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CARTA DE ALBERT EINSTEIN
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La carta que a continuación transcribo es un documento de colección.
Nobles figuras como la de los sabios J. Robert Oppenheimer y Albert Einstein se contaron entre las innumerables víctimas del senador Joe McCarthy, por haberse manifestado en contra de la utilización de las bombas atómica y de hidrógeno, junto a centenares de científicos e intelectuales.
Harto de los agravios y sospechas, Albert Einstein hizo pública el 16 de junio de 1953 la carta que es hoy modelo para quienes no se resignan a ser parte del rebaño belicista.
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El problema con el cual están enfrentados los intelectuales de este país es muy serio.
Los políticos reaccionarios se las han compuesto para infundir en el público sospechas acerca de todos los esfuerzos intelectuales, poniendo ante sus ojos un peligro exterior.
Y han conseguido suprimir la libertad de enseñar, y despojar de sus posiciones (Oppenheimer había quedado sin empleo en la Comisión Nacional de Energía Atómica) a cuantos no se han sometido, esto es, hambrearnos.
Contra este mal, ¿qué deben hacer los intelectuales?
Francamente, sólo veo el camino revolucionario de la no cooperación, en el sentido del de Gandhi.
Todo intelectual que sea llamado ante una de las comisiones (las de McCarthy) debe negarse a dar testimonio, o sea, que debe estar preparado para ir a la cárcel y la ruina económica, en interés del bienestar cultural del país.
Esta negativa y testimonio deben basarse en la afirmación de que es vergonzoso que ciudadanos intachables se sometan a tal inquisición, y en que tal clase de inquisición viola la letra y el espíritu de la Constitución.
Si son muchos los que están dispuestos a este grave paso, tendrán éxito.
En caso contrario, los intelectuales de este país no merecerán nada mejor que la esclavitud a que se los prepara.
Albert Einstein
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