sábado, 3 de julio de 2021

Las Esposas de los Dictadores

 

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LAS MUJERES DE LOS DICTADORES


Gustavo Sains y Alessandra Luiselli


         -Fijate Gus, que estoy leyendo un libro de Carmen Llorca donde se cuentan episodios realmente sorprendentes acerca de las esposas de Hitler, de Mussolini, de Mao, de Stalin, y de otros. Y una que me impresionó mucho fue la de la segunda mujer de Mao, la cual, mientras su marido se encontraba fuera, fue asesinada junto con la hija de ambos, por los guerrilleros del Kuomintang, como represalia por las actividades comunistas de Mao.



         -Empiezo a creer que la mayoría de mujeres que se dedican a la política, y muy especialmente las esposas de los dictadores, como señalas, han tenido finales trágicos. 


         -Por citar uno más y quedarnos en China, bastaría recordar a la viuda de Mao, su cuarta esposa, responsable de la Revolución Cultural de 1966 y los Guardias Rojos, ahora desmitificada, encarcelada y en espera del fin.


         -Las mujeres, directa o indirectamente, son en muchas ocasiones responsables del ascenso político de sus maridos. Sin embargo, podrías concluir, siempre que son eliminadas o asesinadas, una vez que éstos se encuentran en la cima.





         -Así sucedió también con la segunda y última esposa de Stalin, la cual aceptó espiar todas las actividades de Lenin, quien la apreciaba como si fuese de su familia, con tal de ayudar a su marido en la lucha por el poder.


         -Tiempo después, cuando Stalin era ya conocido como un tirano verdadero Nadia Alliueva fue encontrada muerta en su habitación, con un tiro en la cabeza. La sospecha de que fue asesinada por el propio Stalin aún no ha podido desvanecerse.


         -Lo que me parece increíble, Sandra, es por qué los dictadores deben enlazar sus vidas a mujeres, si lo que buscan predominantemente no es calor de hogar, sino el poder, la inmortalidad y la gloria.


         -Alejando Magno, invencible entre los hombres e hijo de Júpiter según sus aspiraciones, llegó a la boca del Indo y sacrificó toros a Poseidón para pedir que ningún otro hombre traspasase aquel punto que separaba los límites de su grandeza y se sintió completamente realizado hasta que desposó a una princesa oriental porque sólo así se entronizaba con la historia. Soñaba con los dioses pero a la hora de la realidad jurídico-histórica pensaba en las mujeres igual que César y Napoleón, ¿no es cierto?


         -Así es, aunque luego les da por pensar que todo es obra suya.


         -Sí, fíjate que Perón afirmaba que él había creado a Evita. Y todos sabemos que el peronismo sin Eva jamás hubiese existido.




 -El afán de justicia que ella tenía para con los pobres, “sus descamisados”, fue lo que llevó a Perón a convertirse en lo que fue. Incluso

en una ocasión el pueblo pidió que en las siguientes elecciones que habrían de realizarse en Argentina. Perón se lanzase como candidato a la Presidencia y Evita como candidata a la vicepresidencia.


         -Ella se negó, pues sentía ya las molestias de la enfermedad que pronto causarían su muerte. Y cuando Perón quiso repetir la historia teniendo como colaboradora a su segunda mujer, Isabelita, no resultó. O sea que, Evita no era creación suya.


         -A mi me tocó ver el revuelo que se armó en Buenos Aires cuando el cadáver de Evita desapareció. La secuestraron y creo que hasta la fecha no la han encontrado.


         -Por cierto que Perón, para consolarse, buscó alivio en la seducción de una niña de catorce años.


         -Fue realmente escandaloso. Recuerdo un librito donde denunciaban todo un sistema para seleccionar adolescentes en los colegios femeninos para que Perón pudiese elegir. 


         -Fíjate que hay muchos hombres que llegaron al poder gracias a las mujeres, y otros que pasaron a la historia por sus mujeres. Como es el caso de Enrique VIII.


         -Resulta increíble confirmar cómo la mujer siempre ha participado en las decisiones políticas. Así, por ejemplo, en la corte francesa los favores o castigos que ordenaban los monarcas estaban siempre asesorados por sus esposas o amantes. 


         -Otro caso interesante sería el de Stalin, quien ante la muerte de su segunda esposa (“la única criatura capaz de ablandar mi corazón de piedra”), dijo:


  “Ha muerto, y con ella han muerto mis últimos sentimientos afectuosos por la Humanidad”.


         -Todos sabemos las miles de asesinatos que se cometieron durante su dictadura.



         -Lo que pesa es que hablar de esas mujeres es como hablar del lado oscuro de la Luna: nadie lo hace. Fíjate Sandra, todos hablamos del mestizaje español y mexicano, y para confirmarlo citamos los amores de Hernán Cortés con la Malinche. Pero nadie habla de las mujeres que desembarcaron con los conquistadores, por no mencionar las primeras nobles indigenas que se casaron con ellos o que fueron conservadas como amantes.


         -Como dato curioso debo decirte que con Cortés desembarcaron María de Vera, Elvira Hernández y su hija Beatriz, Isabel Rodrigo, Catarina Márquez, Beatriz y Francisca Ordaz.


         -Con Pánfilo de Narváez vinieron María de Estrada, Beatriz Bermúdez de Velasco, Juana Martín y Beatriz Palacios, alias “La Parda”, probablemente porque era hija de la unión de un español con una negra. La historia, tradicionalmente escrita por hombres, se ha preocupado por olvidarlas.


         -Algunas veces no sucede así, Gus. Hay libros muy populares que hablan de las mujeres detrás del poder, como Historias de Amor de la Historia de Francia, de Guy Breton, por ejemplo, y éste que estoy leyendo, Las Mujeres de los Dictadores, de Carmen Llorca.


         -Pero, a mi me parece que hay muy pocas mujeres que sienten pasión por la política.


         -Te voy a responder con una anécdota muy conocida de Talleyrand en diálogo con su secretario Thiers quien dijo: “yo le pregunto siempre por política y usted me contesta hablando de mujeres”. Talleyrand le contestó: “¡Pero, amigo mio, las mujeres son la política”.


       -A propósito Gus, ¿quién fue ese señor Talleyrand? 


                 -Charles-Maurice de Talleyrand-Périgord fue un sacerdote, político, diplomático y estadísta francés, de extrema relevancia e influencia en los acontecimientos de finales del siglo XVIII e inicios del XIX.

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