martes, 16 de enero de 2018

Sólo o Solo


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SÓLO O SOLO


-Emilio, a mi me enseñaron en la escuela que cuando colocamos mal un acento, en la mayoría de los casos, puede cambiar el significado de la palabra. ¡Y es un hecho!

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1.  A Nicolás le gusta ir solo al cine.

2.  A Nicolás le gusta ir sólo al cine.
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-En la primera frase puedes interpretar que él quiere ir “sin compañía”.

-En la segunda, se interpreta que él quiere ir “únicamente” al cine.

-Por lo que en este caso, es necesario que la palabra “sólo” lleve acento.

-Investigando más acerca de ésto, me encontré que hace algunos años, la Real Academia Española (RAE) decididó eliminar el acento a “sólo”. 

-Yo te pregunto, ¿por qué diantres la RAE elimina el acento de sólo?

-La Real Academia Española, en su Ortografía de la Lengua Española, publicada en 2010, aconseja no acentuar el adverbio solo, incluso en casos en que pudiera haber ambigüedad, pues, según la RAE, estos casos deberían poder resolverse por el propio contexto, que será, a fin de cuentas, el que dicte cuál de las dos interpretaciones será admisible.

-Sin embargo, en los rarísimos casos en que esta ambigüedad no pueda resolverse por el contexto, se sugiere optar por otras alternativas, como sustituir por solamente o únicamente, usar una puntuación adecuada, incluir algún otro elemento que permita descartar la ambigüedad o alterar el orden de las palabras.

-El argumento es muy simple: “solo” debe ir sin acento, ya que el contexto de la oración es suficiente para entender el significado de la palabra; siempre y cuando, no exista el riesgo de ambigüedad en su interpretación.

-Si existe riesgo de ambigüedad en la interpretación, se utilizará el adverbio solamente o únicamente.

-De este modo, ahora, ‘solo’ puede funcionar como adverbio o adjetivo.

-Teniendo en cuenta esta regla, siempre utilizaremos:

-Solo, (sin acento) que  puede funcionar como adjetivo o como adverbio:

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•   El profesor se encontraba solo, cuando llegué al salón de clase. (sin compañía)
•   Estaré solo esta tarde. (sin compañia)
•   Solo trae a dos invitados. (solamente/únicamente)
•   Si vas al mercado, solo compra un melón. (solamente/únicamente)
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-¿Cuál fue la reacción en contra de la RAE?

-Sirva el siguiente texto para responder a tu pregunta, Marcela.

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“¡Desambigüadme esto, criminales! Ah, no podéis, ¿verdad? Necesitáis un contexto, ¿verdad? Habéis procurado simplificar la gramática para evitar errores al tarugo, ¿y ahora necesitáis un contexto? ¡Pues no hay contexto, hala! Os quedaréis sin saber si me iré a las tres o si permaneceré sin compañía hasta entonces. Mientras la duda os corroe, tal vez vayáis comprendiendo que de la extirpación de la tilde diacrítica puede decirse lo mismo que Fouché de la ejecución de Enghien: fue peor que un crimen, fue un error. No lo olvidaremos cuando comencemos a excavar fosas comunes de tildes diacríticas, borradas con desdén por correctores de estilo a quienes les resultará inútil tratar de ocultarse detrás de un concepto de la Obediencia Debida a la RAE, en cuyos muros, como antes Umbral, nos meamos los activistas del adverbio tildado. Yo me arrojo contra el parabrisas de la furgoneta en la que se llevan la tilde diacrítica al sacrificio.

Esto no es un artículo, es un manifiesto como los que hace Rosa Montero para concienciar. Denuncio que en ABC se está llevando a cabo una matanza de tildes diacríticas que debe de haber dejado compungidos, llorando lágrimas de tinta, los rostros de los ilustres antepasados que jalonan, como en la galería de retratos de una dinastía, el salón de entrada a la Biblioteca. 

“El enemigo no tiene rasgos, pero está ganando la batalla pese a nuestras súplicas, a nuestras peticiones de piedad, aun a nuestras exigencias, en los escasos momentos de bravura ante el ciclópeo poder que nos abruma, de que se nos permita acentuar el adverbio sólo e incluso ponerle guirnaldas si se nos canta. Nada. Inútil. La cuchilla se abate una y otra vez, y el matarife presenta a la muchedumbre la tilde diacrítica cercenada. No nos rendiremos. Encontraremos modos de restituir su empaque al adverbio torturado, de devolverle su singularidad ajena al contexto. Pero el enemigo es tenaz. Su obra sangrienta de mutilación es lo primero que descubrimos cada día en la primera edición de Kiosko y Más. Una espantosa montonera de adverbios pasados a cuchillo que nos obliga a llorar bajito en la cama para no despertar a la esposa”.
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-¿Y por qué se defiende con tanto encono ese acento? 

-De entrada, porque en ortografía “la costumbre tiene un peso excepcional”. 

-Continuamente hay cambios lingüísticos, pero “la gente no quiere que le toquen lo que ha aprendido con sudor y lágrimas”, con independencia de si hay un criterio válido o no para mantenerlo. Esa tilde no era necesaria, pero era nuestra tilde. Más incluso que la de los pronombres demostrativos. Mucho más que la de guion.

-¿Qué opinan los escritores de esta acción por parte de la RAE?

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•   Al principio decidimos seguir la norma de la RAE, pero desde enero de 2013 hemos vuelto a poner el acento porque quitarlo era como empobrecer la lengua.
Diego Moreno, editor de Nórdica.
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•   Estoy a favor de acentuarlo porque es necesario para no caer en la ambigüedad. Quitarlo limita el lenguaje a un intercambio de información.
Carlos Pardo, escritor.
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•   La sigo usando porque no hacerlo se me hace raro. Si no la pongo, tengo la sensación de que no es la misma palabra, que estoy traicionándola.
Laura Fernández, escritora.
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•   Que vamos perdiendo tildes... ¡pues vamos perdiendo tildes! A mí, desde luego, me suena más raro perderla en el aún. Yo, por eso, no discuto.
José María Merino, escritor y académico.
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•   Yo no sólo pongo la tilde diacrítica, sino que pido a todos los editores de mis libros que me la respeten en los textos. A veces lo hacen, y otras no.
Sergio del Molino, escritor.
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•   No soy muy purista en ese tema. Creo que el lenguaje va evolucionando, pero respeto mucho cómo me han enseñado a escribir y así uso la gramática.
Jorge Eduardo Benavides, escritor.
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•   Al igual que Javier Marías y Arturo Pérez-Reverte, yo he mantenido la tilde en mi escritura. En mis últimos libros sigo escribiendo sólo con acento.
Pere Gimferrer, escritor y académico.
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•   No es tan costoso poner esa tilde y perdemos más por algo tan nimio como mantenerla. Al final, es una perturbación innecesaria.
Lorenzo Silva, escritor y editor.
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•   Yo suelo escribir sólo con tupé en la O. Me lo enseñaron así en el Cole Salesiano y hay cuestiones (y culpas) de las que cuesta desprenderse.
Miqui Otero, escritor.
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•   Es oportuno que la RAE actualice y democratice la ortografía del español. También hubo gente que se rasgó las vestiduras al quitar la tilde a fué.
Manuel Vilas, escritor.
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•   La seguí usando. Fiel a esa tilde, porque básicamente esa regla que aprendí de memoria se me marcó a fuego y la veo útil para evitar confusiones.
Carlos Zanón, escritor.
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•   Me parece consecuente con la política de la RAE, que consiste en que algo deja de ser un error cuando la suficiente cantidad de personas lo comete.
Patricio Pron, escritor.
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•   Yo veo justificada la supresión de la tilde en “solo” y en los demostrativos: eran las únicas palabras de más de una sílaba que conservaban el diacrítico en español. Si “vino” (sustantivo) no se distingue gráficamente de “vino” (verbo), ni “casa” (sustantivo) de “casa” (verbo), ni mil casos más, ¿por qué iban a retener “solo” y los demostrativos este privilegio? La única razón es el peso de la tradición, y las tradiciones se pueden cambiar; si no, todavía pondríamos tilde a la preposición “a”.
Luis Magrinyá, escritor.
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•   De los recortes aplicados en diacríticas, la tilde de solo es de la que más me duele desprenderme y a duras penas lo hago. Tantas satisfacciones que me dio.
Carmen Camacho, poeta.
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•   La supresión de la tilde se hizo para simplificar al máximo la ortografía, que es la tendencia que guía a los especialistas de la Real Academia.
Carme Riera, escritora y académica.
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•   Sólo con que en una frase el sólo y el solo puedan confundirse, debería acentuarse siempre. Es más fácil cambiar el diccionario que la sociedad.
Jenn Díaz, escritora.
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•   En principio, hacemos lo que dice la RAE. Básicamente por aceptar su autoridad y porque pensamos que es un criterio que se acabará imponiendo.
Luis Solano, editor de Libros del Asteroide.
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•   Yo seguí fiel al acento, a sabiendas de que era posible que las editoriales me corrigieran. Al recibir la corrección, lo hice con una sonrisa.
Jorge Carrión, escritor.
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•   Yo, la verdad, soy bastante disciplinado y sigo ad pedem litterae
las directrices de la Academia. Me gusta que haya sabios que dicten normas. Creo en la auctoritas.
Luis Alberto de Cuenca, poeta.
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•   No hay una presión de la Academia en contra de los escritores. No pertenece a la tilde diacrítica, pero que la usen si quieren, no les vamos a penalizar.
Salvador Gutiérrez, académico de la RAE.
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