jueves, 6 de septiembre de 2018

Gustavo Díaz Ordaz en 1968


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GUSTVO DÍAZ ORDAZ  EN 1968



Emir Olivares Alonso

Periódico La Jornada
Martes 4 de septiembre de 2018

El presidente Gustavo Díaz Ordaz era incapaz de ocultar el enojo que el movimiento estudiantil de 1968 le generaba. 

Representando perfectamente el rol de la clase política de su época, el mandatario ofrecía un diálogo abierto con la juventud, pero a la vez les advertía: 

“Todo tiene su límite… No quisiéramos vernos en el caso de tomar medidas que no deseamos, pero que tomaremos si es necesario”.

El 1º de septiembre de 1968, durante su cuarto Informe de Gobierno, dedicó una larga parte de su discurso ante el Congreso de la Unión –que en esos años era dominado en su totalidad por el partido en el poder, el PRI– para referirse al movimiento estudiantil. Frente a los abyectos legisladores que aplaudían a cada pausa del mandatario, e incluso lo interrumpían para seguirlo ovacionando, 
Díaz Ordaz defendió su decisión de usar al Ejécito para contrarrestar la movilización juvenil: Cuando el Ejército interviene, es para salvaguardar la tranquilidad, no para orpimir al pueblo.

Negó que hubiera presos políticos, exhortó a los jóvenes a ser heroicos, pero no a partir de la violencia y los desórdenes, y consideró que sus decisiones no violaron la autonomía de la Universidad Nacional (UNAM) y hasta se quiso presentar como firme promotor de un proceso para que el Instituto Politécnico Nacional (IPN) alcanzara esa condición.

Condenó el surgimiento de desórdenes juveniles en Uruguay, en Italia y en Francia; aunque paradójicamente aplaudió el movimiento contra el régimen socialista pro ruso en la entonces Checoslovaquia al que se sumaron decenas de jóvenes. El pueblo y el gobierno de México están unidos en la convicción de que a los checoslovacos y sólo a los checoslovacos corresponde decidir acerca de su forma de gobierno sin interferencia alguna, directa o indirecta, abierta u oculta, que provenga del exterior.

El mandatario relacionó el surgimiento del movimiento estudiantil mexicano con un intento por desestabilizar al país aprovechando que en breve en México se desarrollarían los Juegos Olímpicos:

Durante los recientes conflictos que ha habido en la ciudad de México se advirtieron, en medio de la confusión, varias tendencias principales: la de quienes deseaban presionar al gobierno para que se atendieran determinadas peticiones, la de quienes intentaron aprovecharlo con fines ideológicos y políticos, y la de quienes se propusieron sembrar el desorden, la confusión y el encono, para impedir la atención y solución de los problemas, con el fin de desprestigiar a México, aprovechando la enorme difusión que habrán de tener los encuentros atléticos y deportivos, e impedir acaso la celebración de los Juegos Olímpicos.

Ofreció un diálogo verdadero, al que definió como la posibilidad de exponer argumentos a la par de escuchar los ajenos, pero desestimó que se hablaran lenguajes distintos, en los que una parte se obstina en permanecer sorda y, más todavía, se cierra en la sinrazón de aceptar (el diálogo) sólo para cuando no haya sobre qué dialogar.

En la calle de Donceles, en el Centro de la ciudad de México, en la antigua sede del Congreso de la Unión, el titular del Ejecutivo federal expresó durante su Informe que su convicción era respetar, de manera invariable, la autonomía universitaria. Ello no obstante que días atrás, ya iniciado el movimiento, se dio la irrupción del Ejército para tomar la Preparatoria 1 de la UNAM, Ciudad Universitaria e instalaciones del IPN.

“La autonomía, más que un privilegio, entraña una responsabilidad para todos los miembros de la comunidad universitaria: la de cumplir con nuestros deberes y hacer honor a la institución, recordando que la autoridad y el orden en nuestra casa de estudios no se fundan en un poder coercitivo, sino en una fuerza moral e intelectual, que sólo depende de la conciencia y capacidad de cada uno de nosotros […] Considero, y con este criterio coincide el de destacados abogados, que si se examinan los hechos recientes con serena objetividad y rigor técnico, jurídicamente no hubo violación a la autonomía ­universitaria.”

Díaz Ordaz se jactó entonces al afirmar que en México no había personas detenidas por razones políticas. 

Preso político es quien está privado de su libertad exclusivamente por sus ideas políticas, sin haber cometido delito alguno. No obstante, si se me hace saber el nombre de alguien que esté preso sin proceso judicial en el que se haya cumplido o se estén cumpliendo las formalidades esenciales del procedimiento, acusados de ideas, no de actos ejecutados, se girarán las órdenes de inmediata e incondicional libertad.

Afectar la soberanía nacional

De igual forma se refirió a una de las demandas centrales del Consejo Nacional de Huelga: la derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal, que sancionaban el delito de disolución social, y que era el instrumento jurídico para la represión del gobierno contra sus críticos.

Me permito poner a consideración del honorable Congreso de la Unión la posibilidad de que, en forma que él lo determine, abra una serie de audiencias en las que agrupaciones de abogados de la República, los juristas y, en general, quienes deseen hacerlo, expongan sus argumentos. ¿Debe o no ser delito afectar la soberanía nacional, poniendo en peligro la integridad territorial de la República, en cumplimiento de normas de acción de un gobierno extranjero? ¿Eso es lo que se demanda?

Se comprometió a que en caso de que la opinión pública se pronunciara por la derogación y el Congreso resolviera expedir la correspondiente ley, él mismo se encargaría de promulgarla y publicarla sin dilaciones.

Censuró el movimiento estudiantil en las calles. Una y otra vez insistió en que se trataban de acciones para alterar la tranquilidad social y que tenían intereses más allá de las aulas universitarias, de enconadas tendencias políticas e ideológicas.

Así anunció lo que vendría: 

Se ha llegado al libertinaje en el uso de todos los medios de expresión y difusión; se ha disfrutado de amplísimas libertades y garantías para hacer manifestaciones, ordenadas en ciertos aspectos, pero contrarias al texto expreso del artículo 9 constitucional. 

Hemos sido tolerantes hasta excesos criticados, pero todo tiene su límite y no podemos permitir que se siga quebrantando irremisiblemente el orden jurídico, como a los ojos de todo mundo ha venido sucediendo.

Enfatizó que la policía intervendría en todos los casos que sea absolutamente necesario, y su proceder debía darse con prudencia, pero a la vez con energía. 

Remarcó que el artículo 89 de la Constitución le otorgaba la facultad para hacer uso del Ejército en caso de que la labor policiaca fuera insuficiente. México entero sabe que cuando el Ejército interviene, es para salvaguardar la tranquilidad, no para orpimir al pueblo.

Un mes antes del 2 de ­octubre advertiría claramente: 

No ­qusiéramos vernos en el caso de ­tomar medidas que no ­deseamos, pero que tomaremos si es ­necesario. Lo que sea nuestro deber hacer, lo haremos; hasta donde estemos obligados a llegar, ­llegaremos...



El 68 a medio siglo
Emir Olivares Y José Antonio Román/ I
Periódico La Jornada
Martes 4 de septiembre de 2018

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Javier Barros Sierra encabeza marcha el primero de agosto de 1968.
Foto Rodrigo Moya


Ha transcurrido medio siglo, en realidad, sólo un pestañeo histórico, desde que miles de jóvenes se movilizaron contra la represión que el autoritarismo gubernamental había dado siempre por sentado, ya que la incuestionada razón de Estado era ley por encima de la ley. 

El epicentro se dio en la ciudad de México, entonces Distrito Federal –que se preparaba para ser la anfitriona de los Juegos Olímpicos–, pero la onda expansiva se extendió por buena parte del país. 

En el fondo, lo que se ponía en cuestión era la vigencia de la llamada ideología de la Revolución, que se consideraba sempiterna.

Las manifestaciones estudiantiles alcanzaron cantidades nunca vistas en la capital del país, las brigadas se constituyeron en las redes sociales de entonces, las pintas, el boteo para allegarse fondos proliferaron, al igual que la simpatía que recogían los jóvenes entre la población. 

La respuesta a los cuestionamientos estrictamente democráticos no se hizo esperar, el manotazo represivo arrojó un número indeterminado de muertos, centenares de presos por sus ideas y su militancia, una prensa censurada que en los hechos se convertía en cómplice y una sociedad amordazada, mientras los responsables permanecían impunes.

Tras estos 50 años la herida sigue abierta, aunque la cauda del ­movimiento ha logrado indudables avances en los derechos democráticos. 

A partir de hoy y durante las siguientes semanas, La Jornada publicará re­portajes, entrevistas, crónicas y cronologías que buscan aportar a la re­construcción de la memoria de este movimiento, indiscutible punto de inflexión en la historia de México.

Un pleito entre estudiantes de bachillerato –azuzados por porros y provocadores con nexos políticos– que jugaban tochito cerca de la plaza de la Ciudadela, y la posterior represión policiaca contra los jóvenes, fue la chispa que hizo estallar, tras un prolongado periodo de autoritarismo, el que sería el primer gran movimiento social de la segunda mitad del siglo XX en México.

Era el 22 de julio de 1968, alumnos de las vocacionales 2 y 5 del Instituto Politécnico Nacional (IPN) y de la vecina preparatoria particular Isaac Ochoterena, incorporada a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), disputaban un partido de futbol americano. En medio del juego se dio una falta y comenzó una batalla campal. Motivados por miembros de dos pandillas, Los Arañas y Los Ciudadelos, los jóvenes se enfrascaron en una riña callejera que se repitió al siguiente día.

La policía sólo fue testigo de las confrontaciones y actuó hasta que finalizó la bronca del día 23. Pero sus acciones cayeron en el extremo: reprimieron a los estudiantes de las dos vocacionales dentro de sus planteles, que fueron allanados. Se habían acumulado décadas de autoritarismo, que no sólo se expresaba en las esferas gubernamentales contra la ciudadanía, sino en el seno de las propias familias, y quienes más lo padecían eran los jóvenes.

A esa acumulación se sumó el enojo juvenil por la violenta represión policiaca, lo que ocasionó incluso que la añeja rivalidad entre los alumnos del Poli y de la UNAM se dejara de lado y emergiera una organización inédita que se ­fusionó en una fuerte movilización a la que se sumaron estudiantes de otras instituciones académicas ­(públicas y privadas) para dar pie al movimiento estudiantil de 1968, del que emanaron importantes demandas democráticas acumuladas por años, como diálogo público, libertad para los presos políticos, desaparición del cuerpo de granaderos, destitución de jefes policiacos, derogación de los artículos 145 y 145 bis del Código Penal Federal, relacionados con el delito de disolución social, e indemnización a familiares de muertos y heridos.

La reacción del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz fue autori­taria: represión y violencia contra los jóvenes y quienes se les unieron, estigmatización del movimiento al in­tentar relacionarlo con grupos comunistas, ocupación de varios campus de la UNAM y el IPN por parte de las fuerzas armadas, el uso del Ejército para contrarrestar la fuerza de las movilizaciones estudiantiles y la masacre del 2 de octubre en Tlatelolco.

Lejos de la posición autoritaria del poder, el rector de la universidad, Javier Barros Sierra, se puso del lado de los jóvenes, los acompañó y abrazó sus demandas; pero sobre todo, hizo una férrea defensa de la autonomía universitaria.

Julio Lunes 22 y martes 23. Enfrentamiento entre estudiantes de la preparatoria Isaac Ochoterena y de las vocacionales 2 y 5. 

El martes los granaderos reprimen a politécnicos.

Miércoles 24. Más de 4 mil alumnos de todos los niveles del IPN suspenden clases y realizan un mitin en el Casco de Santo Tomás en protesta por la agresión a sus compañeros. Son apoyados por el Comité Ejecutivo de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, que se declara en huelga indefinida.

La Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), vinculada al oficialismo, convoca a una manifestación en protesta por los actos represivos, la cual coincidiría con la marcha anunciada por la Confederación Nacional de Estudiantes Democráticos (CNED), influida por el Partido Comunista Mexicano, para celebrar el 15 aniversario del asalto al cuartel Moncada, en Cuba.

Viernes 26. Se realizan de manera paralela ambas movilizaciones. La de la FNET va de la Ciudadela al Casco de Santo Tomás; la de la CNED de Salto del Agua al Hemiciclo a Juárez. 

Cuando termina el mitin de los primeros, sus dirigentes convocan a ir al Zócalo, las movilizaciones coinciden en las inmediaciones del Centro, se dan enfrentamientos con la policía.

Sábado 27. Estudiantes de la UNAM y el IPN toman algunos de sus planteles en protesta por la represión de la víspera. Algunos celebran las primeras asambleas estudiantiles que citan a paros a partir del 29.

Lunes 29. Paros en varias escuelas de ambas casas de estudios. La policía y el Ejército ocupan planteles de la Escuela Nacional Preparatoria y del IPN en el centro de la ciudad.

Martes 30. En la madrugada, elementos del Ejército destruyen de un bazucazo la puerta colonial de la prepa 1 en San Ildefonso. 

El secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán, lo niega y acusa a los jóvenes de causar destrozos con cocteles molotov. 

En Ciudad Universitaria, el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, iza la bandera nacional a media asta en la explanada de Rectoría en protesta por la violación de la autonomía.

Miércoles 31. Se generaliza la huelga en la UNAM, el IPN, la Normal Superior, Chapingo, la Universidad Iberoamericana, el Colegio La Salle, El Colegio de México, escuelas del Instituto Nacional de Bellas Artes y algunas universidades de provincia.
Agosto

Jueves 1. El rector encabeza una manifestación en defensa de la autonomía universitaria. Al inicio de la movilización declara: 

Se juegan en esta jornada no sólo los destinos de la Universidad y el Politécnico, sino las causas más importantes y entrañables para el pueblo de México. 

La marcha sale de Ciudad Universitaria y se enfila por Insurgentes Sur; la idea era llegar al Parque Hundido, pero ya los esperaban ahí decenas de soldados. 

Al saber esto, Barrios Sierra cambia la ruta; al llegar a Félix Cuevas, los manifestantes giran a la derecha y regresan al campus universitario por avenida Universidad. 

En Guadalajara, el presidente Díaz Ordaz ofrece su mano tendida a quien quiera estrecharla, y califica al movimiento como algaradas sin importancia.

Viernes 2. Se crea en el IPN el Consejo Nacional de Huelga (CNH), conformado por estudiantes de las instituciones en paro. 

De manera paralela se agrupa la Coalición de Profesores de Enseñanza Media Superior y Superior Pro Libertades Democráticas.

Lunes 5. Alumnos del IPN realizan una manifestación masiva a la que se niega a asistir el director general de esa casa de estudios, Guillermo Massieu Helguera.

Jueves 8. El CNH hace público su pliego petitorio que consta de seis puntos. 

El primero: libertad a los presos políticos.

Martes 13. Se realiza la primera manifestación estudiantil al Zócalo. 
Inicia en el Casco de Santo Tomás. Se suman cerca de 150 mil personas que exigen el cumplimiento del pliego petitorio.

Jueves 15. Una sesión extraordinaria del Consejo Universitario de la UNAM, presidida por el rector Barros Sierra, nombra una comisión representante de las demandas de los estudiantes y aprueba tres más, referentes al pago de los daños sufridos por la universidad.

Viernes 16. Inicia el movimiento de brigadas. Se integra la Alianza de Intelectuales, Escritores y Artistas.

Domingo 18. Se realizan los primeros festivales artísticos en CU y Zacatenco. 

Se invita a legisladores federales a un debate público en Ciudad Universitaria.

Martes 20. Se congregan los estudiantes (se calcula 20 mil personas) para el debate público; no acude ningún representante oficial.

Jueves 22. El secretario de Gobernación, Luis Echeverría, ofrece un diálogo franco y sereno con representantes estudiantiles. 

El CNH acepta la propuesta, a condición de que se realice en presencia de los medios. 

El diálogo no se efectuaría.

El lunes 10 de septiembre La Jornada publicará la continuación de esta cronología.
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