0757 8A3 11
DEL CÓDICO FLORENTINO,
FOLIO 99
En tiempos del señor Nezahualcóyotl fueron apresadas dos ancianas de cabello encanecido, blanco como la nieve, yerto como la fibra seca del maguey.
Fueron encerradas porque se las aprehendió cuando iban a cometer adulterio.
Sus respectivos maridos eran también muy viejos.
Ellas iban a tener trato carnal con unos jovencillos.
El señor Nezahualcóyotl les preguntó, les dijo:
-Señoras nuestras, ¿qué es lo que se oye? ¿acaso todavía deseáis las cosas de la carne? ¿no estáis ya satisfechas, estando ya como estáis? ¿Cómo vivías cuando erais aún jóvenes? Decidmelo, declaradmelo, que para esto estáis aquí.
Le respondieron:
-Señor, rey, señor nuestro, recibe, escucha: Vosotros los hombres ya viejos, vosotros sentís desgana de la carne, porque os abandono ya la potencia, os gastasteis todo de prisa y ya no os queda nada. Pero nosotras las mujeres no nos cansamos de ésto porque hay en nosotras como una cueva, un barranco, sólo espera lo que habréis de echarle, porque su oficio es recibir.
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