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TEORÍA ACUÁTICA DE LA EVOLUCIÓN HUMANA
-El especialista en biología marina profesor Sir Alister Hardy, en un artículo publicado en 1960, en “The New Scientist”, dió a conocer su “Teoría Acuática de la Evolución Humana”.
-Según esa teoría fue el agua la que actuó beneficamente sobre una especie de símidos dando por resultado el Homo sapiens, o sea la especie humana.
-Hace 20 millones de años existió en Kenya una floreciente población de símidos de estructura corporal generalizada y de una profusión de tipos que iban del tamaño de un pequeño gibón hasta el de un gorila grande.
-Era el período conocido como el MIOCENO.
-El clima era suave, las lluvias más abundantes que ahora, y las selvas abundaban.
-Entonces llegó la sequía del PLIOCENO. pero, el PLIOCENO africano duró 12 millones de años. Durante ese periodo, muchos especies de símidos del MIOCENO desaparecieron, pero, una de ellas, el Australopithecus emergió del PLIOCENO muy renovado y mejorado.
-Los huesos occipitales de su craneo así como la región orbital tenían una apariencia notablemente humana, además, era inteligente.
-En la cañada de Olduvsi (Tangañica), se han encontrado sus restos en compañía de toscos utensilios y armas de piedra que han sido aclamados como el primerísimo comienzo de la cultura humana.
-Nuestros antepasados, que eran cuadrúpedos, entraron al PLIOCENO como criaturas que apenas si eran portadoras del potencial humano y emergieron, ya bípedos, con una evolución violentamente antinatural, como seres a los cuales solo les faltaba un cerebro adecuado.
-Por lo que acabas de mencionar se me ocurren dos preguntas: ¿qué sucedió en ese tiempo? y ¿por qué dices que el bipedalismo para los prímates fue antinatural? El hecho que los primates se sientan erguidos en los árboles me sugiere que el bipedalismo les permitió correr tras de la caza al mismo tiempo que portaban armas, que al principio eran, por supuesto, piedras.
-Hace millones de años que el papión y el macaco son predominantemente terrestres, sin que den señal alguna de convertirse en bípedos.
-La extremada rareza del bipedalismo en los animales hace pensar que es ineficaz.
-Incluso la peculiar locomoción vertical del hombre moderno es relativamente ineficaz cuando se la compara con la de los mamíferos cuadrúpedos.
-Si un chimpancé se escapa con algo y no puede ponérselo en la boca, lo llevará en una mano y galopará con las otras, por que incluso tres patas son más rápidas que dos.
-Debió de haber existido una razón muy poderosa para que durante largo tiempo nuestros antepasados se vieran constreñidos a caminar sobre las patas traseras que cuando fuera más lento.
-Bueno, no se, me rindo, ¡explicame la teoría esa!
-Hace pues mucho, mucho tiempo, allá por el MIOCENO, con su clima suave, se había generalizado una especie de símidos velludos y vegetarianos.
-No habían desarrollado todavía el poderoso cerebro que hoy distingue al ser humano. Se parecían más bien al Proconsul, un primate que vivió aproximadamente en la misma época y cuyos restos han sido encontrados en grandes cantidades.
-Como los gorilas actuales, obtenían su alimento de los árboles y dormían en las ramas, pero pasaban parte del tiempo en el suelo, aunque eran más pequeños y más livianos que los gorilas.
-Después de un par de millones de años de esta pacífica existencia, las primeras oleadas tórridas del PLIOCENO empezaron a abrasar el continente africano.
-En todo el contorno de los bosques los árboles empezaron a perecer debido a la sequía y fueron reemplazados por matorrales y pastos.
-A medida que los bosques se reducían había cada vez menos espacio y alimento para todos los símidos que antes habían encontrado sustento en ellos.
-Las especies menos agresivas y que mejor se adaptaban a descender al nivel del suelo se vieron arrojadas a la sabana abierta, y de ahí a las costas.
-En las sabanas no tenían grandes posibilidades de subsistir, todo les era adverso. Tenían cuatro manos, mejor adaptadas para la prensión que para caminar, y podían andar muy rápido por tierra. Estaban acostumbrados a alimentarse de frutas, y en la sabana no las había. Lo único que abundaba era pasto, y esos símidos no tenían el estómago para comerlo. Cuando un carnívoro los asustaba, su instinto los impulsaba a trepar a los árboles o a escapar y ocultarse, pero en la llanura no había árboles y los escondrijos eran muy pocos. Con frecuencia, en la selva, había variado su dieta frugivora comiendo pequeños insectos y orugas, y ya en la sabana, éste fue el único tipo de alimento que podían encontrar.
-Jamás se les ocurrió desenterrar raíces; no eran tan inteligentes. Cuando tenían sed, solían ir a los pozos de agua que eran trampas mortales en torno de las cuales acechaban enormes felinos. Todos los animales que había en la sabana, a no ser los insectos, eran más grandes, más feroces o más rápidos que ellos.
-La única salida que tenían esos símidos era ir hacia la costa. En su camino, a través de la sabana, perecieron muchos, pero algunos lograron llegar.
-Con placer nuestros ancestros encontraron que casi todo lo que había en la playa era o más pequeño o más lento o más tímido que ellos.
-Fácilmente, casi sin darse cuenta, pasaron de comer insectos a comer camarones y cangrejitos. Miles de aves marinas anidaban en los acantilados, y como a ellos no les mareaban la alturas se convirtieron en recolectores de huevos.
-Además de los camarones había animales más grandes y con conchas más duras, parecidas a mejillones, ostras y langostas.
-Los machos solían destrozar o abrir los caparazones con sus colmillos, que eran como puñales y las hembras, por no tener colmillos tan grandes no siempre podían arreglárselas.
-En una tarde de ocio, después de ensayar y fracasar bastante, una hembra recogió una piedra, para la que no se necesitaba mucha suerte, ya que la playa estaba cubierta de ellas, golpeó con ella uno de los caparazones hasta que se rompió. Volvió a hacer la prueba, y cada vez le dió resultado, y el macho, que la observaba, la imitó. Así es como empezaron a usar utensilios. Esto no quiere decir que ella fuera más inteligente que él, sino que la necesidad la impulsó a ello.
-A los símidos les tranquilizaba observar que incluso los animales grandes y de aspecto amenazador, que a veces se arrastraban fuera del mar, tales como las focas, las tortugas gigantes y vacas marinas, que eran mucho más comunes en esos días, cuando estaban en tierra eran torpes y desvalidos, y que en la mayoría de los casos no mostraban inclinación alguna para pelear cuando los atacaban.
-Poco a poco el macho amplio la maniobra de cascar caparazones y empezó a cascar cráneos también.
-Cuando se trataba de crías de focas, no había riesgo alguno, bastaba con seguir golpeando con una piedra hasta que se murieran y después comérselas. Con el tiempo los símidos empezaron a apreciar el sabor de la carne de las focas, las vacas marinas y el pescado, convirtiéndose en matadores aficientes.
-Cada vez que sucedía algo alarmante por el lado de tierra, o a veces porque hacía demasiado calor, los símidos se metían al agua hasta la cintura e incluso hasta el cuello.
-La primera vez que uno de esos símidos se vió perseguido por un carnívoro, encontrándose frente a una gran extensión de agua, con alaridos de terror, corrió directamente hacia el mar. El carnívoro que era de la especie felina, de los que no les gusta mojarse las patas, esperó en la orilla.
-La presunta presa, como la mayoría de los arborícolas, estaba acostumbrado a adoptar la postura erecta, por más que para la locomoción usara las cuatro patas. Por eso pudó adentrarse en el agua más que el felino. sin ahogarse. Se metió hasta el cuello y esperó hasta que el gato se cansó y se fue.
-Claro que eso significaba que tenían que caminar erguidos sobre las dos patas traseras.
-Eran lentos especialmente al principio, pero era absolutamente esencial para poder mantener la cabeza fuera del agua.
-Esos símidos pasaban tanto tiempo en el agua que el pelo no les servía más que de molestia. Lo más frecuente es que los mamíferos que regresaban al agua y se mantenían en ella el tiempo suficiente, especialmente en climas cálidos, perdieron el pelo como consecuencia perfectamente natural.
-En el agua el pelo tiende a estorbar la natación. Nuestros ancestros empezaron a convertirse en monos desnudos por la misma razón que la marsopa, el hipopótamo, la morsa y el manatí.
-A medida que empezaron a perder el pelo se sintieron cada vez más cómodos en el agua y es allí dode permanecieron durante el PLIOCENO.
-Suponiendo que se necesitaron un par de millones de años de sequía para desplazar a nuestros ancestros hacia el mar; además de eso, hay que tener presente que el PLIOCENO africano no empezó a atenuarse sino hasta pasados unos 10 millones de años más. Y en el curso de ese tiempo a una especie le pueden pasar una gran cantidad de mutaciones extrañas y perturbadoras.
-Con su teoría acuática el profesor Hardy mostró varios hechos muy interesantes:
- El hecho de abrir los moluscos fomentó en los símidos el uso de utensilios.
- La vida acuática explica el hecho de que caminemos erguidos.
- La mejor manera de mantener la temperatura en el agua es contar con una capa de grasa subcutánea, análoga a la de las ballenas, en toda la superficie del cuerpo, que es lo que han hecho todos los animales acuáticos, y que entre los primates el homo sapiens es el único en quien de hecho se desarrolló esa capa, para la cual no ha sido posible encontrar ninguna otra explicación.
- Tanto el pelo en el exterior de la piel como una capa de grasa por debajo de ella sirven esencialmente para el mismo propósito. La principal distinción entre ambos es que uno de ellos se adapta mejor a la vida en tierra, en tanto que la otra es mejor para la vida acuática, no hay razón evolutiva concebible para que ningún animal empiece a abandonar un método en favor del otro, a no ser que el medio haya sufrido precisamente esa transformación.
- Por más lejos del mar que se encuentre, los primerísimos utensilios de factura humana desenterrados junto con los restos de homínidos están siempre hechos de “piedras”.
- Ofrece una explicación para la larga brecha cronológica existente entre los restos del Proconsul y sus contemporaneos y los restos del Australopithecus. Si no se han encontrado rastros de ninguna criatura de transición entre los dos, fue porque los despojos mortales de los monos desnudos y de sus primeras víctimas animales no quedaron depositadas en alguna cueva de Kenia sino que fueron barridos por las mareas y devorados por los peces, en tanto que los primeros utensilios que hicieron quedaban meclados con un millón de otras piedras.
- Únicamente en el mar la madre podría darse el lujo de precindir de pelo. Los bebes antropoides, casi desde el nacimiento tienen la fuerza suficiente para aferrarse al pelo de la madre y con ello dejarle libre las cuatro miembros para que se ocupara de sus cosas. En un lugar tan peligroso como la pradera abierta, la madre necesitaría más que nunca de esa libertad, y más que nunca el infante necesitaría no sólo de su propia capacidad prensil, sino de algo que pudiera aferrar. La cría denuda de una antropoide desnuda jamás habría sobrevivido en la pradera, solo en el mar. Los leopardos no se aventuran tanto dentro del mar, ni los tiburones se acercan tanto a la costa. El niño pronto se acostumbra al agua y una vez que estaba en ella su movilidad aumentaba y, comparativamente su pelo disminuía. Lo único que necesitaba para encontrar tranquilidad y apoyo era, cuando se cansaba, colgarse de la parte de la madre que quedaba encima del agua y que naturalmente era el cráneo.
- La explicación de la existencia del cabello conjetura que puesto que lo único que quedaba fuera del agua era la cabeza, expuesta al sol, el pelo se mantuvo para protegernos de sus rayos. En algunas poblaciónes de símidos debe haber aparecido, por mutación, el fenómeno del cabello largo, que constituyó un nuevo alejamiento entre el símido y el Homo sapiens.
- Por último, los monos al igual que los perros efectúan el coito por detrás de la hembra y el ser humano lo hace por delante. Ello se debe a que el útero fue cambiando de posición por selección natural. Las hembras símidas eran más fértiles mientras su útero fuera modificándose.
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