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(1878 - 1927)
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1. BIOGRAFÍA
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Isadora Duncan fue una bailarina norteamericana. Hija de un matrimonio desunido y finalmente divorciado, su instinto la inclinó hacia el baile desde niña.
Obsesionada por la danza, alcanzó la perfección clásica y fue una constante innovadora; a los cinco años de edad anunció a su familia que sería bailarina y revolucionaria, y lo fue.
A los diez años la escuela le pareció una cárcel, por eso la abandonó. Su verdadera educación fue escuchar cotidianamente a Beethoven, Schumann, Schubert y Mozart. El ritmo y la sensibilidad reverberaban en su alma.
Pudo ser pianista, pintora o poeta, pero en su danza juntó todo eso.
En su arte se entrevió la sensibilidad artística de su madre, Mary Dora Grey, y la necesidad obsesiva de encontrarse a sí misma por el vacío que le dejó la ausencia de su padre, el banquero Joseph Duncan.
Su nombre original fue Ángela, pero desde pequeña, influida por la educación clásica que recibió de su madre, adoptó el nombre de Isadora.
A los diecisiete se dirigió a Nueva York, donde se incorporó a la compañía de Agustin Daly.
Isadora abandonó la compañía dos años más tarde y partió con su familia hacia Inglaterra, donde se proponía estudiar los movimientos de la danza antigua en los jarrones griegos del Museo Británico.
Los éxitos comenzaron a llegar de forma inmediata. Con un estilo basado en la danza de la Antigua Grecia, dio una serie de recitales en Londres que despertaron el entusiasmo hacia su persona.
La prensa declaraba: "En esta época actual de elaboración y artificialidad, el arte de la señorita Duncan es como un soplo de aire puro procedente de la parte más alta de una montaña poblada de pinos, refrescante como el ozono, bello y verdadero como el cielo azul, natural y genuino. Es una imagen de belleza, alegría y abandono, tal como debió ser cuando el mundo era joven y hombres y mujeres bailaban al sol movidos por la simple felicidad de existir."
Isadora Duncan afirmaba que el baile debía ser una prolongación de los movimientos naturales del cuerpo, que ella consideraba hermosos y bastante más bellos que los que efectuaban los bailarines clásicos, a los que tildaba de forzados y antinaturales; por ello, se negaba a constreñir los pies en las zapatillas de baile. Sentía una admiración estética por la belleza del cuerpo humano, influida por los cánones de las estatuas y pinturas de la Grecia clásica.
Su método coreográfico era una especie de filosofía basada en el convencimiento de que el baile ponía al individuo en comunicación armónica con el ritmo intrínseco de la naturaleza y los cuerpos celestes.
A partir de ese momento, Isadora no dejó de viajar, reclamada por los mejores teatros de Europa.
En París se imbuyó del espíritu de Rodin. Más tarde descubrió Italia y el Renacimiento, y se embelesó con el leve y sutil Botticelli, cuya influencia en su arte es palmaria a partir de aquellos años. Por fin, en 1902, realizó uno de sus sueños: viajar a Grecia y peregrinar a las fuentes del arte de Occidente. Cerca de Atenas, en la colina de Kopanos, comenzó a construir un templo consagrado a la danza, pero los ingresos percibidos por sus giras se revelaron insuficientes para cubrir los gastos y la empresa hubo de abandonarse.
Con motivo de su primer viaje a San Petersburgo, en 1905, la ya entonces famosa Isadora fue invitada por la célebre bailarina rusa Anna Pavlova a visitar su estudio. Allí tuvo el privilegio de contemplar a la gran diva realizando sus ejercicios. La propia Isadora lo relata en sus memorias:
"Encontré a Pavlova de pie con su vestido de tul practicando en la barra, sometiéndose a la gimnasia más rigurosa, mientras que un viejo caballero con un violín marcaba el tiempo y la exhortaba a realizar mayores esfuerzos; era el legendario maestro Petipa. Me senté y durante tres horas observé tensa y perpleja los sorprendentes ejercicios de Pavlova, que parecía ser de acero elástico. Su hermoso rostro adoptó las líneas severas del mártir. No paró ni un solo instante. Todo su entrenamiento parecía estar destinado a separar por completo la mente de los movimientos gimnásticos del cuerpo. La mente debía alejarse de esa rigurosa disciplina muscular. Esto era justamente todo lo contrario de las teorías sobre las que yo había fundado mi escuela un año antes. Lo que yo pretendía es que mente y espíritu fuesen los motores del cuerpo y lo elevasen sin esfuerzo aparente hacia la luz."
Para Isadora, era el amor a la naturaleza y a la vida lo que había de transmitirse a través del movimiento, siguiendo el ejemplo de las nubes, el mar o las copas de los árboles mecidas por el viento. Enemiga del ballet, al que consideraba un género falso y absurdo, manifestó que la danza debe establecer una armonía calurosa entre los seres y la vida y no ser tan sólo una diversión agradable y frívola. Danzaba descalza, con una simple túnica griega de seda transparente sobre su cuerpo desnudo, como una sacerdotisa pagana transportada por el ritmo.
Durante esos años, las más importantes ciudades europeas pudieron extasiarse ante la nueva estrella, a la que llamaron "la ninfa".
Isadora Duncan , además de su belleza, poseía un poder de seducción que la mantenía rodeada de amigos, entre los que se contaban intelectuales, pintores y poetas, así como de numerosos admiradores que deseaban conocerla.
Nada impidió que difundiera su arte por el mundo. Creó escuelas en Francia, Alemania y Rusia, y sentó las bases de una danza que se alejó de lo clásico y se opuso a las técnicas de enseñanza tradicional.
En 1913 interrumpe sus actuaciones pues sus dos hijos perecen ahogados.
Un día, agobiada por los ensayos, confió los niños a la institutriz para que los llevara en automóvil a Versalles.
"Al dejarlos en el coche, mi Deirdre colocó los labios contra los cristales de la ventanilla; yo me incliné y besé el vidrio en el sitio mismo donde ella tenía puesta la boca. Entonces, el frío del cristal me produjo una rara impresión e hizo que me recorriese un estremecimiento". Minutos después, el auto bordeaba el Sena y, al girar para cruzar uno de sus puentes, los frenos no respondieron a la voluntad del chófer. El coche se precipitó en las oscuras aguas y los dos niños perecieron ahogados.
La bailarina anuló todos sus compromisos y decidió interrumpir su carrera, dedicándose por entero a la enseñanza y tratando de olvidar su desgracia sumergiéndose en un trabajo agotador.
Luego trata de fundar sin éxito su escuela en distintas ciudades europeas; en 1921, por invitación del gobierno soviético, radica en Moscú. Al año siguiente contrae matrimonio con el poeta ruso Serguei Esenin, quién se suicida en 1925.
En 1927 ocurrió su absurda muerte cuando su bufanda se enredó en el volante del auto que manejaba. Fue así cómo la danza perdió a una de sus culturas más originales y revolucionarias, tal como ella, cuando niña, se había prometió a sí misma y al mundo.
Isadora mantuvo su peculiar postura ante la vida: se consideraba atea, practicaba el amor libre y manifestó una opinión positiva acerca de la Revolución Rusa.
Su amor por el arte rebasó su propia existencia, pues jamás permitió que la pareja, la familia o las necesidades económicas obstaculizaran sus planes de ''hacer la revolución'' en la danza.
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2. CITAS
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• Cualquier mujer inteligente que lea el contrato matrimonial, y lo acepte, merece todas las consecuencias.
Isadora Duncan, (1878 - 1927); bailarina estadounidense.
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• En la medida en que el sufrimiento de los niños está permitido, no existe amor verdadero en este mundo.
Isadora Duncan
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