miércoles, 17 de junio de 2015

Parabola del Sembrador


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PARABOLA DEL SEMBRADOR

Ee una ocasión Jesucristo fue invitado a dar una plática a un grupo de personas.- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - 



-Salió un campesino a sembrar y se puso a arrojar la semilla -dijo Jesucristo durante su plática-. Una parte cayó a lo largo del camino, fue pisada y las aves se la comieron. Otra cayó sobre un terreno pedregoso, y después de brotar se secó por falta de agua. Otra cayó  en tierra buena, y creció, y dio buen fruto.

Los presentes empezaron a cruzarse sonrisitas de burla. Uno de ellos levantó la mano:

-¿Eso qué quiere decir?

-El que tenga oídos para oír que oiga.
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Por la noche, los discípulos le comentaron:

-Andabas muy de malas, ¿verdad?

-No me gusta que me vean la cara.

-¿Entonces por qué les diste la plática?

-Para que viendo no vean y oyendo no entiendan.

-Pero tampoco nosotros entendimos nada -dijo Simón-. Al menos yo me quedé de a seis.

Entonces Jesucristo se puso a explicar:

-La semilla que sale a sembrar el campesino es la semilla de la justicia.  

La parte que cae a lo largo del camino son los que se dan cuenta de la situación, pero nada hacen porque saben que cualquier cambio empezaría por sacarlos de su mundo de tranquilidad y mediocridad.  

Son los que ven pasar las cosas como expectadores y no como participantes, son los que ven pasar el tren y no se suben en él.

La semilla que cae sobre el terreno pedregoso son los que quisieran cambiar la realidad pero sin verse afectados personalmente; hablan y trabajan para lograr mejorías insignificantes, nunca una transformación radical. 

Son los que estando convencidos,no se atreven.

La semilla que ahoga la hierba son los que de jóvenes se entregan generosamente a la lucha, pero apenas adquieren posición, poder, dinero, sofocan sus impulsos y terminan convertidos en cómplices del sistema. 

Son los que se rajan.

La semilla que cae en tierra buena, por último, son los que hacen suya la causa de la justicia y luchan por ella hasta su muerte. 

Jesucristo miró despacito a cada uno de sus discípulo. Lo escuchaban  sin pestañaear: 

-Cuando en la vida uno descubre una verdad, mueve cielo y tierra para tratar de difundirla. Nadie enciende una lámpara y le pone encima un sombrero o la esconde debajo de la cama;  al contario: la pone en el centro del cuarto para que la luz ilumine a los que llegan. Toda verdad termina imponiéndose tarde o temprano. Por eso  oigan bien lo que oyen y sáquenle el mayor provecho. Porque el que tiene tendrá más, y el que ya  no tiene perderá lo poco que crea tener.
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