Antes
de 1948, en la China de Chiang Kai-Shek, la mujer estaba sometida a terribles
sufrimientos, e incluso el marido tenía derecho a matar a su mujer.
Hoy, en los
tribunales, cuando juzgan una causa de divorcio, todavía se pregunta a la mujer
si se casó por voluntad propia.
Los padres vendían
a sus hijas al pretendiente, a los señores (que las instalaban como
concubinas), y a las personas encargadas de montar prostíbulos, o incluso las
mataban al nacer si se preveían dificultades para su colocación.
Las mujeres eran en
el sentido más literal de la palabra mujeres-objeto.
Cuando
una mujer se quedaba viuda debía cometer suicidio como prueba de castidad. La
familia del marido estaba autorizada a vender a la viuda, pero si ésta se
casaba voluntariamente era lapidada hasta morir. Seis años después de la
revolución, en 1956, todavía murió una viuda asesinada a pedradas.
Mao
hizo de la liberación de la mujer uno de los puntos fundamentales de su
programa político. La situación de las mujeres tenía que ser cambiada por la
ley y por el desarrollo de un movimiento de liberación femenino activo.
Quizá lo más
importante en China es que las mujeres empiezan a educarse para preocuparse de
sí mismas. Muchas creían que se les tenía que "dar' su independencia. Mao
dijo: :"No, tenéis que luchar por ella". Sin embargo, el gobierno
chino ha estado siempre tras el movimiento de liberación de la mujer".
En
cualquier consideración sobre la esencia de la feminidad se hallan implicadas
cuatro relaciones de dependencia en la mujer:
• la
dependencia respecto al trabajo social;
• la
dependencia respecto al trabajo doméstico;
• la
que se produce en relación a los hijos y la familia, y
• la
dependencia de la sexualidad.
La
mujer actual en China representa un 40% de la fuerza laboral. Esto no es el
único elemento de su liberación, pero es un factor decisivo en la toma de
conciencia. No existe por otra parte discriminación sexual en el trabajo en
China.
A
cada uno según su capacidad y según su trabajo: siguiendo este principio, las
normas que fijan la retribución
del trabajo tienen en cuenta la cantidad, la cualidad del trabajo efectivo de
cada trabajador, así como la mayor o menor contribución que su trabajo
representa en el marco de la producción socialista.
En lo que respecta
a la fuerza física, unas personas son débiles y otras fuertes. Los trabajos
agrícolas que necesitan gran esfuerzo físico deben ser confiados a los hombres
que la poseen. Es normal que el reparto de trabajo tenga en cuenta las
diferencias fisiológicas que existen entre los hombres y las mujeres... , pero
la fuerza o la debilidad física no pueden en ningún caso utilizarse como
pretexto para una distinta retribución entre hombres y mujeres.
Para
obtener la igualdad sexual es necesario resolver una cuestión: la de la
transformación del trabajo doméstico. Y la socialización del trabajo doméstico
implica necesariamente la destrucción de la función económica de la familia y,
por tanto, de su función política pasada.
En
la revolución rusa se decía que había que salvar a los niños de la nefasta
influencia de su familia. Las guarderías chinas son el producto de una idea
totalmente distinta:
"Los niños no
pertenecen a sus padres ni al Estado, sino a sí mismos".
Para liberar a las mujeres del cuidado
de los niños hay que liberar a los propios niños y transformar, por tanto, las
escuelas así como los sistemas de enseñanza.
En
China, con la familia ocurre un fenómeno curioso. De hecho, ha desaparecido la
institución en la que la mujer está sometida al marido, recluida en el hogar, y
en la que la autoridad de los padres sobre los hijos es total, es decir, el
islote de paz del que el marido es amo y señor y el único capaz de resolver sus
problemas.
Ahora bien, la
familia existe como pareja estable y monogámica que vive con sus hijos y que no
tiene experiencias sexuales fuera de este núcleo. Por tanto, la familia
subsiste y dentro de ella la mujer tiene un grado de liberación que puede ser
considerado como bastante alto.
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