martes, 16 de abril de 2013

Parentesco Conflictivo




       Ser suegra es un parentesco conflictivo.

Pero, ¿por qué? ¿no pasa lo mismo con los suegros?


Estas y otras interrogantes trataré de contestarlas en el transcurso de estas líneas.
       Según sea la relación con el matrimonio, existen más o menos 10 tipos de suegras:
          intrigantes;
          metiches;
          sobreprotectoras;
          frías;
          indiferentes;
          agresivas;
          dominantes;
          hipócritas;
          las que se hacen las víctimas;
          las que se hacen las enfermizas y también
          las perfectas.
       La relación familiar es de dos tipos:
a) entre el yerno y su suegra y
b) entre la nuera y su suegra.
A la primera corresponde la suegra mostrada en las tiras cómicas, los cuentos, la TV y las películas.
Famosa es la suegra de Pomponio que es presentada como una mujer fea, desaliñada, gorda, antipática, que siempre le está haciendo la vida imposible al yerno.
Por lo general, la mujer que debe enfrentarse a un yerno juega un papel difícil.
Casi todas esas mujeres tratan de ayudar y, con esa actitud, entorpecen la vida de la pareja.
Intervienen en problemas domésticos más allá de lo que les toca: intervienen en asuntos tales cómo, cómo llevar mejor la casa, cómo distribuir el dinero, la vida social y hasta se permiten criticar algunas actitudes del yerno, en un afán de dirigir todo para que "las cosas salgan mejor".
       A veces sucede que la suegra se hace indispensable, especialmente cuando es viuda: hace la limpieza, la comida, atiende a sus nietos.
Todo le parece maravilloso a la hija.
Tiene plena conciencia de que ella sola no podría con la casa.
El marido, por su parte, está hastiado de su suegra, disgustado por su constante presencia y por lo que él considera como "interferencia en los asuntos de familia".
Todos los días debe soportar que le estén imponiendo un modo de vida extraño para él, hasta el grado de sentir sentirse como un arrimado en su propia casa.
La suegra pasa de la simple insinuación a la crítica abierta de la forma en que se administra el dinero, el trato que se le da a los hijos, las relaciones de amistad que mantiene y, en varias ocasiones, le ha reprendido "de buena manera" por el tratado que le da a su hija, "a pesar de lo buena y trabajadora que es ella".
       Lo primero que piensa el marido es en cambiarse de casa, para que la suegra no tenga la facilidad de vivir cerca y así no se entrometa a diario.
La esposa se opone definitivamente.
Ella está convencida de que su madre es una suegra perfecta y, no capta por que su marido no comprende todo lo que su madre hace por el bien de ambos.
       Suele suceder que una suegra, que cuando joven se caso enamorada y que durante su vida de matrimonio tuvo carencias y dificultades, quiere para su hija, un buen partido, para que no le pase lo que a ella le paso, un marido con dinero,  considerando que el amor no es lo conveniente.
Sin querer, si la hija se deja, la madre la empuja a una vida que no va a ser de felicidad. Pues como dice el dicho y con mucha razón, "el dinero no es la dicha".
       Ahora con respecto a la segunda clase de suegras se puede decir lo siguiente: Debido a la íntima relación que existe entre la madre y el hijo, y peor si es hijo único, la suegra es parte importante en la vida de la nuera.
Desde el punto de vista de una madre, la nuera nunca será lo suficientemente buena para su "hijito". Partiendo de esta base la suegra puede fácilmente convertirse en un ser siniestro y sus actitudes influirán, en el peor de los casos, en la disolución del matrimonio.
       Cuando el joven lleva a su casa a la novia y la presenta a su madre, comienza la guerra: Si la novia es, aparentemente, inobjetable, la suegra no se opondrá, pero puede iniciar una ofensiva bastante inocente, para que, a veces, resulta. "Me vas a dejar sola"..."¿Quién te hará tus espaguetis"..."¿Ya no me quieres?..."¿Qué haré si me da un nuevo infarto?"... Estará jugando al papel de víctima. Y si el joven decide casarse de todas maneras, a pesar de las advertencias de su madre que "las hace por su bien", la táctica será diferente: La suegra estudiará cuidadosamente la situación y tomará su tiempo antes de comenzar la ofensiva. Al principio será a base de insinuaciones "sin importancia": "Fui a ver a tu mujer el miércoles, pero no la encontré"..."en realidad, casi nunca la encuentro en casa". Es una clara indirecta para hacerle ver a su hijo que la esposa pasea todo el día mientras él trabaja. "¡Cómo se las arregla para estar siempre tan bien maquillada  tan bien peinada...! Siempre está a la última moda". Esto quiere decir que la esposa está despilfarrando el dinero en arreglarse y descuida sus obligaciones domésticas. O bien, "¡Qué desaliñada es, nunca e arregla teniendo todo el tiempo del mundo!", en fin, se trata de decir algo en contra de la pobre nuera. Cuando la suegra da por terminada la etapa de las insinuaciones inocentes, inicia una campaña entre los parientes, los amigos e intriga un poco en contra de la familia de su nuera, aduciendo que no sabe la razón por la cual "no quieren a mi hijo".
       Existe otra suegra que no tiene el fin de hostilizar al matrimonio, sino de ayudarlo. Se convierte en ser dominante. Ella acompaña a la nuera a comprar todo lo que hace falta en el nuevo hogar y su gusto se impone en la decoración del departamento de la nueva pareja.
       Algunas madres, aterrorizadas por no convertirse en suegras disociadoras y metiches, cortan por lo sano y no se inmiscuyen en nada. "Qué vivan su vida" es su principio, y permanecen frías e indiferentes con respecto al nuevo matrimonio, o incluso llegan al otro extremo, el de darle la razón a la nuera, aunque no la tenga, sabiendo que el hijo de todos modos esta clavado por el parentesco, no así la nuera que es, en cierta forma, una extraña.
       Por lo general, la suegra no se propone hostilizar a la nuera o al yerno, sin embargo esa relación se torna complicada, tensa, y, a veces, insoportable. Ninguno de ellos es intrínsecamente malo, pero son relaciones que suceden de generación en generación. Con el tiempo, las nueras de víctimas se tornarán en suegras (verdugas). Tal parece que es el sino del ser humano. Quizás, la raíz de todo radica en razones genéticas: los instintos maternales, escritos en los genes y reforzados filogenéticamente durante generaciones, hacen que toda mujer quiera sobre proteger a sus hijos, que constituyen su herencia, su proyección de sí  misma hacia el futuro. El proteger a sus hijos en la madre es un impulso natural mucho más fuerte que el instinto de conservación. A los suegros les pasa lo mismo, pero no con tan gran intensidad, razón por la que
son más tolerantes no constituyendo un pariente conflictivo.
       Quizás, la solución es que las suegras se mueran (¡perdón!) para que a su vez las nueras se constituyan en suegras y así sigan las cosas "per saecula saeculorum ".
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