ese punto?
-Sí lo creo sinceramente. Sin embargo, también opino que cuentan con un sistema de creencias tal que les lleva a convencerse a sí mismos de que, auque esta guerra es beneficiosa tanto para ellos como para sus amigos, también se combate por el bien universal. Por lo que es univeralemtne buen hacerlo que sea que les beneficie.
-Reagan reorrió a aquella gran frase: “Trikle-down economics”, o “economía del goteo”. Se creía y los republicanos todavía lo creen) que si se reducían los impuestos de los ricos, los beneficios que esa medida generaría acabarían “goteando” hacia los pobres, y esos pobres se enriqueerían a causa de la reducción de impuestos de que habían beneficido los ricos.
-Una maravillosa fantasia. Sonaba demasiado bien para ser verdad. Y no lo era. todavía esperamos a que parte de la inmensa riqueza que iba a generarse gracias a ese subsidio a los estadounidenses más ricos “gotee” hacia abajo. Es algo que, claro está, nunca sucedió, de modo que se decidió volver a bajar los impuestos a los ricos. éstos dijerón: no se preocupen, es economía de goteo, y acabará repercutiendo positivamente en los demás. Lo creían de veras. Los ricos creen que lo que es bueno para ellos lo es para todos.
-He pasado horas enteras conversando con ex agentes de la CIA implicados en algunas de las peores atrocidades -asesinatos de personas como Lumumba, insurrecciones, golpes de Estado, cambios de régimen en llugares como Grecia- sucedidas en el mundo. Hablo de cosas terrorífias. Y si consideran que pertenecen a su club, esos tipos, ya mayores, hablan de ello con absolta franqueza, porque creen que lo hicieron por el bien del mundo.
-Fue bueno para todos cargarse a Lumumba, porque de no haberlo hecho, ahora allí habría un régimen comunista. Y si los comunistas se hubiera instalado en esa zona tan rica de ÁfriCa central, entonces habrían dispusto de una base en dicho contienente y bla bla vla. es una historia larga, muy larga y manida. tuvimos que cargarnos a los Diem en Vietnam. Fue lo mejor para todos. La lista de líderes a los que hemos matado por el bien de todos no es corta y, obiamente, el mundo no se ha convertido en un lugar mejor a causa de esos asesinatos. De hecho, el mundo, y nuestro papel en él, es mucho peor a causa de ellos.
-Hace un par de años se llevó al cine una novela de Graham Greene sobre los norteamericanos en Vietnam. El Ameriano Impasible. Se trata de una hermosa recreación de esa inocencia de la que Estados Unidos se sirve. No llega a cinismo, es más bien una ingenuidad deliberada, una ingenuidad útil, provechoso. Y creo que es la que cultivan precisamente esa clase de políticos amerianos, de paladines de la industria,y demás. esa ingenudiad útil y provechosa les sirve para gobernar sin problemas de conciencia. Les permite invitar a los pobres, los negros, los hispanos, etcétera, a sacrificar a sus hijos y a pagar por el monto total de la operación. Los ricos no pagan esa guerra. de modo u otro la pagan los pobres, que son los que mueren en ella.
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